Partida Rol por web

"Contra el Mal,

solo se puede combatir

con el corazón y el alma puros..."

Minartir (Gondor)
Ninui (Invierno), 5º día, año 2898 (Tercera Edad)

TURNO 1

VÁNIMA, ELANOR, PIPPI

El carromato avanzaba lento, cansado, como sus pasajeros. Los heridos se incorporaban a duras penas. Theod silbó fuerte, ayudado del dedo índice y corazón. Pippi, pegó un salto en su asiento mientras se frotaba el oído, sorprendida. A Vánima le sacó una sonrisa, pero de nuevo torció el gesto en una mueca dolorosa. Elanor, que miraba a su hermana elfa, puso su mano sobre la rodilla de la guerrera, consolándola.

- Rato ayuval maara, önónë¹ - le susurró, sonriendo. Vánima asintió, devolviéndole la sonrisa.

El silbido del explorador fue recibido con varios guardias vestidos con su misma indumentaria, una armadura de cuero. Cuando estos vieron el estado de los recién llegados en el carro, se apresuraron hacia ellos con gestos de sorpresa y preocupación.

- Por los demonios, ¿qué ha ocurrido? ¡Lingar! - gritó uno de ellos volviendo el rostro hacia la entrada del pueblo- ¡Avisad a los demás, avisad al señor Aendor!

Más guardias llegaron en ayuda de los exploradores. Los aldeanos, se acercaron tímidamente con gesto de preocupación. Los exploradores contemplaron que iban llegando al socorro miraban a las elfas, con una sensación entre sorprendidos y maravillados. Pippi saludaba con la mano a todos los que iban llegando.

ÓDVARR Y BRECCA

EL guerrero y el montaraz, decidieron tomarse un descanso. Ódvarr había pasado una dura noche, pero no iba a dejar la oportunidad de convidar a su nuevo amigo a una jarra bien helada y un estofado, al fin y al cabo, una parte del trato también le correspondía a él.

Los dos hombres volvían a pie a la posada "La Cruz Blanca", pues la habían visto a la entrada del mismo pueblo antes de entregar la mercancía. Pero antes de entrar, algo les llamó la atención. Varios guardias se apilaban alrededor de un carro en la entrada del pueblo. Ayudaban a bajar a tres soldados visiblemente heridos y otros dos con mejor aspecto que podían moverse por sí mismos.

Entre los pasajeros también había una elfa, de porte delgado y alto, con un muslo herido y vendado. Portaba una armadura y un arco. Otra elfa iba a pie y ayudaba a la anterior a bajar del carro. Su aspecto era dulce y sabio, vestía una túnica. Por último, una pequeña criatura de cabello rizado se movía entre las piernas de los soldados. Sus pies, descalzos, eran visiblemente grandes y peludos. Se quedaron asombrados.

El guerrero y el montaraz aceleraron el paso. 

DROMRI

El enano conversaba alegremente con Haldan camino a "La Cruz Blanca" para dejar la leña que habían podido recoger en su pequeño pero amistoso enfrentamiento con el hacha. Dromri reía orgulloso y el humano aceptaba la derrota de manera humilde. No podía comparar su destreza con el hacha, pues el enano se había criado en las Montañas Azules, donde casi nacen con un hacha debajo del brazo. Como se solía decir.

Tras dejar atrás la pequeñas espesura de robles y abedules, los dos compañeros salieron a campo abierto, pudiendo ver la llanura que precedía a Minantir. Haldan se quedó quieto un segundo, intentando descifrar qué ocurría. 

- Vamos, señor enano, no me da buena espina.

Dromri aceleró el paso lo que pudo, siguiendo al hijo del posadero. Varios guardias ayudaban a los tres exploradores heridos a bajar del carro. Poco a poco, más y más aldeanos se apilaban en las inmediaciones, preocupándose por sus guardias y por qué había pasado.

El enano frunció el ceño, extrañado, al ver a dos figuras que estaban cerca del carro. ¿...Elfos...?, se preguntó. ¿Y un mediano? Dromri agitó la cabeza y siguió la pequeña carrera que le quedaba hasta el carro. Los exploradores de los que hablaba el señor Aendor, habían llegado.

Los heridos fueron retirándose ayudados por los nuevos guardias que llegaron al auxilio de Theod. Desde lejos, se podía ver como el explorador daba explicaciones a los demás guardias, que negaban y asentían sorprendidos. El último en llegar fue un hombre de mediana edad, pero más envejecido de la cuenta para su edad. Theod se giró hacia él cuando lo vío llegar.

- Señor Aendor - dijo mientras agachaba la cabeza y cogía su espada por el pomo con la mano derecha.

