-Podemos volver al feudo, si total mañana igual me fumo la primera. -Amaia se quedó callada y no tardó en volver a la carga-. ¿Estás bien? ¿Cero problemas? Es que te noto rara, no sé.
Blanca subió las ventanillas y arrancó el Opel. Se le cruzó la marcha atrás y la palanca de cambios vibró y soltó un zumbido infernal.
-Que no, pesada, que no te preocupes. Todo bien -aseguró mientras luchaba por dominar las marchas. Salió a la carretera y se pusieron en marcha-. Y acuérdate de lo que te he dicho. De lo de Seve me encargo yo. Tú no digas ni palabra, ¿eh? Ni a él.
-Vale. Lo único... ¿por qué la tía esta va detrás de Seve? ¿Qué pasa con Seve? ¿Pasa algo con Seve? -Amaia arrugó el gesto.
Los labios de Blanca temblaron. Torció el gesto y apretó los labios con fuerza.
-No lo sé -respondió, con una voz calmada que resultaba de lo más artificial, especialmente en Blanca-. Pero me voy a enterar. Y si no ya se lo sacaré a Idoya, no te preocupes.