Lyon Estates

La zona residencial por excelencia de Hill Valley. Aquí se encuentran todas las viviendas unifamiliares de las familias de clase media y media baja.

Suele ser una zona tranquila en la cual la mayoría de los vecinos se conocen. Tan sólo los jóvenes gamberros de otras partes de la ciudad, vienen a molestar a los adolescentes de esta parte.

No te resultó muy complicado ir a casa de Tristán Kirby. Sabías donde vivía aunque nunca habías estado en su casa. Era un chico demasiado "raro" para tu gusto. De esas personas con las que pasabas de juntarte puesto que sus intereses y los tuyos no coincidían. Lo cierto era que no coincidía con demasiada gente y sin duda alguna, si no hubiese sido por el atletismo, aquel chico hubiese estado destinado a estar solo durante toda su adolescencia.

Pero era el mejor del equipo y eso le sirvió para hacer amigos y enemigos.

Tristán vivía o más bien vivió en una pequeña casa de dos plantas junto con su padre. La parte trasera de la misma limitaba con el extenso bosque que rodeaba casi en su totalidad a Hill Valley.

La calle estaba tranquila y solitaria. Hacía buen día pero el duelo pesaba en aquel lugar y la gente se arropaba en sus hogares con sus seres queridos.

No te resultó complicado identificar la casa, puesto que el color azul de la pintura de la misma, se mantenía en ella desde hacía años y era la única con ese color en toda la calle.

"El pelirrojo de la casa azul" era una forma que tenían para referirse a Tristán sus vecinos cuando este era más joven y más "normal".

Las cortinas de la casa estaban echadas y no podías ver nada desde el exterior desde el frontal de la casa. Las ventanas laterales estaban demasiado altas como para poder mirar a simple vista por ellas.

Kirby vivía en esta casa junto a su padre, siendo una familia tan pequeña tenía sentido que su progenitor se hubiese desesperado hasta el punto de volverse homicida. Y era un joven algo raro. Visto así las cosas más o menos encajaban aunque de todos modos no pensaba que un rumor que le llegó de ese modo fuera cierto.

"Qué puedo hacer para adelantarme a la poli y los periodistas."

No era tarea fácil aquella, necesitaba más bien un golpe de suerte. Puso los brazos en jarras mientras observaba la vivienda, se veía todo normal.

"Porqué mutilaron a Tristán, es tan extraño."

Se frotó las manos, iba a llamar a la puerta y expresar sus condolencias al padre, era la mejor opción ya que había llegado hasta aquí. Llegó hasta ella y pulsó el timbre.

"La clave podría estar en el bosque, pero yo sólo no voy allí, es demasiado."

Colocó los brazos hacia atrás dejando que pasara el tiempo.

Llamaste a la puerta y no oíste nada. Quizás no hubiese nadie o bien la policía ya había hecho su trabajo y lo tenían detenido. De ser así, el rumor no lo era tanto, pero habías llegado tarde. Fuiste a llamar de nuevo, pero te pareció un tanto ridículo llamar a la puerta de lo que parecía una casa vacía. Cuando estabas a punto de darte la vuelta y marcharte, sentiste como alguien abría aquella puerta.

Un hombre de unos cuarenta años, alto, delgado,desaliñado, ojeroso y de cabello pelirrojo te abrió la puerta.

- ¿Sí? ¿Qué quieres? - Te preguntó con voz cansada y casi sin mirarte a los ojos, con cierto desagrado al tenerte allí delante. Su aliento olía a alcohol y su cuerpo, se notaba que llevaba algún tiempo sin ducharse y a juzgar por su ropa, tampoco se había cambiado en días. - ¿Otro amigo de Tristan al que le debía dinero? Pues déjame decirte que lo mejor que puedes hacer es pedírselo a él. El primero coló, el segundo mosqueó pero a partir del tercero... lo mejor será que te largues si es a lo que vienes, porque no tengo paciencia para otro imbécil más.

En su mano pudiste ver la causa del olor a destilería de su boca. Una botella de whiskey irlandés abierta y por la mitad era el motivo de aquel estado.

 Estaba ahí delante a ver si ocurrría un pequeño milagro y daba con algún hilo del que tirar, una noticia que resultara interesante. John conocía el pueblo bien así que tenía esa ventaja respecto a los periodistas, pero visto lo visto, quizás se tenía que aliar con ellos pues por ahora no daba con nada que valiera la pena.

