Mraugr había perdido la noción del a situación. Todos habían desaparecido para él. Escuchaba embelesado a los representantes del Amanecer Plateado y mantenía un sepulcral silencio. No protestas racistas, ni comentarios de bando o incluso insultos dirigidos a él le hacían o harían en este momento perder la concentración. Incluso perdonaría ser golpeado si fuera el caso. Se limitaría a seguir escuchando, aprendiendo, asimilando y buscando el conocimiento como había hecho siempre. - Conocimiento y cultura para ponerla al servicio del la Comunidad.
Ansioso por dentro, pero impasible por fuera, esperaba con impaciencia aquello que precisasen de ellos. Del él, mejor dicho, ya que del resto ... ahora mismo ... ni se acordaba; fueran amigos o no. Dentro de esa incertidumbre corrían preguntas por su alma ¿Qué hacer, donde, cuando, con que recursos ... y sobre todo para qué?
Observaba como sus compañeros miraban embelesados la iglesia humana, "si, es cierto que emana paz de ella, pero como construcción deja mucho que desear, bueno, como construcción humana quizás no tanto..."
iba pensando estas cosas, cuando vio al Orco entre el otro grupo que estaba siendo escoltado, años de odio y la imagen de su padre luchando y muriendo ante la horda llenaron su mente, pudo ver como el orco mostraba sus colmillos, preparándose para el ataque, ya estaba llevando su mano a su martillo y colocando su cuerpo para recibir la carga del orco, cuando escucho al caballero del alba argenta nos exhorta a cumplir la tregua, "Di mi juramento de honor, no seré conocido como un perjuro, aplastar orcos tendrá que esperar", no sin esfuerzo, alejo mi mano del martillo de batalla y me adentro con el resto en la iglesia.
Escucho atentamente a la archimaga, entiendo que el mal que nos acecha es mayor que el de la horda, es la ameza a todo lo vivo, observo como muchos están embelesados por sus palabras, ¿que clase de hechicería es esta?, en cierta forma, me tranquilizo cuando veo al Orco lanzar de vez en cuando, miradas de sospecha a su alrededor, si, eso es más normal, seremos Aliados en esta lucha, pero nunca hermanos de armas, ese sentimiento me da una sensación de tranquilidad, es algo conocido, no esta sensación de hermandad mágica que siento en el resto, sus miradas casi extasiadas en algunos dan repelús...
El orco sin embargo, es algo conocido, ya luchamos junto a la Horda contra la legión, su honor también los ata a esta empresa, y ver que él tampoco sucumbe a esta falsa sensación de paz, me tranquiliza. Le miro y mis ojos lo dicen todo, esto es sólo un descanso temporal Orco, una pequeña tregua en nuestra batalla, cumpliremos nuestros juramentos, pero una vez solucionado lo del Kel'thuzad, volveremos a nuestra danza, martillo contra hacha...
Así que saco mi martillo y lo pongo ante mi mientras hablo con la Humana.
Tengo una deuda de gratitud con vuestra orden Archimaga, juro por mi honor que os ayudaré en vuestra misión y respetaré la paz de vuestra orden, tan solo decidme donde luchar.
El Alba Argenta y la Cruzada Escarlata. Cara y cruz de una misma moneda. La moneda del fanatismo. Al menos los Argenta no se preocupaban de los temas raciales. Pero mantenían una lucha desesperada y sin éxito en estas tierras olvidadas por los dioses. En este lugar, el bien había sido derrotado hacía mucho tiempo. Aunque quedaran algunos vestigios, sería imposible recuperar estas tierras aunque mañana mismo todas las criaturas malignas hubieran muerto. La podredumbre se había enraizado demasiado.
Tales eran los pensamientos oscuros de Crom mientras era conducido a la Capilla. Una vez tuvo a la vista la iglesia sagrada, su corazón volvió a inflamarse de fe. No, el derrotismo no llevaba a ninguna parte. Ahí se estaba haciendo algo bueno. El mero hecho de lograr unir a todas las razas de Azeroth era ya de por sí un logro.
A pesar de eso, no pudo reprimir un estremecimiento de furia al ver al orco entre el grupo de la Horda. Años de luchas se imponían al buen juicio. Allí eran todos aliados. Debía recordar eso.
