Partida Rol por web

Durante el proceso de colonizacion, la "Maiden Voyage" se fragmento en varias secciones con forma de disco que aterrizaron en diferentes puntos del planeta lejos del que seria el nuevo Polo Norte con el Iceberg Negro* en su centro. Cada una de las secciones era como una ciudad independiente con tierras de cultivo y centrales hidroponicas para producir comida asi como ganado y maquinaria pesada.

El capitan Cheng-Ho, ahora ascendido a presidente colonial, superviso el despliegue de las nuevas ciudades. Los colonos desfilaron ante su recien desplegada mansion presidencial: eran una multitud de piel aceitunada y ojos rasgados (raramente lechosos) y ocasionales manos palmeadas, mandibulas prominentes, labios leporinos, orejas puestas de cualquier manera, dedos adicionales, jorobas, obesidad morbida, albinos de ojos rojos, andares renqueantes o dentaduras poco dignas de ver. Eran los hijos de la Humanidad, los protegidos de JERU-4000. Los que quedaban, al menos. 

Pero Cheng-Ho sabia que su poder no era absoluto. Aunque pudiera gobernar sobre la recien fundada colonia, seguia respondiendo ante sus nuevos señores: aplicando el antiguo Edicto de Conquista (normalmente referido a las tropas clonicas pero, por un vacio legal en su redaccion, tambien se podia aplicar a los caballeros espaciales), los Totemkompf eran ahora los nuevos dueños del planeta, algo nunca visto antes. El Iceberg Negro empezo a expandirse gracias a sus procesos automatizados (y la ocasional ayuda de algun trabajador "voluntario") y se instituyo como el centro administrativo del planeta. 

El extremadamente tatuado Maestro de Ordenanza Nakser era un oficial impertérrito ante cualquier suceso, muy aficionado al orden y que encontraba genuino placer en el repaso de tablas logísticas, computacionales y de organización de personal. Si bien su desempeño como capitán de La Recompensa había sido ejemplar, en el sentido haber dado todas las respuestas correctas según libro de la Orden Totemkömpf, su actitud desapasionada había chocado en demasiadas ocasiones con la efusividad de la capellanía de la Segunda Compañía; por ello cuando se barajaron nombres para formar una nueva compañía, tanto partidarios como detractores respaldaron su nombramiento, aunque fuera por razones diferentes.

De los restos útiles de la "Maiden Voyage" que habrían servido de vital redundancia para la colonia en caso de fallos en los sistemas o piezas de recambio el atamán Vakaipa ordenó su apropiación, desoyendo los ruegos formales e incluso las miradas rencorosas del Presidente Cheng-Ho. Estos preciosos materiales de manufactura de El Dominio sirvieron para devolverle los sensores a La Recompensa.

A los Volshebniki les estaba resultando difícil ocultar su excitación por la evolución del Iceberg Negro. La fortaleza estaba creciendo de modos inesperados y los nanitos evolucionaban al contacto unos de otros, combinándose y recombinándose de modo fascinante para los caballeros-magos. Es cierto que en ocasiones crecía una sala demasiado peligrosa como para no dejarla contenida y era necesario eliminarla o contenerla en burbuja de estasis, pero los nanoarcanistas aseguraban a aquellos que preguntaban que lo tenían todo bajo control. 

Al mismo tiempo, la Cuarta tenía claro que tarde o temprano tendrían que ponerse en marcha de nuevo, por lo que comenzaron a realizar sus preparativos. La Baba Yaga tenía que volver a generar una nueva fortaleza terraformadora, y se envió una carga de nanitos desde el Iceberg Negro para dar comienzo a la creación del ingenio en el espacio, donde los nanitos podían trabajar a mayor velocidad lejos del pozo gravitatorio del planeta.

