Partida Rol por web

(Os recomiendo escuchar la canción durante la lectura)

VÁNIMA

Vánima se encontraba en mitad del camino, cubierta por la noche. Inmóvil, todos sus músculos estaban en tensión para mantener la postura en guardia, como una estatua. La lluvia comenzó a caer con más intensidad, empapando los rubios cabellos de la guerrera. Agachó la cabeza y cerró los ojos. Después, alzó levemente su mano para sentir aquella presencia… palma arriba…después lentamente hacia la izquierda… y cuando lo hizo hacia la derecha, sintió una energía y después… una pequeña tempestad. Y entonces, Vánima escuchó un susurro en élfico… era el viento.

“No temas, valiente guerrera, no hay maldad en su corazón”.

Giró lentamente la cabeza hacía la derecha y cuando estaba orientada en esa dirección, abrió los ojos.

Y los Valar sonrieron.

Allí pudo ver una silueta entre los arbustos y la espesura. Era alta y de constitución delgada...desprendía magia. Su aspecto transmitía fragilidad, pero su corazón…  rebosaba de valentía y bondad. Un bello rostro miraba directamente a los ojos de la Noldo, el rostro de una Teleri, una Sinda… Para Vánima, en su lengua materna, Quenya, significaba “elfa gris”.

Y aunque por un segundo, Vánima, sintió que su corazón se alzaba orgulloso sobre aquella criatura por su historia, se calmó.

ELANOR

La maga caminaba entre el viento y los caminos. La noche y la lluvia la guiaban mientras la música sonaba en su cabeza. Sus pasos eran libres y la magia la acompañaba, haciéndola casi flotar por los senderos.

Pero de repente, un sentimiento oscuro y vacío le cruzó el corazón. Notó que llovía con más fuerza y con más rabia. Su cabeza se orientó levemente hacia el retumbar de unos pasos que se sentían a cientos de pies y escuchó. Y aunque no percibió nada cercano, su intuición la guio hacia unos arbustos cercanos y se escondió, expectante.

A los pocos segundos, los pasos se hicieron más claros y con ello el sonar metálico de armas y armaduras. Unos jadeos entrecortados y guturales llegaron a los oídos de Elanor, que giró la cabeza encogiendo su cuello mientras cerraba los ojos, como si hubiera escuchado algo horrible. Para su corazón, esa lengua era dolorosa. No entendía nada, pero sabía que pertenecía a La Sombra. Siervos de Mordor vagando en la noche: dos orcos, de complexión delgada, corrían juntos a través del bosque con un rumbo tan fijo que ni siquiera notaron la presencia de la maga y pasaron de largo.

Y de repente, tras esa presencia maligna… una luz. Otros pasos más ligeros, menos perceptibles se escuchaban en la misma dirección de la que provenían los orcos. Elanor siguió en su escondite.

Y los Valar sonrieron.

En ese momento, una figura se detuvo en mitad del bosque. Era alta, bella y portaba una armadura y una cimitarra. A su espalda, un arco. Sin duda, era una guerrera, una elfa. La maga sintió en ella coraje, orgullo y valentía… pero también una bondad interior, aunque no pudiera verse en la expresión de su bello rostro y sus afiladas facciones. Otra hija de Ilúvatar, una Noldo… otra bella criatura de su raza, los Quendi. La guerrera se mantuvo estática, con la cabeza hacia el suelo y los ojos cerrados, concentrándose.

Y por un instante, un remolino de viento rodeó a Elanor y después voló hacia la Noldo. Y tras ese bello momento, la elfa guerrera giró la cabeza hacia ella y abrió los ojos. Bajó la guardia y su cuerpo se relajó.

Elanor se acercó lentamente, ofreciéndose como era ella, amistosa con las criaturas de luz.

"Y la noche se hizo más hermosa.

 Y en aquel instante, la esperanza de los buenos corazones…sonrió, orgullosa."

Deli y Dania tenían la boca abierta y no parpadeaban. Dreon las miró, sonriente. Lentamente, las dos niñas se miraron y se taparon la boca de la emoción. Orennor avivó un poco el fuego y las llamas crepitaron en la noche.

Dreon seguía mirando a sus hermanas, sonriendo.

- Fue un momento muy bonito, ¿verdad, papá? – preguntó el chico mientras miraba a su padre.

Orennor miró a las estrellas unos segundos y después se volvió a sus hijos. Tenía un semblante alegre, pero solo sonreía de medio lado, tranquilo.