En la iglesia, se sentó junto a Thorin que tampoco dejaba de mirar a nuestro verdoso camarada.
La maga le hace una reverencia a Crain y dice.
Muy amable y muy interesante pregunta señor, en la Ciudadela Violeta no tenemos mucho trato con los tauren pero creo que este comentario dejó muy bien parada a su raza en esta reunión, de todas formas no corresponde a mi responder esa pregunta.
La maga mira a un sacerdote de piel negra y armadura colorida.
Padre Montoi son todos tuyos.
El sacerdote caminó al medio de la sala y los mira.
Respondiendo a la pregunta del tauren les voy a explicar el plan.
Señala por la ventana en dirección a la necrópolis. Luego vuelve y dice.
Como pueden ver la necrópolis está flotando sobre la antigua ciudad de Stratholme, nuestro plan es simple, realizar un asalto aereo e infiltrar un grupo de cruzados dentro de la ciudadela, si pueden llegar hacia Kel'Thuzad podrían destruir el centro de poder de la ciudadela y hacerla caer, eso seguramente mataría a la mayor parte de los no-muertos.
Luego de decir esto señala a un joven paladín que se encuentra sentado entre ustedes.
El joven Darion Morgraine como muchos de los nuestros perdió un familiar en la batalla contra la plaga, el único problema es que su padre Alexandros Morgraine no solo murió luchando por los vivos sino que revivió y ahora está controlando uno de los cuatro cuartos de la fortaleza.
Señala al joven.
Como el único miembro de alto nivel del Alba Argenta en entrar con ustedes a la fortaleza el estará al mando, de todas formas deberían elegir un líder suplente en caso que Darion no pueda salir. El futuro de Azeroth depende de esta misión.
Mira al resto de los cruzados y dice.
Mientras ellos asaltan la ciudadela, el resto atacaremos Stratholme para desviar la atención de la parte gruesa de las tropas.
Les hace una reverencia.
Si nadie tiene dudas los dejo discutir sobre quienes elijen como sus lideres.
Gente cuidado con los destinatarios, el Elfo de Sangre y Nerghan no están entre ustedes xD
La sombra de lo solía ser está claramente afectado. ¿Y yo que era, un experimento fallido o una pifia de la plaga? Lo bueno es que su capucha cubría su decrépito rostro y aún así pocos entenderían su mueca. Ya de por sí le parecía extraño eso que estaban por hacer, pero no dudaría en ningún momento. Ya de por si estaba ensimismado de la situación y de los presentes, del aura que irradiaba esta capilla y sobre todo de que ... habiendo intentando tantas cosas asesinarlo, ahora le pidieran ayuda. Todo un cambio.
Siempre se apela al egoísmo, pero en situaciones de verdad, había que ser consecuente. - Puede que la sabiduría pudiera ser un buen consejero, y si se le escucha, siempre se puede apelar a su guía, pero en este momento, ya que el líder designado es un paladín, el que sea su segundo, tendría que ser otro como tal, que pueda mantener el mismo estilo de guía y funciones. Así la misión no se vería afectada, ya que ambos, líder y co-líder se guían por los mismos impulsos y motivaciones. Había sondado tenue. No deseaba resaltar, pero con su extraña voz, atenuada por la capucha, se le podía oir sin problemas incluso fuera.
Fue el primero en hablar, ya que su concentración era tan alta que se sientía como flotando en una masa gelatinosa. Mareado, alegre y deseando que se termine pronto el movimiento para pasar a la siguiente fase.
Escuche hablar al gran hombre. Sus palabras resonaban por el lugar de manera potente, su discurso fue conciso y esclarecedor. Por lo visto nos veríamos forzados a entrar en el mismo centro de la corrupción, mientras otros trataban de hacer que el enemigo se centrara en Strholme. La misión me sonaba algo alocada, dado que habría dos grupos que tenían jurada una guerra eterna. El tipo declaro que se eligieran líderes "Difícil decisión, apenas conozco a nadie aquí, por lo que no tengo como saber quién o no es el idóneo. Además si nos equivocamos, podríamos encontrarnos en una trifulca mientras afrontamos tan complicada tarea. Madre ayúdanos a decidir bien" Acabe rogando para hacer una elección sabia.
