Partida Rol por web

Los soldados llegan a vuestro extremo del pasillo y nada más verte armado se ocultan en la boca del pasillo. Te parece que preparan algo y cuchichean entre ellos.

Reynolds se quita del pecho el cartelito que pone "H.Reynolds" (y que estando solo siempre le pareció una estupidez) y se lo alcanza a Tomiko, diciendole :
-Muestra esto a los soldados del otro lado-
Hace esto sin abandonar la posición de vigilancia y, si alguien se le pone a tiro, dispara.

Sin decir nada, Tomiko se vuelve, coge la etiqueta de plástico flexible y la pone contra el cristal con la palma de la mano. Al otro lado de la puerta se asoma una enorme figura inpersonal, forrado de plomo y de aspecto amenazador.

-¡¡Surrrender or die!! -Grita un tipo con cresta que se asoma desde sus posiciones abajo, en el conducto de mantenimiento.

Reynolds ha estado atento esperando precisamente esto, apenas el "crestoso" se deja ver Hikaru le dispara.
"Tal vez acabemos aquí." piensa "Pero no saldremos baratos."
Luego dice al comunicador:
-Sara, dime donde estamos y a quienes tenemos delante, o a quienes posiblemente tengamos, segun mi situación actual.-

-Situación: -Dice Sara, tras unos segundos en los que busca información más detallada en los repositorios de información de la nave contrabandista, la Sombra. -Sala de intersección de proa, junto al puente de man... ¡Comunicación entrante!

La banda del capitán Daswalken se abre y suena su voz metalizada e innatural, distorsionada por el traductor, que modifica el mensaje tras pasar por los receptores de la Intrepid.

-¡Reynolds! Estamos al otro lado de la puerta, no os alejéis, quizás podamos... hacer algo

-Trataremos de aguantar.- es la respuesta a Daswalken. -Tomiko, mira si alguna cosa de allí nos puede ser útil, nunca se sabe.-le dice Reynolds a su "compañera" señalándole el cuarto de los trastos, tras la otra puerta, pero sin dejar de vigilar la trampilla.

Pulsas el gatillo de la microscópica pistola y una detonación, no muy potente, se deja escuchar haciendo eco por los corredores y entresijos angulosos del tren espacial. En lo que dura un pestañeo, el proyectil traza una perfecta linea recta y tras cercenar un penacho de pelo de la cresta, rebota, acompañado de un silvido vibrante, contra la pared de duro metal y acaba golpeando a alguno de los hombres que se ocultan en el conducto, que se queja lastimosamente.

La puerta se abre con un sonido metálico e inmediatamente después la enorme figura de hierro se abalanza al interior enarbolando un arma de proyectiles de enormes proporciones. Sin decir nada se tira en plancha junto a tí, deja caer lo que te parece una extraña acha (de las que usais en Anthea para cortar árboles) y apunta con su pistolon por la escotilla.

Te giras y ves la visión dantesca de una especie de jabalí enfundado en metal. Jamás habías visto nada igual; una cara curtida de rasgos muy marcados mira atento por la escotilla buscando un nuevo objetivo. Lleva ese enorme casco de aspecto extraño (ahora abierto en su parte delantera) y de su boca asoman dos colmillos hacia arriba, uno de ellos roto por la mitad.
Tiene la mirada inteligente, camina a dos patas, posee manos de cuatro dedos, la nariz aplastada, y las orejas grandes y colgando. Por no mencionar que su traje espacial, todo de metal, perece una armadura medieval y que hace uso de tecnologías avanzadas.

De reojo ves que por la puerta entran un hombre alto, y un pequeño robot, del tamaño de una niña de cinco años. Tomiko intenta abrirse paso hasta la otra habitación, pero en el marco de la puerta hay una mujer con un solo ojo, intentando mirar hacia vuestro lado.