El trayecto desde el centro comercial me sirvió para poder calmarme un poco. Seguía nervioso, asustado ante lo que sabía se me vendría encima en algún momento, pero tras unos minutos al menos se me fue un poco el miedo del cuerpo. Aún así, al aparcar frente a casa de Diana tuve que esperar unos instantes dentro del coche, con el motor apagado y la música quitada, antes de atreverme a salir.
Pero finalmente lo hice, y me dirigí a la puerta dispuesto a tocar el timbre. Sin embargo, recordé que la madre de Diana estaba durmiendo cuando me había marchado, así que saqué el móvil y le envié un mensaje a Diana para no llamar al timbre y despertar a Martha.
- ¡Pues claro que estaba trabajando! - Exclamó tu madre con gesto de sorpresa. - ¿Dónde creías que estaba? ¿En lo alto de la azotea de aquel edificio matando...? - Guardó silencio de golpe. - Perdóname hija. No debí decir eso. Todo esto es demasiado duro y complicado sin tu padre con nosotras. - Hundió su mirada en la taza de café y en ese momento sonó tu móvil.
- Pero no te preocupes. - Te dijo forzando la sonrisa tanto como pudo mientras se levantaba del sofá. - Si algo te enseña esta vida, es a levantarte y continuar. Voy a secarme el pelo. Te veo en el Simone's esta tarde. - Dicho esto, con la taz en la mano, salió del salón encaminándose al dormitorio.
Recuerda que tienes a Jay fuera :P
Comprendía que mi madre pudiera no tomarse muy bien mi pregunta, pero aquella respuesta suya me pareció completamente desproporcionada. Me quedé muda con aquel comentario con el que insinuaba ser el francotirador, ¿a qué venía eso?
- No importa. No debí decir eso. - añadí seria tras su disculpa. - Perdóname tú, creo que me he pasado...
Tratando de recuperar su buen humor, habló sobre la importancia de continuar adelante mientras se levantaba del sofá, terminando por despedirse.
- Hasta luego, mamá. - le dije antes de sacar el teléfono, leyendo el mensaje de Jayden.
Cogí mis cosas y abrí la puerta, presentándome ante Jayden con un semblante serio y pensativo. Salí entonces y cerré la puerta tras nosotros, obligándome a sonreír al volver a mirar a Jay.
- Gracias por ser tan considerado. Mi madre ya no dormía, al parecer la desperté, aunque no entiendo cómo. - le dije encogiéndome de hombros. - ¿Vamos? Me da la impresión de que llegamos los últimos, hasta Amber está ya allí.
Comencé a acercarme al coche, deteniéndome al recordar algo.
- No podremos vernos por la tarde, tengo que ir a trabajar. Mi madre está muy cansada, necesita que la ayude. - le conté con cierto pesar.
Al final, tantas precauciones no eran necesarias, pues Martha ya estaba despierta. Diana parecía tener prisa de repente, cosa que no me extrañaba. Entre tantos menajes de Whatsapp, quedaba claro que todo el mundo se había movilizado ya desde primera hora, así que casi con toda seguridad seríamos los últimos en llegar.
Primeros o últimos… Poco importa, ¿no? Lo importante es ir…
Le resté importancia al asunto, más que nada para que no se agobiase por ello, y caminé a su lado en dirección al coche, abriendo galantemente la puerta del copiloto para que entrase. Fue entonces cuando me confesó que no podríamos vernos por la tarde, ya que tenía que ayudar a su madre en el restaurante.
Vaya, entonces… tendremos que dejar “el trono de los juegos” para otro momento… -Bromeé guiñándole un ojo, a pesar de que en el fondo sí que me apenaba no poder verla. A Diana, no la serie, que realmente me daba bastante igual. Pero el plan de verla en la piscina con el proyector me apetecía mucho- Bueno, tengo intención de pasar muchos momentos contigo, ya sabes, si al final salimos juntos y eso.
La afirmación de Jayden sobre que lo importante era ir al hospital, me sacó una sonrisa. Por supuesto, así era, pero no me gustaba que todos estuvieran esperando por nosotros; aunque por otro lado, puede que aquel rato les viniera bien para poner a Amber al día.
