-*Gracias* -dijo Mitch, agarrando la Coca Cola que le tendía Vanesa para saciar su sed. Le dio un largo trago, deleitándose con el agradable sabor del refresco como si fuera un delicioso néctar. El hippie se hallaba medio deshidratado, por lo que cualquier líquido le resultaría maravilloso-. *Nivard entró conmigo a la jungla y le dije que nos acompañara hasta la playa a mí y a las chicas, pero se fue en la dirección contraria para buscar alimento. Era su prioridad. Está vivo y está bien, aunque sé que está herido. Tenía sangre en la ropa, a la altura del costado, pero creo que alguien atendió su herida porque no parecía tan grave*.

La trapecista se alegró enormemente que el médico estuviera a su lado, ya no por el hecho de su profesión sino que le había demostrado en tan pocas horas que hacía todo lo posible para ayudar al resto aunque él mismo estuviera en su límite. Por eso cuando llegó uno de los jóvenes Kalina le dedicó una fría mirada, breve y directa, con cierto recelo por haberla dejado sola sin decirle ni una palabra cuando pensaba que iba a morir. Sabía que eran críos comparados con ella, pero esa “falta” a sus ojos tenía claro que no lo pasaría por alto.

Ahora estaba demasiado cansada para pensar en eso, haciendo un amago de sonrisa cuando Alistair incidió en volver a inspeccionarla y siguiendo las directrices que le marcaba con tal de llegar a resolución rápida.

Observó al nuevo superviviente, pendiente de las personas que mencionaba y notando ese nudo en el estómago al no encontrar el nombre de “Dudek” entre ellas. ¿Dónde estaría su compañero? ¿Seguiría vivo? Había convivido tanto tiempo con su dúo acrobático que sabía las capacidades físicas que tenía y lo que era capaz de soportar, pero un accidente de avión era una moneda de dos caras donde podía tocarte Cara o Cruz. No había más opciones.

Volteó el rostro hacia Alistair, apoyando la mejilla sobre la camisa que le había tendido, esperando leer en su rostro la verdadera respuesta.

¿Y bien? – Soltó una mueca de dolor con uno de los movimientos, aunque no tuvo intención ninguna de cambiar de postura si así le facilitaba todo. Era capaz de aguantar un poco.

Arthur se mantuvo escuchando la conversación, era increíble que Nirvard estuviera bien, cuando el joven lo había dejado para buscar comida y agua, estaba saliendo de una situación crítica, pero ahora estaba bien - *Lo logro que bien, cuando lo deje hace unas horas estaba aun con la herida*- mencionó el muchacho - *No me mal entiendan, lo deje por buscar comida y agua, estaba con el Doc y la chica que nos había ayudado*- dijo el joven a manera de justificar que no estaba ahí para ayudarlo.

El chico aun tenía  los 15 Cocos que había recolectado pero al parecer a nadie le era de interés, por lo que decidió recostarse un poco en la arena, esperando que la seguridad del grupo fuera suficiente para pasar la noche.

 El atardecer dificultaba la visión de Alistair, al igual que el cansancio que llevaba consigo desde hacía horas. En su mente ya se había escrito lo que le había pasado a Kalina, algo que cualquiera sin haber estudiado su carrera se podía imaginar pero él se resistía a la idea de que no hubiera solución para ella. También sintió la llegada del joven que había desaparecido y de un nuevo superviviente, tendría que volverlo a intentar más tarde aunque no estaba muy seguro de ello, creyó que debía enfocarse en buscar medicamentos para calmar su dolor pues era lo máximo que podría hacer por ella. — *Necesitamos medicamentos* — Fue escueto en la respuesta que le dio a Kalina. Tenía la moral por los suelos y no se le apetecía nada tener que contarle lo que creía que había, pero no le mintió diciéndole lo que necesitaban.

— *Sí, vamos a pasar la noche aquí, es lo mejor* — asintió a las palabras de Vanesa, luego ayudó a Kalina con delicadeza a acostarse en la arena en la postura que más cómoda se encontrase, ya que se pasaría muchas horas así. — *Si te sientes incómoda en algún momento, avísame* — Le dijo antes de prestar atención al hombre castaño que recién había llegado, parecía irradiar alegría por cómo reaccionó al verlos. Alister sonrió en respuesta, sentía que necesitaban a personas así, más alegres para llevar mejor aquella situación.

