Partida Rol por web

Evitó hacer algún comentario o gesto que pudiera dar a entender que le importunaba en exceso todo aquello, quería aparentar tranquilidad antes la adversidad y transmitir confianza en sus más allegados. Se sentía algo incómodo pero aguanto el tipo. Realmente le hubiera gustado que el presente que habían estado acarreando todo el camino se tomase un buen aperitivo, así que no pudo más que reprimir una leve sonrisa. Nos daría más problemas, pero resultaría de un humor de lo más macabro. Se movió sobre su silla para colocarse algo más cómodo, tenian para un rato.

Esperó al registro, no le gustó, pero no tenía intención de protestar. Le paracío que no era muy "inteligente" saltar ante aquellal “minucia”. Así que dejó que por su mente empezara a pensar quién realmente podía estar tras todo aquello. Lamentablemente con rapidez le llevaba a un callejón sin salida. El largo día, como el resto desde que empezaron el viaje,  pesaba más que el ánimo.

Le alegró como intercambiaban palabras su nuera con el guarda, podríamos decir que le entretuvo, y se desenvolvia con una soltura que se alegro de que estuvíera de su lado. Por leves que fueran las informaciones eran suficientes como para darle más sentido a todo aquello. ¿Entrar veneno con nocturnidad? Le pareció curioso, incluso algo poético. Se imaginó a un hombre encapuchado con un franquito escondido en el pliegue de una capa. La idea en si era de lo más ridícula. A saber la de litros de venenos mortales que había en Desembarco desde que se creo. Si tan solo el olor podría tumbar al más fornido de los hombres. Finalmente se le escapó por la comisura de los labios una leve sonrisa al escuchar la casa Dannett. Adham si sabes de que va esto te haces el tonto la mar de bien, todo llegará. Y emitió un leve suspiro de resignación.

Miró a su alrededor a ver si eso le aclaraba las ideas. Entonces es cuando pudo ver el resplandor en el tono grisáceo de los ojos de sus esposa. Le devolvió la mirada con un leve entrecerrar de ojos.

Al joven Whalen le cuesta seguir la conversación... Se nota que su esposa está acostumbrada a tratar con gente como Trepa. Whalen apenas ha tenido que tratar con nadie fuera de su feudo, y por supuesto, todos los del feudo siempre se han mostrado solícitos.

Una cosa es tratar con posaderas, y otra con capas doradas... Hombres del rey...

Desde luego, el joven Whalen, más paleto de lo que le gustaría reconocer, confunde la autoridad de los capas doradas con la de los capas blancas. Si conociera la mitad de lo que se sabe de su reputación no se sentiría tan intimidado.

Su esposa comenta lo de instalarse en el barrio mercader para poder agasajarla mejor, y la petición acompañada con un gesto cariñoso no hace otra cosa que sacarle un cabeceo bovino al joven heredero, pero Galdrín lo saca de su ensueño para anunciar que estarán todos juntos, para estar más seguros. Whalen no cree que nadie fuera a atacarlos en Desembarco, pero después de lo ocurrido en el viaje y el episodio de los Claviger ya no está tan seguro.

Seguro que hay casas en Desembarco tan temerarias como nosotros... Quien sabe lo que pueden hacer los Dannet si se han creído toda la mierda esparcida... Un momento... ¿Ha dicho Galdrín algo sobre entrenar para el torneo? Oh... 

Y de golpe empieza a invadirle la sensación de no querer hacer el ridículo, y cuando más lo piensa, más convencido está que hará el ridículo... Delante de su padre, de su esposa, de su madrastra y d ela mitad de su guardia.

Genial.

Mañana a primera hora sería bueno ir a inspeccionar el campo de justas... Hemos de hacernos con el terreno.

Comenta Whalen, como para darse aires. No tenía mucha idea en el tema, pero sonaba muy convincente. Y juraría que era algo que había leído... O le había explicado Nicholas, o el propio Galdrín. No estaba muy seguro.

¿La zona alta?  Le arqueó la ceja a Galdrin.  Uno no debía discutir abiertamente donde se hospedarían verdaderamente sino hasta haber librado los guardias.   Espero sea cerca de los Dannet para tomarnos un sherry y poder aclarar los malentendidos. -le dijo en voz imperceptible a su marido y su suegro.  

