Partida Rol por web

- Cazadores. Así se hacen llamar. Un cachorro como tu hermano, sin control sobre sí mismo, les puede atraer rápidamente. - Miró a tu hermano antes de volver a mirarte. - Por fortuna no veo que haya matado a ningún inocente. Sus ojos serían azules en lugar de amarillos.

» Procuramos mantenernos ocultos a los ojos de la humanidad, pero hay familias de hombres que saben de nuestra existencia, al igual que las de otras criaturas, por sus legados de familia. Dedican su vida a entrenar cuerpo y mente para darnos caza y erradicarnos de la Tierra. Algunos nos consideran monstruos, aberraciones de la naturaleza, otros simplemente presas, como el que sale a cazar leones o elefantes... y luego hay otros, que solamente buscan justicia y un equilibrio y solo se encargan de quienes han matado inocentes... - Te explicó para luego mirar a tu hermano de nuevo.

- No hay cura para esto. Yo nací licántropo, es de familia. La otra manera de convertirte es que seas elegido por un alfa... un líder de manada y este te condeda el privilegio de convertirte. Pero tu hermano está descarriado y perdido. O su alfa murió al poco de morderle o... fue un accidente. - Entornó los ojos y pensó sobre ello unos instantes. - Y sí, en cuanto recupere la conciencia y sea capaz de controlar su parte salvaje, podréis llevar ambos una vida normal.

» Le enseñaré a no cambiar de forma salvo que él lo desee y a no caer bajo el influjo de la luna llena. Aunque eso último le costará mucho y lo mejor para él será ir al bosque al comenzar a oscurecer y perderse en él una vez al mes, dejando salir por completo a su lado más salvaje. En cuanto a los hombres lobo... claro que viven más aquí. -Te sonrió. - Sería muy aburrido para mí ser el único en este lugar.

Aquel hombre, Peter, no solo era un hombre lobo, sino que parecía saberlo todo sobre ellos. Entendía que era la única manera de sobrevivir, conociendo todo cuanto era un peligro para él, y también, cualquier cosa que pudiese alterar, dificultar o impedir que viviese junto a otros... humanos.

Cazadores. 

Oír aquel término me produjo escalofríos, pero recuperé algo de templanza cuando me dijo que mi hermano aún era inocente. Su esfuerzo y mi protección habían servido para algo. No esperaba que hubiese cura, pero me llamó la atención que pudiese ser algo de familia, además de transmitido al ser mordido por otro hombre lobo.

¿Accidente? ¿Quiéres decir... que no quería morderle? -le pregunté, intentando asimilar todo cuanto me decía, sintiéndome como si fuese mi primer día de clase. Cada palabra importaba; cada gesto era fundamental.

Pero lo más importante era su voluntad de enseñar a mi hermano. A pesar de no conocerlo de nada, se había acercado a nosotros y se había ofrecido. Quizás debía tenerle miedo y fuese una inconsciente, aunque a mí me parecía que estaba salvando nuestras vidas, la de Júpiter y la mía.

Gracias... por todo. No sé... como pagártelo. Hasta ahora nadie se había ofrecido a ayudarnos. Estábamos solos y siempre huyendo, pero si aquí hay más como... como vosotros, creo que él estará bien, así que yo también. M-me gustaría conoceros. Quiero decir, que si mi hermano va a formar parte de vosotros, me gustaría a mí también... formar parte, aunque no sea... bueno, a pesar de ser... esto... humana, o como sea.

Grace, calla, que la estás liando.

En fin, que dime si puedo hacer algo para ayudar, a él, a ti o a cualquiera. Bueno, no es que ahora esté en posición de hacer mucho. Si mañana consigo el trabajo, me consideraré afortunada, y si mi hermano continúa aquí sin haber hecho nada malo, pues también. Quizás aquí... seguro que por fin encuentra algo de tranquilidad. Lo necesita. Necesita desesperadamente estar con alguien como él para poder entenderlo y yo... yo también, para saber que... que no estamos solos.

Peter Hale, eres un regalo caído del cielo, pensé, aunque no se lo dije. Pero seguramente, él debió notar que le estaba profundamente agradecido.

