Le escuché cuando habló de cazadores pero no entendí nada, desde luego sí que podrían haberme matado. Ya sabía que no tendría esa suerte.
-Total nadie me cree nada de lo que diga…- contesté a mi falta de suerte y le miré hablar por su teléfono con quien fuera, desde luego el mejicano o lo que sea que hablara se me escapaba.
-¿Convertirse en qué?- pregunté porque ya me estaban todos volviendo loca, hablaban de cosas que no entendía, hasta mi abogado parecía estar como una cabra. –Ya, ya, les diré que es culpa mía porque es lo que creen…- negué y pensé de nuevo cuánto echaba de menos Los Angeles y cuánto tenía que recriminarle eso a mis padres en cuanto volvieran.
-Esos no quieren nada conmigo, creo…- dije sobre aquellos tres, si me habían visto aquí era de casualidad y desde luego no estaban contentos con mi presencia. –Pero me tienes que explicar que coño está pasando, porque entre que los adultos aquí me tratan de idiota y mentirosa, comienzo a cansarme un poco…
- Se que no vas a creerme... - Comenzó a hablar, mirándote a los ojos fijamente. - Hay cosas... hay seres en este mundo que están ahí... conviven con nosotros, entre nosotros... y no somos capaces de verlos. Puede ser un amigo, un familiar, un vecino... puede ser cualquiera quien esconde a otro tipo de criatura dentro de sí. Y no, no me refiero a un... loco o un psicópata.
» Ya viste el mordisco en el cuerpo de mi hermano y viste a esos hombres venir a por él. Son cazadores de... lobizones. - Te susurró y guardó silencio esperando algún tipo de reacción frente a aquella palabra. - No sabes lo que es un lobizón... aquí los conocéis como hombres-lobo.
Y ahora sí, Carlos guardó silencio y esperó tu reacción ante sus palabras. Su rostro reflejaba preocupación ante sus propias palabras y se acercó a su hermano. - Temen que se convierta en uno de ellos. Los cazadores les dan muerte. Por eso debo sacarle de aquí.
Regresaste y cogiste el móvil de Martha. Al pulsar, viste que estaba desbloqueado. Seguramente Brad lo dejó así para que pudieses ver los mensajes por si llegaba alguno de Diana o quizás Martha era así de confiada. A fin de cuentas, le había dado las llaves de su coche a una desconocida. Viste que eran mensajes de su hija.
Hola mamá. ¿Cómo estás? Espero que no muy preocupada.
Estamos bien. Me fui con Jay lejos de Hill Valley. Necesitábamos respirar después de lo del tiroteo y todo eso.
No me di cuenta y me quedé sin batería en el móvil. Te llamo cuando pueda.
Esta noche volvemos. Espero que en el Simone's bien. Siento no haberte avisado.
Fue todo un poco a lo loco.
TQM
Martha seguía dormida y ajena a todo aquello. A saber hasta cuando dormiría y cuanto le durarían los efectos de los sedantes que sin duda llevaba en el cuerpo. Releyendo los mensajes de Diana, te diste cuenta de que Brad no se equivocaba tanto como pensabas.
Suspiré, en parte tranquila en parte irritada. Brad tenía razón. Su hija había sido una imbécil de cuidado y yo, demasiado alarmista. Martha, la pobre, no había podido con la tensión, pero tampoco yo. Claro que aquello me había dado perspectiva. Brad estaba enterado de lo de los hombres lobo, sabía que allí se cocían más cosas de las que la mayoría de la gente creía.
Sin poder evitarlo, cogí el móvil dispuesta a escribirle una parrafada a Diana, pero en el último momento, cambié de opinión.
Ya había metido la pata demasiado con todo el mundo. Qué Martha arreglase sus problemas por su cuenta. No obstante, cogí el teléfono y busqué el teléfono de Brad. Lo anoté mentalmente, saqué el mío y cree el contacto.
Después, me apoyé en la pared, descansando, a la espera de que aquella mujer que me había apoyado, recuperase la consciencia y también la tranquilidad, o que el mundo dejase recuperase la cordura, la misma que yo estaba perdiendo por momentos, casi a la misma velocidad que iba perdiendo gente a quien le importase.
Miré a Carlos conforme hablaba y lo hacía con convicción. Luego lo que decía eran desde luego locuras y quería decírselo directamente. Pero tras las últimas horas siendo ninguneada por decir la verdad, no pensaba que fuera lo mejor hacerlo.