Sea como fuere, tome en cuenta que a usted le tocará acompañarnos a todas esas vueltas a los mercados entonces para las compras de la estación, Galdrin.  Se volteó hacia el guardia que ya se disponía a la siguiente inspección, de taberna quizá.  Ser Trepa, ¿está tranquila la ciudad?  ¿Hay algún barrio que nos recomienda evitar -digamos hasta que ustedes lo pacifiquen?  

No hay nadie haciéndola de revoltosos o asalta gente decente antes del torneo, ¿verdad?  

Por cierto, querido, sabes lo que opino de los torneos. -le dijo en voz baja de lado a su marido mientras le sonreía a Ser Trepa esperando su respuesta.-   Son una arriesgada estupidez desperdiciadora de buenos mozos que sólo sirve para inflar egos y magullar cerebros, ni siquiera para entrenar a la verdadera guerra.  Si tu no quieres participar por mí está per-fec-tí-si-si-mo.  

Y así me dedicas más tiempo a acompañarme a comprar algunas de esas cosas de la lista que te encargué.  Mucho mejor uso del tiempo, ¿no crees?   -Le guiñó un ojo verde marino que haría suspirar a cualquiera que lo viera más de 3 segundos.

El tono cómplice de su esposa hace que Whalen enrojezca hasta las orejas. Nunca acaba de acostumbrarse a los cambios de humor de la Tully. Su proposición hace que se llene su corazón de alegría, pero por desgracia no es algo que dependa de él o de su mujer.

Va a replicar cuando le guiña un ojo. Un guiño que al joven lord le parece una promesa. Una invitación a algo más... 

Jamás... Jamás se me ocurriría dejaros sola en esta ciudad, mi señora. Será más que un placer acompañaros.

-Se ha incrementado la seguridad estos días por causa del torneo, mi señora. - Le respondió el Capa Dorada. -Aún así no les recomiendo visitar el Lecho de Pulgas. Como ya sabrán, es la peor zona de la ciudad.

Simonen les escuchó hablar sobre donde podrían alojarse puesto que lo estaban comentando abiertamente frente a ellos, y aunque habían barajado varias opciones, el oficial de la Puerta de Dioses les dio un par más que deberían considerar.

-Mis señores, les recomiendo que visiten la posada Árbolverde, con el Torneo tan cercano ya, es la única posada respetable que aún tiene habitaciones libres. Puedo ordenarle a Mick que os guie hasta el lugar. También se ha acondicionado una explanada del torneo donde se han alojado varias de las casas nobles que se han acercado hasta la ciudad.

Muchas gracias Ser Trepa.  Ciertamente Lecho de Pulgas es peligroso, pero he querido ir a visitar a algunas septas que se dice que están haciendo buen trabajo ahí.  Mi querido Whalen va ha hacer una donación allá, ¿verdad corazón?  -le tomó de la mano con la suya enguantada. 

Si nos permite un segundo.  Amablemente movió su yegua hacia Lord y Lady Crogall y conferenció en voz baja con ellos y el resto de la comitiva, ofreciendo no ofensa a los capas doradas.  

Mi Lord, Lady, cómo lo veo, el hospedarnos en el campo de torneo nos daría más visibilidad, mostrando que consideramos que no tenemos nada que ocultar.  Podríamos iniciar las negociaciones, tanto con la engañada Casa Dannet, como con quienes más se hayan comido ese rumor contra nosotros como dulce envenenado. 

Quedarnos en la posada, Ser Roshar, Galdrín, se que nos daría más seguridad, pero en este caso, como en el juego ese de caballitos de madera que ustedes a veces juegan, se dice que la mejor defensa es ir a la ofensiva. Diplomática -aclaró.  En abierto y con normas de cortesía bien establecidas, menos intentarán hacer algo que todos podrían ver.

Dejo mi humilde opinión para su consideración Lord Crogall.  -dijo Scarlett, asintiendo ante Lady Crogall y su marido para hacerles ver que ante la de ellos también. 

-Oh mi señora. Vos me halagáis demasiado. Soy un simple oficial de la Guardia de la Ciudad y no un caballero. Hablen lo que quieran y decidan mientras le comunico a mis hombres las próximas órdenes.