Le conté que tenía que trabajar justo antes de subir al coche, habiéndome abierto galantemente la puerta, y mientras me acomodaba en el asiento y me ponía el cinturón escuché su respuesta.
- ¿El trono de los juegos? - reí con aquella broma, borrándose de mi rostro todo atisbo de pesar por un instante. - Aunque no salgamos juntos, podemos pasar momentos juntos. - añadí tras sus últimas palabras, continuando con aquella broma ya habitual entre nosotros, sacándole la lengua.
Al subirse al coche, le puse una de mis manos sobre la suya, antes de decir nada.
- Saldré a las seis... Podemos tener después un momento juntos, si quieres... - le dije con timidez.
Sin saber porque realmente, Martha accedió a tu insistencia e incluso te dio las llaves de su coche para que la llevases a casa.
Te costó que te guiase, pero lograste llegar a su hogar. Una vez allí, corrío a abrir la puerta y a llamar a su hija.
Silencio.
Comprobaste que no había nadie más que vosotras en la vivienda, mientras que Martha te esperaba sentada en el sofá con su móvil en la mano. - Algo la ha pasado... lo se... soy su madre... se de esas cosas... - Decía en voz alta en un claro estado de shock mientras que te movías por la casa.
No me consideraba habitualmente como guía de nadie, aunque en mis buenos tiempos, tenía a un nutrido grupo de acólitas que me seguían a todas partes, compraban la misma ropa que yo y daban grititos cada vez que algo parecía superior. Al pensar en ello, cada vez me convencía más de lo estúpido que eran aquellos días... y yo misma también.
Pero mientras conducía, me descubrí pensando en mí de una manera diferente, completamente inesperada y sorprendentemente agradable. Aunque fuera únicamente durante unos instantes, y solo en aquel caso en concreto, sentirme responsable de Martha me hacía sentir bien, aunque yo estaba igual de preocupada que ella, e incluso más, porque sabía bien lo que se ocultaba más allá de lo superficial que todo el mundo veía.
¿Cómo estará Júpiter?
No estaba preocupada por él, pero me preguntaba cómo se sentiría, si estaría solo o si aún andaría acompañado, y en qué forma.
Cuando llegamos a su casa, siguiendo sus indicaciones, Martha prácticamente saltó del coche en marcha. Yo apagué el contacto y la seguí al interior, que estaba en un misterioso y desapacible silencio, roto únicamente por el terror de las palabras de Martha. Dado que no estaba por allí, habría que pasar al plan B.
-Está bien, no nos pongamos nerviosas. Puede estar en cientos de lugares y no tiene por qué haber ocurrido nada malo. Simplemente, llamemos al sheriff y pongámoslo sobre aviso -le dije, intentando mantener la calma.
Entonces me acerqué a ella y alargué la mano.
-Será mejor que llame yo. Estoy... menos nerviosa -le dije. Cuando me dio el teléfono, busqué el del sheriff y lo marqué. Hablar por teléfono tampoco es que fuera mi fuerte, al menos, no cuando se trataba de cosas serias, pero no había otra. Mamá Nora estaba en el equipo de rescate y no pensaba regresar a la base hasta que no hubiese cumplido mi misión.
-¿Sheriff? Yo... soy... quiero decir, me llamo Nora, trabajo para Martha Simone y estamos ahora en su casa. Su hija no ha venido al bar, no hay rastro de ella en la casa y no responde al teléfono. Martha está... preocupada. Llamaba por si saben ustedes algo o pueden hacer... bueno, lo que sea para encontrarla.
Si no te parece bien la iniciativa dímelo y lo borro ;)
- Oficina del Sheriff. Le atiende la agente Simmons. - Te respondió una voz cordial aunque algo alterada al otro lado del teléfono, mientras que Martha seguía angustiándose sentada en el sillón de su casa, sin decir nada. - Lo lamento, el sheriff Hawk no puede atender a nadie en este momento. Si quiere puede dejarle un mensaje, pero desde ya le advierto que tardará en ponerse en contacto con usted. - Te dijo casi sin dejarte hablar entremedias.