Peter iba a responder cuando una pequeña exclamación de sopresa hizo que sus ojos se centrasen en tu hermano, quien ahora estaba sentado en el suelo, mirándose las manos convertidas en aquel momento en garras, con verdadera extrañeza en su mirada.  - No me jodas... - Susurró mientras las miraba y remiraba, sin percatarse aún de vuestra presencia o al menos no ser plenamente consciente de que estuviéseis los dos allí.

A Peter le hizo gracia su expresión y su rostro y no pudo evitar reír levemente, eso alertó a Júpiter que enseguida os miró y trató de ocultar sus manos en su espalda al ver al desconocido allí depie, a tu lado. En ese momento no pensó que su rostro también había sido alterado por aquella maldición y te miró fijamente, preguntándote con aquella mirada quien era aquel tipo y que hacía allí. - Ejem... hermanita... ¿no nos vas a presentar? - Preguntó poniéndose en pie con bastante ligereza y dejando sus manos nuevamente en su espalda, caminó hacia Peter. Su voz sonaba gutural, casi ronca.

Entonces el olor del hombre llegó a él y sus ojos se clavaron en los del inexperado invitado. Júpiter dió un paso atrás y le señaló con el dedo. - ¡Tú! ¡Tú! ¡Te recuerdo! ¡Tu olor me trajo aquí! - Júpiter te miró a los ojos. - ¡Él fue quien me mordió!

Peter guardó silencio mientras que tu hermano se levantaba y hablaba. Parecía divertirse con todo aquello. De hecho ni se inmutó cuando Júpiter le señaló con el dedo y le acusó de morderle. - Así es... - Se giró hacia ti. - Como bien preguntabas, fue sin querer. Huía de cazadores y me habían herido... al tenerle encima creí que era uno de ellos. Tuvo suerte de que no le matase en aquel momento. - Os explicó a ambos. - De verdad que lo lamento. Pero no podía hacer nada, no en el estado en el que me encontraba. Opté por huir lejos... y acabé aquí.

En ese momento, Peter guardó silencio. Tus palabras de agradecimiento seguramente ya no tenían lugar, al igual que tu petición de estar con ellos. - No puedo dar marcha atrás y cambiar nada de esto. - Dijo al fin. - Ni puedo solucionar todos los problemas que os ha generado esta situación. Pero de verdad quiero y puedo ayudaros a llevar una vida normal. - El hombre os hablaba a los dos, aunque estaba más pendiente de ti que de tu hermano.

- Si queréis que me marche, lo entenderé. Esta noche él estará bien. Ya tiene el control sobre la bestia y dudo que lo pierda si no se mete en líos. Mañana... será otra noche distinta y no sabemos si sabrá controlarlo. - Explicó a los dos. - Puedo ayudarle ya... quedándome a su lado y enseñandole lo que es o bien podéis buscarme mañana. - Sacó un bolígrafo y una libreta, donde apuntó su nombre, dirección y teléfono móvil. Luego arrancó el papel y te lo tendió, dejando de lado a Júpiter en aquel momento.

- Tú decides. - Su amablidad era tal, que no te dejaba ver con claridad que ocultaba o porqué te hablaba a ti en lugar de hablarle a tu hermano, quien ya era plenamente consciente y podía hablar como los demás.

Júpiter pareció recuperarse momentáneamente. Se miró las manos, y después nos miró a Peter y a mí, mostrando algo de su "antiguo yo". Su voz me hizo dar un paso atrás. No estaba acostumbrada a oírla cuando se encontraba en aquel estado de transformación. Habitualmente, salía corriendo y se alejaba de mí antes de completarla.

Así que tardé en entender lo que me estaba preguntando, aunque para entonces, ya no fue necesario porque él mismo tenía la respuesta.

Peter era el hombre lobo que le había mordido, además de ser el origen que había seguido.

Yo miré a Peter, asustada al principio y después, enfadada. Todo aquello... era por su culpa y ahora.... ahora solo estaba intentando reparar lo irreparable.

Sus explicaciones sonaban lógicas, sobre todo porque comprendía perfectamente que estando acosado, lo único que quisiera fuese sobrevivir y que mi hermano, al ponerse en medio, sufriese las consecuencias. Pero se hacía... tan difícil digerirlo...