- Pero... - el rostro del alguacil era de incredulidad - ¿Tantos... tantos eran?

- Señor, se han avistado orcos.

Aendor, el alguacil, lució incrédulo.

- Ellas los vieron, los derrotaron.

Vánima y Elanor se sintieron observadas. Aendor volvió el rostro hacia ellas, esperando una explicación.

Deli y Dania aplaudieron, emocionadas. Su hermano, Dreon, se llevó el dedo índice a la boca pidiendo silencio para no llamar la atención en la noche. Las dos niñas se taparon la boca mientras se miraban. 

- ¿Era el destino, papá? - preguntó Dreon a su padre, que miraba con dulzura a sus dos hijas. 

- Hay gente que cree que el destino está escrito y otros que hay que escribirlo. Cuando ocurren cosas que hacen daño, pensar que está escrito es cruel; pues al final, esta gente no merecía este castigo pues solo estaban defendiendo sus tierras.

Orennor hizo una pausa, alternando la mirada entre sus tres hijos.

- Los aventureros tenían la oportunidad de vivir la historia ya escrita, o escribir la suya. Ahora sus decisiones eran libres.

Dreon asintió, comprendiendo la situación. Después, preguntó.

- ¿Y qué pasó, papá?

- Pues...

TURNO 1 - VÀNIMA

L​​​​​​a guerrera elfa miró a su alrededor, al pueblo en el que entraban, Minartir. De vez en cuando, el dolor, pulsante y punzante del corte en el muslo, le hacían contraer el gesto en un breve rictus de dolor, algo que molestaba a su porte que quería ser orgulloso y duro, el de una guerrera de la rama Noldor. Cuando pararon, y bajaron a los heridos, ella bajo por su propio pie, aunque le hizo un gesto de agradecimiento a Elanor, su compañera elfa, por saber que estaba para ayudarla. Se resistió a ir con los heridos en un principio, pues quería hablar con el el alguacil, y pronto este este, llamado por Theod. 

A la llegada del señor Aendor, Vànima lo saludó, inclinándose y con una mano en el pecho: 

-​​​​​​-Señor Aendor de Minartir, ella es Elanor, y yo Vànima, y efectivamente, hemos de deciros que hemos eliminado a dos orcos, servidores del Ojo, en una torre de vigilancia abandonada cercana. Allí recibí está herida. 

TURNO 1 - ELANOR

Durante el camino seguí en silencio, disfrutando de los alrededores mientras me mantuve conectada al entorno. Muchas veces es necesario para aclarar la mente, para despejar las dudas y combatir miedos que en definitiva están latentes por más que se intenten reprimir. Había demostrado mi verdadero poder delante de mi hermana Noldor, y ahora mismo tras ver que lo acepta, que me recibe como una igual, mi corazón siente un inmenso alivio porque el destino está escrito hacia ese lugar, hacia ese camino que estoy dispuesta a recorrer. 

Por esa razón cuando llegamos a Minantir, siento el cansancio en mis pies pero la prioridad es Vánima. Así que no dudo en ayudarla y le dedico una cómplice sonrisa con cierto aire lleno de orgullo. Lo habíamos logrado, y al fin de cuentas marca un precedente para todas las generaciones siguientes y en nuestros antepasados. La hermandad está consolidándose y parece mentira que sea entre una Teleri y una Noldor. Curiosidades del destino. 

Al llegar somos recibidos, necesitan explicaciones y yo desvío la mirada hacia Vánima. Ella puede contarlo todo, aunque debe ver esa herida. 

- Sean bendecidos por Ilúvatar. - saludo en ese tono dulce. - Nos hemos encontrado con dos orcos, como bien dice mi hermana. Un encuentro desafortunado con un final a nuestro favor... Ella necesita descansar, y ver esa herida. ¿Serían tan amables de ofrecernos un poco de ayuda?- pregunto, sé que está al alcance de ser ofrecido. 

No obstante es mejor solicitarlo, por respeto. 

TURNO 1 - Brecca

Casi sin darse cuenta sus  pasos lo fueron llevando hacia la carreta de los recién llegados, no sabía si lo que lo atraía era la presencia de dos integrantes de la gente bella, como les decía su padre, o si era la extraña presencia de lo que sólo podía ser un mediano de la comarca. De ambas razas sólo había escuchado las historas de sus padres, y a unos los tenía ubicados cerca del cielo y a otros bien enraizados en su tierra y sus costumbres. Cuando les contara a sus padres que había viso no sólo a un elfo, sino a dos, y pra mas detalle acompañados de un mediano, morirían de envidia.