- Ajá... entiendo el problema. Pero no podemos hacer nada hasta que no pasen 24 horas desde su desaparición, señorita Nora. - Te dijo la mujer. - Una vez pasado ese tiempo, podrá venir a hacer la denuncia pertinente y nos pondremos en marcha. Pero hasta entonces, no hay nada que hacer. Además, debido a las situaciones especiales en las que nos encontramos, todos los agentes estamos saturados de trabajo. La sugiero que llame a los amigos de su hija, seguramente esté con ellos... ¿Necesita algo más?
Martha se quedó mirando al infinito mientras hablabas con la policía.
Por mí bien, porque ella no va a llamar a nadie xD
La conversación con la Comisaría fue casi de risa. Como solía ocurrir, las urgencias eran tratadas dentro del protocolo más estricto como algo sin importancia, y por mucho que comprendiese que las cosas funcionaban de una determinada manera, no pude evitar sentirme frustrada y con ganas de mandar a la tal agente Simmons con su madre y su padre.
Sí, que os vayáis a la mierda. pensé.
En lugar de eso, simplemente, le colgué con rabia. Martha estaba sin duda en shock y yo no podía permitir que se quedara sola en aquel estado, con o sin trabajo. Lo sentía por Brad, pero tendría que esperar.
-Está bien, Martha. La oficina del sheriff no está preocupada así que nosotros tampoco. Lo que vamos a hacer es buscar cualquier cosa que pueda ayudarnos a descubrir en dónde puede estar Diana, como por ejemplo, ver si se ha cambiado de ropa, se ha dejado el móvil, ha anotado algo... lo que sea. ¿Qué tal si me enseñas su dormitorio y le echamos un vistazo? Lo mismo ha dejado una nota o algo parecido y simplemente se ha ido con alguien.
Por mucho que lo dudara, mantenerla ocupada, aunque fuese buscando pistas, era una manera de evitar que se derrumbase, aunque si no hallábamos nada, no tardaría en regresar a aquel estado. Pero no sabía qué más hacer. ¿Prepararle un té? No, no, era demasiado pronto para eso. Primero, debíamos buscar algo; después, ya veríamos.
Nunca me había encontrado en una situación así, no solo en mitad de la desaparición de alguien que me importaba sino cuidando de otra persona. Si mis amigas me vieran ahora, actuando como una amiga de verdad y no como una shopping girl. Casi podía oírlas.
-¿En serio? Tía, increíble. ¿Y qué hiciste? Desde luego, yo no habría sabido cómo comportarme. Eres ese-u-pe-e-erre-ge-u-a-i. Superguay, tía.
Casi me arrancó una sonrisa al pensar en ellas.
Pero la visión de Martha me devolvió a la realidad con rapidez.
-Venga, llévame a su cuarto. Miremos por toda la casa a ver si encontramos algo, lo que sea -volví a pedirle, cogiendo su mano y dándole un pequeño tirón.
- Est... estuvo aquí esta mañana. - Te dijo mientras se levantaba, temblorosa y algo aturdida. - Con su... no se como llamarle, es un chico encantador... - Por un momento la viste sonreír, se notaba que estaba ilusionada con que su hija estuviese con aquel chico.
- Se... se fueron... al hospital, a ver a sus amigos... - Dijo mientras te guiaba por inercia por la casa, recordando lo que había pasado. - Yo me volví a la cama un rato más... y... no supe más de ellos.
Una vez en la segunda planta se detuvo frente a una puerta. - Este es su cuarto. - Dijo sin entrar. Era el verdadero dormitorio de una friki. Tenía póster de películas por todas las paredes, incluído el techo. Figuras de acción en estanterías y una gran colección de películas en DVD y Blue-Ray así como variedad de merchadising de su películas y series favoritas. Una mesa con un pc con unos cascos con micro complementaban la habitación, junto con una mesa de dibujo.
La cama estaba hecha y el cuarto recogido y limpio. En ese sentido no parecía el dormitorio de un adolescente. - Siempre ha sido muy ordenada y responsable... - Te dijo, dándole vueltas a donde podía estar.
