-Tú que sabes -masculló apoyándose en el pecho de Candela-. Ya me ha traicionado una vez. No se lo puedo dejar pasar, ¿sabes? No se lo voy a dejar pasar.
-Bien. Es lo que tienes que hacer.
Candela enredó los dedos en su cabellera rojiza.
-Si hace algo dale una lección. Que el desagradecido vea que no se puede joder con la gente de su misma sangre, que esa mierda muy mala para el karma. Si me entero de algo te prometo que te lo diré a ti primero.
-Ya está en marcha -murmuró Rubén con tristeza. La tensión y el enfado habían desaparecido, y estaba completamente relajado por las caricias de Candela-. Nos estamos encargando de ello.
Candela suspiró suponiendo que por lo que debía estar enfadado el redcap era por sentirte culpable.
-¿Ah, si? ¿Qué estáis haciendo?
-No sé.
Rubén se apartó de ella y se arrastró al otro extremo de la cocina. Se apoyó en el quicio de la puerta y resopló otra vez, con la cabeza gacha como un niño arrepentido.
-Ando tramando algo con una tía. También tiene que saldar una cuenta con alguien y nos estamos echando un cable. Ella se ocupa de mis problemas y yo de los suyos, ya sabes.
Candela se cruzó de fbazos, mirándole con mala cara.
-¿Una chica? ¿"Qué" chica?
-¿Qué? No, ugh, no me la estoy follando. Qué asco. -Y, a juzgar por la cara de estar oliendo mierda que puso, decía la verdad. También se cruzo de brazos-. No me toques los cojones con celitos y mariconadas, ¿eh? Que no está el horno para bollos.
-¡Jum!
Candela supuso que se trataría de la redcap chino cuyo nombre no recordaba, que no podía ser más fea. De pronto no se sentía amenazada.
-Bueno, ¿qué plan tienes para hoy?
-Darte lo tuyo y echarme la siesta, pero por culpa de la PUTA DE TU VECINA -le gritó al techo- se me ha ido a la mierda la siesta. No sé. Me iré a tomar algo. -Tiró de Candela para sentarla en sus rodillas con una distintiva falta de agresividad que, en cualquier otra persona, casi hubiera podido pasar por dulzura-. ¿Te vienes?