Debería serlo... -le sonrió. 

El registro había terminado pero allí seguían, teniendo que aguantar la verborrea y presencia de aquel oficial chistoso. Por mucho que hubiera tornado su actitud al respeto, e incluso mostrándose amable tras la intervención de Lady Scarlett, se había atrevido a faltar al respeto a un Lord de los siete reinos creyéndose exento de castigo debido a la autoridad que ejercía en la ciudad. Quizás se salvase de una acusación directa ante el Rey, quien podía quitarle importancia al desear mantener a un leal a su lado, pero podían ocurrir accidentes. Algunos señores eran rencorosos. Y la familia Crogall era muy paciente...

- Yo solo acato ordenes, mi señora. - respondió a Lady Scarlett cuando le mencionó. - Pero he de decir que la noche puede enmascarar los más terribles actos, ya estés abrigado por la compañía de familias participes en el torneo como de los habitantes de nuestra adorada capital. Baste añadir que ignoramos la actitud del resto de familias con respecto a las falsedades vertidas sobre los Crogall. - Alojarse entre varias casas adversas sería un riesgo añadido, pues quien no pretendiese cometer una ofensiva directa contra ellos si podría verse tentado al insulto o a la agresión al exhibirse en las cercanías. Cualquier incidente podría desembocar a coyunturas desconocidas que difícilmente podrían ser favorables. Si bien, tendrían una cobertura mayor de testigos relevantes, si es que querían testificar a su favor y eran capaces de detectar el posible atentado. Ambos lugares presentaban a Roshar sus pros y sus contras, y solo a Lord Evan le correspondía decidir.

El caballero abandonó el aire de confidencia que había sumido a la comitiva y se acercó a la señora de la casa.

- Y bien, mi Lady, ¿que primera impresión le sugiere Desembarco? - recordaba la conversación que habían mantenido antes de iniciar tan aciago viaje y esperaba que, aun tras lo acontecido, pudiera disfrutar de la ciudad. Aunque en su tono se intuía cierto retintín. Esperó su respuesta con una sonrisa, prestandole atención, y tras recibirla se centró en Trepa. - ¿Nos va a permitir el paso o tenemos que formalizar algún otro tramite?... *- ¿Acaso estaba haciendo tiempo? ¿habrá mandado algún aviso? ¿a los Dannet?...

La opinión de Ser Roshar se mostraba interesante. El sobrino de lord Evan se mantuvo en silencio hasta que su compañero dejo de hablar para entonces plantear otra alternativa. 

-Podríamos dividirnos. Lord Evan y lady Varya podrían ir a la posada con una pequeña escolta para estar a salvo, no tendrían porque decir quiénes son públicamente. Y los demás acudir a esa explanada para mostrar los colores de la casa y ver que reacciones suscitan. - Al caballero no le gustaban nada aquellos subterfugios de los que eran víctimas, prefería contar con un rival directo con el que poder pelear.

Whalen asiente, orgulloso, a lo que dice su esposa, sin estar demasiado seguro de lo que ha dicho.

¿Un septo? En nido de pulgas? Realmente es necesario? Espero que no lo diga en serio.

Luego se reune en confidencias con el resto de los miembros de su casa... Y lo que dice sobre ir a la explanada le gusta tal y como lo plantea su esposa, aunque le desagrade pasar la noche al raso... Aunque sea bajo un bonito pabellón.

Lo que añade su primo le gusta un poco más, pero no acaba de verlo claro.

Quizás... Si se trata de alquilar unas habitaciones con discreción, lo mejor sería que fuera alguien que no sea nuestro lord. A él se le esperará con el resto de la casa, y si no aparece ahora, y le ven más tarde... Quizás levanta sospechas... O quizás no. Para tomar unas habitaciones lo normal sería enviar a alguien...

Y alguien que no nos haga excesiva falta en la zona de torneos si la cosa se pone fea...

Piensa mientras su mirada se pasea entre los miembros de la casa, hasta detenerse un poco en su estimado mentor. Después sigue paseando al vista hasta detenerla en su padre. Como bien ha dicho ser Roshar, es decisión del lord.