Ni siquiera mi cuarto estuvo alguna vez tan ordenado y limpio como aquel, y eso que apenas pasaba por casa. La mayor parte del tiempo o estaba en la calle, o en casa de cualquier amiga. Vamos, que en realidad, dormía allí, pero poco más. Si desde luego había ido por allí, no parecía haber dejado nada por el camino.
Así que no podíamos hacer mucho más que...
-Está bien. Entonces, tendremos que ir al hospital a preguntar. Es el único lugar en el que podrán decirnos algo sobre ella y en todo caso, será mejor que quedarnos aquí sin hacer nada y esperando, ¿verdad? Así que mejor nos vamos para allá.
Aquel chico, míster encantador, podía ser la clave de todo. No quería preocuparla más de la cuenta o que se sintiese culpable por no haber previsto algo, como por ejemplo, que se trataba de un chiflado o algo así, por lo que mientras nos dirigíamos de vuelta al coche, empecé a preguntarle por él, como si nada, intentando que pareciese simplemente que hablaba por hablar.
-Ah, así que ya tiene a un chico especial. Eso es guay. ¿Y dónde lo conoció? ¿En el bar? Por lo que he visto, seguro que es de las que se lo piensa dos veces antes de irse con alguien, así que tiene que ser muy especial para ella -le comenté, al tiempo que llegaba al coche y abría la puerta para entrar.
Ocultar lo que de verdad pensaba tras una sonrisa era mi especialidad. Normalmente, lo hacía después de criticar a alguien por cómo vestía o con quién se iba, pero en este caso, mi hipocresía natural iba a serme de utilidad, pero de otra forma, una buena, para variar.
- Sí, en el local. - Rectificó enseguida Martha. Para ella aquello no era un simple bar, era un negocio enfocado tanto para adultos como para críos. - Se conocieron este verano y... es un chico encantador... además van juntos a clase. Es muy educado y correcto... Me costó que Diana hablase con él. Tuve que obligarla a atenderle para que empezasen a conocerse. - Te dijo con una sonrisa recordando aquello.
- Si está con Jay... estará bien ¿no? - Te preguntó dudando de todo en aquel momento. - Quizás se entretuvieron y... - Te dijo deteniéndose en la entrada del coche. - ¿y si me estoy preocupando por nada? - Te miró con los ojos llorosos. Estaba claro que estaba confundida y hecha un lío en aquel momento.
Aún así, se subió al coche y volvió a mirar su móvil una vez más. Nada. Sus ojos volvieron a mostrar la desesperación de una madre y llamó nuevamente a su hija, pero no había respuesta alguna. - Y Diana no se iría con cualquiera... - Dijo bastante tiempo después de tu insinuación. Se notaba que la costaba reaccionar con velocidad. Sus reflejos habían quedado mermados por la desesperación que le generaba todo aquello. - Jamás se ha ido con cualquiera. - Te miró con frialdad a los ojos.
Con esa frialdad con la que una madre llama a la persona que acaba de llamar puta a su hija adolescente, sin conocerla de nada.
Martha me corrigió rápidamente. No era un bar, sino un local. Entendido. Comprendía que lo considerase así porque en realidad, era mucho más que un sitio en el que se servían bebidas. De hecho, se parecía más a un lugar de reunión que otra cosa. Asentí, al tiempo que continuaba prestando atención a lo que me estaba contando.
Sin duda, el hecho de que dijese que tuvo que obligarla, demostraba mi punto; que si faltaba, no era porque no fuera responsable, sino porque para nuestra desgracia, algo le había sucedido. Intenté no mostrar mi preocupación, pero en realidad, no es que tuviese demasiada importancia. El hecho era que continuaba sin estar allí.
No me costó comprender que se pusiera a la defensiva. Quién no lo habría hecho en su lugar...