Como fuera, a medida que se acercaba notó que las tres eran mujeres, y que una estaba herida en una pierna, pero lo que terminó haciendo que se quedara fue su relato. Entendía que al dirigirse la que se hacía llamá Vànima al alguacil no le correspondía intervenir, y hasta que no obtuviera respuesa el pedido de Elanor no intervendría. Mientras esperaba respuesta observó la herida y pensó en cómo la hubiera tratado su madre, y que hierbas servirían para cerrarla e impedir el sangrado.

También observó a la mediana, y mientras lo hacía vio acercarse a un enano para sorpresa mayúscula. Ciertamente estaba viviendo tiempos interesantes y su padre tendría que darle un vaso del licor bueno cuando volviera si quería escuchar el relato entero.

TURNO 1 - ÓDVARR

Me fui acercando al lugar, mirando atentamente que pasaba. No sentía preocupación por quienes estaban en ese lugar, después de todo, después de lo que nos había demostrado Aendor, era mejor que se ganaran el sueldo con sangre, puesto que por algo se pagaba impuestos, pero lo que realmente me preocupaba es que ahora los caminos pudieran estar mucho más peligrosos de lo normal. Me acerqué conjunto con Brecca e intentaba escuchar que pasaba. Observé atentamente las elfas, que, de partida, ya era suficientemente extrañas verlas, escuchar que habían orcos...realmente todo lo hacía aún más extraño. Me golpeé un poco la cara con las manos para sentir el frío de estas, y toque el frío de mi acero, para asegurarme que estaba despierto. Tras eso mire a Brecca, que miraba con la misma sorpresa y le dije, susurrándole;

-Brecca...si es verdad que hay orcos, los negocios empezarán a rematar sus cosas y a intentar alejarse de esta área lo más pronto posible. ¿Te gustaría hacer negocios? Creo que quizás es una buena opción para buscar cosas en remate y dirigirnos a otro lugar más seguro...veamos si Aendor puede ocuparse de esto, como se ocupó de los ladrones. -

Dije, mirándolo con seguridad. Era una buena oportunidad, y como él no era un soldado, solo un mercader de pasatiempo, era su oportunidad, a menos que claro...¿Quién sabe si habían buenas ofertas para los aventureros? Lo que tenía claro es que si Aendor no se ocupaba de esto, y era indicios de algo mayor, todos estarían en peligro, y ahí si que tendría que donar su espada a la causa.

TURNO 1 - Brecca

El montaráz miró a su compañero de viaje, no lo conocía de mucho pero le daba la impresión de ser un hombre de bien, por eso le sorprendió un poco cuando propuso aprovecharse del miedo de la gente para sacar un beneficio económico. Lo que proponía no era malo de por si, era lo que cualquier comerciante con dos dedos de frente haría, pero ese no era su llamado. La mirada de sorpresa duró un instante, y luego sonrió y negó con la cabeza - Lo siento Ódvarr - susurró - toda mi vida me han preparado para proteger a los hombres de las fuerzas del oscuro, mi llamado es el de cuidar estas tierras y eso haré. Aún si Aendor no forma una expedición para averiguar si hay más orcos en las cercanías yo saldré a buscar su rastro.

TURNO 1

Los aldeanos, la mayoría humildes ganaderos, comerciantes y granjeros, quedaron maravillados y sorprendidos ante la presencia de los nuevos viajeros que acompañaban a sus exploradores. ¿Qué ven mis ojos...?... ¿Elfos?... ¿Qué hacen aquí esas criaturas?... ¿Eso es un mediano? Los comentarios y susurros se intercambiaban entre los presentes, tapando sus bocas con la mano.

Aendor, escuchó a Vànima, serio, con un deje enojo por las palabras de la elfa. Si bien los asaltantes eran el principal motivo de los problemas en tierras cercanas, los orcos le parecían algo totalmente imposible. Omitió su presentación, pero las elfas ya sabían su nombre por su conversación por Theod, el explorador.

- No puede ser - contestó, frío y contundente -. Llevamos años sin ver orcos en esta zona, esto no es Ithilien¹. No cruzan el Anduin y desde el norte Rohan les da caza en los campos y llanuras antes ni siquiera de llegar a las Montañas Blancas.

El alguacil, miró al suelo unos segundos, apretando los labios con fuerza.

- Controlamos toda la extensión este hasta más allá del río Ciril, cada ruina abandonada. ¿De dónde creen que vienen estos hombres? - dijo señalando el carro sin dejar de mirar a la guerrera -. Encontramos bestias y sobre todo malnacidos que roban en aldeas, pero orcos... Les rogaría que no vinieran a alarmar a un pueblo tranquilo, bastante problemas tenemos ya; y menos, sin ninguna prueba - dijo para terminar refiriéndose al muslo de Vànima como si no fuera suficiente.