— *¿Has dicho Ava?* — Y suspiró, lamentándose de recibir la noticia de que estaba mal herida —*Nosotros estuvimos hace unas horas con Alisson, está bien, solo debe tener un brazo fracturado. Si todo ha ido bien, habrá encontrado a Diana y a Luis. ¿Nataly está bien para que cuide de Ava? ¿Tienen comida y bebida? Difícilmente podamos ir a por ellas ahora que está cayendo la noche, sin luz te extraviarás y no podrás guiarnos. Mañana deberíamos intentar darle encuentro para reunirnos aquí*

Mich también se había encontrado con más personas, entre ellas el conocido de Vanesa, así que la cosa iba mejorando pero la traición de la noche les impedía seguir adelante, al menos por unas buenas horas que deberían aprovechar para descansar. — *Yo sí que comeré uno de los cocos. ¿Qué hay en esa maleta?* — Dijo al joven que los llevaba consigo, si tenía tantos, había que aprovecharlos. También debían saber qué había en el interior de aquella maleta, podrían haber medicamentos. 

A Mitch observó la gélida mirada que una bella y rubia joven superviviente de aparente origen nórdico le dirigía al chico de los cocos. En un primer momento pensó lo típico, "qué frías que son las rusas siempre", pero cuando el muchacho habló sobre Nivard y su herida y, viendo el estado de la dolorida chica, supuso que Arthur debía de ser uno de los que había abandonado a Nivard junto a los otros dos. ¿Quizá había hecho lo mismo con la rubia?

-*Para cuando yo llegué, Nivard era el que estaba en mejor estado de los tres* -reveló el joven hippie, con intención de informar a Vanesa del estado del hombretón y, de paso, hablar a Arthur de cómo había visto a sus antiguos compañeros-. *Manjit estaba agotada, no pudo venir con nosotros. Y ese doctor -¿Aquel hombre a quien había visto tirado en la arena era médico? Esperaba que estuviera bien, pues en todo el rato que estuvo en esa zona de la playa, no vio que el doctor se moviera un centímetro ni dijese una palabra?-, no sé. No sé cómo estaba él. No dijo nada mientras estuve allí. También había otro tío. Erik*.

Mitch casi sintió un escalofrío al mencionar a Erik. Un hombre calvo, musculoso, con gafas de sol y cierto parecido físico con Vin Diesel. Que además de todo tenía un perro llamado "Puppy", se negaba a cargar con Ava por motivos desconocidos y aseguraba que estarían en una isla por la sola idea de que no había edificios a su alrededor. El veinteañero recordaba lo mucho que le había gustado el personaje de John Locke en la serie Lost, de la que había sido fan en su adolescencia, pero ahora había podido comprobar en primera persona que tener a un calvo siniestro como compañero tras sufrir un accidente aéreo no molaba nada.

-*Es un tío raro* -aseguró Mitch, muy convencido-. *Le mandamos a pedir ayuda y, cuando se encontró con Nivard y los otros, se quedó sin hacer ni el huevo. Me lo encontré cuando fui a comprobar si había llegado a la playa. Ni siquiera les habló de que había una chica malherida en la jungla. Ese es otro motivo por el que no quiero dejar ahí solas a Ava y Nataly toda la noche, tíos. El Erik ese puede ser peligroso*.

El marihuanero se fijó entonces en el hombre que había hablado en último lugar, un hombre de cabello castaño oscuro, con barba, bien parecido y con porte elegante. Tenía ciertas dotes de liderazgo, pero no parecía un líder pedante, sino un buen tipo. "Seguro que es de los que se enrollan" pensó Mitch sobre ese superviviente.