-¿SABES LO QUE HICISTE? ¡ARRUINASTE NUESTRAS VIDAS, ESO ES LO QUE HICISTE! ¡NUES-TRAS-VI-DAS! -le grité, acercándome a él llena de furia y respirando más rápido y más profundamente de lo que debía, tanto que me mareé sin poder evitarlo. Tuve que agarrarme a su brazo para no caerme al suelo, pero me lo quité de encima un segundo más tarde, de forma violenta.

-¡No me toques! -le dije, separándome un poco. 

Seguramente el cansancio fue el causante de que mi mente terminase por rendirse. Quería ayudarnos o eso decía, y por mucho que le odiase, Júpiter le necesitaba... y yo también, si quería recuperar algo de mi vida.

Lentamente, me dejé caer al suelo, quedando semisentada sobre mis piernas.

-No puedo perdonarte, no creo que sea capaz. Pero... ayúdanos, p-por favor. Él... los dos te necesitamos ahora. Es... tu responsabilidad.

Sin poder evitarlo, me eché a llorar allí mismo, entre aquellas dos fieras, Júpiter y Peter. Yo era una simple humana entre dos hombres lobo. ¿En qué mierda de libro estaba escrito algo así?

Peter mantenía la mirada altiva. Sabía que aquello ocurriría desde el momento que Júpiter le señaló con el dedo. - Lo sé. Ahora lo sé... - Te dijo después de escucharte gritarle de aquella manera, sintiendo como te agarrabas a él. Quiso sostenerte, pero tu reacción tras recuperarte un poco le hizo mantenerse quieto. - No podía hacer nada por él. Ni tan siquiera recordaba su rostro u olor para poder buscarle.

Júpiter os miraba atento, sin meterse... tratando de entender algo de aquello. Se encontraba lo suficientemente confuso como para no intervenir, pero había más... le tenía miedo a Peter. Era un Alfa, su superior y su instinto le hacía temerle y respetarle por igual.

- Y no busco tu perdón. - Dijo con algo de soberbia en su voz. - Aquello fue un accidente y de las posibilidades que había tras mi mordisco, esta fue una de las menos malas. Y que me marchase de allí aquella misma noche, fue lo que hizo que tu hermano aún siga vivo. De haberme quedado, los cazadores lo hubieran hecho también y tras su primer cambio... no hubiese vuelto a casa. - Te explicó viendo como acababas en el suelo.

Tu hermano se quiso acercar a ti y extendió sus manos para agarrarte. Pero al ver las garras, las retiró y dió un paso atrás.

Peter se puso de cuclillas a tu lado. No te dijo nada sobre si era o no su responsabilidad que tu hermano fuese lo que era. Ante sus ojos, él mismo no tenía culpa de nada. Si Júpiter no se hubiera acercado a él, no le hubiese mordido por defenderse... pero sabía que decirlo sería iniciar una discursión que no acabaría nunca. - Os ayudaré. - Te miró a los ojos, viéndote llorar. - En todo lo que pueda, no solo con él... sino con este sitio. Tu no lo detectas, pero huele a mugre y putrefacción. Este lugar no es sano.

Peter extendió sus brazos, dispuesto a acogerte en ellos. - Ven. Tranquila. No estás sola. Siempre has tenido a tu hermano a tu lado y puedes confiar en mí. - A fin de cuentas, el lo había hecho, mostrándote su verdadera forma sin buscar asustarte o amenazarte después de ver lo que era.

Era difícil mantenerse emocionalmente distante en aquella situación. Si había algo que me había caracterizado siempre, era que mientras que los demás parecían tomarse en serio lo que sucedía en sus vidas, yo había aprendido a dejarlas a un lado. Nunca había sabido si se trataba de una manera de autodefensa, o que simplemente era fría e insensible. Había descubierto que no me importaba hacer daño a la gente, que no era capaz de sentir nada por ellas, y así, me había burlado y había insultado a amigos, amigas, conocidos o cualquiera con quien me hubiese cruzado, haciéndole sentir como una auténtica mierda solo para demostrarme que no había nada que me afectase...

... hasta ese momento.

Todo se había roto cuando Júpiter torció su vida... o más bien, cuando ese tal Peter lo hizo, con la de ambos. De repente, no solo podía sentir, sino que sufría y era incapaz de detener aquella sensación de incapacidad para cambiar, volver a mi vida perfecta, mi mundo perfecto y mi insensibilidad perfecta. Sencillamente, no podía.

