Partida Rol por web

El camarero se os queda mirando ante la pregunta que formula Shizuro.
-Es un regalo de uno de los clientes importantes del Hotel Standard, Señor: Miss Frost- responde éste con indiferencia mientras acaba de destapar la comida y luego la botella de champán, con suma pericia. Se mueve con mucha elegancia y habilidad, dejando todas las viandas al aire y sirviendo el contenido burbujeante y dorado de la botella en dos copas frías de champán. No derrama ni una gota del precioso y carísimo líquido, en completo silencio, pero a la vez no parece perderos de vista.

Mientras te acabas de arreglar te parece notar que el camarero se mueve con excesiva precisión, como un bailarín o un monje shaolin, demasiado metódico y estudiado para un camarero ordinario, por muy hotel de lujo que sea. Con todo lo que os ha pasado últimamente tu paranoia no deja de avisarte de que algo pasa aunque no sabes muy bien el qué. Y entonces ves la invitación de debajo de la botella, una pequeña tarjeta blanca con unas letras en rojo metálico, preciosas. Como buen japonés desde niño te han enseñado la importancia de las tarjetas de presentación y de las invitaciones y esa es de primera calidad, claramente. En tu inglés algo mediocre consigues leer: "Sebastian Shaw, Director y Gerente del Club para Caballeros Fuego Infernal".

Esta tarjeta además está unida por un lazo negro de seda a otra tarjeta más grande. Debajo de la tarjeta hay una invitación: Pase VIP, Elenore. 303. Y una fecha: esta noche. Más abajo una pequeña nota requiriendo esmoquin como vestimenta obligatoria. Podría ser un error pero en la invitación pone claramente a quien va dirigida y pone vuestros nombres completos, los auténticos, no los que habéis dado en recepción para engañar al personal del hotel y a vuestros perseguidores.

Aunque has caído fulminado en la cama, el olor de la comida te ha despertado del todo y no sólo tu estómago hundido por los nervios y la falta de una comida decente. Tus sentidos también están más afilados, como si el poco rato que has estado echado mientras tu compañero se duchaba, te hubieran valido como un par de horas de buena siesta. Esos mimos sentidos te llevan a fijarte en el carrito de la comida y luego en su portador, el camarero.

El hombre se mueve rápido, hábil, demasiado para ser un simple currante. No es que seas experto en eso pero te da la sensación de que su forma de moverse te suena de algo pero no consigues alcanzar a saber el qué. Pero es como si un enorme mosquito te zumbara dentro de la cabeza, algo no va bien en ese tipo, algo que cuanto más te lo quedas mirando más te chirría. De repente ves que hay pequeña mancha de sangre por dentro del cuello de la camisa blanca del uniforme y ese brillo en los ojos, totalmente fríos, raros, expectantes.

Y entonces lo ves: el camarero te mira por unos momentos fijamente y sus ojos son completamente amarillos y dorados, como los de un animal. Y lo recuerdas de golpe donde viste eso: en tu escuela, en aquel momento estabas demasiado pendiente de hacer el memo ante Andrew pero aquella chica, la que te lanzó a toda la turba que te enterró en libros, ella inició todo el embrollo que te ha llevado hasta aquí, pero como puede ser aquella niña? Lo que tienes delante es un tipo adulto, alto y con aspecto claramente masculino, pero has visto tantas cosas extrañas últimamente, incluido como un muchacho se convertía en un lobo enorme de pelo espeso y oscuro. Y lo peor es que esa no fue la más rara  de todas.

"No... No,  no... Por favor, no. El sushi no", pienso para mi cuando me doy cuenta de que tengo que hacer algo para distraer al camarero, y que ese algo es patear el carro de comida contra él. No hay tiempo para explicaciones, así que lo hago. Y cuando las cosas están volando por los aires, cojo a Shizuro por el brazo y tiro de él. Mi intención es rodear al hombre hasta alcanzar la puerta, y una vez allí ya pensar si me merece la pena dejar que se presente o si lo mejor es abrirla y salir pitando de allí.

-¡Es un muntante! -exclamo.

Mantengo la calma, admiro la tarjeta de presentación y cuando voy a decir algo veo a Travis pateando la mesa con la comida y luego corriendo hacia la puerta. Tratando de llevarme del brazo. Tiene tanto ímpetu que lo consigue.

- Caaaaaaaaaaaalma- grito, acordándome de la palabra en inglés. - No podemos salir corriendo, ¿Y qué que sea un mutante? Tenemos que convivir en paz. - Después de una frase tan... sosa. Trato de sujetar el carrito y que no se salga toda la comida.

Le enseño la tarjeta a Travis. - Tenemos una invitación. Y nos la ha traído tan amablemente. Comamos algo y preparémonos. Ya no podemos correr más.

Después de todo no voy a salir corriendo, estoy en albornoz y eso sería demasiado hasta para mí.

-¿Qué? -digo confuso mientras miro la tarjeta, recuperando el aliento. Ya no me fío ni de mi sombra y mucho menos de un mutante, así que aquella invitación no me inspira confianza, pero me aparto de la puerta.

