Partida Rol por web

El hombre que llevaba el arma y encañonaba a la figura se calló justo cuando iba a hablar, los tres storm troopers inquisitoriales acaban de entrar por la calle que había al Sur de la plaza. El silencio se apoderó de la pequeña plazoleta, tanto era, que se podía escuchar el crujido del hielo que formaba el chorro de agua que expulsaba aquella fuente sencilla y construida sin gusto alguno.

Un reo arrodillado, un arma apuntando directamente a su encapuchada cabeza... el hombre que asía la pistola y tres más tras el con armas automáticas, todos con el rostro cubierto por cascos y que ahora apuntaban alternativamente a las sororitas y a los imperiales que acababan de entrar en escena... ¿Qué hacían ahí ellas? y... ¿ellos? Cada vez todo tenía menos sentido.

El aspecto de las hermanas de batalla eran deplorable como el vuestro, por no decir peor ya que estaban desarmadas. Sus servo armaduras daban el aspecto de estar completamente operativas, por ello seguían siendo igual de peligrosas. Caras cansadas, ojeras... todos estaban así, los cinco leales al Emperador presentaban ese aspecto, armaduras sucias y con muescas, falta de sueño, hambre... como si llevaran semanas viajando. 

-Edgar, ¿puedes freírlos a todos? -preguntó Locken a su hermano mastín mientras observaba y apuntaba con el rifle de fusión hacia todos. No se iba a andar con chiquitas, si había disparos se aseguraría de que los suyos fueran los más potentes. 

En ese momento tenía dudas. Ahí estaban las sororitas pero no sabía que hacer, ¿eran de verdad? ¿eran una ilusión? ¿quienes eran todos esos tipos? La cabeza le empezó a dar vueltas por esas ideas confusas y simplemente, apuntó al que iba a ser el ejecutor.

-¿Hermano Gutnar? Tú decides -dijo mientras intentaba centrarse en ese tipo. Estaba siendo un día de mierda para meterse en los infiernos de la cabeza de una astrópata.

No hacía falta ser un genio para comprender que allí se iba a desatar el infierno de un momento a otro. Los que iban a ejecutar a la figura encapuchada no parecían muy amigables, y también estaban las sororitas... O, al menos, algo que había adoptado su aspecto. Fuera lo que fuera, no pensaba permitir que aquello escapara a su control. 

-Muy bien, voy a poner unas cuantas reglas. Al primero que muestre un "grado indebido de hostilidad" conmigo o mis hombres, le vuelo la cabeza. Al primero que ejecute a ése sin tener mi permiso, le vuelo la cabeza. Con estas dos simples reglas en mente, voy a preguntar. ¿Quién es ese que va a morir?

El hombre parecía razonablemente tranquilo, aunque empuñaba en sus manos su rifle láser, y no parecía que fuera a cuestionarse demasiado si utilizarlo. 

Un mundo tan real como creamos que sea. Un paradigma de la mente de un psíquico y allí estaban, de pie en la plaza. Antes de oír la respuesta del hombre los guardias imperiales entraron en tropel con las armas listas, dispuestas y dando órdenes...Aurelia no creía que fuera necesaria tanta violencia en un mundo "imaginario". Debían ser la voluntad y la Fe su espada y escudo en aquella vorágine de sentidos. De todas maneras, ¿era posible que aquél encapuchado fuera una representación de la conciencia de Isabella?
Una palabra salió de la boca de la sororita, un intento de darle sentido a este mundo.-Isabella...  

Edgar respondió a Demetrius con una mirada que claramente decía "¿En seeeeerio me lo estás preguntando?", por supuesto que lo haría y no se preocuparía por el culo chamuscado que tuviera delante de Sally mientras no fuera ninguno de sus compañeros.

Estaba hasta los huevos de ese lugar.

La voz de Jonah es lo único que no le permitió accionar a Sally y empezar su propia fiesta de fuegos artificiales. Si él no daba la orden (que no debía de ser necesariamente verbal, Edgar se conformaba con un gruñido o un disparo) Sally sería una buena chica y estaría sumisa entre sus manos, pero si tenía la oportunidad ahí iban a ser todos purificados por la gloria del Emperador y a tomar por culo el resto.

Sí, era un buen plan de acción y estaba complacido con su sutilidad.

Eva no se sorprendió cuando los  soldados que habían venido a  buscar aparecían como  por arte de magia ante ellas,armados y dispuestos a terminar con el asunto que tenían entre manos. Aun así, la sororita mantenia la posición defensiva, dispuesta a contratacar si ocasión lo merecia. Escuchó el susurro de su Hermana superiora mientras su mirada seguía buscando una abertura en la defensa de su enemigo. -Quizás podría aprovechar el intercambio de disparos ...- pensó.