- La magia existe por momentos como este, hijo. La magia es lo que habita en el interior de los corazones nobles y las estrellas – y volvió a mirar al cielo, ahora más iluminado. Parecía que las estrellas sonreían -. Y eso… siempre es bonito. Puedes usar la magia para hacer el bien… o para hacer el mal, según el camino que siga tu voluntad. Pero en este caso, la pureza y la luz de los elfos habita en la Tierra Media desde las primeras edades del Sol. Y cuando dos hijos de Ilúvatar se encuentran, aunque pertenezcan a lugares y épocas distintas, una conexión… un áurea especial se crea, haciendo de ese lugar del mundo un poco más bello y seguro para los habitantes buenos que pelean contra la Sombra… contra la oscuridad. Y aunque las personas, los humanos… no puedan verlo, la Naturaleza y la Tierra sí pueden sentirlo. Y es cuando ocurre.

Delia y Dania salían poco a poco de su asombro. Las dos hermanas sonreían y se acercaban encogiéndose con sus mantas, contentas por el relato que su padre les estaba contando.

- Padre… - dijo Dania, la más pequeña de las dos – Pero si no se conocían… ¿se hicieron amigas? – su voz era pura inocencia.

Orennor ahogó una risa y miró a su hija con ternura.

- Sí se conocían, pero hasta ese momento… no lo sabían. Más que no saberlo, nunca se habían parado a meditar en ello. Algo dentro de sí mismas les decía que tenía que pasar, pero hasta que no se miraron a los ojos… no se dieron cuenta.

Dreon miraba el fuego. Sentía una gran curiosidad en su interior.

- ¿Qué pasó después? ¿Siguieron el camino juntas? – dijo el chico mirando a su padre largo rato.

Orennor le devolvió la mirada.

- Surgió una unión. Y aunque siempre hubo diferencias entre ellas, desde aquel momento, se aliaron el acero y la magia…

TURNO 1

Vànima escuchó lo que los árboles le decían. Sus años en el Bosque Verde en la segunda Edad habían dejado gran marca en ella, así como los elfos sindar con los que había vivido. Y el viento, el susurro de los árboles y las gotas de lluvia le hablaron de ella. Porque por supuesto, era una de su raza, una Quendi. Relajó los músculos, no era un enemigo. 

Un primer impulso le hizo sentir que ya podían los Valar haberle enviado a otro Noldo, a otro elfo que hubiera visto la Luz de Válinor, con todo su poder. Pero luego, rápidamente, se arrepintió. Les debía mucho a los Sindar, entre los que había vivido, entre los Moriquendi, que la habían cuidado. Y la miró, con atención. En ella había una señal de los Valar, seguro, sentía cómo ellos les habían conducido a aquel encuentro, a través de las decisiones y de las señales. Elbereth seguro que había pensado en reunirlas por y para algo. Internamente, doblegó ese orgullo que había dañado tanto a su pueblo, que había provocado la caída de Fëanor, y se dispuso a mirar a su compañera. 

Pero, ella era una guerrera, y aquella que estaba delante no. Sabía de magia y encantamientos, o eso le decían sus intuiciones. Vánima era orgullosa, difícil, y ella parecía bondad. De hecho estaba ya acercándose, saludandola. Vánima se llevó una mano al pecho, se inclinó con respeto, y saludó:

-Elen síla lúmenn' omentielvo! - dijo, en alto élfico, y rápidamente, tradujo, dándose cuenta de que su orgullo le había traicionado y le había hecho hablar en la lengua de los Noldor - Una estrella brilla en la hora de nuestro encuentro. - Corrigió en sindarin- Soy Vánima Alkwa, y que los Valar guíen nuestro encuentro. - Casi sin pausa para que saludase, indicó: - Estoy siguiendo a un par de orcos. En otra ocasión los hubiera eliminado, pero los seguí, pues me parecía extraño que estén en esta parte de Gondor. Y os he encontrado. ¿Queréis que los sigamos y ya luego hablaremos?

TURNO 1

La noche habla de profecías, de destinos que se cruzan para forjar un camino a la par. Ignorante, totalmente perdida en la espesura de este bosque, jugué a las escondidas mientras mi corazón late frenético. Conozco el peligro en manos de seres que alguna vez fueron como nosotros, y la oscuridad tras su loco afán, los ha corrompido por obra y gracias de la ambición, del poderío. Cualquiera de nosotros pudo haber sido un orco, cualquiera de nosotros. 

