Cuando las luces rojas desaparecieron empezaste a notar algunas luces verdes fantasmagóricas. Cuando tus ojos se acostumbraron a la falta de luz notas que estás en una ciudad en ruinas. Puedes notar que hay algunos faroles que te guían hacia adentro de la ciudad. A medida que caminas empiezas a ver estatuas de seres humanos e incluso un abandonado y perdido trono abandonado.
Pasando la sala del trono puedes ver una tumba solitaria, la misma tiene una pequeña inscripción en una placa de Mithril en la que dice lo siguiente.
Aquí yace el rey Terenas Menethil II, último rey verdadero de Lordaeron.
Grandes fueron sus hazañas, largo su reinado, inconcebible su muerte.
"Que el padre no sea inculpado por los actos de su hijo.
Que la corona manchada de sangre permanezca en el olvido."
Sigues caminando y te encuentras cara a cara con una enorme abominación, los cuatro brazos del monstruo tienen diferentes tipos de armas y objetos punzantes.
¿Que quiere el elfito?
El monstruo te mira con sus ojos bizcos (o por lo menos te da la impresión que lo hace, ya que no tienes forma de saber si controla sus ojos). Luego se empieza a ajustar los puntos que unen sus partes del cuerpo mientras espera tu respuesta.
A Ikegar le hace gracia como se "re-cose" para no desmontarse como un peluche roto. La verdad es que el bicho es ciertamente asqueroso, pero el gesto de "recomponerse" le hace tener una pinta cómica que casi le saca una sonrisa al paladín.
- Hola guardián. Le dijo como saludo. Intentaba ser amable, y lo conseguía gracias a una mezcla de repugnancia que sentía por el bicho y le ayudaba a contener la risa por ver como se "desmontaba". - Soy El Paladín Ikegar, emisario de Lor'thermar Theron y vengo en búsqueda de la Reina Sylvanas, para entregar una propuesta e informe.
El guardia te mira con cara extraña mientras se acomoda los pedazos de carne que se le van cayendo de a poco.
¿Paladín? ¿Elfito? ¿Elfito quiere juegar?
La abominación te mira divertida como si fuera un niño pequeño, se ve que al juntar partes de cuerpos diferentes el cerebro de estas criaturas no es lo que era cuando estaban vivas. De todas formas, al ver que es lo que quieres el ser se pone triste y te deja pasar hasta el ascensor y te empieza a guiar por la ciudad.
Si una vez Lordaeron fue una hermosa ciudad humana, con grandes palacios que competían con los de Lunargenta. Hoy en día no era más que una sombra de la belleza que una vez tuvo. Mientras caminas te sientes como moviendote por una de las fortalezas de la Plaga y un pequeño cosquilleo se mueve por tu espalda, tienes que decirte varias veces que ellos no muertos no son tus enemigos, el problema es que a simple vista no hay mucha forma de identificar a un Renegado de un no-muerto al servicio de la plaga.
Mientras caminas por la ciudad y sus canales empiezas a ver que no solo hay Renegados, sino que otras razas de la Horda caminan por allí, puedes notar que los trols y los tauren se sienten un poco incómodos con la presencia de tantos renegados juntos, pero de todas formas funcionan como una sola facción y se mueven con bastante naturalidad.
Tras unos minutos de caminata empiezas a tomar por un angosto pasillo totalmente flanqueado por guardias, esta vez no son estúpidas abominaciones sino ejecutores de alto rango. Son los guerreros de más rango en las filas de los Renegados y no son alguien con quien quieras tener una discusión o una pelea.
Tras una caminata más larga de lo que te gustaría llegas a una sala redonda y puedes ver a una elfa parada en el centro.
Lady Sylvanas te mira desde arriba y no se digna en moverse ni un centimetro desde donde estaba.
Al parecer Lor'thermar decidió aceptar nuestra ayuda, nosotros no olvidamos ni perdonamos y me alegra saber que mis compatriotas tampoco lo hacen.
Luego se queda en silencio y te mira a los ojos.
Ahora habla ¿que te trae a mis tierras?
Estaba sorprendido. La vigilancia era mucha, y pensaba que era una ciudad decadente, en ruinas y en si, destruida. Realmente seguía siendo una ciudad, con todo el derecho de llamarse así, con población y visitantes. De todas maneras era reacio a tocar nada y sólo permitía que las suelas de sus botas tocasen nada de allí.
Mi señora. Dijo mientras clavaba una rodilla en tierra, como muestra a la autoridad de Lady Sylvanas ostenta. - Soy El Paladín Ikegar, emisario de Lor'thermar Theron y vengo en búsqueda de su persona, para entregar una propuesta e informe. Uno de sus "Señores" nos ayudó, y combatió hombro con hombro, a mi lado, para rechazar un intento de invasión por parte de los Elfos de la Noche. Esto ha hecho que mi señor me enviase para comunicarle que aceptamos nuestra alianza, entrando así en "La Horda", y me pondo a su servicio mi Lady.
Le daba pena el pobre guardián. - Le hace falta un gatito.
Lady Sylvanas quedó en silencio escuchandote. Inlcuso su semblante se mantuvo frío como el hielo mientras leía tu informe. Cuando terminó no pudo evitar lanzar una breve sonrisa.
Los elfos de Quel'thalas supieron ser mi pueblo y la Horda es mi nuevo pueblo.
Se gira y se acerca a un pequeño escritorio que no habías visto, saca un matasellos y lo imprime al lado del matasellos de Lor'thermar, luego vuelve y te entrega la carta nuevamente.
Sería un placer tener a los Elfos de Sangre en la Horda, pero no depende de mi decidir sobre esta cuestión. Deberás viajar a Orgrimmar y hablar con el jefe de guerra. Solo Thrall puede aceptar nuevos miembros a nuestra Horda. Aunque con mi recomendación les será más fácil ser aceptados.
Mira a sus magos y al igual que Lor'thermar les ordena.
Creen un portal a Orgrimmar, si los elfos quieren una reunión con el Jefe de Guerra la tendrán.
Una vez que está listo el portal los magos te hacen un gesto de ya puedes utilizarlo.
Es tan raro ver a Thrall de jefe de guerra y a Sylvanas con un puesto tan inferior xD.
- Gracias mi señora. Contesta poniéndose en pie, mientras recobra el documento, teniendo en mente una nueva fase en su misión. - Le defensa de Quel Talas depende de su acción y los Elfos de Sangre estarán eternamente agradecidos.
En cuanto le dieron la señal traspasó el portal, sabiendo que se encontraba en un lugar que le sería más hostil que amigable. Mientras, por su mente, pensaba en conseguirle una mascota al guardián de la entrada, que parecía tan aburrido e infantil.
Pero este "inferior" espera ser plenamente reconocido. Aunque no tenga pretensiones de ocupar cargo o puesto especial alguno.
;)