-Nataly está medio qué. Antes le dio un mareo o algo así, pero se recuperó enseguida y estuvo buscando alimento conmigo en la playa -dijo el hippie, sin estar muy seguro sobre si su compañera podría cuidar de Ava-. No tienen alimentos ni bebida y Ava lleva todo el día sin comer ni beber. -El tono apenado en la voz de Mitch evidenciaba verdadera preocupación-. Nataly y yo tomamos una fruta tropical para reponer fuerzas. Le dije que aprovechara ahora para cargar con Ava, pero no debe de haberme hecho caso. -El hippie miró hacia atrás, esperanzado en ver en algún momento a sus dos compañeras iniciales, sin resultado-. Prometí que las pondría a salvo. Me sentiría mal dejándolas solo en mitad de la noche. Si no queréis salir ahora a por ellas, al menos dadme unos cuantos cocos para que pueda llevárselos. Yo he bebido la coca -señaló la Coca Cola que le había ofrecido Vanesa-, pero ellas llevan secas todo el día.

Vanesa miró al chico que había llegado con los cocos y al castaño, asintió agradecida por sus palabras, incluso sonriente, ambos hablaban de Nivard, estaba bien aunque herido si podía moverse estaría bien, era un hombre fuerte. Aquello le causó una alegría inmensa, parecía que ir con ellos sería la mejor opción para encontrar a Niverd y desde ese momento no pudo pensar en nada más. La idea de coger un coco le rondó al cabeza pero abrir aquellas cosas no sabría cómo hacerlo así que no dijo nada por no parecer demasiado torpe. Amén de que la idea fue fugaz, la necesidad de ver a Nivard crecía y se apoderaba de todo cuánto era.

- Yo te acompaño, solo he encontrado una ración de cacahuetes, la verdad, no tengo nada más de comida ni de bebida pero te acompañaré donde estén ellas, Nivard habrá acudido allí seguramente también.

-*Toma los que necesites, de hecho pensaba llevarlos pero me ha ganado la noche*- contestó Arthur al chico permitiendo que tomará los cocos que necesitara, de hecho para eso eran, quizás si hubiera sido algo egoísta los hubiera guardado para su uso personal pero en este caso no era así.

-*Claro que puede tomar uno*- tomó uno de los cocos  y se lo ofreció al hombre con barba de candado - *En la maleta, pues vera mis cosas, esta maleta es con la que viajaba tuve suerte de encontrarla*- el muchacho abrió la maleta mostrando su contenido, no es que fuera la gran cosa, contenía mudas de ropa, zapatillas deportivas, cepillo de diente, unos preservativos, así como la ropa caribeña de tamaño Xl, que había encontrado y la pequeña hacha todo estaba ahí.

-*Y pues esto es lo que he encontré*- mencionó, ahora tenía la necesidad de hablar, Antes que la novia de Nirvard se marchará con aquél chico , Arthur se levantó de donde estaba fue como si un choque de corriente  o más bien de realidad le llegará, debía buscar información de sus padres, con suerte alguien de ese grupo los hubiera visto - *Por cierto no han visto a aun sujeto llamado Gregor, veran es un tipo de entre unos 50 o 49 y a una mujer algo canosa, aunque se pinta el cabello se llama Samantha*- le costaba admitir que ahora no se acordaba de la edad de su padre o de algunas facciones de su madre  -*Si alguien ha visto a un tal Gregor Smith  o Samantha Smith son mis padres*- mencionó Arthur con lagrimas en los ojos, había pasado tiempo buscando como sobrevivir pero no se había olvidado de ellos.

-Gracias, tío -le dijo Mitch al otro chico joven, tomando dos de los cocos que este había obtenido. Si esos cocos servían para saciar la sed de Ava y Nataly, le estaría muy agradecido. Escuchó las descripciones de los padres del muchacho y lamentó no poder ayudarle al respecto, dado que no había visto a nadie que encajase con lo que Arthur indicaba-. Preguntaré a Nivard si lo encontramos en la playa. Puede que él los haya visto.

Llevando los dos cocos en las manos, el hippie melenudo se volvió hacia Vanesa. Se alegraba de que alguien quisiera ayudarle.

-Vamos, Vanesa. Yo te guío -indicó y, antes de echar a correr hacia la playa sur situada al sur de la posición del avión, se despidió del pequeño grupo de supervivientes-. ¡Espero que nos volvamos a ver pronto!

- Mañana en cuánto amanezca deberíamos volver todos aquí para buscar más cosas en el Avión y reagruparnos todos. Ese cacharro está lleno de cosas que podemos utilizar. Así que nada de despedidas, volveremos aquí mañana.

