Daha y Nekaua se marcharon para buscar a Clea dejando a Iskal y a Corianne en el Oso y el Cazador. Y con ellos estaba la arquera. Inconsciente, atada a una silla y con media cara destrozada. Todavía parecía increíble que la alcorita hubiera sido capaz de haber golpeado con esa brutalidad. La izarita era la fuente de información más accesible que tenían a mano. Pero, ¿sería fácil? Corianne ya se imaginaba lo tercos que podían llegar a ser los fanáticos religiosos.
Iba a ser dura de roer, pero no por ello iban a dejar de intentarlo.
Corianne recorría de un lado a otro la habitación, se mordía el labio, tenía el ceño fruncido y los ojos entrecerrados como si fuera a echarse a llorar. Estaba nerviosa, temerosa, sentía un nudo en las tripas. Había matado a mucha gente, pero aquello iba a ser distinto. Si la izarita no hablaba, tendría que elegir entre torturarla y lograr su objetivo, o matarla y decepcionar a todo el mundo.
Aunque la idea de Iskal había sido buena, se temía que sus compañeras no iban a lograr nada. El éxito o fracaso de la misión dependía de lo que lo se consiguiera en esta habitación, pero Corianne no quería hacerlo.
Era una bastarda. Era una hija de puta. Era una mala persona y no se sorprendería de encontrarse en el infierno cuando alguien le cortara la garganta. Se lo tenía bien merecido y, sin embargo, había líneas que no quería cruzar y torturar a una persona atada a una silla era de una ellas. Por más que se repetía que se podían salvar muchas vidas si lo hacían, no se sentía capaz. Al diablo con Veiner.
Claro que la izarita no tendría por qué saberlo.
Corianne apretó las mandíbulas tan fuerte que le rechinaron los dientes. Cogió un balde de agua que había preparado en el suelo y le echó el agua a la izarita en la cara para despertarla.
—¡Buenos días, zorra! Bienvenida al peor día de tu vida —le dijo, arrojando el cubo y sentándose a horcajadas en una silla—. Puedes empezar a hablar ahora mismo o empezaré a cortarte trozos de tu cuerpo y cuando acabe contigo, el infierno en el que te recibirá tu puta diosa te parecerá el cielo comparado con lo que te habré hecho en vida.
Motivo: intimidar
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+8)=27 [19]
La izarita comenzó a toser cuando el agua cayó encima de ella. ¿Contaba eso ya como tortura? Era discutible. Cuando finalmente se recompuso miró con los ojos hundidos a Corianne y a Iskal. Con esa mirada y la cara medio destrozada, se la veía completamente derrotada.
La arquera hizo el gesto de hablar pero tenía la boca pastosa, hacia salivó un poco antes.
—¿Qué es lo que quieres?—preguntó carente de energía alguna.
Iskal se cruzo de brazos y se paró junto a Corianne. Sabía que el efecto que causaba su tamaño y su aspecto tendía a resultar intimidante a algunos humanos, independientemente de que no lo pretendiese... aunque su intención en aquel momento era emplear aquella presencia "grande" más como apoyo moral para la pirata, puesto que no gruñó ni le mostró los dientes a la Izarita. Simplemente se paró allí.
La susodicha no parecía, o al menos por el momento, pretender ponerse difícil, así que él no se pondría desagradable mientras no le diera motivos.
—¿Qué sabes sobre el polvo de escorpión?—preguntó con voz templada—. ¿Y qué tenía que ver Stelio con ello?
—Stelio era un adicto, y decidió estudiarla a cambio de su dosis—respondió con voz ronca—. Agua, dadme agua.
Iskal miró el barril de agua cercano del que seguramente había sido llenado el valde, luego miró a Corianne, y finalmente a la izarita de nuevo.
—Vale, te daré agua—dijo acercándose a coger una jarra aunque se detuvo una vez lo hubo hecho—. Pero antes responde a la pregunta que te has dejado.
Le había respondido a lo del alquimista, pero se había saltado la primera cuestión como quien no quería la cosa.
La izarita bebió agua antes de responder.
—No me he dejado la pregunta—dijo con algo más de energía—. Es una droga, pero eso ya lo sabéis. No sé qué quieres que te diga.
Corianne sacó una de las espadas de su funda y la clavó con violencia en la silla donde estaba en la izarita, entre sus piernas.
—¡No te hagas la lista! ¿Dónde coño está la droga?
La izarita miró la espada de Corianne. Había estado cerca.
—La droga no está en la ciudad. Durante este tiempo la almacenamos en la mina de de los Niggel. Pero hace dos días el tanatocultor ordenó trasladarla.
La mina de los Niggel era un lugar que la pirata conocía de oídas. Se trataba de una mina de sal que ya antes de la caída del Peregrim la explotación estaba en las últimas y además era de las que estaban más retiradas de la ciudad. Con el desastre de la montaña el lugar quedó en el olvido y durante el renacer de la época de Enzo, nadie mostró ningún interés en ella. Podía haber sido el lugar perfecto para esconder algo, pero la verdad es que había más de una mina abandonada en los alrededores de la ciudad.
Sabiendo la siguiente pregunta, la arquera se apresuró a añadir.
—No sé a dónde está ahora.
Pero él sí lo sabe.
—Dime dónde está ahora el tontocultor ese—dijo repitiendo la humillante expresión que había utilizado Iskal—, cuál es el alcance de sus poderes, qué defensas o trampas hay y con cuántos aliados cuenta.
A la arquera no pareció importarle el insulto de Corianne.
—Está con la droga—respondió—. Mi trabajo ha terminado con la limpieza, después tenía que abandonar la ciudad.