Se sentia cansado. En un par de ocasiones se dio cuenta de que empezaba a perder el mal disimulado porte. Exhaló algo de aire y siguió escuchando las propuestas a su alrededor. En aquel momento deseaba ir directamente a dormir tras un plato caliente.

La propuesta de Lady Scarlett le agradó pero temió por que las cosas se salieran de tono, algo que no les convenía. Se mesó la barba y levantó la mirada para ver la cara de los asistentes. Siempre hacen falta más hombres, des de cuando has tenido suficientes?

Volvió a apaciguar la montura y asintió con la cabeza.

Bien, esto es lo que haremos… - Hizo una breve pausa – Montaremos la tienda con todos los enseres en el campo, como el resto de casas. – Tenemos el mismo derecho que cualquier otro a que ondee nuestra bandera. – Todo y esto, pasaremos noche en una posada - al menos por esta noche. Cogió aire y esperó no haberse equivocado. –

Acto seguido habló con el joven maestro de armas para que lo dispusiera todo en dos grupos. El Lord de la casa Crogall supuso que si hubiera algún inconveniente con su decisión se lo harían saber.

Whalen, querido, ¿nos quedamos en el campo de torneo?  Para revisar los preparativos y tener un ojo echado a todo lo que acontece.  ¿Te parece?  -dijo, con actitud de que eso sería su opción preferida, pero no lo dejaría solo si prefiriese ir a la posada.  

Lady Varya escuchó en silencio la conversación acerca del lugar de alojamiento, su rostro estaba envuelto en una máscara de indiferencia, solo abrió la boca cuando ser Roshar se acercó para hablar con ella. La dama pudo percibir el tono mordaz del caballero y vió la sonrisa que bailaba en sus ojos aparte de en su boca.

-Seguro que con el sol de la mañana gana en magnificencia. La luz de la lámpara del Desconocido hace que se vean muchas sombras. -respondió en el mismo tono.

La decisión final del lord sobre el lugar elegido para pasar la noche fue salomónica, la verdad es que ella veía ventajas e inconvenientes a las dos opciones, pero como siempre estaría al lado de su esposo. Además, y de cara a la galería, dadas las horas a las que llegaban por culpa del asalto, no era lógico que el señor de la casa tuviese que esperar a que el pavellón estuviese montado para acostarse. Lo más sensato era dejar a los hombres montarlo y organizarlo todo para el día siguiente, mientras ellos descansaban plácidamente.

Cuando Scarlett le propuso a su esposo ir a la explanada, y sabiendo que Whalen no le negaría nada, se acercó a ella discretamente y se lo comentó en voz baja, como siempre hacen las damas.

-Scarlett, querida, no sería mejor dejar que los hombres trabajen tranquilamente esta noche para montar el pabellón sin la presión de hacer esperar a la familia para descansar. -su tono interrogativo, para nada una imposición -Y mañana hacemos la entrada a plena luz, con la cabeza bien alta y ondeando nuestros colores.

No se le escapó que su esposa quería ir a la zona de justas, y aunque después de una larga marcha le apetecía más que a nada en el mundo descansar, también era cierto que estar montado sobre Bella le hacía sentirse poderoso.

Su madrastra se puso a murmurar con su esposa sobre la conveniencia de no dejarse ver hasta la mañana, pero creyó oportuno intervenir en favor de los deseos de Scarlett.

Perdonad mi interrupción, milady, pero quizás sea mejor que acuda alguien de la familia. Simplemente para supervisar la labor de nuestros siervos. No quisiera que se pudiera interpretar como que nos escondemos... No es mi intención hacer ninguna tontería.  

Se apresura a añadir. No quiere problemas, aunque no está tan seguro que la sangre Tully de su esposa piense lo mismo... Y se da cuenta, demasiado tarde, que habría sido más inteligente ir a la posada.

Galdrín escuchó las opciones y una expresión de desaprobación cruzó su rostro. Prefería no separar al, ya de por si, pequeño grupo y menos con aquel ambiente hostil que les había rodeado durante todo el viaje. Aún así no expresó en voz alta sus cavilaciones al entender que el Lord había tomado una decisión y se dispuso a prepararlo todo para cumplir con las ordenes de su señor.