Cuando Zalana-1 fue conquistada, Schotlz no dudó un segundo en ordenar un análisis de todos los posibles minerales extraídos de ese planeta para poder intentar sintetizar yulita. El Atamán Vakaipa había ordenado que la Orden se asentara en ese sistema y si conseguían sintetizar el combustible tan necesitado para las naves de la Primera y otras Compañías, se podría decir que era un hogar.

Los primeros análisis fueron prometedores pues las composiciones químicas y de los materiales apuntaban a una composición estable. Los tripulantes especialistas en química y alquimia hicieron seis pruebas sin éxito. En la primera el combustible no tenía la densidad apropiada, en la segunda y tercera no era nada volátil, en la cuarta se convirtió en un ácido que arrasó con parte del laboratorio, en la quinta produjo un gas que dejó catatónicos a doce de los científicos y la sexta provocó una explosión que hizo tener toda esa zona en cuarentena.

Scholtz reunió a todos sus especialistas para que le aseguraran si había posibilidad con un séptimo intento.

-Caballero-Capitán -dijo uno de los alquimistas dando un paso adelante y haciendo que el silencio llegara a todos lados. Era un clon más, como todos los que estaban allí, pero siempre había algo que les diferenciaba y en este caso era el estado nervioso en el que se encontraba- tal vez habría una posibilidad...

-Te escucho -contestó.

Se rascó con nerviosismo la nuca mientras miraba al suelo.

-Hemos seguido todos los pasos de los códices de Alquimia y todas sus posibilidades y el material que se obtiene aquí es bueno.

-Entonces, ¿por qué no funciona?.

-Podría funcionar, pero... habría que dejar de lado los códices.

El gritería que hubo en el Puente de la Ventisca fue atronador. Al estar en órbita solo estaban el Caballero-Capitán, la Contramaestre y los alquimistas.

-Silencio -ordenó Scholtz antes de mirar a su interlocutor- te escucho.

-Hay métodos antiguos y poco regulares que nos podrían sintetizar la yulita. No se basan en solo ciencia, también en tradiciones...

-Supersticiones -dijo otro.

-Lo que sea -contestó el primero con énfasis- el caso es que se puede hacer. Todos lo sabemos, todos lo hemos visto. El siete es un número de poder, si siete de nosotros hacemos siete síntesis con variaciones mínimas a la vez durante siete horas, la yulita será estable y lo suficientemente volátil. Y una vez tengamos la primera dosis podemos usarla para sintentizarla de nuevo como base y, a las malas, repetir el proceso.

El silencio se posó de nuevo en la sala.

-¿Y el precio?. Esas cosas se dejaron de lado por algo.

El alquimista se encogió de hombros.

-No hay suficientes estudios como para averiguarlo.

Scholtz lo pensó durante un momento, pero obtener yulita era algo más que necesario para la Orden y no podía ser que la labor que le habían encargado fuera un fracaso.

El nuevo proceso se realizó, pero solo uno de los alquimistas sobrevivió. Tuvieron que realizar ritos, cánticos y un poco de sangre de ellos mismos para hacer las siete versiones y, entre las siete consiguieron destilar yulita estable, pero en el momento en que se unían, uno tras otro fueron cayendo los alquimistas hasta que solo quedó uno, que estaba agotado, consumido y se le notaba mentalmente inestable.

Cuando Scholtz tuvo la yulita en su mano sintió que un poder frío irradiaba de ella, como debía de ser. Estaban solos él y la contramaestre en el puente de la Ventisca.

-Borren todos los archivos, solo quiero copias en un códice que estará bajo mi protección. Si preguntan por los alquimistas se les ha enviado a distintos puntos para enseñar como destilar nueva yulita -el movimiento de ese combustible dentro del pequeño contenedor transparente que le habían dado era hipnótico para Scholtz- y ni una palabra de lo ocurrido al Atamán. No quiero pensar lo que podrían hacer sus Zelotes si se enteraran de lo ocurrido.

-Si, Caballero-Capitán -contestó la Contramaestre mientras que llevaba el contenedor a los alquimistas restantes para que destilaran más de ese combustible.