-Vale… Vale… -demasiada información- … Digamos que te creo. Que hay cosas por ahí y uno de esos cazadores las quieren matar… ¿Qué más cosas hay? ¿Por qué a Héctor si solo le han mordido? ¿Si te muerden las cosas te conviertes? ¿Qué más cosas hay?- repetí de forma redundante porque no entendía bien todo esto.
-Porque, ¿sabes? Creo que en mi casa hay un fantasma o algo así… Y dices que a Héctor le mordió un hombre lobo, ¿entonces lo que se cargó a esa chica también era un hombre lobo? ¿O era otra cosa?- comencé a pensar que si Héctor por casualidad se convertía en vete a saber qué, yo no quería acabar como esa chica.
Carlos te miró fijamente a los ojos, seguramente preguntándose porque le creías con tanta facilidad, hasta que dijiste lo del fantasma en tu casa. Entonces comenzó a entenderlo. - Sí, hay más criaturas a parte de ellos... A la mayoría no hay que temerlas, ni a ellos... si no les provocas, claro pero...
En ese momento el personal de seguridad llamó a la puerta y entraron en la habitación junto con el doctor.
- Disculpen. Venimos a tomar nota del incidente con el paciente Héctor... Díaz. - Dijo uno de los vigilantes mirando sus notas. - El informe se entregará a la dirección del centro y ellos harán lo pertinente con él. ¿Quién estuvo delante?
- Ella, la joven. - Dijo el médico. - Y vean el chichón en su cabeza. - Añadió alumbrándolo con la linterna.
- Esto no lo tenía después de nuestra última revisión. - El doctor miró a los hombres del equipo de seguridad.
El vigilante tomó nota de eso y miró a Carlos antes de mirarte a ti.
- Bien, señorita. Si es usted la testigo, constará en el informe. ¿Me permite su documentación? - Te preguntó con voz calmada. - ¿Y usted es? - Le preguntó a Carlos mientras esperaba tu respuesta.
Lo malo de esperar con el móvil apagado, el aburrimiento y estar sentada en una butaca más o menos cómoda, es que el sueño aprieta y eso te pasó a ti. Tras refunfuñar por lo bajo y aguantar no responder a la niñata hija de Martha te quedaste dormida.
No sabías cuanto tiempo habías descansado, cuando escuchaste a Martha moverse en la cama. Al abrir los ojos viste que ella estaba despertando lentamente. Primero se revolvió en la cama, luego optó por abrir un poco los ojos y al no reconocer el lugar se colocó bocarriba y se estiró antes de abrir los ojos de nuevo.
Muy tarde no debía ser, puesto que no habían pasado por la habitación aún para ver el estado de la mujer. O quizás si lo hiciesen y no te enteraste. Martha bostezó en silencio, llevándose la mano a la boca para luego darse cuenta de que estabas allí.
- Hola... - Te dijo con voz cansada y el tono apagado. Estaba más tranquila, eso no lo dudabas, pero su ánimo seguía por los suelos. - ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estamos? ¿Y mi hija? - Te preguntó casi seguido mientras iba despertando.
En ese momento llamaron a la puerta y entró una auxilar con el desayuno para Martha. Tras dar los buenos días, puso la bandeja sobre la mesa y se la colocó en la cama después de sentar a la mujer. - Gracias, así vale... - Dijo a la mujer y miró el desayuno. Café con galletas y en un vaso una pastilla junto con una pequeña botella de agua.
Cuando la mujer salió te miró. - No tengo hambre. ¿Lo quieres? - Te preguntó ofreciéndote el delicioso café con sus maravillosas galletas de hospital.
La tentación de comer algo era considerable, pero negué con la cabeza. No estaba de humor. En lugar de eso, le alargué el teléfono.
-Es de tu hija. Está bien. Solo ha actuado.... como una adolescente -le dije.
Le di tiempo para que leyese el mensaje, una o varias veces, y para que se tranquilizara y disfrutara del momento, a la vez que seguramente se enfurecía por lo que había pasado.
Pero ahora, debía hablar yo. Era el momento.
