Partida Rol por web

-Camino y Fuego -nombres nada inspiradores- y solo espero que no sea una trampa ese mapa, porque no sabemos quien lo ha puesto ahí -miró hacia sus compañeros- procedamos con máxima cautela, ¿de acuerdo?

Se colocó ambas armas de forma adecuada mientras intentaba hacerse una idea de lo que podía pasarles- Odio todo lo psíquico -gruñó mientras caminaba como hacían las tropas de élite de la Inquisición. Con un sigilo digno de un fantasma.

Justo cuando llegaban al corredor principal de aquel ala del palacio, el grupo pudo escuchar, perfectamente y en la distancia, un estruendo tan potente que hizo temblar el suelo a sus pies. Era difícil determinar el origen o la distancia, pero una cosa si quedaba clara, fuere lo que fuere, a cada segundo estaba más cerca de los tres.

-Que Sally vaya delante-gruñó toscamente Edgar afirmándose contra la cadera a Sally. No le gustaba nada tanto juego, tanto terreno de fiabilidad cero. Miró a Jonah esperando su aprobación, de lo contrario volvería a avanzar de espaldas, cubriéndoles.

-De acuerdo, pon a Sally delante para que salude a las visitas-dijo Jonah, mientras se colocaba en segundo lugar, guiando al grupo.

-Locken, si no tienes ningún arma, puedo dejarte una pistola o la espada de energía...

Asintió y, adelantando el hombro, pasó junto a Jonah, que retrocedía en su posición en la formación. Echó los hombros hacia atrás por la tensión acumulada y aguardó a que se organizaran con las armas sin desviar la atención de su entorno, con Sally vibrando entre sus manos por la espectación acumulada para lanzar su beso de fuego a cualquier traidor o aberración que se le cruzara por delante.

Aún estaba sin equipo, mi debilidad mental me había traicionado, así que les pedí parte del equipo a mis compañeros- Edgar, ¿me dejas tu pistola? y Jonah, ¿me dejas tu espada de energía? -no podría hacer mucho, pero era mejor que nada. Echaba de menos su rifle de fusión y su hot shot, su armadura... su preciada armadura...

Negó con la cabeza e intentó continuar, siguiendo a sus compañeros con la esperanza de que le dieran lo que pidió y, así, no ser meramente un estorbo. Intentó no hacer ruido, pero estaba pensando en que sería de su equipo cuando tropezó con algo y casi se cae al suelo.

Jonah le tendió el arma solicitada a Locken antes de seguir avanzando... Ése sonido... No tenía claro que era, pero dudaba mucho que fuera algo bueno. ¿Otra jugada de aquel maldito Dorn? Sea lo que sea, debían continuar buscando a la astrópata. El hombre frunció el entrecejo al darse cuenta de que no estaban siendo muy sigilosos, pero aquello no iba a suponer ninguna diferencia. Sí eso debía encontrarles, lo haría. 

Sacó la pistola bajando medio segundo a Sally la tendió hacia atrás, para su compañero cuando esté cayó al suelo y él se volvió casi a punto de freírlo.

-^{_{¿Estamos torpes o tienes las piernas de gelatina?}}-gruñó en un susurro a Demetrius ayudándole a levantarse, estampó contra el pecho la pistola de marras y agarró a Sally avanzando con mucho cuidado a la hora de plantar los pies en el suelo, intentando prestar atención a su entorno pero incapaz de centrarse. La torpeza del cachorro Demetrius le zumbaba en los oídos.

Culparía a la tensión, pero de buena gana le habría soltado un puñetazo para que se centrara.

Tras tropezarse de forma espantosa, Edgar le estampó la pistola en el pecho. Eso le molestó mucho, pero no podía echárselo en cara. Cuando Jonah le dio su espada, se sentía algo más seguro, pero aún echaba de menos sus armas de verdad.

Mientras el grupo trataba de ser sigiloso, y un torpe y fatigado Locken no ayudaba mucho; llegaron nuevamente al amplio corredor por el que habían llegado hasta esa sala. Un vistazo rápido a cada lado para constatar que estaba vacío y siguieron la marcha hacía el vestíbulo.

Aquel estruendo iba creciendo a su espalda hasta que ya se hizo patente que estaba realmente cerca, por lo menos a seiscientos metros. Los tres se giraron y fueron capaces de ver como se iba viniendo abajo toda aquella ala del palacio Imperial de la mente de la astropata... Si no corrían seguramente morirían sepultados bajo aquel mar de rocas...

Cuando, tras un tiempo de marcha, se giraron, las pupilas de Jonah se dilataron de miedo al ver aquello. Por supuesto, el casco impedía verlo, pero el líder consideraba aquello terriblemente malo. 

-Mierda, mierda... ¡Corred! ¡Corred todo lo que podáis, ésto se viene abajo!-dijo, siendo el primero en dar ejemplo corriendo en la dirección que habían elegido para investigar. 

-¡JODER, JODER, JODER! -gritó el stormtrooper al ver que se les caía el palacio encima y corriendo lo más rápido que podía- ¡VAMOS! -gritó como si tuviera que decir algo para que sus compañeros corrieran y escaparan de ese desastre psíquico.

Edgar aplastó a Sally contra sí mismo y salió a la carrera en pos de sus compañeros maldiciendo todo lo maldecible cuando tanto Jonah como Demetriud pasaron por su lado como si tuvieran fuego en el culo.

La carrera fue realizada sin ningún tipo de orden ni disciplina, solo tres hombres corriendo por sus vidas, huyendo de un pasillo que de se derrumbaba como si fuera un domino de caliza y a tamaño gigante. Las paredes se venían abajo, el techo caía con fuerza y el suelo desaparecía tras aquella avalancha de rocas y piedras del tamaño de vehículos pequeños que se iban haciendo añicos al chocar con el suelo antes de desaparecer en la inmensa negrura.

