Partida Rol por web

-Por mi no hay problemas, ya que por mi parte estamos volando a ciegas.- dice Reynolds con un tono que deja traslucir una confianza no demasiado plena, y al cabo de un par de segundos agrega -Sara. si tus cartas* te inducen a opinar algo creo que éste sería un excelente momento, si no ves nada en contrario, pues vamos allá.-

Os alejáis sistemáticamente por el espacio a toda velocidad. No hay mucho que ver, ni nada que pueda ser descrito; las estrellas brillan al fondo y la poderosa luz de Omnius, una estrella amarilla, reluce sobre el casco blanco de la Intrepid. Sara recaba información una vez más y detalla un mapa del sistema antes de acelerar a supravelocidad una vez más y regresar a Seraphis. El segundo viaje interestelar Antheano controlado. La primera aceleración fue, cuanto menos, caótica.

Nakon cojea y le duele la pierna izquierda. Durante el asalto al Chamaleon ha sido herido, pero se aguanta estoicamente, mostrando esa actitud de líder autosuficiente. Al final lo llevas a la cámara médica y los programas de salud humana le anestesian y los brazos robot se ponen a trabajar sobre su pierna retorcida y dolorosamente ennegrecida.

La abogada Tomiko, por el contrario se pone a jugar con las consolas y a toquetearlo todo, aprendiendo y comprendiendo. Le pregunta a Sara sobre todo cuanto ve y asiente con una expresión de profunda concentración bajo su frente pálida. Al final pide informes de historia Antheana y empieza a descubrir coincidencias, echos y la lectura parece asombrarla a cada tanto.
Abre la boca, alza las cejas, señala con el dedo y exclama: -¡Oh!

De nuevo la aceleración. La estrellas desaparecen, los instrumentos dejan de funcionar y sólo el Maas brilla en la oscuridad con sus luces brillantes. De nuevo, el milagro del viaje espacial, moviéndoos a toda velocidad convertidos en un rayo de luz que avanza haciendo surf por el universo, esquivando pozos de gravedad y surcando cual saeta los pliegos infinitos de antimateria.

-Hemos llegado, Capitán.

Dormitabas en el asiento del piloto mientras Tomiko se dedica a leer ávidamente los últimos siglos de historia Antheana. Sara te despierta, como siempre, su silueta aparece siniestra, observando sin parpadear y demasiado cerca.

Estáis en el sistema seraphis... otra vez. La luz azulada de ésta estrella alienígena vuelve a iluminar la cabina y el Maas se apaga, ocultándose en el techo una vez más.

-Estamos lejos del lugar donde tuvo lugar la escaramuza. No creo que haya peligro. -Dice Sara en Antheano tradicional. -Inicio trayectoria hacia el planeta Nueva Jamaica. El sujeto Daswalken dijo que allí estaba el lugar al que hay que llevar a Tomiko. ¿Es correcto, capitán?

-Nunca habéis tenido siquiera un tratado contra el armamento nuclear o el desarme...esto podría ser un problema, la república suele invadir sin contemplaciones a aquellas colonias que desarrollan armamento nuclear, pero visto lo excepcional del caso... podría arreglarse con diplomacia. En cuanto sepan de la existencia de tu mundo y los pormenores del caso... no sé como reaccionarán en el senado. Pero aún así, la prioridad es evitar la primera invasión preparada por la Dart.Corp. -Tomiko hace una pausa mientras te mira. Se ha puesto a hablar cuando te has despertado. -Lo demás vendrá después. Me cuesta mucho entender la política Antheana... os organizáis en una especie de clanes, y habéis sido muy belicosos durante vuestra historia... La verdad es que es increíble, ¿eh?
Supongo que a ti también te costará entender nuestras organizaciones todo lo que está pasando. ¡Es el primer caso en la historia de aislacionismo estelar!

Estaba anestesiado en la cámara médica, me levanto y voy a la cabina probando mi pierna curada. Ya casi no me duele. Una cicatriz más a la colección. Me muevo a trompicones por los estrechos conductos de la nave. Es un aparato más grande que mi vieja "La Sombra", pero aún así mas estrecha e incómoda. A los Antheanos les falta mucho que aprender en viajes espaciales. En la cabina me encuentro a Tomiko y a Reynolds hablar y aprovechando que el techo es más alto y el compartimento más ancho, me estiro hasta que me crujen los huesos, y bostezo somnoliento, enseñando los dientes.