Vanesa esbozó una sonrisa para el médico y Kalina, luego miró al chico de los cocos, negó levemente, no se habian cruzado con nadie que se llamara así. 

Siguió a Mitch.

Arthur no dijo nada más, esperaba que realmente pudiera volverlos a ver por la mañana, en muchas pelis de terror, aquellos que se movían en la oscuridad eran los primeros en ser blancos, una sonrisa torpe se dibujo en el rostro del muchacho, pensar en eso era tonto, en especial por que ahora estaba viviendo su propia película de terror, sin padres, abandonado en una isla, con la incertidumbre de lo que pueda pasar, rodeado de desconocidos, lo que menos debería hacer era pensar en malas situaciones, pero era casi imposible, al menos sus pensamientos juveniles lo hacían escapar de la realidad.

-*Vayan con cuidado*- mencionó el chico, por un momento dudo si darles el hacha o no, pero prefirió mantenerla cerca de él, al menos era algo con que defenderse por si algún depredador llegaba, así que la mantuvo lo más cerca posible.

El joven miro al grupo de supervivientes, así como a los otros dos que se adentraban en la jungla, aún no tenía sueño  y no era un líder, de hecho era todo lo contrario, en el colegio prefería pasar de las responsabilidades para  que los otros se encargaran, con el dinero de su familia podía darse los lujos que quisiera, pero ahora el dinero solo era papel sin valor, dudaba que ofrecer dolares a alguien sirviera de algo, después de todo en una isla desierta el dinero no tiene sentido si esta en riesgo tu vida.

-*Haré la primer guardia*- dijo el muchacho al resto de los supervivientes que quedaban - *Al menos así descansaremos un poco todos*- eso es lo que siempre se hacía en las pelis, hacer guardia e ir cubriendo uno a los otros, eso había ayudado a que le T-rex no se comiera a nadie de los protas en Jurassic Park 2, y siempre es lo que decían los tipos de las pelis de sobrevivientes, por un lado se sentía genial poder decirlo pero por otro era triste saber que estaba encerrado en esa cruel película llamada vida.

Lunes, 5 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 24ºC
Hora Local: 22.00; 
_{^{Acordarse para las tiradas de la existencia del "token"}}

El doctor escuchó atentamente lo que decía Mitch, y en cuanto escuchó la mención de otro doctor abrió mucho los ojos, ¿de quién hablaba? ¿De Antonio? ¿Manuel? Pero antes de hacer preguntas prefirió esperar a que terminaran de hablar. Anotó mentalmente los nombres que dijo y también las actitudes, como en el caso de Erik. Si se cruzaba con él tendría mayor cuidado aunque no le gustaba prejuzgar a nadie así de primeras, pero el modo en el que lo describía Mitch no le gustó nada.

Sentía no poder acompañarles, pero Alistair no pensaba abandonar a Kalina; había comenzado todo aquello con ella y sentía que lo correcto era acabar igual, y esperaba que fuese con un rescate. Asintió con la cabeza una vez decidieron marchar con ellos y lo hizo avisándoles del peligro de la noche, pero dudaba mucho que se echaran atrás, parecían decididos.

— *Gracias. Nosotros también tenemos otros heridos a los que buscaremos mañana en cuanto amanezca* — Se sorprendió cuando Arthur le dijo que había encontrado su maleta. Sí que había tenido suerte, desde luego. — *El hacha puede resultarnos muy útil más adelante, así como la ropa. De necesitar vendajes, valdrán. Y no, no nos hemos cruzado con ningún Gregor ni Samantha, lo lamento.*

El chico se ofreció a hacer la primera guardia, así que Alistair se relajó un poco para poder descansar un poco, pero no podría dormir plácidamente. Estaba inquieto, no se fiaba mucho de la noche ni de nada en general. — *Descansa, Kalina. Mañana volveremos a movernos*— Y se quedó pensando con preocupación que no supo quién de sus compañeros se encontró Mitch tirado en la arena...

La trapecista realmente creía que separarse era una mala, malísima opción. No sólo porque no sabían el camino que seguir, sino que la oscuridad dormía sentidos y despertaba los depredadores más voraces, aquellos que podrían matarlos con tan solo acercarse, antes siquiera de que se dieran cuenta. Por supuesto no podía hacer nada para evitarlo, no podía hacer nada más que rezar para que Dudek no estuviera ahí solo, en mitad del bosque, desamparado buscando comida o herido, mucho menos muerto.