La luz que daba a la entrada asomó por la puerta que cruzasteis al principio, una leve luz que os dio más fuerza aún para seguir la carrera, más fuerza e ímpetu, sobre todo a Edgar y Jonah, ya que el fatigado Demetrius se iba rezagando cada vez más y más, tanto, que ya sus pisadas eran entorpecidas por el suelo que se iba cayendo.
El mastín parecía ver cerca su final, pero como un buen guerrero se resigno a morir sin luchar... lanzó un alarido como tratando de reunir la fuerza que le podría quedar y saltó hacía sus dos compañeros que estaban ya en la puerta... el tiempo se detuvo momentáneamente mientras veían a Locken saltar con la cara desencajada por el esfuerzo.

¿Iba a morir? ¿Llegaría a ellos? La incógnita quedó en el aire, como el propio Locken, y que al final si llegó, con tanta fuerza que derribó a sus compañeros lanzandolos hacía el interior de la amplía entrada del palacio Imperial. Estaban a salvo, el derrumbamiento cesó justo en la puerta.
 

Cayó al suelo rodando con un gruñido producto de los repetidos impactos contra el suelo mientras que un lío de cuerpos, polvo y escombros le rodeaba, maldiciendo interiormente el impacto del cuerpo de su compañero contra sí mismo.

Y todo esto sin invitarme a cenar.

-ngg...- tendido boca arriba en el suelo, se quedó breves momentos mirando al techo. Después se incorporó apoyándose levemente en Sally que había estado fuertemente aferrada contra su pecho- ¿enteros?- gruñó a sus compañeros mientras se echaba una ojeada rápida para ver los posibles desperfectos.

Hoy Locken iba a morir y a cada momento estaba seguro. O eso o el Emperador en persona estaba poniendo a prueba su entereza. Había esquivado el ataque de la Sororita, por los pelos se salvó de salir por el vacío con el resto de la unidad, el traidor casi acaba con su voluntad y ahora casi muere durante la carrera. Iba a vender caro su pellejo, lo estaba demostrando.

Resollando estaba encima de sus compañeros a los que por poco ensarta con el arma de energía que llevaba en la mano- Creo que sí, pero no se por cuanto tiempo más -decía mientras resollaba como si hubiera estado cinco minutos bajo el agua y hubiera vuelto a nacer... aunque en realidad había vuelto a nacer.

Parecía que se habían librado de aquel derrumbe... Aunque aún estaba por determinar a qué precio. 

-Sí, estoy entero...-respondió el stormtrooper, mientras se levantaba. A continuación, contempló aquel maldito desastre. Todo un ala derrumbado, no comprendía muy bien como ni porque. ¿Quizás Isabella estaba en peligro? ¿Dorn había avanzado? Sea como fuere, debían intentar ser rápidos. Una vez se hubo situado, dijo:

-No tenemos tiempo que perder, hay otras dos alas del palacio por delante. 

Y, sin más, y con el rifle en las manos, empezó a guiar al grupo por su siguiente objetivo.

El grupo se dirigió hacía la puerta que daba al ala que el sargento había elegido... no había mucha distancia que cubrir antes de llegar a la misma después de sacudirse el polvo y recuperar el aliento después de aquella carrera épica. La puerta era de mármol, algo viejo y deslustrado, sin brillo y lleno de polvo y de telarañas. No importaba mucho, empujaron la pesada puerta entre los tres con toda precaución y la cruzaron...

Aquello no tenía sentido...

El grupo ya no estaba en el palacio, no, ahora estaba en una estepa helada, invernal... las barbas crecieron, una punzada de dolor os atenazó el estómago por una falta enorme de alimento, ojeras, cansancio, fatiga... una irremediable sensación de estar meses deambulando por montañas... las ropas estaban ajadas, las armas, que todos teníais las vuestras pero sin un aspecto brillante solo tenían un cargador de cada. Soplaba un viento cruel desde todas partes llevando consigo nieve con fuerza pero sin llegar a ser una ventisca.
Ante vosotros se alzaba una montaña negra que a su falda tenía una aldea, se veían las luces en la distancia, estarán a unas tres horas de camino... no había otra cosa que os llamara la atención, bosques y a vuestras espaldas una estepa a la que no se le veía fin.

Jonah no sabía como habían llegado allí, pero la situación parecía bastante desesperada. De repente, se encontró como si llevara semanas perdido en aquel maldito lugar helado. Y un vistazo a sus hombres le bastó para comprobar que ellos se encontraban igual. 

-Malditos psíquicos... Me ponen los pelos de punta...-masculló. Pero, echando la vista atrás, quedaba claro que no tenían otra opción más que seguir el juego que se les había marcado.

-Debemos ir hacia la aldea. Quizás allí consigamos alimento, o algo-ordenó, mientras encabezó la marcha. 

-O estará llena de seres que se convertirán en el traidor e intentarán matarme, por quinta vez hoy -contestó Locken apesanumbrado- a cada paso estoy más seguro de que el Emperador me está poniendo a prueba.

No podía creérselo, primero perdía sus armas y armadura y ahora estas se convertían en reliquias y parecía llevar andando meses- deberíamos ir a esa aldea, pero con cuidado. Aquí no me fio de nada ni de nadie -se dispuso a setuir a sus compañeros en la caminata hacia la dichosa aldea de ese mundo de locos- la mente de un psíquico no, la mente de un tarado -rezongaba mientras seguía a sus hermanos de camada.