-Brennus y Cynbel, acompañad a nuestro señor a la posada, arreglad el alojamiento y vigilad que esté atendido en todo momento. -Se giró hacia Ser Adrik.- Ser, ¿se alojara también en la posada?

-El resto -Dirigiendose a los hombres. -Iremos a la explanada a montar el pabellón. Animo chicos, cuanto antes acabemos antes descansaremos. Covern, usted nos acompañará con la carreta del lagarto-león.

Finalmente ayudó a redistribuir los enseres en los dos grupos de la forma más apropiada.

Mientras el maestro de armas redistribuía los enseres se acercó a Larkin y le dijo en voz baja, que nadie más le escuchase:

-No podemos bajar la guardia durante nuestra estancia en la ciudad. Necesito que te encarges de vigilar y proteger a Ser Roshar, si se mueve por la ciudad síguele con discreción y me informas.

De esta forma el maestro de armas esperaba cumplir la orden de Lord Evan de mantener vigilado al caballero, aunque con el jaleo de la ciudad dudaba de conseguirlo por mucho tiempo.

Lady Varya, gracias.  Le agradeció su preocupación.  Sólo quiero estar segura que mañana que entren ustedes al campo no haya ningún problema que nuestros hombres no hubieran podido resolver.  Le explicó, todo en la discreta voz baja durante el paso de la carreta y cosas, el tránsito normal de entrada nocturna a la capital.  Lo más probable es que todo esté bien, y así estará perfecto.  Sólo no quiero que falle nada, más ahora que la imágen y lo simbólico se vuelven tan importantes.  

Estaremos bien, gracias de nuevo, le dijo tomando tiernamente de los brazos a Whalen.  Usaremos la tienda rápida para dormir pronto.  Y ya ve los ruidos no nos molestan nada.  Una sopa de Blackwood, con verduras y avena, y un buen trozo de pan negro, será una cena que ya nos envidiarán ustedes en la posada, mi lady. Le dijo con una sonrisa.  

Se volteó a Galdrín.  Vamos con ustedes.  No se sientan presionados, todo a su ritmo, lo básico primero y temprano terminamos detalles con la primera luz.  Cualquier cosa para que nos necesitaran por algún problema, que no creo que haya, usted nos despierta y todo bien.  Le miró amable, y con las riendas le indicó a la yegua que avanzaran.

-Así lo haré. -Le aseguró Larkin a Galdrín asintiendo con la cabeza para indicarle que había captado el tono con el que le encomendaba aquella tarea.

El grupo se adentró al fin en la capital del reino, dejando atrás el mal rato pasado y las molestias ocasionadas por los guardias de la puerta. Aunque finalmente Trepa se disculpó y confesó que aquella jugarreta era obra de los Dannett, la espera les había parecido eterna. Estaban agotados y con algo de mal humor por todo lo que habían soportado en el viaje y el registro de la entrada.

Mick, el soldado al que Trepa había mandado para que guiara al grupo, era un jovencísimo muchacho que apenas lucía pelo en la cara y tenía las mejillas enrojecidas por el fresco de la noche. Pensó que sería oportuno entretener al grupo con bromas lascivas acerca del tamaño de la espada del Rey Robert y anécdotas subidas de tono sobre los infructuosos intentos de lady Boxwell de pescar un marido joven.

Caminaron hacía el Sur de la ciudad callejeando por las largas avenidas de Desembardo del Rey. Cruzaron la calle de las Semillas hasta el Gremio de los Alquimistas donde tomar la Calle de las Hermanas que subía hasta el Gran Septo de Baelor en la Colina de Visenya y luego descendieron por la calle del Acero hasta el Paseo del Río donde Mick se despidió de ellos.

-Allí está la posada Árbolverde, -dijo señalando el edificio que se alzaba a pocos metros de donde estaban, - y si siguen hacía la Puerta Real en esa dirección encontraran la explanada.

Ser Adrik acompañó junto a una pequeña escolta formada por Brennus y Cynbel a Lord Evan y Lady Varya a la posada mientras el resto del grupo se dirigía a la explanada dividiendo el grupo hasta el siguiente día.

El mercader Rog Thanders también se despidió de ellos y les indicó que si necesitaban de su testimonio le podrían encontrar en la explanada del Torneo vendiendo su cargamento.