-Estoy diciendo justo lo contrario, Martha. Creo que Diana es una buena chica y que... bueno, quizás le ocurrió algo, a ella o a Jay, y por eso no sabemos nada todavía. No tiene por qué ser grave, pero lo mejor es actuar -le dije, en tono suave y colocando una mano sobre la suya -. Vayamos al hospital y empecemos a descartar cosas. Si no está allí, será una buena señal y solo tendremos que armarnos de paciencia.
No le dije que mi hermano era un hombre lobo y que había más. No le conté que en realidad, temía que se hubieran encontrado con él o cualquier otro y que ahora mismo, yacieran ambos en el bosque, muertos o heridos de gravedad.
Ni siquiera me atrevía a pensar en ello.
Preferí ser positiva y pensar... en modo humano.
Piensa solo en accidentes humanos; problemas con el coche, resbalón en unos escalones, un condón roto... cosas normales, de adolescentes normales.
-Venga, arranca. Seamos optimistas. Seguro que dentro de un rato estás regañándola por no haberte llamado y abrazándola de felicidad por haberla encontrado.
Yo no he dicho eso sino justo lo opuesto, malvada XD
Por lo que he visto, seguro que es de las que se lo piensa dos veces antes de irse con alguien, así que tiene que ser muy especial para ella.
Cago en to' con la máster
Lo se, lo se... pero ella no xDDDD
Se llama necesidad de putear a alguien, que no tengo bastante con los futuros vampiros y aquí estás muy relajada xDDDDDD
Cago en to' con la máster
Love is in the air!!! xDD
Otra acaba de llamarme japuta al leer lo que le pasa a su amado Salomao alias "Salmonete" xDDDD
Minutos más tarde y contigo al volante, llegastéis a casa de Martha.
- Pasa. Estoy segura de que no has desayunado nada. - Te dijo con una voz conciliadora. - Al menos tómate un café mientras me hago una tila y déjame que te pague el jornal de ayer. - Parecía un ruego más que otra cosa.
En sus ojos podías ver que estaba encantada de que su hija hubiese dado señales de vida, pero también estaba cansada y sin duda los calmantes aún la estaban mermando más. No tardaría en quedarse dormida.
- Seguramente lleve suficiente dinero en el bolso para pagarte, pero creo que queda un poco feo de cara a los vecinos que lo haga aquí. - Insistió y te sonrió antes de bajar del coche y caminar hacia la puerta de entrada de la casa.
Una vez delante, sacó las llaves y abrió la puerta. - Vamos. - Parecía que no estaba dispuesta a aceptar un no por respuesta.
El viaje de regreso fue bastante más sosegado que el de ida, sin duda alguna, y ya me sentía más tranquila, al menos con respecto a Martha. Lo que ocurriese después con el estúpido de Brad era harina de otro costal, pero al menos con ella estaba bien.
Obviamente, llevé yo el coche. Miré distraía hacia el desvío que llevaba a la nueva casa de mi hermano (a la sazón, también la mía), cuando pasamos por delante, pero no volví a pensar en ello, y cuando llegamos a casa de Martha, simplemente me concentré en ella.
-La verdad es que me apetecería tomar un café, si no es molestia -le dije. Ella seguía empeñada en lo del dinero de ayer, pero para mi propia sorpresa, yo no me sentía nada emocionada por ello. No es que sintiese que no me lo había ganado, sino que por primera vez no parecía importarme tanto como otras cosas; por ejemplo, la propia Martha. Pero asentí con la cabeza sin protestar. No deseaba tampoco que se sintiese mal.
Cuando volvió a decir que podía pagarme allí mismo, coloqué una mano sobre la suya.
-No te preocupes, Martha. Después del café.
Dejé que abriese y entramos por fin en su casa. Seguía siendo extraña para mí, por supuesto, pero no desconocida, y eso ayudaba bastante, sobre todo para hacerme sentir menos incómoda.
-¿Te parece si voy calentando agua para tu infusión y haciendo el café? -le pregunté, nada más cerrar la puerta -. Así mientras tanto puedes ir a ponerte más cómoda y todo eso.
No tenía prisa, pero tampoco deseaba que se preocupase por mí. Vale, iba a pagarme. Pero no necesitaba hacerlo como si le fuese la vida en ello. Mientras tuviera comida y en dónde dormir, todo iba bien...