Puedo decir quien no es bueno para el puesto y ese soy yo. Tras ello me senté cruzando las piernas, posando mi bastón sobre ellas. Sombra mi lobo se echó a mi lado. Necesito meditar esa decisión, por un momento. Comento para mí mismo pero en voz alta. Tras ello cerré los ojos y pose mis manos sobre las rodillas y me concentre.
Escucho el plan en silencio sin moverme un ápice, evaluando las posibilidades de cada grupo y dónde podría hacer más falta mi hacha. Mraugr habla de nombrar a un líder suplente similar al que nos han asignado, y Crain se pone a meditar sobre la mejor decisión posible, pero yo me limito a fruncir aún más el ceño y mirar para otro lado. Odio estar a las órdenes de un humano, por muy neutral que sea en el conflicto entre ambos bandos, pero es necesario para acabar con aquella amenaza.
-Nombrad a quien creáis más conveniente. Yo sé lo que tengo que hacer.
Las palabras del sacerdote son esclarecedoras acerca de lo que se requiere para llevar a cabo la operación que sacará a la ciudadela del cielo. Suena a un buen plan excepto por la parte de derrotar a Kel'Thuzad.
"¿Seremos capaces de acabar con el legendario Lich?"
Miro aquella terrorífica estructura flotante y mis entrañas se retuercen con lo antinatural del escenario. Es una afrenta al equilibrio y a todo lo sagrado de la creación. Debemos destruirlo, no importa el costo de lograrlo.
Escucho acerca del hombre que irá como nuestro líder y es un paladín de importancia en el Alba Argenta, aunque me complica un poco el hecho de que su padre es ahora un no-muerto en la ciudadela. Si debemos enfrentarle, no sé como reaccionará el joven Darion.
Luego hablan de un líder suplente. Escucho las palabras de los miembros de la Horda con atención: El no-muerto habla con sabiduría. El Tauren habla con sinceridad. Solo el Orco habla con una actitud muy mala para un grupo como el nuestro, cuya unidad es más frágil de lo que debería para la situación que estamos por afrontar.
Hablo también para respaldar al no-muerto:
- "Un paladín sería lo ideal pues no solo son sabios líderes y valerosos guerreros, sino que tienen altos valores morales que podrían mantener el enfoque ante complicaciones que minen nuestra cohesión. Propongo al paladín que nos acompaña, Crom Hammerstorm, como líder suplente."
Sé que quizás a los miembros de la horda no les guste seguir a un humano, mucho menos a uno que no pertenece al Alba Argenta, pero es la mejor opción en este momento. Sin mencionar a mis compañeros de la Alianza, el Tauren ya lo rechazó, el Orco no parece estar interesado en trabajar en grupo y no confío en los no-muertos cuando iré a matar a sus congéneres. Sé de los temas políticos, Silvanas y todo eso, pero son una afrenta a la naturaleza y no puedo dejar de pensar que en el fondo, todos son iguales.
Miro por la ventana hacia la destruida ciudad de Stratholme, y hacia la ominosa estructura que flota sobre ella, sin duda será una gesta que será recordada en los salones de Ironforge...
Miro hacia el grupo que está discutiendo, extraños compañeros de viaje, sin embargo...
"La cadena de mando es necesaria, si algo le pasara al comandante en batalla, la más mínima duda sería fatal".
"No podemos permitirnos el lujo de las dudas y peleas internas en batalla, estoy de acuerdo con la propuesta de Crom como segundo al mando, estoy con el Tauren, yo no sirvo, seguiré mis juramentos, pero no me pidáis que cambie mi corazón"
Dicho esto miro por la ventana y rezo a mis ancestros por estar haciendo lo correcto...¿es lo acertado luchar junto a la Horda en aras del bien mayor?...
Crom escucha impávido los pormenores de la misión y lo que se pretende de ellos. Parecía una misión sin retorno pero si los poderes de la Luz disponían que fuera así, Crom afrontaría su destino con alegría y llevándose por delante a todos los enemigos que pudiera. Sorprendentemente, el No Muerto le propone como líder, hablando con acierto. El elfo le secunda mientras que el enano, el tauren y el orco se abstienen.