- Buenas tardes, Tristán no me debía nada. Yo lo conocía, claro, vine a expresarle mis condolencias, también para decirle que debería acercarse a la policía a presionar para que muevan el culo.

Aquél le parecía un buen consejo dado que estaban creciendo algunos bulos sobre Riordan por lo que le convendría dejarse ver. Viendo la botella de whiskey, también pudiera ser que acabara entre rejas tras montar algún escándalo.

- Lo dicho, siento que se cebaran así con su hijo, el que lo hizo se merece la pena de muerte.

Le expresó y lo decía en serio, porque descuartizar a alguien era propio de un loco. Um, un loco, ¿no habría nada en el historial de psiquiatría del hospital? pero aunque lo hubiera, el chalado sería él si se ponía a espiar a los pacientes.

"Creo que lo más productivo va a ser que me busque novia, qué demonios, estoy sin pareja y por eso estoy desvariando."

- ¿Sabe si Tristán se metió en algún lío, que alguien le persiguiera exprésamente?

El hombre te miró estupefacto. Una cosa era que le fuesen a pedir el dinero que su hijo debía, otra que le diesen el pésame, pero que alguien viniese a decirle lo que tenía que hacer. - Mira, niñato. No se quien coño eres ni que quieres. ¿Darme el pésame por mi hijo? Ya lo  has hecho, gracias. Y ahora, lárgate de aquí.

- No se quien te crees viniendo a mi casa a decirme lo que tengo o no tengo que hacer. ¿Acaso te lo he preguntado? No, ¿verdad? Pues métete tus consejos de hijo de papá por tu culo de niño rico. Fueron los chicos como tú los que mataron a Tristán, con sus fiestas salvajes, sus bebidas y sus drogas. - Añadió cuando mencionaste el estado en el cual se encontraba el chico. - Así que pierdete antes de que haga caso a tu consejo y llame a la policía y te denuncie por acoso.

El hombre no te dijo nada más, ni se molestó en escuchar tu última pregunta. Te cerró la puerta delante de las narices y le viste asomar por la ventana, haciéndote una peineta al tiempo que bebía a morro de la botella. Estaba claro que ir verle no había sido una gran idea.

Este tío estaba acabado, ni aceptaba un consejo bienintencionado. En fin, por otro lado era normal que no le hiciera el mínimo caso pero a John el camino que había tomado el padre del pelirrojo ni le iba ni le venía. La visita le había servido para algo, para determinar que investigar no le llevaba demasiado lejos y luego el viejo tenía razón, posiblemente le mataron unos chicos del pueblo así que más ganaría relacionándose con los de su edad que andar por el barrio tratando de pescar pistas.

Estaba dando palos de ciego, lo tenía que reconocer. Le hubiera gustado estar con Amber mas aquello salió mal. El caso era que había algún psicópata suelto y no habían muchos indicios al respecto así que era un asunto para largo. Dedicó unos momentos a pensar qué hacer a continuación.

Por más que pensaba, algo le decía que no hacía bien saliendo a investigar. El asesino sería alguien del pueblo, estaría integrado en la comunidad, pasaría desapercibido y posiblemente era uno de los jóvenes de allí. Todo eso junto le hacía pensar que si quería descubrir cualquier cosa se lo tenía que tomar con mucha calma, relacionarse como siempre y estar atento a las noticias. Se trataba simplemente de estar alerta sin excederse, si no encontraba nada, bien, él ni siquiera había comenzado la carrera que tenía en mente.

"Quemar energía."

Se sentía un poco acelerado, eso era, quería hacer algo y se lanzaba hacia delante, así no era como quería ser, pues no había equilibrio sino emoción empujándole. Lo mejor era ir a cansarse un poco, seguir corriendo quizás aprovechando la pista de la escuela. Total, sólo hizo un par de carreras hoy, podía seguir haciendo ejercicio, luego ir a comer, volver a hacer ejercicio y así sucesivamente, hasta que pasara el día y entonces acudir al funeral que era un evento social que le interesaba, aunque fuese a ser duro.

Unos minutos después llegaban hasta la zona residencial, era un lugar bastante bonito aunque la entrada con los leones un poco basta. La sobrepasaron para poder llegar hasta lo que era el hogar de la joven.

- Listo, ya estamos aquí y sin atascos.

