El rostro de Steve se iluminó.
—¡Oh claro! ¡Una doble envoltura! Brillante, muy brillante. Un Elgami de por si es un sistema fácil de romper, pero si cruzas un alfabeto con una lengua divergente... Eso es otra cosa... ¿Puedo preguntar quién es el dueño de estas notas?
—Me temo señor Theyson que debo mantener eso en secreto—replicó la asistente del ministro con gesto grave—. ¿Podríamos quedarnos aquí a decodificar? Nos marcharemos en cuanto hayamos encontrado lo que buscamos. Y no os molestaremos. Por favor.
El mago miró a Clea con gesto decepcionado y se quedó en silencio unos segundos. Finalmente cedió.
—Está bien. Si necesitan cualquier cosa, llámenme—después se marchó murmurando—. Una doble envoltura... yo hubiera utilizado alfabeto élfico...
El trío comenzó con el trabajo de decodificación. Clea iba tachando caracteres y filas, Daha leía y Nekaua iba traduciendo del orco al común. Un auténtico trabajo en equipo
El cuaderno era una especie de diario de Stelio. No relataba su vida desde su punto de vista, pero de alguna manera en él escribía sus notas diarias. A veces eran reflexionaba sobre la nobleza de los materiales como si de un filósofo se tratase, otras sus escritos eran meros recordatorios y en ocasiones hacia cálculos y fórmulas, teorizando sobre sus efectos. Y finalmente llegaron a la parte importante. Korionak, escorpión, fue lo que los puso en aviso. Lo que leyeron a continuación fue el gruto de la investigación del alquimista con la droga.
El polvo de escorpión disuelto en agua rica en hierro, era un veneno de lento efecto pero fatales consecuencias. Stelio había estado probando diversas formas de potenciar sus efectos, con el fin de convertirlo en un veneno de rápido efecto. Finalmente, después de numerosos intentos lo había conseguido. Si en lugar de añadir directamente el polvo al agua, se hacia un preparado con la droga y una solución alcohólica con al mínimo un quince por ciento, y luego esta se calentaba hasta su ebullición, los efectos del veneno se potenciaban en varios órdenes de magnitud.
Para eso querían el polvo, para preparar grandes cantidades de veneno. ¿Pero con qué fin?
Tras leer aquello Daha se quedó unos instantes pensativa. Que estuvieran convirtiendo el polvo de escorpión en un veneno y en tan altas cantidades, podía tener muchas implicaciones, pero lo que estaba claro era que ninguna de ellas era para llevar a cabo una obra bienintencionada. Sin duda estaban planeando llevar a cabo un atentado contra la población civil. Un acto que rompería la estabilidad de la República y que permitiría a los kurnitas regresar al poseer el control de la misma, un control que había perdido hacia más de veinte años.
- Puede que quieran envenenar las aguas de los pozos. - Le dijo entonces Daha a Nekaua. - Podrían querer acabar con la mayor parte de la población para retomar el control de la República... - Se quedó unos instantes en silencio. - La pregunta es cómo y cuando... - Se llevó las manos a la cabeza. Si estaba en lo cierto, el caso era de vital importancia. - Tenemos que hablar con los demás...
Las siguientes horas discurrieron con parsimonia pero, una vez las tres mujeres sincronizaron sus ritmos, no fueron aburridas. Al terminar, Nekaua sintió deseos de ser capaz de hacer algo así por sí misma, de ser capaz de dejar un registro de sus pensamientos y actividades como había hecho el alquimista —quizás con menores precaución y sofisticación—. Como parecía ser, al fin y al cabo, tan natural para las mujeres y hombres de las tierras bajas.
El cuaderno del alquimista no detallaba los planes de los izaritas, pero sí lo que Stelio había fabricado con el polvo de escorpión. Donde otros hubiesen sacado la droga del mercado para volver a introducirla obteniendo mayor beneficio, los izaritas solo la querían como vehículo para los nefarios designios de su diosa.
Quieren matar, asintió Nekaua, y tienen con qué hacerlo, en grandes cantidades.
Ya sabían lo suficiente como para entender la gravedad, y urgencia, de su misión. Tan solo podían rezar porque Corianne e Iskal hubiesen conseguido que la izarita revelara lo que ellos ignoraban.
No necesitan motivos para matar cuando han entregado su vida a la muerte, repuso. Y nosotros solo debemos detenerlos.
Se puso en pie y agarró su escudo y su morral del rincón donde los había dejado.
Vamos, sí.
La palabra preocupación no era suficiente para describir la expresión en el rostro de Clea.
—Corianne dijo que Izar había marcado esta ciudad. Está claro qué quieren, lo que no sabemos es el cómo. Esperemos que hayan podido sacarle la información a esa asesina.
Tras despedirse de Steve Theyson y recomendarle que no bebiera agua (cosa que lo dejó muy descolocado y preocupado), el trío abandonó su local y puso sus pies de camino a El Oso y el Cazador. Tenían que reunirse lo más pronto posible.
Daha y Nekaua continúan aquí.