Y ahora yacía allí, en el suelo, tirada como si fuese un juguete roto al que el destino le hubiese cortado los hilos para que aprendiese a moverse por sí solo.

Las explicaciones de Peter eran suficientes, pero mi desesperación parecía superar con creces cualquier lógica. Entonces, mi hermano se acercó a mí, dubitativo, temeroso, y al verlo, alargué mi mano para coger las suyas. Cuando ambos vimos las garras, retrocedió, escondiéndolas en su espalda. Él también se avergonzaba de lo que era. Al ver lo que hacía, miré a su "creador", que se había agachado para colocarse a mi lado y le supliqué de nuevo ayuda, esta vez, en silencio.

-Bueno, puede que no sea sano, pero tendrá que bastar hasta que tenga dinero suficiente para marcharnos a otro lugar mejor. Pero si quieres, acepto tu ofrecimiento como voluntario para el equipo de limpieza -conseguí decirle, sonriendo como buenamente pude y limpiándome las lágrimas. Los ojos me escocían, pero los mantuve abiertos mientras me dejaba levantar por sus brazos. Confiaba en él... pero no en que las cosas mejorara ostensiblemente.

De todas formas, me puse en pie y nada más hacerlo, me abalancé sobre Júpiter y le abracé. Me había parecido que él también sufría... y eso era justo lo que yo necesitaba, ver que me necesitaba y que me quería.

-Confío en ti -le dije a Peter, cuando logré tranquilizarme un poco, sin soltar a mi hermano. Con o sin garras, no iba a perderle ni a abandonarle -. Y también en ti, hermanito. Sé que puedes hacerlo. Eres más fuerte de lo que piensas.

Y esperaba serlo yo también.

Peter se mantuvo todo el tiempo cordial y paciente y no dudó en ayudarte a levantarte del suelo, cuando así lo requeriste. - No hará falta limpiar mucho aquí. Espero poder resolver lo de la vivienda mañana mismo. Solo tengo que hablar con mi prima. Estoy viviendo en casa de los Galan. - Guardó silencio y te miró, sonriendo de golpe. - Vale, no los conocéis... - Explicó mientras corrías a los brazos de tu hermano.

Júpiter te recibió sorprendido, para luego abrazarte con un gesto cariñoso y conciliador. Tu abrazo pareció reconfortarle y hacerle volver más en sí. Ser más consciente de quien era y que era lo que le pasaba.

- Es una de las familias más ricas de la zona. Tienen una pequeña casa de invitados en su jardín. Es más pequeña que esto, pero creo que más acojedora y seguramente esté más limpia. ¿Sabías que estoy escuchando termitas en la madera de los muebles? - Los señaló con la cabeza.

- Hablaré con ella. Son gente de bien y estoy seguro de que os dejará quedaros allí unos días. Además mi primo Jay, es de la edad de tu hermano. Seguro que harán buenas migas. - Sonrió de nuevo ante sus palabras. - Y no, él no es como yo ni sabe lo que soy. Nadie de esa parte de mi familia sabe nada de esto.

»Pero esta noche la tendréis que pasar aquí y tú, - miró a tu hermano con renovada energía, - vas a tener mucho que aprender durante esta noche. Lo primero será a cambiar tu aspecto y dejar de mostrarte como lo que eres. Puede que tu hermana no te tema con esas garras en tus manos y la deformidad y el exceso de bello en el rostro... ni los colmillos. Si no me crees, busca un espejo... Pero así no te puede ver nadie más, salvo ella y yo por ahora.- En ese instante Hale se mantuvo en silencio y ante vuestros ojos, cambió de forma, mostrando una criatura de ojos rojos con afilados colmillos y mirada aterradora.

- ¿Qué creéis que pensarían ahí fuera si me viesen así? - Sonrió mostrando aquellos enormes colmillos. - Esta forma, no se debe mostrar a la ligera. - Con una gran facilidad recuperó el aspecto humano de nuevo. - Ahora que eres consciente de lo que eres... tendrás que empezar a dominarlo y para eso debes empezar a relajarte...