Y mientras los veo pasar, un halo de tristeza se manifiesta en mi rostro y elevo una plegaria a los valar, son sus hijos igual que nosotros y no tienen la culpa de convertirse en esto. Ellos estuvieron en la luz y se ha perdido en la oscuridad, no hay mayor verdad que esta. Pese a esta sensación inquietante, continúo caminando, explorando entre susurros lo que el bosque está dispuesto a ofrecerme. 

Ellos hablaron y yo escuché...

Pero también sentí. 

De repente allí me encuentro con una igual, intento pensar que delante mío no se encuentra alguien que fue capaz de alzar su espada contra los nuestros. Sólo intento mirar su corazón, llegar a ese punto donde no hay diferencias y todos somos hijos de un mismo Valar. Ya abandonando las sombras entre los árboles, la observo un tanto sorprendida mientras ella se presenta. Una expresión plagada de emoción se manifiesta ahora en mi rostro, su lengua, nuestra lengua. Tanto tiempo sin escucharla, cuantos recuerdos... 

- Los bosques hablaron, es nuestro destino y los valar están de acuerdo. - respondo y asiento con mi cabeza. - Elanor. 

Me presento con dulzura, a través de esa melodiosa voz que surge de mis labios y cuando me habla de los orcos, asiento nuevamente confirmando. 

- Y así es, te acompaño. - digo y continúo. - ¿Qué te ha traído a este lugar? 

TURNO 2

- Elanor, un honor que los Valar nos encontraran. - Vánima levanto la mirada, y entre algunos claros de nubes, vio el Valacirca, y lo señaló. - Elbereth, a través de la obra que despertó a los Primeros Nacidos, nos ha despertado a este encuentro. - Dijo, haciendo un gesto de agradecimiento a los señores de Valinor. Ahora tenía una compañera. El tiempo no parecía avanzar entre aquellas dos representantes de los Quendi, "los que hablan", mientras algunas gotas de lluvia suave seguían acompasando su caída sobre los árvoles de Yavanna Keméntari y movidas por el viento de Manwë Súlimo. 

Respondió con parsimonia y total sinceridad a la pregunta: - Soy una Noldo, desterrada, como mi pueblo, y bajo el Hado de los Noldor, aunque naciera ya en la Tierra Media, debo ser digna de ser llamada al Oeste de nuevo. Estoy aquí buscando un modo de ser digna y de viajar a Valinor. - Resistió la elfa de nuevo el orgullo de no contar y no abrirse. A ella podía, pues Elanor era una hermana, una Quendi, aunque los suyos nunca hubieran visto la luz de los dos Árboles, si habían escuchado la llamada de los Valar y la habían seguido, y sabía lo que eso significaba. En esa pequeña frase, le dejaba entrever mucho, y con la mirada le contaba muchas desgracias de su vida, que nunca contaría a un mortal, puesto que no compartían tanto como Elanor y Vànima. Entrevió en sus ojos un atisbo de pena, por si ella hubiera estado entre los que atacaron a los Teleri, pero Vànima no había levantado su arma contra otro elfo jamás, aunque daba gracias por haber nacido en la Segunda Edad, una época menos confusa para los elfos. 

- Y vos, Elanor, ¿cómo os han traído hasta aquí vuestros pasos? - 

TURNO 2

- Así es. - respondo y sonrío. 

No puedo evitar el mirar el cielo mientras ella lo señala y pensar que hacía tiempo no me encontraba con una hermana tras tantos años de viaje en soledad. Posiblemente sea una obra de los valar y doy fe de que si el destino nos ha juntado, seguramente ambas tenemos mucho de que aprender. No por nada el bosque nos habló y así como los orcos han pasado, esa misma causa nos unió. 

Al escuchar que es una Noldor, no sentí odio ni nada similar. Soy la fiel representante de que un nombre no te hace alguien, sólo tus acciones y si bien esa rama de los elfos trajo mucho dolor, no soy quien para contemplar a mi hermana con resentimiento. No cuando a mi me hicieron de lado por ser diferente, porque la magia nace en mi. Por esa razón, mis ojos la contemplan de forma comprensiva, como quien encuentra un igual. 