Los leales al Imperio se reunieron... las hermanas de batalla habían entrado en ese mundo onírico en el que nada tenía sentido y nada era lo que parecía. Lo que parecieron copos de nieve empezaron a caer desde el encapotado y oscuro cielo, pero en el momento que uno de los mismos tocó la armadura de alguno de los Imperiales, pudo constatar claramente que era ceniza, gris, sucia...

 - No te hagas el listo - dijo una voz, y tras formular unas palabras amartilló la pistola pegando su cañón a la cabeza del reo. El reo, una figura enfundada en una túnica con la capucha calada y mirando al suelo; era imposible discernir ningún rasgos de la persona, ni su sexo ni su raza... podría ser hasta un xeno, lo único que quedaba claro era que su constitución lo hacía humanoide.

Los otros tres asaltantes apuntaron, como anteriormente, alternando entre uno y otro - No avancen más o la mato - dijo amenazante de nuevo aquella voz... los captores llevaban el rostro completamente cubierto por una máscara de combate ceñida a sus cabezas - Vamos, dejen las armas... - os instó amenazadoramente. 

Al susurrar el nombre de Isabella, un cambio de viento rodeo por completo a la hermana superiora, pero era un viento de alma ya que los cabellos de Aurelia no se movieron ni un centímetro. Un escalofrío recorrió su cuerpo por completo, una sensación desagradable le erizó cada vello de su cuerpo y la hizo respirar con dificultad durante un instante...

Aquella situación era demasiado importante, lo sabía en sus huesos, lo notaba en su espíritu... importante y letal, un paso en falso y todo se terminaría en un suspiro... ¿qué hacer? ¿qué será lo correcto? Aurelia solo tenía clara una cosa, nada es lo que parece. 

La inquietaba sobremanera aquella actitud. Era un mundo del revés ¿y si lo que tenían que hacer para despertarla era precisamente que dispararan al reo? ¿y si hay algo que la controla desde dentro impidiendo que tome consciencia? no era una apuesta segura pero parecía que no cuadraba en un mundo donde nada tiene sentido, asi que, era lo más lógico.-¡Vamos dispara de una vez, nos estás haciendo perder el tiempo!-Aurelia avanzó a grandes zancadas hacia la mitad de la plaza.-Guardias preparaos para disparar, quiero ver quién se encuentra debajo de la túnica. Eva detrás de mi, si disparan úsame como escudo y cuando estés cerca...hazselo pagar caro.- 

La mano extendida de la sororita avanzaba hacia el reo, para descubrir su rostro.

El hecho de que el tipo estuviera cubierto por la persona que Locken creía que debían de salvar le produjo una ligera frustración al Stormtrooper, pues si disparaba con el arma de fusión vaporizaría a ambos, pero no esperó la orden de su jefe. Habían roto la primera regla y habían hecho un gesto hostil, por lo que optó por cambiar de objetivo y vaporizar al asaltante que estaba más cerca, los demás serían pasto de las llamas de Sally.

El disparo iba bien apuntado y dirigido, solo podía rezar al Dios-Emperador porque no se lo esperara y esquivara el disparo.

El muy hijo de puta se estaba refugiando tras la figura encapuchada, de manera cobarde y rastrera. Pero allí el problema es que no habían hecho un verdadero recuento. No tenían en cuenta quienes eran más y quienes estaban mejor armados. Y no sólo eso, sino que habían tenido los cojonazos de romper la primera regla. No iba a consentir que aquellas cosas le amenazaran en aquel maldito mundo de locos. Se tomó un par de segundos para apuntar, sonriendo al ver como Demetrius disparaba su arma, y al apretar el gatillo, respondió con una palabra muy simple a aquella escoria.

-Error. 

-No os pongáis en medio- gruñó avanzando  hasta situarse con Sally en medio dejándola sacar sus lenguas de fuego evitando enfocarlas hacia el reo, la paciencia hacía mucho que se le había acabado y era el momento para que Sally se desahogara por él.

La sororita se colocó en posición mientras observaba   con fugaces miradas la actitud del resto. En su cabeza rondaban miles de posibilidades,pero, finalmente ; se decidió por la que creía mas correcta.

Decidió aguardar a que los troopers  intercambiasen disparos con el grupo de individuos encapuchados, para asi acercarse rapidamente al grupo y atacarlos cuerpo a cuerpo...