- Ahora... hazlo tú. Relájate y visualizate como antes de cambiar la de forma. - Le dijo Peter a Júpiter, esperando la reacción del joven, la cual no se hizo esperar. Primero te miró y miró sus manos, para suspirar profundamente y buscar relajarse, tal y como Peter le estaba indicando.

Pero no pasaba nada.

Mi hermano, a pesar de su apariencia, continuaba siendo mi hermano. Lo quería y aborrecía a la vez; siempre nos habíamos peleado, un día sí y otro también, y al ser mayor, había considerado que era independiente y madura para llevar la vida que deseaba.

Pero me había equivocado.

No llevaba ninguna vida; solo dejaba pasar el tiempo de forma estúpida, fingiendo que era algo, cuando en realidad, estaba vacía por dentro y por fuera. Eso sí, disfrutaba de no tener que pensar en mí misma o en nada, en realidad, lo cual no dejaba de ser muy cómodo. Y había pasado de eso, a tener que cuidar de Júpiter y madurar de repente todo lo que no había hecho en años, en mucho menos tiempo.

Me descubrí a mí misma siendo una persona diferente; angustiada, llena de miedo por el futuro que nos esperaba, preocupada... diferente, totalmente diferente.

Peter estaba siendo de gran ayuda, por partida doble. Por un lado, dejando aparte el hecho de que él fuera el origen de la situación en la cual nos encontrábamos, al menos se estaba portando de manera honesta y responsable. Además, nos iba a dar un lugar en el cual quedarnos.

-Supongo que... tus sentidos... los vuestros, son mejores que los de un humano normal. Ahora entiendo a lo que te refieres al hablar de este lugar. En este momento, solo quiero tener un lugar en el que descansar tranquila, pero... si no saben lo que sois -dije, mirando a Júpiter y a Peter -... ¿no será peligroso?

Me pregunté cuánta gente sabría de la existencia de hombres lobo, cuántos habría por allí y cuál sería mi posición a partir de entonces.

-Dime, ¿cuántos... cuánta gente es como vosotros? ¿Y cuántos... lo sabemos?

Mientras tanto, la lección de autocontrol continuaba teniendo lugar, a pesar de todo. Mi hermano aún estaba lejos de poder mantener su transformación a raya, pero yo sabía que podía hacerlo. Si Peter lo había hecho, él también lo conseguiría.

-Vamos, Jup. Tú puedes hacerlo -le dije, acariciando su rostro con mi mano, tal y como solía hacer alguna que otra vez. No me importaba el vello que le había salido ni los colmillos, porque seguía viendo a mi hermano tal y como siempre lo había hecho -. Venga, concéntrate en mi mano y vuelve conmigo.

- No lo será siempre que sepa controlarse. A partir de ahora, mientras no sea capaz de controlar el cambio de forma, lo hará cada vez que la luna aparezca en el cielo. Pero al menos será consciente de ello. Lo único que tiene que hacer es quedarse en casa y no dejarse ver. Si consigue controlar el cambio, ya no tendrá nada que temer pues ocurrirá a voluntad, salvo las noches de luna llena... que será cuando más le cueste dominarse. Pero eso lo acabará controlando con más tiempo. - Explicó Peter sin dejar de mirarte y ver como tratabas a tu hermano. - Pocos humanos saben nada sobre nosotros, la mayoría son cazadores. Es agradable ver a uno que no nos teme...

» En cuanto cuantos somos... no puedo decírtelo. Tampoco puedo ir delatando a nadie. - Te sonrió. - De hecho, si no llegas a venir hasta ahora, por ejemplo, no me hubieses encontrado aquí, ni a tu hermano tampoco. Hubiésemos ido a un lugar más... discreto para ambos, le hubiese enseñado a controlarse y él hubiera vuelto a casa, sin mí y tú no sabrías ni quien soy. - Te dijo con sinceridad.

Tu hermano te miraba y miraba a Peter, buscando dentro de sí como hacer lo mismo que aquel Alfa que tanto temía y respetaba. Pero estaba demasiado nervioso por todo y tratar de relajarse así, le costaba... así que el cambio de forma no se producía.