El cansancio cada vez era más incipiente en los supervivientes y no tardaría demasiado en caer rendida del puro agotamiento, dejándose acostar plácidamente sobre la arena con la mirada perdida en el cielo.

Escuchó al médico, recostado a su lado, hablando sobre los planes del día siguiente. No sabía si era conveniente moverse cuando tanta gente sabía que ellos estarían donde el humo, pero no tenían más remedio que seguir el cauce si no querían estancarse en un único lado.

Está bien.- Asintió únicamente a modo respuesta, volteando el rostro para mirar directamente al médico.- Alistair, gracias.- Ya le había agradecido el trato que tenía con ella anteriormente pero esta vez era distinto. No le agradecía los cuidados, tampoco la compañía, sino la preocupación que mostraba y el hecho de no dejarla de dados. Realmente estaba en deuda con él.

Cerró los ojos e intentó dormir, dejando que el agotamiento venciera antes de sumirse en un sueño, uno donde no había accidentes, muertes ni sangre.

- ¿Mas café señor?

La azafata llevaba una falda que se acortaba por momentos. Tan pronto cubría los tobillos, como subía por encima de la rodilla. André no podía esperar a ver como descubría su pelvis. Sintió una erección poderosa subiendo...

- Hazla una foto, te durará más -sonó la voz de su mujer. La azafata arregló sus pantalones. La miró fijamente y notó los pectorales del tipo pulsando a un lado y a otro, como un luchador profesional.
- Si, más café -dijo, pasando su taza de cartón usado a la papelera de su despacho.
- Bebes demasiado café -ladró Alamein. Era un perro muy listo. Había aprendido a ladrar con la voz de su mujer. 
- No me digas lo que he de hacer. Es al revés. Yo te digo lo que has de hacer.

Alamein cerró el libro que estaba leyendo. Robinson Crusoe.

- Te gustaría. Lo hago porque no te deprimas. Estas deprimido.
- Me gustan las galletas de perro, ¿sabes? -dijo mientras se comía otra para acompañar al café que había aparecido en su mano. Estaba tan caliente que su carne empezaba a humear. De algún modo, no dolía por lo que no lo dio importancia.
- Atila se ha tirado a la perra de la azafata -André miro entre los asientos. Atila estaba frente a la puerta de la cabina, montando a una Golden Retriever.
- Pensaba que estaba casado.
- Y lo está. Va a tener un hijo y va a joderlo todo. Bebes demasiado café.

Y era verdad, no podía respirar. La bandeja le oprimía el pecho.

André trató de levantarse pero no podía. Pidió ayuda.

- ¡Rápido! ¡Más café!

Todo el mundo se levantó deprisa con jarras humeantes. Le vertieron el café por encima, y tragó lo que pudo. El resto del café se llevaba por delante su piel burbujeante. Hasta que su tripa explotó. Dentro de el apareció otro Andre, que ahora volaba en un cielo azul, hacia una playa paradisíaca, rodeado de miembros humanos que le llenaban la taza de café humeante. 

- Mas vale que intentes parar la caida. Ve hacia los arboles -Alamein, en plena caída, había vuelto a su libro. Atila, en caída libre, se estaba tirando a la azafata estilo perro. La mujer gemía y ladraba como una golden retriever.
- Mejor al agua, ¿no?
- No, mejor a los arboles. La última vez te fue mejor.
- ¿La ultima vez?
- Si... ¿CUANTOS ACCIDENTES DE AVIÓN HAS SUFRIDO, IDIOTA?!

Las horas fueron pasando y para Arthur el sueño le iba ganando, aún así intentaba mantenerse despierto, habían pasado horas desde que abrió los ojos en aquella playa, aún así el tiempo volaba, estas horas en vela le habían servido para reflexionar de su vida, todo lo que ahora parecía recuerdos muy lejanos, su hermano y las fiestas, las discusiones, la preparatoria, hasta el rostro del Señor Garrison el profesor de Álgebra  le parecía tan lejano, el cuerpo ya no le dolía tanto quizás se había acostumbrado, a su alrededor había un pequeño grupo de sobrevivientes, que había pasado con los demás lo ignoraba.