-Creí que no había guerras desde antes de que yo naciese. La gran guerra aquella...

-Correcto Sara, hacia allí vamos.- dice Reynolds como siempre, mirando al aire, y luego pregunta a Daswalken -Capitán Daswalken ¿Hay algún protocolo para establecer una órbita geosincrónica en esta parte de la Galaxia?.. o mejor aún ¿Hay alguna buena razón para NO establecer protocolo alguno?-

-Oh, verás... -Me siento en el puesto junto a Reynolds y me pongo a hablar del tema, un tema del que, al fin, tengo conocimientos. -Las naves de tamaño medio generalmente tienen capacidad atmosférica, por lo que aterrizan en la superficie en aeródromos privados o alquilados en el epaciopuerto, o puedes dejarlas en el campo, a las afueras. Para hacer eso no hay ningún problema, cientos de ellas despegan y aterrizan a cada hora y no todas tienen matrícula. ¿entiendes? Nos dejan pasar.
Las naves grandes, como los cargueros o los destructores de batalla, tienen que quedarse en órbita, para lo que tienen que pedir permiso al organismo pertinente. En Nueva Jamaica es la estación espacial Alpha Uno. Dicen que es un puesto militar, pero se parece más a una aduana en órbita. Allí también hay transbordadores para llegar a la superficie. Lo malo de ésto que que hay que tener matrícula y muchos documentos y está todo muy controlado. Esa es la principal razón de que los piratas y los contrabandistas no usen naves grandes.

-Detecto algo... -Dice Sara apareciéndose e interrumpiendo a Daswalken en su discurso. -Una señal de La Sombra...

Tomiko alza la vista para escuchar, y Daswalken se queda callado, espectante.

"Esa es la nave de Daswalken" piensa Reynolds bastante asombrado (ya que no creía que volverían a saber de ella) y queda tan expectante como los demás, atendiendo a Sara a tal punto que la ceniza de su cigarrillo cae al suelo sin que siquiera lo note.

-La Sombra está en la primera luna de Seraphis 4ª, llamada Parsimoron. -Hace una pausa y el holograma desaparace. -Creo que... está bajo el agua. Está sumergida.

-¡Parsimoron! -Pego un respingo en mi asiento y casi me levanto, pero vuelvo a sentarme. -Es mi planeta natal, ¿por qué irian allí? ¿Y qué hace La Sombra bajo el agua? Allí no hay mares... solo lagos de lodo y tierra disuelta.

-No puedo precisarlo, señor Daswalken. ¿Ordenes Capitán? ¿Seguimos el rumbo fijado?

La Intrepid desvía su curso dejando una estela blanca, encarándose hacia el planeta azul Seraphis 4ª y su luna verdusca.

Orbita alrededor del gigante azul, y sigue su curso hasta Parsimoron, su satélite, que gira sobre si mismo, reflejando la luz estelar. Sara desarrolla vectores para el descenso sobre el punto del que viene la señal de La Sombra y comienza el descenso activando los aero-frenos, los retro-cohetes y los sistemas de control ínter-atmosféricos.
El casco se recalienta por la fricción, y la maniobra suave os lleva sobre la cara oscura, donde es de noche. Sara enciende las luces de posición y la Intrepid se tambalea al sustentarse sobe la densa atmósfera gaseosa. Atravesáis una capa de nubes oscuras y os dirigís hacia el este, sobrevolando montañas y campos, y densos bosques de altísimos árboles con forma de punta. Interminables cúmulos de colinas y enormes asentamientos cada pocos kilómetros, más allá, lagos y zonas de tierra inestable, profundos mares de barro habitados por reptiles diseñados genéticamente para habitar el satélite terraformado.
El cielo es gris plateado, aclarándose a cada momento, pues en ese momento está amaneciendo.

Y es, precisamente, desde uno de esos lagos desde donde procede la señal de La Sombra, una señal de localización. Al sobrevolarlo en círculos aún se puede ver el surco de fango apartado por el impacto, y el vórtice de tierra mojada del punto donde se hundió la nave espacial.
El lago está rodeado por un gigantesco vertedero de maquinaria vieja y oxidada, grúas móviles, camiones gigantescos y transportes con orugas que dejaron de ser útiles en algún momento.