-Esto... tengo que decirte algo. He discutido con Brad. Anoche cogí tu coche para volver a casa. Estaba muy cansada y de verdad que no tenía fuerzas para volver andando. Estaba demasiado lejos. Pero a Brad le ha parecido que me estaba aprovechando de ti, y yo... no tengo ganas de que pienses eso, aunque no puedo hacer nada para evitarlo si así lo haces finalmente. Ahí tienes las llaves. Supongo que será mejor que me vaya, sobre todo ahora que ya estás bien y todo eso. Lo último que necesitas son problemas y es evidente que yo los traigo en manada...
... y nunca mejor dicho...
-Gracias por haberme ayudado y haber confiado en mí.
Me levanté y la miré por última vez. Era una buena persona, o al menos, eso me parecía, porque me había equivocado con Brad, así que bien podía también equivocarme con ella. En cualquier caso, aquel era el final de mi viaje, me temía, porque si él había reaccionado así... ¿qué no diría Martha?
- ¿E-está bien? - Te preguntó con lágrimas en los ojos y sus manos se lanzaron a por el teléfono. Leyó el mensaje en silencio y fue a llamarla para decirla cuatro cosas cuando hablaste de aquella manera.
- No, no te vayas por eso. Lo que piense Brad... lo que has hecho... no tiene importancia. No cuando me lo has dicho tú misma y menos aún después de como te has portado conmigo sin conocernos. Además te debo tu jornal y... alguien tendrá que llevarme a casa en cuanto me den el alta y no veo a Brad por aquí. - Te sonrió con lágrimas en los ojos por las intensas emociones que se acumulaban dentro de ella.
En lugar de llamar a su hija, la mandó un mensaje corto. Se veía que prefería tenerte allí con ella antes de que te fueses.
- Encima, tenemos que hablar de tus condiciones laborales... y bueno, creo que mejor momento que este no tendremos.
En ese momento llamaron a la puerta. Era el médico de guardia, quien tras saludaros a las dos, fue a ver como estaba Martha. Esta le habló de que su hija había dado señales de vida y tras hacerla un pequeño reconocimiento y darla pequeñas instrucciones, la indicó que le daría el alta en un rato. Que iba a preparar el informe y la receta con la medicación, pero que podía empezar a cambiarse si quería.
Martha te miró ilusionada. Parecía que su pequeño infierno personal llegaba a su fin y tu futuro aún podía ser alentador en aquel maldito pueblo. Aunque si no querías trabajar en el Simone's, seguramente hubiesen otros trabajos en aquel lugar a los cuales acceder.
Martha... seguía siendo tan buena como el primer día. Le restaba importancia a todo lo que había ocurrido, pero yo me sentía bastante mal por lo sucedido. Brad me había confundido con la Nora de hacía más tiempo, y que nada tenía que ver con la de ahora y eso me había hecho daño.
-Sí, reconozco que... el dinero me vendrá bien, y el trabajo, claro. Pero no me gustaría que las cosas fueran mal porque Brad y yo... El caso es que él lleva más tiempo que yo si alguien se ha ganado tu confianza es él, no yo. Pero no me importaría quedarme... siempre que hables con él.
Vi como de verdad necesitaba a alguien. Quizás el hecho de que fuese una mujer la empujaba a acercarse más a mí. No es que Brad no se preocupase por ella, porque estaba segura de que sí que lo hacía, pero desde luego, puede que yo fuese más empática. Me alegraba verla recuperada, pero me sentía tan protectora que no me apetecía causarle ningún disgusto.
Y yo era mundialmente conocida por dar disgustos a todos los que me rodeaban.
Por otro lado, lo de las condiciones laborales no me preocupaba, pero como ella parecía tan decidida, abrí la boca para decirle que cualquier cosa me parecería bien, cuando el doctor llamó y entró en la habitación. Obviamente, tal y como esperaba, nos confirmó que le daría el alta en breve, así que no podía dejarla en la estacada.
-Mira, no te preocupes. Te llevaré a casa para que descanses y después me iré con mi hermano. Si te parece bien, mañana hablamos por teléfono y me dices lo que has decidido. Si después de hablar con Brad aún quieres contratarme... me quedaré. Me gustaría, porque... has sido muy buena y me siento muy a gusto pudiendo ayudarte. Pero si no puede ser... -me encogí de hombros antes de terminar -, supongo que habrá algún otro trabajo por ahí al que pueda ir. Anda, deja que te ayude a vestirte.