Miro a su muñeca no tenía su reloj, miró al cielo, para su desgracia la navegación y la astronomía tampoco era su fuerte, ¿Qué hora era? las 10 de la noche u 11, quizás más, el tiempo resultaba raro, torpe o empezaba a ser sin importancia, él solo deseaba ver la luz de la mañana.

El cielo era precioso, salpicado de estrellas de un negro azulado digno de cualquier protector de pantallas o de una fotografía, de la selva se escuchaban diversos ruidos, no todos agradables y otros completamente desconocidos, Arthur se preguntaba ¿Qué harían los demás?, ¿Qué haría su familia? ¿estarían bien?, muchas dudas le asaltaban, así que miro las ultimas ascuas del accidente ya era el momento  de hacer el cambio de guardia, así que el muchacho se dirigió al hombre que dormitaba cerca, por un momento dudo en tocarlo, luego decidió que era el momento.

-*Hey Bro, señor puede hacer el siguiente turno, estoy algo cansado*- mencionó esperando que aquél hombre le relevará.

Alistair sonrío ligeramente al agradecimiento de Kalina pero pensaba que no había por qué darlas, para él su modo de actuar para con los demás era lo normal. Lo lógico. Lo correcto. - Descansa- Él, a su lado, también cerró los ojos para dormir un poco. Había que recargar las pilas para el día siguiente que sería igual o más duro aún. Tenía como ventaja la costumbre de dormir poco, se había convertido en un hábito. Igual que llevarse más horas de la cuenta sin pegar ojo en el hospital durante su turno.

El chico vigilaría las primeras horas, no le quedaba más remedio que darle un voto de confianza, porque si no lo hacía, el cansancio se acumularía y el agotamiento terminaría por afectarle a él y a todos aquellos a los que podría ayudar. Pensó entonces en sus compañeros: Manuel, Diana, y Antonio. Sabía que Diana estaba bien, cuidaba del tal Luis, pero le inquietaba el destino de sus otros dos compañeros. No dejaba de pensar en lo que le dijo Mitch, que uno de ellos había sido encontrado tirado en la playa. ¿Con vida? ¿Muerto? Después pensó en su mujer y en el hijo que esperaban. Deseó que el accidente se convirtiera en una dura anécdota que contar algún día y que pronto los rescataran. Ya hacía tiempo se había dado cuenta que en un solo segundo la vida de alguien podía cambiar drásticamente, o acabar, simplemente. Qué podía tocarle a cualquiera, pero como suele pasar, el doctor nunca se imaginó que le tocaría a él.

Se durmió entre tantos pensamientos y despertó cuando Arthur le avisó de que le tocaba hacer guardia. Asintió y después de ver que la trapecista dormía y asegurarse de que estaba bien, se incorporó en su mismo sitio. - Descansa todo lo que puedas - murmuró al chico y se dispuso a vigilar. No tenía muy claro la hora que era, pero tenía pinta de que aún quedaba mucha noche. Esperaba que Alisson estuviera bien, también Melvin, Vanessa, y André. Así como todos sus amigos u familiares.

-*Gracias*- realmente el joven estaba agotado por lo que escuchar que podía descansar fue similar a la lluvia en el desierto es decir una bendición, el joven Arthur recostó su cabeza sobre la arena y dejo que el dios del sueño lo cobijará con sus brazos, en cuestión de minutos el quinceañero estaba dormido plácidamente, no soñó, no tuvo pesadilla, el cansancio era tal que poco tiempo tenía para formular fantasías, ese día había pasado de lo infernal a lo agotador en cuestión de minutos.

Un noche sin sobresaltos acababa de dar lugar a un hermoso amanecer. El problema es que no había ni rastro del Equipo de Rescate. Habían pasado 24 horas desde el accidente, y que no hubieran visto un solo barco o avión no pintaba nada bien. Quizá debían empezar plantearse la supervivencia en la isla, hallar alguna forma de huir de allí por su propios medios, o quizá investigar el lugar para saber ¡dónde leches se encontraban!

Martes, 6 de agosto del 2019.
Alba, temperatura 23ºC
Hora Local: 7.00; 
^{_{Acordarse para las tiradas de la existencia del "token"}}