... por decirlo de alguna manera.
- Si no te importa... - Te respondió Martha. - Me daré una ducha rápida. - Te indicó mirándote a los ojos. Se la veía feliz y cansada al mismo tiempo. - Revuelve la cocina todo lo que necesites para encontrar las cosas. La cafetera no es muy complicada de usar y el agua para el té la puedes calentar en el microondas. No soy especialmente rara en ese sentido.
De golpe se abrazó a ti. - Gracias por todo. Estás siendo un gran apoyo y un alivio. - Te susurró para mirarte luego con una sonrisa sincera. Se separó de tu lado. - La cocina está allí. Yo bajaré en unos minutos.
Dijo esto, Martha ascendió por las escaleras para perderse por el pasillo superior.
Asentí y miré a Martha con una sonrisa comprensiva. Lo que ella había pasado quizás pudiera no parecer demasiado importante, o para algunos, a lo mejor sonaba alarmista e innecesario, pero después de tanto camino recorrido, sabía que cuando las emociones tomaban el control era muy difícil librarse de ellas.
No esperaba su abrazo, pero lo acepté de buen grado y se lo devolví con comodidad.
-Me alegra... ser útil. Tómate tu tiempo y no te preocupes -le dije, siguiéndola con la mirada hasta que desapareció por las escaleras. Entonces, me giré con un suspiro hacia aquella cocina desconocida. Veía muchos muebles en donde podían estar las cosas y un frigorífico más grande que un vestidor.
Resoplé, temiéndome lo peor.
-Bueno, nos vamos a llevar muy bien, ¿verdad? Yo te voy a decir lo que necesito y tú no me lo vas a poner difícil. ¿Estamos de acuerdo?
Habitualmente, no tenía conversaciones con ninguna parte de la casa, pero es que la cocina y yo no congeniábamos. Si buscaba algo, nunca lo encontraba; si me ponía a cocinar, o se iba a la luz o me quedaba sin gas. Y por supuesto, jamás de los jamases salían las cosas como esperaba.
Empecé por los muebles más grandes y efectivamente, no tardé en hallar la cafetera. Era una de esas italianas que había que preparar casi cada vez que querías tomarte una taza. La abrí, la llené de agua, y después... me tiré diez minutos para encontrar el café, que afortunadamente, estaba en una caja metálica que ponía, por supuesto, "coffee". Por suerte, al lado había también varias cajas con infusiones, así que no tendría que perder más tiempo buscándolas.
Mientras la cafetera hervía, cogí una tetera metálica, la llené de agua y la puse al fuego. Agarré dos tazas y las coloqué sobre la encimera. El azúcar estaba al lado, afortunadamente, pero tuve mucho cuidado de confundirme con la sal; no sería la primera vez que echaba el condimento equivocado.
Era una sensación extraña, el volver a estar en una casa y moverme por ella, aunque no me sentía cómoda haciéndolo, sino forzada, y me movía como un pato mareado de un lado a otro en busca de las cosas e insegura con todo.
Lo mismo que hacía en mi vida, ya que estaba.
Durante todo el tiempo que estuve preparando las cosas, la cafetera y la tetera, las tazas, después calentando la leche y colocando la bolsita de tila, no pensé en Brad. Pero al terminar, y mientras bajaba Martha, volvió a mi cabeza el concepto que tenía de mí y su conocimiento sobre la... "realidad paralela" del pueblo. Brad era más de lo que parecía; más inteligente, más consciente... y más cruel.
Joder, hablar con él... iba a ser una mierda.
Pero tendría que esperar. Mi prioridad ahora era ocuparme de Martha; ya había decidido que mi trabajo en restaurante y todo lo que conllevara, sería secundario, debido a todos los problemas que nos rodeaba. Y Brad... él debía haber estado aquí; tantas lecciones que me había dado en el hospital y dónde estaba.
Negué con la cabeza.
Olvídate de eso, tonta. Tómate ese café y empieza a ordenar tus ideas, me dije a mí misma, mientras acababa de prepararlo todo.