Acto seguido, me puse en pie para ayudarla, aunque sin saber por qué, antes de dar la vuelta alrededor de la cama, volví a acercarme a ella y le di un fuerte abrazo. No era mi madre, ni tampoco mi hermana. Hasta ahora, solo mi jefa durante un día. Pero también había sido mi amiga y eso era algo que no se podía encontrar en cualquier sitio.
- No entiendo porqué debería hablar con él. - Martha te miró extrañada con aquel asunto con Brad. - Sois vosotros quienes tenéis el problema y quienes debéis resolverlo. Yo no pinto nada en medio. Si no sois capaces de resolver vuestras diferencias entre vosotros es que no podéis trabajar juntos y yo necesito a personal que sea compatible y se lleve bien. No me gustaría ver como uno le hace la zancadilla a otro.
» Y sí. Confío en él casi tanto como en mi hija... quizás después de lo ocurrido hoy más que en ella. Lleva conmigo desde que abrimos y no me ha fallado nunca. Siempre ha estado cuando le he llamado para trabajar y es el único que ha aguantado el ritmo del Simone's. - Añadió a tus palabras.
Te miró en silencio mientras hablabas y suspiró. - No hablaré con Brad sobre ti. Él no tiene que decidir nada sobre el Simone's y quien contrato o no. Te repito que es algo que debéis solucionar vosotros mismos. No es tan mal chico como crees y si te dijo todo eso, fue por protegerme. - Añadió después. - No es alguien afectivo, me refiero a que no le verás nunca un gesto cariñoso con nadie, pero se preocupa y está ahí.
Se sentó en la cama cuando dijiste lo de ayudarla a vestirla. - No te preocupes. Creo que podré yo sola. Solo estoy un poco... drogada. - Bromeó con renovado ánimo y de golpe la abrazaste y ella se aferró a ti.- Eres una bendición, Nora. - Te dijo sin soltarte. - No hubiese llegado hasta aquí sin ti.
Brad la hubiera llevado de un sitio a otro, pero Martha sabía que no sacaría de él mucho más. Era un chico agradable, abierto socialmente, pero por algún motivo, su parte emocional, la parte que debía mostrar el afecto hacia otras personas, tocándolas o dejándose tocar, no iba con él.
La mujer ya estaba vestida y ambas más tranquilas aún, cuando el doctor volvió a la habitación bastante tiempo después.
- Aquí tiene, el informe médico, las recomendaciones para estos días, la receta de la medicación que tendrá que tomar durante un par de días. Son unos calmantes flojos, no se preocupe. Hoy será un comprimido cada ocho horas. Mañana al levantarse y para dormir y listo, salvo que vuelva a alterarse igual.
» En ese caso deberá ir a su médico o volver a urgencias. Pero si ya ha aparecido su hija, estoy seguro de que todo irá bien. - Dijo con una sincera sonrisa. - Y con esto, cuando quiera puede irse. Mejórese, señora Simone. Aquí estamos deseando que se repupere pronto para volver a su local de nuevo.
Y tras estas palabras, se despidió de ambas y se marchó.
Bueno, Martha al menos no me cerraba la puerta, pero sí que lo dejaba todo en mis manos. Parecía increíble que fuese yo quien tuviera que resolver aquella situación, cuando ni siquiera la había forzado.
Pero asentí en silencio.
-Bueno, no te preocupes. Ya lo resolveré. Ahora... preocupémonos por ti. Te llevaré a casa y después, si acaso, hablaré con él. Y ya entonces, si te parece, decidimos si me quedo o no con el trabajo. ¿De acuerdo?
El médico apareció muy pronto para darle el informe y y unos calmantes. Sabía que era todo lo que necesitaba... bueno, además de su hija, que esperaba apareciese pronto, así que sonreí, aliviada.
Un problema menos.
Después miré a Martha y sin soltarla, pero tampoco sin agobiarla, la acompañé hacia el ascensor y el coche.
El aire pareció sentarnos bien a las dos. A ella porque hacía bastante tiempo desde la última vez que lo había sentido en el rostro y a mí, porque evidenciaba que era un nuevo día, el cual esperaba, casi con ansiedad, que fuese no solo diferente, sino bastante mejor que el anterior. Recordé divertida el juego que le había hecho con los cordones a mi hermano, que al menos durante unos momentos, me hizo sentirme de regreso a una vida casi olvidada, y apenas pude retener la sonrisa.
-No tenemos prisa, así que vamos tranquilas. Además, te sentará bien caminar un poco. Solo espero... que Diana no tarde mucho en venir. Creo que la necesitas.