—¿Dónde está la droga?—le preguntó Iskal a Corianne repentinamente. Pero antes de que la pirata respondiera continuó:—. Con el horticultor... ¿Y dónde está él? Con la droga.... ¿Y dónde está la droga? Con él... ¿Y dónde está él? Con la droga...
A partir de la segunda repetición quedó claro que el tono del félido era una mezcla de desdén y sorna. Terminó por resoplar y arrugar el hocico, cosa que hizo que se le espigaran los bigotes. Aquello empezaba a ser ridículo.
—¿Qué modos tienes de contactar con él? Porque alguno tendrás, ¿no?—le preguntó a la izarita—. ¡Ah, no, espera! Ahora seguro que me vas a decir que no tienes porque las únicas órdenes que tenías eran largarte de la ciudad sin forma alguna de informar de nada a tu jefe, y si eso que ya te llamará él para preguntar cuando te necesite enviando una paloma mensajera.
Puso los ojos en blanco haciendo un gesto apotropaico con los brazos, luego los dejó caer de nuevo.
—Qué feliz casualidad que para algunas cosas parezcáis tener una bola de cristal y para otras una zanahoria pinchada en un palo—gruñó mostrando ligeramente los dientes—. Pero resulta que me niego a creer que la información útil que pueda darnos la lider del grupito de asesinos izarita que acaba de quitar de en medio a dos de nuestros contactos posibles con todo este asunto -uno de ellos supuestamente secreto- sea "ninguna en absoluto". Así que ya puedes empezar a estrujarte la cabeza para darnos algún cabo del que tirar, porque mi amabilidad tiene un límite y está empezando a agotarse.
—Estás suponiendo que no quiero que os encontréis con el tanatocultor, cuando nada me gustaría más que lo contrario. Él no fracasará donde yo si lo hice. Y vosotros por fin podréis dejar de sufrir—la mujer hizo una pausa y escupió sangre—. El tanatocultor está envenenando las aguas de la ciudad. Supongo que lo encontraréis siguiendo hacia arriba el curso del río Dafyz. Ahora sólo tenéis que tener suerte y saber en cuál de los dieciocho veneros que conforman su nacimiento está.
—No, querida, lo que estamos es hartos de que digas las cosas a trozos—suspiró Iskal—. Haz que te guste con un poco más de ahínco.
Se cruzó de brazos y cerró los ojos con gesto pensativo. Que lo asparan si tenía algún sentido todo aquello. Se esforzó por encontrarlo durante unos segundos.
—¿Todos los humanos sois así de aleatorios o es sólo esta gente?—concluyó finalmente mirando a Corianne—. Empiezo a no tener claro qué tiene que ver quedarse la droga, con envenenar el río, con el proposito de ambas cosas. A menos que lo que esté haciendo sea tirarla al río, en cuyo caso tampoco entiendo nada.
—Sí, sí, sí. Izar ha marcado la ciudad, vais a matar a todo el mundo para acabar con su sufrimiento. Bla, bla, bla. Son los desvaríos de putos locos fanáticos, Iskal, y locos hay de todas las razas —le contestó la pirata al félido—. A ver, señora de la limpieza, ¿por qué habéis robado la droga y qué piensa hacer el fregacultor?
La mujer bajó la cabeza, con el rostro ceniciento. A fin de cuentas la mínima curación de Daha la había estabilizado, pero sus heridas seguían siendo graves.
—Ya os lo he dicho—dijo de nuevo con la voz pastosa y cansada—. Está envenenando las aguas de la ciudad. La droga es uno de los componentes.
—Y lo de que no nos hayas dicho qué forma tienes de contactar con él o el alcance de sus poderes, qué defensas o trampas hay y con cuántos aliados cuenta supongo que es que, convenientemente, no tienes y no tiene—resumió Iskal, que estaba ya harto de aquella mujer, de Izar, del culto a Izar, y de su estúpido jefe con aquel título tan rimbombante como imposible de recordar—. No sé ni cómo no os habéis fagocitado a vosotros mismos con semejante gestión interna.
Hasta los cazadores de su tribu se mantenían siempre en contacto por lo que pudiera pasar, y eso que eran "salvajes". Había cruzado el mar (medio en barco medio a nado y todo) con toda la voluntad de ayudar a la gente que no pudiera hacerlo por si misma pero sentía que no hacía más que perder el tiempo sin lograr nada de valor para nadie.
Se volvió hacia Corianne, aquella conversación parecía que ya no iba a llevarles a ningún sitio; sólo esperaba que los demás tuviesen algo más alentador que buscar una aguja en dieciocho pajares.
—Bueno, ¿qué? ¿Le decimos al jefe que contrate a diecisiete grupos más para rastrear diecisiete veneros y se lleve el mérito de quien lo encuentre?—dijo encogiéndose de hombros. Trataba de de levantar algo los ánimos con algo de humor absurdo, aunque en el fondo no lo sintiera—. ¿O crees que la república a la que no representamos no tendrá recursos suficientes?
—Si las respuestas que te doy no te gustan no puedo hacer nada—respondió resignada la arquera.
La izarita no había dado muestras de estar mintiendo en ningún momento, realmente había sido bastante colaborativa teniendo en cuenta su deplorable estado. Todo indicaba que no iban a sacarle mucha más información y lo único que quedaba era esperar a que Daha y Nekaua volvieran con Clea y el contenido del diario de Stelio. O al menos lo segundo.
La hora de cenar se acercaba, así que la pareja de aventureros bajó a preparar algo a la espera de que sus compañeros volvieran. La entrevista había terminado.
Tranquilos, la arquera no se va a escapar, está en pgs negativos como pare hacer cualquier acción estándar. Simplemente os saco de la habitación por enganchar con la próxima escena.
Corianne e Iskal continúan aquí.