-"Club para Caballeros Fuego Infernal", si, suena super bien... -digo acercándome a la bandeja para coger sushi y apartándome rápidamente sin dejar de mirar al camarero- ¿Quién eres?

El camarero se sobresalta cuando Travis lanza la mesa por los aires gritando "mutante!!". Por un momento, el joven y rubio muchacho puede ver una extraña mueca en la cara de aquel hombre, como un gato a punto de atacar, pero la llegada pacificadora de Shizuro rompe la "magia" del momento y le da los segundos de distracción necesarios para prácticamente salir de vuestro dormitorio, mientras vosotros leéis de forma distraída la invitación. El camarero parece casi haberse esfumado y vosotros tenéis un montón de sushi rebozado en pelos de moqueta, aunque con la limpieza insuperable del sitio tampoco es que importe demasiado (más le dolerá a la pobre mujer de la limpieza que se verá realmente negra para limpiar todo ese desastre. No estará muy feliz que digamos).

-Deberían ir los jóvenes "Amos"- oís la voz burlona del camarero desde el lindar de la puerta, que ahora está entrecerrada. Pasa de la pregunta de Travis por completo -Os divertiréis pero tened cuidado, los escorpiones son traicioneros- acaba con una risa burlona por lo bajo. Esta vez la voz suena más bien femenina y el rostro del camarero que asoma en la rendija de la puerta contra el marco acaba transformándose en el de una bella mujer de piel azul y pelo rojo intenso. Sus ojos amarillos destacan entre el conjunto de colores ya de por sí "deslumbrantes" -Consideradme una "amiga". Que durmáis bien Príncipes de Maine-y cierra la puerta tras de sí, dejándoos a solas con la tarjeta y con la coletilla "se precisa esmoquin".

Shizuro miró a Travis, algo desesperado. Al menos todavía quedaba mucha comida en la bandeja, aunque bastante estaba en la moqueta.

- Uf... que miedo... - Se sentó en la cama... y se cayó hacia atrás.

- ¿Sabes, Travis? - dijo un momento después hacia arriba.- Llevo corriendo y huyendo desde que llegué a esta ciudad, desde que... - suspiró.

- Bueno, que no puedo más, no puedo dar un paso. El club ese... mira, si nos quisieran hacer daño, nos lo harían. ¿Cuanto queda para la noche? Yo digo de descansar y tomar una decisión en unas horas, comidos y descansados.... ¿Qué me dices?

La figura del japonés era muy pequeña y casi no se veía en el albornoz blanco contra la cama blanca.

- ¿Me puedes pasar la copa de champán o la botella o algo de comer... no puedo ni levantarme?

Su voz se iba apagando. - Por cierto... ¿Tú de qué huías, como te pillaron ese grupo de locas psicópatas?

Solo tengo ojos para aquella mujer o lo que fuera. No iba vestida, pero tampoco iba desnuda... Y aún así veía más carne de la que había visto en mi vida, ya que podía apreciar todas las curvas de su cuerpo sin problemas. Estaba diciendo cosas raras que no llegaba a entender, pero tampoco me importaba; no me avergüenzo al decir que estaba demasiado ocupado admirando el contorno de sus pechos. ¿Hay alguna forma de evitarlo? Es todo muy nuevo para mi.

-¿Príncipes de Maine?

Ya ni pregunto que acaba de pasar, suspiro y miro al sushi aplastado en el suelo.

-No lo tengo claro. Un mecha como de los Power Rangers estuvo a punto de matarme en mi instituto y una chica me ayudó a salir de ahí, pero me metió en un laboratorio muy raro con chavales más mayores. Me engañó. O bueno... No lo tengo claro. Supuestamente el señor que llevaba el laboratorio era mi padre biológico, pero esa si que es una larga historia -suspiro y me acerco a la bandeja de comida-. Luego me enviaron en una misión pero no me dijeron mucho. Creo que teníamos que cogerte también a ti. Espero no haberme metido en un buen lío escapándome...

Antes de darle la botella me aventuro a pegarle un trago, pero aquel líquido me sabe terriblemente amargo y las burbujas se me meten en la naríz, por lo que acabo tosiendo y estornudando.

-Agh... Todo tuyo -le digo sacando la lengua y haciendo gestos de asco. Prefiero el sushi, así que cojo el único plato que queda y me siento con él en la cama. Le ofrezco también a Shizuro-. Me parece bien lo de descansar y ver que pasa. Tampoco se a donde ir... Por mi como si vamos al club, está claro que parece que salimos de un sitio y entramos en otro peor.

Tras charlar un rato e intercambiar experiencias, os dais cuenta de que teneis mucho en común. Ambos habeis sufrido una persecución sin cuartel, que estais solos y encima perdidos en la Gran Manzana. Volveis a pedir comida para llenar la panza, porque lo que salvais del asalto de Travis no es mucha que digamos. Tras eso, os quedais dormidos al relajaros, no sin antes atrancar la puerta, sólo por si acaso...