- Sólo debes encontrarte a ti misma... Eres digna, solo debes verlo con tus propios ojos. - aconsejo, sin malas intenciones. - También he sido desterrada de mi gente, la magia está en mi de una forma peculiar y quizás la sangre de un maiar corre por mis venas. ¿Quién sabe, no? - pregunto sonriendo. - Pero eso ya no importa, sólo estoy buscando mi camino y ahora te encontré a ti. 

Tras decir aquello, le indico que avancemos por el camino, toca seguir el rastro de los orcos. 

TURNO 3

Aquel momento se quedó grabado en el bosque, en el viento, en los caminos... La guerrera que se hacía llamar Vánima... la maga, que se hacía llamar Elanor, cruzaron sus destinos para unirse en una aventura donde el bien sería el estandarte de sus acciones. 

Se conocieron, se presentaron, pero sobre todo respetaron, por encima de la historia escrita, por encima de los encuentros fallidos... El perdón se hizo con sus corazones y pusieron marcha en levantando la atención de árboles y aves, que seguían a las elfas con la mirada, mientras cruzaban veloces en la noche. 

Tras unos mil seiscientos pies de carrera, Vánima y Elanor llegaron al final de los árboles que las cubrían. Una extensión de tierra abierta se imponía antes ella. Cerca, el Río Ciril, abundante en su caudal por las lluvias recientes corría bravo. Una sensación gélida se apoderó de la Noldo y la Sinda, pues los fríos del invierno las abrazaron tras salir del bosque.

Las nubes comenzaron a cubrir la llanura y con ello, la noche se hizo más intensa. Sus mágicos ojos élficos incluso no percibían mucho más de lo que un humano podría percibir, pues la noche se tornó oscura y apenas las luces se escapaban entre las nubes. Aún así, la maga y la guerrera pudieron divisar como los dos orcos se dirigían hacia una torre.  Parecía un antiguo puesto de vigilancia, ahora derruido. En tiempos pasados servía de cuartel y refugio a soldados del ejército de Gondor.

El primero de los orcos entró rápidamente en la casa derruida, mientras que el segundo se paró en la puerta principal de la misma y se giró, intentando ver si alguien les seguía el rastro. Al no ver ningún peligro cercano, se adentró en el edificio destruido y cerró la puerta tras de sí.

TURNO 3

Vànima asintió a lo que su compañera decía, y salieron corriendo tras los orcos, siempre con los pasos silenciosos sobre la hierba y las hojas del bosque. Se alegró. Dos almas imperecederas unidas, no sólo por la raza, si no por el hado que les rodeaba. Ella era una desterrada, y ella una Noldo en la Tierra Media, lo que la convertía en desterrada de facto, y así se sentía. Por lo que se sintió unida a ella, y se alegró de tenerla. 

Sobre todo, cuando los orcos llegaron a una derruida torre, obra de los hombres, que había sido abandonada por los avatares del tiempo. Hacía frío, y de pronto, las estrellas que habían iluminado parte de su encuentro se habían escondido, y el frío que bajaba de las montañas Blancas de Gondor le hizo estremecerse. Miró a su compañera, y le dijo:

- No nos han visto, pero debemos ser cautelosas. No me gusta su presencia aquí, y menos que tengan un lugar dónde refugiarse. Creo que deberíamos observar a ver qué más hay ahí, antes incluso de acercarnos. - Intenta observar si hay luces visibles, lo que en la oscuridad será aun más notable, y si se escucha o ve movimiento en el interior de la torre. Puede albergar a todo un grupo de orcos, de modo que no tendría que ser imprudente en sus decisiones. 

TURNO 3

Decidimos seguir los orcos y la verdad que puede ser muy peligroso, no obstante es lo que toca, lo que el instinto nos está diciendo en esta noche estrellada. No por nada aquel paso desolador de los orcos deja un rastro que debemos seguir, solo somos dos elfas en una oscura noche que comienza a cerrarse. Pero tengo confianza en ella, algo en mi corazón me dice que no cometeremos una locura y de hacerlo, no será en vano. 

- Está bien, seremos una sombra pero quiero ver qué más hay. - respondo sincera. 

Rápidamente y por instinto, preparo el arco con una flecha. No lo tenso de momento, aún así me mantengo atenta y camino junto a mi compañera pendiente de los movimientos de esos orcos. Al menos del que está fuera por sí en algún descuido nos detecta, hay que saber actuar y tengo fe de que lo haremos bien. No obstante el prevenir, nunca está de más.

