- Cálmese señorita. - Te repitió la voz al otro lado del teléfono. - Ya nos ha quedado claro que busca a su padre y ya la dijimos que no nos consta nadie con su descripción aquí. No es necesario que me repita de nuevo como es fisicamente. No le he preguntado por ello. - Se notaba que se esforzaba por ser cordial y podías oír de fondo bastante jaleo a su alrededor. Seguramente tu llamada no era la única de ese tipo en la comisaría.
- Le estoy preguntando por su edad. La suya, no la de su padre. La necesito para el aviso... - La mujer guardó silencio y esperó tu respuesta.
Definitivamente debía ser el aire que se respiraba en aquel pueblo que hacía que todo el mundo fuera un borde de mierda. Yo intentando dar toda la información posible y aquella mujer... Eso sí, cuando me preguntó la edad que tenía saltaron todas mis alarmas, pues si mi padre no estaba y ellos se enteraban, enseguida tendría ahí a asuntos sociales o algo de eso.
Prácticamente cuando entendí esto colgué el teléfono.
Así, simplemente fui a mi habitación, me vestí y salí de casa en dirección al hospital, a ver si encontraba allí a mi padre. Desde luego me negaba a quedarme en casa con los brazos cruzados.
Amber te miró fijamente a los ojos y luego miró la hora. Tenías razón, aun quedaba mucho para que oscureciese y en el fondo la joven no quería estar sola.
- Ven, es aquí. - Te indicó buscando las llaves y dos casas más adelante se detuvo. Tras abrir la puerta te invitó a pasar.
- Puedes dejar las bolsas ahí. - Te señaló un rincón en la entrada. - El salón está aquí mismo y ... ¿quieres tomar algo? Hay agua y... agua me temo. - Se encogió de hombros recordando en aquel momento que aquella misma tarde iban a hacer la compra de la semana juntos, su padre y ella y que ahora estaba ingresado.
Luego te miró y dibujó una sonrisa felina, retomando la conversación que quedó pendiente en la calle. - Así que quieres la revancha, ¿eh? Pues se que hay una baraja de cartas en algún sitio...
Se encaminó al salón y comenzó a abrir armarios y cajones. - Pero no recuerdo donde... a penas llevamos cuatro días en esta casa y bueno... ya sabes... - Se retiró el pelo del rostro con cuidado y volvió a mirar en otro cajón. - Aquí estan. - Dijo mostrándotelas con una sonrisa.
- ¿Poker, blackjack...? Vas a perder de todas formas. - Dijo moviéndose hacia la mesa mientras sacaba las cartas de su funda.
A Amber le estaba gustando la idea, entraron en su hogar el cual estaba bastante desangelado todavía, con bastantes cajas que aún había que desembalar. Realmente apenas llevaban tiempo allí. John la acompañó hasta el comedor.
- De acuerdo, agua, con hielo si puede ser, y mezclada, no agitada. - Dijo en plan coña pues no había mucho en lo que elegir, de hecho se encogió de hombros y sonrió. - Ahora en serio, un vaso me vendrá bien, gracias.
La pudo ver buscando en los cajones hasta dar justo con lo que necesitaban, un mazo de cartas listo para la acción.
- Perfecto, con una baraja se pueden hacer muchas cosas. Si te parece empezamos por Blackjack y vamos subiendo la dificultad, hay otros juegos como el holandés loco que también podemos probar.
Recogió el mazo de cartas de manos de la joven y fue a sentarse en una mesa, para barajar a conciencia, John había jugado con los amigos bastante así que esperaba poder darle una pequeña paliza a Amber y si encima apostaban cualquier cosa podría ser más divertido, así que lo planteó desde el principio.
- Sabes cómo le podemos dar emoción, cogemos unos papeles y apuntamos una serie de premios, cosas sencillas que podamos cumplir aquí mismo, y el que gana una serie de veces seguidas se va llevando uno al azar.
Se preguntó si aquello le gustaría o si lo había enrevesado mucho.
