Partida Rol por web

Bajo el aplastante sol de la tarde tomáis la calle principal y luego os desviais por un paso elevado que sigue las vias del metro hasta uno de los barrios centrales de Nueva Jamaica, un viejo estrato industrial donde los edificios ahn crecido ahsta alturas imposibles y donde se juntan unos a otros de forma claustrofóbica. Aquí siempre hay sombra y en los callejones más apartados apenas si llega la luz solar.

El hotel Ferguson más grande del sistema se encuentra aquí, es un compacto edificio de cuarenta plantas con una fachada inconfundible: ladrillo negro, toldos en todas las ventanas y una monumental entrada a la que se accede por unas escaleras y que está coronada por un cartel luminoso que dice: ↓↓↓ Ferguson Hotel ↓↓↓

El aparcacoches mira con desconfianza el viejo vólido, pero cuando Roy enseña la placa se lo lleva sin más contemplaciones. De nuevo, al enseñar la placa al guardia trajeado de la entrada y una vez más al tipo de recepción, llaman a un tercero, un árbe y éste os conduce hasta el despacho de Fergus.

El árabe, alto y con pinta de ser realmente fuerte, os lleva abajo en un ascensor. Al parecer los despachos de Fergus son subterráneos. Neones azules y violetas, paredes de chapa y muebles robustos. Así es su guarida.

Un hombre gordo y con cara de preocupación os recibe en su despacho. Todo allí es negro, de maderas brillantes. Se refujia tras una mesa maciza y fuma un grueso puro cuyo humo cubre toda la habitación.

-Puedes irte, Mohamed. -Dice Fergus agitando la mano, luego os señala los asientos que tiene ante su mesa. -¿Qué desean agentes?

Roy toma asiento sin prestar mucha atención al lugar. Ya conoce de memoria aquellos antros. Los matones, guardaespaldas y toda la escoria que rodea a tipos como ese. Para él ya siquiera son algo en lo que prestar atención. Es cosa de todos los días.

El asiento rechina mientras Roy se deja caer en el. No responde inmediatamente, no tiene que parecer desesperado, ademas de que volver impacientes a los “interrogados” siempre trae ventaja. Lentamente lleva la mano al bolsillo y de el quita el frasco de aspirinas, lo destapa, se lleva una a la boca y juguetea con el un rato en silencio. Se toma su tiempo hasta tragar la aspirina.

- Quisiera saber que es lo que sabe acerca de piratas y cerebros artificiales – dice finalmente, rompiendo el silencio y con un tono seco y tajante, clavando la vista en los ojos de Fergus.

 Desde luego, Roy no se anda por las ramas- pienso al ver como va directamente al grano del asunto. El lugar no es nada del otro mundo, aunque tampoco eso es muy relevante. Lo importante ahora es que este tio hable... algo que va a ser bastante complicado.

Fergus adopta una mueca de superioridad que podría ser facil de confundir con una sonrrisa si no fuese por la forma de mirar de sus ojos maliciosos y la manera que tiene de abrir y cerrar sus manos rechonchas. Luego responde como si ya se lo esperase: -El Inspector Anderson ¿Verdad? Lo que se acerca de los cerebros es lo que sabe todo el mundo. Hace unos días me llegaron rumores de la llegada de un gigantesco cargamento de esos cerebros sintéticos. Todo el mundo hablaba de ello y, ya sabe, de esta clase de cosas siempre se entera uno, tengo amigos, gente que viene a pedirme consejo. Pero yo siempre cumplo la ley religiosamente. ¿Sabe? Solo que al ser famoso las personas de poco intelecto tienden a incluirme en disparatadas teorías acerca de piratas espaciales y otras cuestiones criminales. ¡Nada mas lejos de la realidad, Inspector!
Verá, siempre me ha gustado mantener mi nombre limpio, así que le contaré lo último que he oido, pero no podré serle de más ayuda: Al parecer es un sencillo caso de intrusismo profesional. Hay una empresa de transporte que suele llevar pequeñas cargas de contrabando ilegal. Creo que, al no darles mucho dinero este negocio, en cuanto escucharon lo del cargamento de cerebros sintéticos decidieron pasar del contrabando y probar con la piratería. Pero algo les ha debido de salir mal, por que se ha montado mucho revuelo y están aquí los militares ¿no es así? Claro que con uno de esos cerdos* en su tripulación ¿cómo no les iba a salir mal el plan? Son unas criaturas perezosas y poco trabajadoras, y su intelecto apenas alcanza el de un pájaro bobo.

¿ Y cual es esa pequeña empresa de transporte si puede saberse?- pregunto- dado que usted "respeta" la ley, supongo que no tendrá inconveniente en facilitarnos esa información

-Oh. -Exclama Fergus girándose de pronto hacia Alexander. -Si, por supuesto, por supueso.

Acto seguido se agacha y de su escritorio saca una tarjeta de visita, una delgada plancha de wolkovomita gravada con láser, y os la ofrece. En la tarjeta hay un número de teléfono, una diracción y un logotipo. dice: Interstelar Lines

Roy se queda en silencio, jugueteando con un cigarro sin encender mientras escucha la declaración de Fergus.

Parece saber mucho acerca de una cuestión tan secreta, pero aquello no le hace levantar sospecha a Roy. Después de todo, Fergus tiene contacto, y prácticamente toda la basura del lugar ya esta enterado del robo. Esas cosas no pasan inadvertidas, menos en aquel ámbito.

De lo que dice, lo único que puede sacar en claro es su próximo objetivo. Ya sabe que buscar y en donde.

-Bien, señor Fergus – le dice mientras se pone de pie y toma la tarjeta de la empresa – gracias por su tiempo.

Acto seguido sale del lugar aun revisando la tarjeta – eh, muchacho – le dice a Alexander mientras camina, sin dejar de prestar atención a la tarjeta – tengo un trabajo para ti... iras a revisar el Camaleón mientras yo consigo algo de información aquí – da un golpe a la tarjeta con los dedos y la guarda en el bolsillo.

Genial...- pienso sin mucho entusiamo- mi primer trabajo serio y ya voy a saltarme la ley.  

Si no hay más remedio...- digo. La idea no me gustaba mucho, pero para avanzar en este caso había que "inspeccionar" el Chamaleon. Aunque pensaba que eso lo ibamos hacer más tarde que temprano.

Iré hacia allí ahora mismo. Antes de que lo lleven a la estación espacial.