Así que avanzando lentamente, intento no pisar ninguna hoja seca o rama que irrumpa o enturbie el silencio de esta noche demasiado oscura. 

TURNO 3

Ante el comentario de Elanor, asiento. -Los orcos, aquí, algo están haciendo, y no debe ser bueno, quiero saberlo. 

Cuando ve a su hermana preparar el arco, hace lo mismo. Saca una de sus flechas, la va a poner en el arco, y se da cuenta de que quizás deba llevar su arma de mano, sobre todo cuando vayan a entrar. Termina de preparar el arco, pero antes deja lista la cimitarra por si debe sacarla con urgencia para un combate cuerpo a cuerpo. 

Se pone a unos pasos en paralelo de su compañera, y se dispone, arco en mano, a acercarse con cautela. Piensa que las cosas pueden complicarse, aunque lo más probable es que lleguen hasta allí sin que les detecten. Así pues, son elfas, cuyos pasos son ligeros y sus movimientos gráciles. 

TURNO 4

Un silencio interrumpido por el fuerte soplar del viento gélido del invierno se hizo con el campo abierto. A los pies del bosque, las dos elfas observaban atentamente si alguna otra amenaza u acceso se podía divisar desde sus posiciones. Los orcos, ya dentro del edificio destruido, se habían perdido de la vista de Vánima y Elanor.

La noche, todavía cubierta de negro pues las nubes dejaban pasar la luz de la luna, engullía todo el claro y la zona del torreón destruido. Las elfas sabían del posible peligro que corrían al exponerse a investigar, pero sus corazones les decían que su deber era ese, el de eliminar el Mal. Pues quizás ellas sí podrían hacerle frente, pero algún otro viajero solo encontraría muerte y diera con aquellos dos hijos de la Sombra.

Decididas, comenzaron a acercarse a la estructura.

Vánima (Acechar/Esconderse): 37 + 40 (habilidad) - "Fácil" = 77 (100%, éxito)

Elanor (Acechar/Esconderse): 63 + 30 (habilidad) - "Fácil" = 93 (100%, éxito)

La maga comenzó la marcha, más decidida. Sus pasos eran silenciosos como los de un lobo, y aunque sabía que podía encontrar el peligro, mejor cerca del muro de la estructura que en el campo abierto, donde no existía ninguna cobertura. Detrás, Vánima seguía los pasos de la maga de cerca. Sujetaba la vaina de su espada para que no se le trastabillara entre las piernas. Las dos elfas eran unas sombras en la noche.

Una vez cerca de la casa derruida, pudieron ver la entrada por la que los orcos habían entrado. La puerta de madera, alta y vieja, no encajaba en ninguna cerradura, simplemente estaba cerrada pero podría abrirse con solo empujarla. Asomándose entre una pequeña abertura, pudieron ver como un vestíbulo se presentaba ante ellas. A los lados, marcos sin puertas; pero desde su posición, no podían ver más allá.

TURNO 4

Lentamente vamos a la par avanzando por ese camino, el sigilo se me da bien y siento que soy una sombra más en el ambiente. Llevo el arco en la mano y aún no he sacado una flecha del carcaj, estoy esperando el momento indicado. Lo bueno es que tras asentir a las palabras de la elfa, continuamos hasta dar con la misma puerta por donde han ingresado los orcos, le pido a Vánima que detenga sus pasos, así puedo preparar el arco. 

No sé que puede pasar, además es mejor que ella tome la iniciativa así puedo cubrir su espalda a distancia. No es algo muy elaborado el plan, pero al fin de cuentas servirá para avanzar en terreno peligroso.

- Tú abre la puerta, yo te cubro. - indico en un susurro. 

Y por un momento miro el cielo, rogando que Ilúvatar nos acompañe en este camino. No será fácil y por lo poco que se ve, está claro que es un espacio medianamente amplio y vacío. Aunque como todo, la sorpresa puede estar a la vuelta de la esquina. Es algo que aprendí con el tiempo, no subestimar a los orcos. 

Turno 4

Tras avanzar con prontitud pero un sigilo élfico, ambas se habían acercado hasta la puerta sin demasiadas dificultades. Vánima, por temor a realizar algún ruido con su arma, fue más lenta, no mucho más, y admirando como la gracilidad de Elanor le permitía abrir paso. Su orgullo le pidió que le dijera que se quedara atrás para estar protegida, pero acalló esa voz, nuevamente. Si los Valar habían permitido su encuentro, ella era más que válida para ir sóla. 