La miró con una muy suave sonrisa transmitiendo que bromeaba. Se había imaginado que Amber era de ciudad pero no sabía de cuál, ahora le entraba la curiosidad por saber algo más de ella y pensó que lo mejor iba a ser hablar un poco porque cuanto más tiempo estuviera en casa peor lo iba a pasar.

- ¿Es muy diferente al lugar del que vienes? Por alguna razón creo que es de un lugar grande, hablas como si fueras de ciudad.

Eso era una especie de halago a su forma de verlo, porque en el pueblo las oportunidades de tener un trabajo interesante eran ínfimas siendo eso lo que le molestaba y lo que le había instado a lanzarse a la aventura buscando a alguno de los asesinos. Le diría a Amber que se quería largar pero entonces lo que estaría haciendo sería pintarle las cosas peor.

- Este sitio está muy bien, no sé si es un paraíso pero es agradable.

Ahora cayó en el cuenta de que estaba imitando a padre y madre, buscando las palabras adecuadas para que Amber se sintiera mejor, pero era lo correcto, animarla, aunque fuera diciendo lo contrario de lo que pensaba porque él aspiraba a vivir en otro lugar.

"Atrapado porque no puedo decir la verdad."

Prefirió sonreir ante la contrariedad de lo que decía con lo que realmente pensaba, por hoy haría una excepción en sus propios principios.

Hicísteis el trayecto en silencio. Amber iba pensando más en sus cosas y estaba demasiado preocupada por su padre como para iniciar una conversación donde no sacase aquel tema y llegando a su casa te animaste a iniciar aquella pequeña conversación.

- Gracias por acompañarme. - Te dijo agradecida de verdad, aunque su tono de voz no lo mostrase. - Supongo que aún con la aplicación del móvil, me hubiese acabado perdiendo simplemente por ir pensando en mi padre. - Añadió resignada y sabiendo lo que hubiese pasado realmente.

- De Los Ángeles. - Te dijo con nostalgia y viste un pequeño brillo en sus ojos cuando mencionó la ciudad. - Esto es... completamente distinto y... - Su rostro se entristeció más de lo que estaba. - ... allí se quedaron todas mis amistades y siento que mi vida también.

Te miró con cierto recelo cuando la dijiste aquello de que aquel lugar estaba bien. - ¿Lo dices en serio? Desde que he venido solo he visto desgracia tras desgracia, hasta que me ha tocado a mí. No lo veo tan especial... Si hubiese podido evitar venir, lo hubiese hecho, pero por ser menor de edad y solo tener a mi padre no pude quedarme en Los Ángeles. - Se lamentó.

- Pero no quiero amargarte con mis problemas. Eres demasiado majo y te has portado demasiado bien conmigo como para arruinarte lo que te queda del día con mis lamentaciones... además, quien debería lamentarse eres tú, que perdiste la apuesta. - Dijo tratando de dibujar una sonrisa en su rostro y rehacerse un poco.

Quizás hablar de otra cosa la animase más. Ya tendría tiempo de llorar cuando se quedase sola en casa.

Amber arrastraba muy mal ánimo y aunque tuviera curiosidad por su pasado parecía mejor no tocar el tema, tampoco es que se conocieran como para saber de qué podía hablarle o conocer mejor sus aficiones, lo que sí escuchó lo de “demasiado majo” y eso le generó una sensación de incomodidad.

“La ayudo y me lo agradece llamándome majo.”

Era como decirle que no se hiciera ilusiones con ella. Vale, seguramente estaba exagerando y lo mejor era no pensar en si podían gustarse o no. Se acababan de conocer, ella estaba cansada y en cuanto la dejara en casa se echaría a llorar, eso lo tenía claro.

- Me alegro de haber perdido la apuesta, así me tendrás que dar la revancha en algún momento.

Le mostró una pequeña sonrisa.

- De hecho soy tan impaciente que la querría ya mismo, jaja.

Hizo una pausa un momento mientras la mirada, sin llegar a excederse en el contacto visual.

- Te propongo una cosa, podríamos matar el tiempo hasta la noche, jugando a las cartas por ejemplo. Podemos echar unas partidas, a todos los juegos que te apetezcan. A las cartas o a lo que te apetezca jugar, algo que nos permita competir un poco.

Sabía que con un poco de competición se tendrían que concentrar en aquello y el tiempo pasaría mucho mejor.