- Algo hay que hacer para darle emoción. Aparte de eso, llevo algo de música en el móvil, a ver qué te parece.
Sacó su teléfono y lo colocó sobre la mesa, buscó entre su lista de reproducción para poner algo animado, hard rock, por ejemplo del gran Slash y sus tremendos solos de guitarra junto a la voz de Myles Kennedy, hacían un duo genial.
Amber sacó la botella de agua de la nevera, un par de vasos e hielo del congelador. - Que no se diga que no tenemos lo que nuestros invitados piden. - Te dijo con una sonrisa divertida. En su mirada había pesar, pero al menos no estaba pensando en su padre en aquel momento.
- Bien, me gusta el Blackjack, pero no conozco el holandés loco. - Dijo mirando hacia el techo. - ¿Cómo se juega? - Te preguntó con curiosidad mientras tomaba asiento.
Te observó mezclar las cartas y se dio cuenta de que sabías lo que hacías, al menos mezclando y la curiosidad se disparó cuando dijiste lo de las tarjetas. - ¿A qué te refieres con apuntar pequeños premios? Castigos se me ocurren muchos, como... fregar los vasos sucios o subir la caja que está en aquel rincón a mi cuarto, solo pesará unos cien kilos y está llena de libros. Pero... ¿premios?- Te miró fijamente esperando tu respuesta mientras le daba vueltas a la idea, aunque no estaba muy convencida de ello.
- Aunque lo complicado va a ser encontrar papel y lápiz aquí.- Añadió mirando a su alrededor mientras hacía memoria. Desde el uso del móvil y el ordenador, su padre y ella habían dejado "la antigua máquina de escribir" de lado casi por completo.
- Por mí dale toda la emoción que quieras. Te pateé el culo en la pista de atletismo y lo haré aquí de nuevo. - Te dijo de golpe un tanto envalentonada y te miró mientras ponías la música. En cuanto empezó a sonar, comenzó a agitar su cabeza. - ¡Me encanta esta!
Se fijó en la sonrisa de Amber y el mejor ánimo que mostraba, lo que le hizo pensar que era un acierto pasar un rato entretenidos, claro que en la casa de la chica apenas había nada y ni podían escribir siquiera. John escuchó la idea sobre los pequeños castigos.
- Bueno, me refería a algo como eso pero un poco endulzado, jaja.
Comentó con una corta carcajada, porque esa era más o menos la idea pero hablar de castigos tenía menos encanto.
- Esa es una opción: Jugamos al blackjack y cada victoria obliga al perdedor a hacer una tarea sencilla de la casa, con el ganador incordiándole un poco. Es divertido.
Parecía un plan decente y es que con eso tenían para toda la tarde. No sabía si le gustaría alargarlo a la noche.
- En realidad es más emocionante apostar con besos, porque el ganador elige dónde tiene que besar el otro. Persona o cosa, todo vale. ¿Te atreves? Si quieres empezamos con lo de las tareas y cambiamos cuando estemos cansados.
Le dijo creyendo que aquello podía dar mucho juego, podían pasar bastantes horas entre una cosa y otra. John había terminado de barajar, por lo que colocó dos cartas frente a ella y otras dos frente suyo, con el mazo en medio, para que pudieran empezar cuando ella quisiera. En el móvil cargó una nueva canción, de Imagine Dragons, que le resultaba muy animada.
Amber sonrió ante tus palabras, mientras te miraba con interés.
- Tampoco es que haya mucho que hacer en la casa. - Y tenía claro que no iba a dejar a un desconocido hurgar por ella.
Pero en ese momento mencionaste los besos y el rostro de Amber cambió por completo. De una sonrisa bastante agradable, notaste como la incomodidad se instauraba en su cara. Detrás de eso, frunció el ceño. - ¿Besos? - Te preguntó bastante incrédula al principio molesta después.
Mi padre en el hospital ingresado, sin saber si tiene una hemorragia interna o no, si me llamarán porque le intervengan de urgencias o no y él piensa en... besos...