-Si así lo disponéis, acepto el cargo con agrado. Si algo le ocurriera a nuestro comandante, trataré de llevar la misión a buen puerto sin arriesgar ninguna vida innecesariamente. Ya sea de la Alianza o de la Horda. Ahora todos estamos en el mismo barco y daré sin dudar hasta la última gota de mi sangre por vosotros.
El trol había mantenido silencio durante todo el rato. La presencia de la Alianza en ese lugar no le era extraña; pero que pareciera que tuvieran que trabajar juntos era algo que no le gustaba nada, nada de nada.
Al menos no había elfos por la zona, elfos de verdad, no esas cosas de piel violácea o verdosa con orejas más largas.
-¿Po'que iba a haceh fa'ta un lideh shutituto? -preguntó con velocidad- poh mucho que que'amoh no vamoh a t'abaja en equipo, esho eh obvio. Yo p'opongo una co'a mah facil. Que du'ante la mishioh no noh enf'entemoh uno a ot'o, el azote noh hizo polvo a to'oh, venguemoh a nue'troh caidoh.
Joder, no me había llegado ni una notificación, por que me he pasado a ver si seguía en marcha!!!!!!
El padre sonríe ante los comentarios y se sorprende por la frase del renegado, le hace una reverencia y mira a Crom.
Entonces que la luz esté con ustedes y les de fuerza...
Ante el comentario de Vuzazhan el sacerdote se sobresalta y se queda mirando al trol un par de segundos, pueden ver que está haciendo un esfuerzo para entender todo el comentario del trol y ahí dice.
Disculpeme señor trol, pero se nota que usted no luchó nunca contra la plaga. No es mi intención defenderlo pero imaginese esta situación.
Mueve las manos y un ejercito de luz aparece sobre la mesa, mientras las figuras de luz van muriendo, los que una vez estuvieron vivo se empiezan a levantar como no muertos.
Cuando uno lucha contra la plaga, sus aliados caen como en cualquier guerra pero una vez muertos, tus aliados y tus amigos se unen a las filas del enemigo y quieren matarte. En una situación así es necesario tener una voz única y clara que organice los ataques, sino el caos y el miedo pueden invadir a cualquier ejercito por más curtido y preparado que sea.
Las imagenes de luz desaparecen y el sacerdote señala a Darion.
Miren a su padre, un gran paladín dueño de una de las armas más poderosas conocidas por los vivos y ahora un caballero de la muerte. Incluso Arthas fue un gran paladín en su época y por más que luchó contra la plaga terminó sucumbiendo ante ella.
Mira a los ojos al trol con seguridad.
No podemos permitirnos dudar ni tener opiniones diferentes sobre que hacer, si dudamos nos unimos a las tropas de la muerte.
El sacerdote los mira a todos y envía un hechizo de luz que bendice a todos los presentes.
Ahora si nadie tiene más dudas Darion los esperará afuera con el grupo de asalto.
La burda imagen de un vivo se yergue en todo su ser. Es como si estirase unos músculos que ya son simples lambras o sombras de aquello que fueron. Como un gato, sigiloso, sale al exterior, pero en el quicio del acceso pregunta: - ¿Vamos a vestir o portar algo que nos diferencie realmente en la batalla? Temía por su integridad. Precisamente yo puedo ser ... confundido...miró con desconfianza tanto al orco como a algunos integrantes de la alianza, que mostraban en su rostro su desconfianza hacia él ... con lo que no soy. Sus primeros días como retornado fueron muy crudos, y como tal, no fue confundido por otros, más que en un par de ocasiones, con otros "plagados", pero incluso él tenía dudas de lo que realmente era. Por suerte su capacidad de hablar le había sacado de esos "mal entendidos" pero el fragor de la batalla ... no siempre permite el diálogo.
Mi meditación justo acabo cuando el gran sacerdote declaro que ya estaba todo decidido. Me erguí de nuevo, viendo todo desde la altura que me daba mi tamaño, pero mi mirada era la de un tipo humilde. Apoyado en mi bastón acaricie a Sombra.
Tranquilo hermano, intuyo que nos esperan momentos realmente peligrosos. Susurre al lobo.