Igual que yo necesito paz y tranquilidad, pensé, mirando a mi alrededor y comparando la situación, bastante más tranquila que durante la noche anterior, cuando todo era caos y confusión.
Aquel pueblo parecía estar al borde de algo que muy pocos sabían. Ignoraba si la presencia de licántropos tenía algo que ver con todo ello, pero por muy buenas palabras que hubiera recibido del nuevo y mejor amigo de mi hermano, no terminaba de poder separar ambas cosas.
En un pueblo normal, las cosas no se torcían de la noche a la mañana. En un pueblo normal, mi hermano no estaría y yo, seguramente, tampoco.
Ignoraba si podría solucionar las cosas con Brad. Me daba que no, porque había sido muy claro al respecto. Así que me fui haciendo a la idea de que tendría que buscar un trabajo diferente, y me fijé en los locales que iba viendo por el camino. Cualquier cosa que sirviese para llevar dinero a casa me serviría. Un supermercado mismo. En cuanto dejara a Martha, hablaría con Brad; daría la cara. Y después, a buscar trabajo.
Ya tenía plan para ese día.
Y vaya porquería de plan.
Miré a Carlos por lo que dijo, que no me acababa de explicarme nada. Quería que hablara de todo con pelos y señales. Entonces entró el médico con el de segurata y es cuando tuve que poner por unos segundos los ojos en blanco. Parece que decir la verdad y ser coherente no iba con las gentes de este pueblo de mierda.
-Yo estaba… Pasó que vi la herida y me desmayé, siento lo que dije, debí soñarlo por la preocupación- mentí, porque es lo que parece que querían, que mintiera. –Héctor estaba despierto cuando entré y luego no sé qué pasó, me despertó la enfermera- miré a los vigilantes y me encogí de hombros.
No sabía si aquello colaría pero parece que era lo querrían oír.
-Soy menor y no tengo carnet de conducir- respondí ante lo de mi documentación, porque solo faltaba que les diera a estos también hasta mis huellas dactilares. Deje que Carlos contara su parte, no iba a meterme ahí tampoco, es decir, si ni el médico que trataba a Héctor sabía quién era su hermano también era algo grave.
- Ya... no lleva documentación... menuda novedad... - Se quejó el vigilante tras anotar lo que explicaste. - Dígame su nombre entonces. - Te solicitó. - Nombre y apellido. - Aclaró. Estaba cansado de juegos por casos previos. Dieses el nombre que le dieses*, tomó nota de él y se giró hacia Carlos.
Las preguntas fueron similares a las tuyas, nombre, relación con el herido, si estuvo presente. Como con Carlos no tenían demasiado que hacer poco preguntaron.
- Esta bien, muchas gracias. Pasaremos el informe a la gerencia del centro para que no haya problemas y en caso de investigación, los datos de los testigos están en el parte. - Informó el vigilante al médico. Tras aquellas palabras, los tres salieron de la habitación, no sin antes desperdirse de vosotros.
Según salieron todos, Carlos guardó silencio y se limitó a observarte. Sabía que les habías mentido, pero no te dijo nada. Tan solo esperó a tu reacción ante la pequeña intromisión de los vigilantes y sus palabras previas antes de que llegasen.
*dale el que quieras.
-Violet Benson- contesté, tras unos segundos de reflexión. Si mentía y se daban cuenta solo conseguiría cubrirme más de mierda y desde luego que ni quería volver a comisaría ni cruzarme con el puñetero abogado.
Lo que si me pareció fuerte que trataran al hermano del herido, Carlos, como si fuera alguien hostil. El de seguridad o era un racista de mierda o era simplemente idiota. Si llevaba viniendo al hospital desde que estaba Héctor aquí, menuda tontería preguntarle todo lo que le había preguntado.
Esperé que el vigilante se fuera antes de mirar a Carlos.
-¿Qué? No es mi culpa que la seguridad del hospital sea una mierda, ni cámaras tienen. Esos tipos se colaron en la habitación y cuando llamé a una enfermera me dejaron inconsciente. Ya intenté contarle eso al médico, pero la enfermera cree que me desmayé sola. Parece que la verdad no le interesa a nadie en este pueblo y eso que pasan cosas muy raras... Como lo de mi casa- solté un poco desahogándome y un poco como reflexión propia por la situación. -¿Ahora qué hacemos?