No es que esperase el atronador aplauso que sin duda merezco, pero desde luego confiaba en recibir en pago algo mejor que los rostros ceñudos que me contemplan con suspicacia.
—Oh, mi destino es, con mucho, el peor de todos los que nos graduamos en mi promoción —afirmo con seriedad, haciendo una pausa teatral para aumentar la expectativa antes de responder con sarcasmo—: Yo me dedico a dar charlas motivacionales a indigentes mentales que carecen de la capacidad de comprensión más elemental. Por fortuna, hoy tengo la enorme suerte de hablaros a vosotros en lugar de a mi ebrio público habitual.
Una tímidas risas se escucharon en la clase. La mediana volvió a tomar la voz pero no le hablaba a Petrick, sino a la clase. ¿Sería la delegada del grupo?
—¿Veis chicos como no es para tanto?—preguntó con esa voz de estar fumada—Sólo uno de su promoción se dedica a charlar con borrachos. Si seguimos una analogía, sólo uno de nosotros será un fracasado, y eso seguro que me toca a mí estar en su lugar. Así que no os preocupéis. Tampoco parece que se viva tan mal, ¿no?
El estudiante de mirada seria no tenía pinta de dar su brazo a torcer.
—Dudo mucho que te hayas dedicado sólo a dar charlas. Por muy fracasado que quieras venderte, habrás hecho algo más., si no la maestra Quonis no te habría hecho venir. ¿Así que por qué no nos cuentas algo útil?
El hecho de que no se den por aludidos cuando me refiero a ellos como indigentes mentales pone de manifiesto que cada nueva promoción de aprendices que sale de la Academia es más oligofrénica que la anterior.
—Oh, he hecho muchas cosas —afirmo, haciendo un despectivo ademán con la mano—, pero hacer cosas no convierte a nadie en excepcional. No estoy aquí para hablaros de mi vida, pero si lo que queréis es oír historias sobre cómo me he enfrentado a los corsarios del Mar Brillante o sobre mis proezas amatorias, tendréis que invitarme a una copa fuera de estas paredes.
Si hay algo que me guste más que un trago gratis es beber gratis mientras presumo de mis andanzas reales o figuradas.
—Creo que será suficiente—dijo Alesha de forma cortante—. Petrick acompañame.
Sin dejarle paso a él primero, la maestra salió del aula para volver al punto de partida. A su despacho. La maga se dirigió a su sillón tras el escritorio. No parecía muy contenta.
—Bueno, creo que podemos olvidarnos de que te dediques a la enseñanza—dijo con un tono reprobatorio—. Cuando parecía que todo iba a ser un discurso impostor sobre el que construir un relato coherente, le acabas volviendo a dar la vuelta a la moneda y para comportarte como un cretino. No te voy a mentir, esperaba otra cosa. El objetivo no era darles una... ¿cómo la has llamado? ¿Charla motivacional? ¿O lo llamamos mejor insultar a mis alumnos? No importa, el error ha sido mío.
Alesha volvió a sacar la botella de orujo leñino, pero esta vez fue para ella el trago. Tras beberlo golpeó la mesa con el vaso con más fuerza de lo normal.
—Puede que lo tuyo no sea la enseñanza, pero sé que tienes otras dotes—dijo con un tono más calmado y sonriéndole—Antes te dije que tenía un trabajo para ti y lo sigo teniendo. O más bien lo tiene Stephen. Él ha insistido que sea un mago licenciado de la academia. Dime, ¿qué sabes del polvo de escorpión?
Lo cierto es que me siento aliviado cuando Alesha da por terminado mi coloquio, aunque no me hubiera importado que esperase un poco más para darle a sus alumnos la posibilidad de resarcirme por perder el tiempo con ellos. En cualquier caso, si en algo se ha caracterizado siempre la maestra Quonis es en reconocer las fortalezas y debilidades de la gente y está claro que la docencia no es uno de mis puntos fuertes.
—No seas tan dura contigo misma; el error, si lo ha habido, ha sido el de esos mocosos. No sé cómo los soportas. Tanto talento desperdiciado...
Me interrumpo cuando me asalta la inquietante cuestión de si ella habrá pensado lo mismo en algún momento de mí y de mis compañeros de promoción. Cuando vuelvo a prestarle atención a lo que dice me apresuro a repetir lo último que he oído para fingir que la he escuchado.
—¿Polvo de escorpión? —siento el impulso inicial de negarlo todo y afirmar que yo no sé nada de eso, pero Alesha siempre consigue despertar en mí la necesidad de demostrar que sigo siendo el mejor, por desgracia, lo cierto es que no sé mucho—. ¿Eso no es un afrodisiaco que usan los beduinos del desierto de Sahria? No es que yo haya usado nunca, claro, no necesito esa clase de... estímulos, pero uno oye cosas cuando frecuenta ciertos ambientes.