Por lo visto partiríamos juntos a la batalla, el humano sería el segundo y por sus palabras se mostraba digno de ello, aunque claro las rencillas entre todos eran evidentes “Demasiados años de sangre entre las manos de todas las razas ¿Qué importa ya quien fuera el culpable de todo? Ahora todos éramos tan culpables como el resto. Pero tenía mis reticencias hacia el elfo de la noche, eran seres en los que desconfiar, que usaban de manera burda a nuestra madre.”
Creo que deberíamos conocer nuestros puntos fuertes, para saber qué lugar podremos ocupar en el grupo. En mi caso soy un curandero, un sanador. Crain Pezuñasangre, Druida. Expongo junto a una pequeña inclinación de mi cabeza educadamente.
Luego mire al No-Muerto. Tranquilo hermano, no confundiria a un compañero, pero tienes razon. Deberiamos portar un blason que nos uniera en la batalla, dado que ahora somos compañeros de armas "Eso nos ayudara a estar unidos, o al menos no matarnos entre todos"
Cuando el renegado hizo el comentario un joven rubio le extendió un tabardo negro con el logo del Alba Argenta.
Creo que el resto no tendremos problemas, pero los Renegados si van a ser un reto a la hora de identificarlos de nuestros enemigos, de todas formas todos deberían tener un tabardo.
Empezó a caminar hacia la parte de atrás de la capilla donde un miniejercito de grifos y wyrvens los esperaban, sobre ellos ya había varios guerreros tanto de razas de la alianza como de la horda.
Señores ponganse todos su tabardo y preparense para asaltar Naxxramas. Estas monturas están a su disposición ¿un último pedido antes de salir?
Seguí al individuo hacia el exterior viendo donde nos llevaba. No pude por más que admirar las bestias allí presentes, seres impresionantes con la fuerza para transportar a alguien como yo en su lomo por el cielo “Impresionante” Acepte el tabardo con una ligera inclinación de cabeza, me lo coloque aunque no es que fuera muy de mi agrado llevar esas ropas. Prefería la libertad de mis ropajes.
Si fuera posible agradecería algunas pócimas para usar mis poderes, que me ayuden a recuperar mis energías. O a ultimas algunos utensilios para realizar curas. Me temo que por muy fuerte que seamos necesitaremos alguna cura. Expongo al hombre.
Tomo el tabardo y me lo pongo por encima de la armadura, mientras escucho las palabras de Darion, espero a que termine el Tauren y le comento
Yo necesitaría algunas balas y pólvora negra para mi rifle, quizás sea necesario atacar desde la distancia en algún momento.
En ese momento veo los grifos, el sueño de muchos niños Enanos, ser un jinete de las tormentas, maravillosas criaturas.
Las preguntas dan paso a las palabras del paladín humano, Mograine y este se encarga de repartir tabardos para que nos distingamos como miembros del Alba Argenta aunque no lo seamos realmente. Por lo menos nos ayudará a diferenciar claramente a nuestros compañeros.
Escucho las peticiones de nuestros compañeros y agrego las mías, similares a las del Tauren:
- "Yo estaría interesado en llevar algún elemento con el que sanar a mis compañeros, si fuese posible."
Mi labor en el grupo es la de sanar y apoyar a los guerreros, por lo que agradecería algún artilugio con el que realizar de mejor manera esta labor.
Veo los grifos y pienso inmediatamente en las Arqueras Kaldorei montadas en Hipogrifos. Será sin duda una emocionante experiencia, aunque al mirar Naxxramas, no puedo evitar pensar que muy probablemente también sea la última.
Tras repartir algunas vendas de primeros auxilios y una poción de salud a cada uno, el grupo se montó en los dracohalcones y en los grifos y partió hacia la fortaleza flotante de Naxxramas.
Sobre la antigua ciudad de Stratholme, la necrópolis flotaba regando de pestilencia las casas de abajo. Salvo un grupo de gargolas, la ciudadela estaba totalmente descuibierta puesto que las fuerzas de la plaga ya estaban luchando contra el Alba Argenta en la ciudad bajo sus pies.
Antes que pudieran hacer nada, un grupo de enanos pico de tormenta se adelantaron y limpiaron a las gargolas con sus martillos dejandoles el pase libre al interior de la ciudad de los muertos...
Seguimos en la proxima escena.