Ya en la puerta, Vánima decide cambiar a su cimitarra. Ya estaban a punto de entrar en un edificio, y en esas ocasiones el cuerpo a cuerpo era más cómodo para ella. Cuando ella le dio una orden, de nuevo una punzada de orgullo, pero en realidad, no tenía voz de mando. Era casi como si le hubiera leído el pensamiento. Cuidado, Vànima, cuidado con tu pensamiento...  Así que asintió a la sindar: - Lo haré, que Manwë guíe tus flechas como nos ha guiado al encuentro. 

Aunque sólo hubiera dos orcos, el problema era que estaban en un terreno conocido, y ellas no. Aún así, la Noldo abrió la puerta, haciendo un gesto con la cabeza a Elanor para que la cubriese. 

TURNO 5

La maga echó mano a su arco mientras que la guerrera desenvainó la cimitarra lentamente. El sonido de la hoja metálica se escuchó levemente. Con pasos suaves y ligeros, las dos elfas comenzaron la incursión.

Vánima y Elanor se prepararon en la entrada principal de la estructura. Las dos tomaron las precauciones necesarias para no ser sorprendidas, y aunque la visión que tenían les permitía ver el vestíbulo, no era suficiente. Cuando Vánima se adentró, protegida por Elanor, pudo divisar que había dos salas a los lados. Eran salas amplias, pero la oscuridad no les permitía ver con más detalle: si querían explorar más detenidamente debían de adentrarse.

La sala de la izquierda (2) no mostraba ninguna salida. La sala de la derecha, similar en amplitud a su opuesta, mostraba otra puerta en mitad. Estaba cerrada.

Las dos elfas tras mirar ambas salas y no detectar peligro inminente, se juntaron lentamente para decidir su siguiente movimiento, bajo susurros.

TURNO 5

- Y así será.

Finalmente nos ponemos de acuerdo y realmente ha sido fácil, ojalá Ilúvatar pueda ver como sus hijas pese a las diferencias que han habido en el pasado, ahora mismo trabajan unidas. Fiel a la idea inicial, al proyecto de creación que tenía aquel dios y que por los mismos pesares de la coexistencia, allí quedó en la nada. Una vez podemos espiar lo que hay detrás de aquella puerta, se descubre que contamos con dos salas una a cada costado. 

No mucho se puede observar desde la posición en la que estamos, pero sí veo una vía que quizás es el camino a seguir. No obstante prefiero preguntar, ponernos de acuerdo, antes de avanzar por el lugar incorrecto. 

- Mi querida hermana, el lado derecho quizás sea el indicado. ¿Estás de acuerdo? - pregunto al mirar sus ojos. 

La idea no es hacer mucho ruido, considerando que no sabemos cuántos orcos hay en total. Sólo han entrado dos, pero no hay precisión y quizás estamos cayendo en una trampa por mera curiosidad. Así que es mejor, tomar consciencia y si hemos de hacerlo, que sea en mutuo acuerdo. Siempre en mutuo acuerdo. 

- En todo caso, donde tú decidas... 

TURNO 5

Entrar en aquel lugar resultó fácil. Eso daba una pista de que, en cualquier caso, no tenían gente suficiente para hacer guardia o sencillamente que estaban confiados en que nadie les podría encontrar. Aquel vestíbulo estaba bastante insulso y vacío, así que, haciendo gala de una coordinación maravillosa, que parecía digna de llevar años de entrenamiento, se pusieron a hablar. 

-En la sala de la izquierda no están, diría que han salido por la de la derecha y su puerta. ¿Echamos un vistazo rápido a la sala de la izquierda? Estoy de acuerdo que la derecha es el camino, pero no debemos descartar nada.

 Sonrió viendo como ella decía que se haría lo que ella pensase. Eso agradó a su orgullo, e internamente lo acalló. Somos iguales, primeras nacidas, hijas del tercer Tema que Iluvatar puso en la creación de Arda. No te dejes vencer. - Hay que decidir: prisa por perseguirlos, o curiosidad y buscar que hacen aquí. Yo apostaría por esta, ver la izquierda, y luego ir a la derecha. 

TURNO 5

- Te sigo, vayamos por la izquierda primero. - respondo. 

No creo que encontremos algo interesante o pistas sobre lo que hacen los orcos aquí, pero al menos mi compañera se sacará la duda.