- Mira... John. Sin duda eres un buen chico y has sido muy amable pero... creo que deberías marcharte ya. No creo que... que estés aquí sea tan buena idea.- No con tus intenciones. - Te dijo poniéndose a la defensiva claramente al tiempo que se ponía en pie.
Esperaba que hubieran bastantes cosas para hacer en la casa, de manera que les diera tarea para unas horas. Resultó que no tenía mucha importancia pues ante la idea del juego de besos Amber se levantó, mostrando su desacuerdo. John constató entonces que se había dejado llevar y más lejos de lo que debió permitirse.
- Lo siento, Amber. Me he pasado con lo de la emoción.
Se levantó dejando las cartas en la mesa, sonriendo a la joven un poco incómodo.
- No quería molestarte, cojo las cosas y me voy, no te preocupes. Espero verte en el instituto y por favor no pienses mal de mi, si necesitas cualquier cosa estaré encantado de echar una mano.
No sabía hasta qué punto pensaría que se había extralimitado, había sido una propuesta y tampoco la habría hecho si ella no hubiese dicho que le diera toda la emoción que quisiera, entendió mal aquello. No podía usar tal cosa como excusa, él tenía que haber entendido mejor el contexto en el que se encontraban.
Fue a coger las bolsas con la ropa, que permanecían al lado de la puerta.
- Ten buena noche.
Dijo y trató de marcharse, pensando que iba a ser inevitable cruzarse de nuevo con ella en las clases , en Simone’s o en las pistas de atletismo. Iba a tener que hacer algo para que no se sintiera tan incómoda con él, algún tipo de disculpa a través de las redes sociales pues no tendría otra opción, aunque ya tendría que ser en otro día.
- Sí... ya sé... - Te respondió molesta junto a la mesa mientras recogía las cartas y las guardaba.
- Ya nos veremos.- Fue su fría despedida y ni te acompañó a la puerta. Pero si escuchaste como cerraba con llave según salías de la casa.
Miraste la hora. Eran cerca de las ocho y media de la tarde. El día había sido raro y aún tenías que pensar en que habría sido de lo que dejaste oculto en la cisterna de los vestuarios. De hecho, respiraste aliviado al haberlo dejado allí. De haberlo llevado encima en casa de Amber y que lo hubiese visto, el final podría haber sido bastanta más drámatico para ti.
Pronto oscureciería. Lo veías en el cielo y tal y como estaban las cosas en Hill Valley no era seguro caminar por las calles de noche. No ultimamente al menos.
Tu dirás a donde vas o postea directamente en la escena que quieras ;)
El día había resultado bastante difícil, tuvo que abandonar la vivienda de Amber sintiendo el rechazo que causaba en ella. Se fue encaminándose de nuevo hacia el centro del pueblo, el lugar en el que tenía su hogar, el estudio en el que había estado retirado los últimos días por la fiebre.
Su estado de ánimo no era muy bueno, acorde al del resto de habitantes pues a casi todos les habría tocado de algún modo las muertes. Se dedicó a caminar yendo directo a casa, ya tenía pensando que iba a coger el portátil para tratar de buscar sobre sucesos similares en pueblos cercanos o en la historia pasada, referentes sobre todo a las mutilaciones y al ritual.
Le asaltó un bostezo a pesar de no ser demasiado tarde. ¡Vaya día! Y le tocaba pasar unas horas investigando pero es que el pueblo no ofrecía gran cosa.
"Y si vigilo desde arriba..."
Desde la azotea del edificio quizás llegara su wifi y eso le permitiría mirar desde lo alto, pero qué quería encontrar, si mirar a la plaza del pueblo no debía de tener mucho sentido.
"Los periodistas."
Eso sí podía ser interesante, escucharles y quizás conversar un poco. Definitivamente iría a la plaza a ver quienes habían por ahí, haría un intento por sacar algún tipo de información y si no lograba nada tenía la casa justo al lado.
Al centro del pueblo ^^