Aendor se giró hacia Elanor, pues la maga hizo referencia precisamente a su herida. El alguacil sostuvo le sostuvo la mirada unos segundos.

TURNO 1

En aquel momento, un hombre con larga barba y cabellera interrumpió la conversación. A su lado, un enano de porte ancho y aspecto guerrero lo acompañaba.

- Pueden descansar en la posada de mi padre, allí veremos qué podemos hacer con esa herida. Es lo menos que podemos hacer por ellas, señor Aendor - le comentó Haldan con gesto piadoso.

- Es tu posada, haz lo que te plazca, pero que no se corra el rumor ese maldito rumor entre tus cuatro paredes, Haldan - dijo refiriéndose a los orcos.

El hijo del posadero, asintió, aliviado.

TURNO 1

Pippi seguía la conversación de cerca, pero sin meterse en asuntos de gente alta. Observaba de un lado a otro y era consciente de la gravedad de la situación, aunque no se imaginaba como sería un orco. Solo había visto láminas en relatos y cuentos, como lo había hecho con los elfos.

Brecca, echó mano a su bolsillo cuando la maga pidió ayuda para su compañera. El montaraz, recordó que de camino había podido conseguir algunas hierbas curativas, pero no le había dado tiempo a prepararlas. En ese mismo momento, Ódvarr le propuso un oportunidad que no aceptó con educación y sinceridad. No obstante, el guerrero estaba abierto a un posible contrato si Aedron no estaba dispuesto a arriesgar de nuevo la vida de los exploradores.

El enano, que portaba a un lado un petate lleno de leña, recordó las palabras de Aendor hacía solo unas horas. Dromri ya sabía como se las gastaba el alguacil y que su simpatía no rebosaba. La actitud de Aendor se hizo notar en los nuevos viajeros y ya tenían constancia de la misma.

TURNO 1 - Brecca

El ceño del joven montaraz se fue frunciendo cada vez más a medida que escuchaba al alguacil, no sólo estaba llamando mentirosas a las recién llegadas sino que se rehusaba a considerar lo que podía ser un peligro real y eso lo hacía enfadar. - Si necesitais pruebas para abrir vuestros ojos y oídos yo las iré a buscar. Entiendo que prefirais no alarmar a los aldeanos, pero encuentro repulsivo que trate de mentirosa a quien claramente ha ayudado a sus hombres y os informa de un posible peligro. Ya veo que Jofred estaba en lo cierto cuando desconfiaba de obtener ayuda, no movereis un dedo fuera de vuestras atribuciones a menos que la sangre de vuestros semejantes os llegue a los tobillos. - Sabía que probablemente se estuviera consiguiendo un enemigo poderoso, pero carecía de la sutileza necesaria para tratar bien a quien le caía mal por sus acciones.

Miró entonces hacia el hombre que había ofrecido la posada para que pudieran descansar y que la herida fuera atendida - Gracias buen hombre. - incluyó a las elfas en su mirada - Si las damas lo permiten quisiera ayudar con el tratamiento de la herida, mi nombre es Brecca Mordecai y soy un montaraz, y una vez esteís comodas os pedire que me digáis donde puedo encontrar esa torre. - dijo haciendo una breve reverencia antes de señalar la entrada de la posada a unos metros de allí.

TURNO 1 - VÀNIMA

De pronto, la elfa Noldor ardió de rabia, y se notó en como se aceró su mirada, y el orgullo de su raza, exiliada y curtida en las luchas contra Morgoth, el verdadero Señor Oscuro a quien Sauron servía, ese orgullo contra el que luchaba, se desató en su corazón, ardiente como el de Fëanor, y sabio como las palabras de Galadriel. 

-Mis palabras no esconden mentira, ni doblez, señor Aendor. No soy quien de decirlos como debéis gobernar a vuestro pueblo, pero yo había nacido antes que los padres de vuestros padres llegarán de Númenor a la Tierra Media de nuevo, comandados por Elendil. Estuve allí, combatiendo a los orcos en la Guerra de la Última Alianza, así que reconozco a un orco sin problemas. Y más si mi acero se ha manchado con su sangre. Si queréis los cadáveres, allí los dejamos , escondidos. Y portaban un mapa, que aquí os lo dejo. -Dijo, dejándolo delante de él.

Agradeciendo con un gesto el capote que le echaba el montaraz Brecca, y la ayuda del hijo del posadero. El orgullo y su sentido del honor hicieron que caminara hasta allí por su propio pie, sin pararse por el dolor, del que no se notaba más que una leve cojera. No dejo que Elanor la ayudará, y llego a la posada, sin mirar de vuelta a aquel señor de los dunedain que desoia las palabras de un aliado de buena fe.