Motivo: Prueba de "artesanía (alquimia)"
Tirada: 1d20
Resultado: 9(+3)=12
Alesha negó con la cabeza con una sonrisa.
—Creo que te has confundido el polvo de pezuña de camello. El polvo de escorpión es el estimulante que usan las tribus Oregs antes de la batalla. Y en Rhovesia una droga potente y cotizada—la sonrisa de la maestra se apagó—. Que ahora ha desaparecido. Y cuando digo desaparecido es literal. Los sanatorios están llenos de adictos con síndrome de dependencia. Cuando se lo dices a la gente todo el mundo piensa que es algo positivo, pero Stephen no está de acuerdo y yo tampoco. Si la droga no está aquí es que está en otro lugar. Eso es lo que él quiere averiguar y para eso está reuniendo un grupo.
—Ah, ese polvo de escorpión... La verdad es que no sé demasiado sobre drogas, lo confieso, y tú ya sabes que los conjuros de adivinación nunca han sido mi fuerte, pero supongo que si el sueldo es razonable puede haber peores cosas que buscar un alijo por la ciudad.
»Imagino que no se le habrá ocurrido que vaya por ahí lanzando conjuros de "localizar objeto" por si acaso hay suerte, ¿verdad? Nunca conseguí dominar ese hechizo. Pero bueno, algo se me ocurrirá.
»¿Has dicho que Stephen Veiner está reuniendo a un grupo para esto? Prefiero no preguntar qué interés tiene el Ministro Principal en hacerse con grandes cantidades de un estupefaciente peligroso; entiendo que cuando uno tiene tantos amigos importantes, está obligado a montar fiestas impresionantes.
»Bueno, ¿y quiénes los afortunados a los que tengo que liderar? Por lo que más quieras, no me digas que son esos chavales a los que acabo de aleccionar.
—No te tomes el tema tan a la ligera—le sancionó la maestra frunciendo el ceño—. Esto es mucho más serio de lo que crees. ¿Por qué alguien se llevaría todo el polvo de escorpión? Quién sea esta pagando más que los traficantes comunes. Y si lo está acumulando todo no puede ser nada bueno.
La maga se levantó de la mesa.
—Mañana irás al Palacio de la Dogaresa, a las diez. Allí te reunirás con Stephen y tus compañeros.
—Allí estaré —le aseguro a la maestra Quonis, sin compartir su preocupación por la desaparición de la droga. Tengo mis sospechas pero tal vez sea demasiado pronto como para compartirlas con ella—. Quiero decir, si Ley'da no se pone de parto esta noche.
»Supongo que pedir alguna clase de pago por adelantado es un poco precipitado, ¿no? Ya sabes, para estar bien preparado para una tarea tan seria. Si tengo que aflojar algunas lenguas para que se sinceren conmigo, no me vendrían mal unas cuantas coronas con las que pagar las cervezas de los confidentes.
Motivo: Prueba de Persuasión
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+7)=27
—Este no es un trabajo para la Academia, así que no soy yo quién se va a encargar de los pagos—dijo con una sonrisa indulgente—. De todas formas y respondiendo a tu pregunta. Sí , pedir un pago por adelantado es bastante precipitado. Sobretodo teniendo en cuenta que tu principal quehacer es, ¿cómo lo habías llamado? Dar charlas motivacionales ebrios indigentes mentales.
Quizás no había sido capaz de sacarle unas monedas a Alesha pero la actitud de la mujer había cambiado lo suficiente como para bromear sobre la exposición (por llamarla de alguna forma) de Petrick. La maestro acompañó a su ex-alumno a la puerta de la escuela.
—Aunque no estés trabajando para la Academia, no olvides que la estás representando. Aunque a veces seas un cretino me gustan que los antiguos alumnos pasen de vez en cuando por aquí. Y también me gusta que haya diversidad entre los alumnos. Así que no le des un motivo a Stephen para prohibirte la entrada, ¿quieres?
Es una pena tener que decirte que no a algo habiendo sacado un 20. Pero cuanto antes salgan a la palestra las situaciones imposibles, mejor xD.
Tras despedirse de Alesha, Petrick se marchó a su casa. Había conseguido trabajo, puede que a Ley'da no le gustase, pero era un buen trabajo. Trabajar para Stephen Veiner no se pagaba con unos cuantos escudos, no. El Ministro Principal pagaría de forma notable. El sueldo sería incluso mucho mejor que el de marino. ¿Cómo decir que no a una oferta así?
Petrick continúa aquí.
Si quieres añadir algo a modo de despedida, pásamelo por la escena privada y lo añado antes de este post, pero ya os tenía a todos a punto para terminar todos los prólogos.