Eso hacía que Júpiter se fustrase y sus nervios aumentasen. Apretó las garras con fuerza y te miró a los ojos cuando le acariciaste el rostro, sintiendo el bello en rostro y la protuberancia de sus colmillos en la boca. Cerró los ojos e inspiró con fuerza, tratando de relajarse de nuevo. Por un momento te dió la impresión de que lograba algo... pero nuevamente fracasó con el intento. Eso le hizo alterarse lo suficiente como para gruñir algunas palabras que no llegaste a entender.

- Creo que lo mejor que podemos hacer, es marcharnos. Unas carreras por el bosque, le vendrán bien para desquitarse. A mí también me costó controlar el cambio el primer día... pero créeme que cuando tu manada te persigue por el bosque para darte caza... acabas lo suficientemente cansado como para acabar cambiando de forma sin querer. - Sonreía con aquello que decía. - Pero no te preocupes. No le daré caza. Correremos juntos y le iré enseñando lo que puede hacer y lo que podrá hacer. Eso le cansará igualmente.

Se quitó la chaqueta y la dejó colgada en una puerta. Luego se remangó la camisa que llevaba puesta. - Deberías irte a dormir, Nora. Vamos a tardar con esto. Luego me llevaré mis cosas. - Nuevamente cambió de forma ante tus ojos, mostrando ese semblante tan aterrador.

- Vamos chico. Demuéstrame que te mereces llevar la sangre del lobo en tus venas. - Dijo con voz profunda y gutural. Salvo que les detuvieses, ambos no tardarían en salir corriendo hacia el bosque y perderse en él.

La noticia de que Júpiter lograría controlarse con el tiempo, me llenó de esperanza, por ambos. Además, no se trataba únicamente de que fuese capaz de manejar su propia transformación, sino de que además fuese consciente de aquello en lo que se había convertido. Solo así podría dejar de ser un peligro, tanto para él mismo como para mí.

Seguramente, fue la primera vez, real, en la cual sentí que podíamos encontrar una solución viable a todo lo que nos estaba sucediendo. Pero al nombrar de nuevo a los cazadores, entendí la precaución de la cual hacía gala, y el miedo qu eincluso a ellos, les invadía al pensar en ellos.

Es agradable ver a uno que no nos teme...

-Jamás podría temeros. Es mi hermano el que está ahí dentro -le dije, mirando en los ojos de Júpiter directamente y profundizando en ellos de forma que los recuerdos que compartíamos, no tardaron en volver a mí, desde aquellos en los que me tiraba los libros al suelo o cuando me llenó el bote de champú con tinta, hasta cuando venía en mi busca, para acurrucarse a mi lado, porque tenía miedo de los truenos. 

Él era, y siempre sería, mi hermano, el engreído, impulsivo, estúpido pero cariñoso único hermano que tenía.

-Entiendo que no me hables de ellos -le dije después a Peter, al negarse a hablar de otros como yo -, pero... te estaría muy agradecida si hablases con alguno de ellos y consiguieses... que se acercase a mí. Necesito... no sentirme que soy la única, ¿sabes? Me siento muy sola. Hasta ahora no había podido hablar de esto con nadie, pero no es lo mismo hacerlo contigo que con alguien... no lobo.

No sabía si comprendería lo que me invadía por dentro, la frustración de haber cambiado toda mi vida y no poder descargarla con alguien que hubiese sufrido algo similar a mí. Pero lo necesitaba; necesitaba poder confiar en alguien.

Mientras tanto, mi hermano intentó de nuevo cambiar, pero aún no era capaz. Yo alargué mi mano para agarrar la suya, a pesar de sus reticencias, las uñas y la piel endurecida, porque al sentir su tacto era como si me uniese a él en sus problemas. Era lo único que podía hacer.

Tu hermano te miraba y miraba a Peter, buscando dentro de sí como hacer lo mismo que aquel Alfa que tanto temía y respetaba. Pero estaba demasiado nervioso por todo y tratar de relajarse así, le costaba... así que el cambio de forma no se producía.

Pero cuando Peter sugirió que se fueran a correr por el bosque, entendí que mi momento había terminado. Ahora le tocaba a él ejercer, más que nunca, de hermano mayor. Asentí en silencio con la cabeza y me dirigí escaleras arriba, indiferente al aumento de intensidad de los gruñidos que tenían lugar a mi espalda.

La perspectiva de acostarme en una cama sucia y dura no era demasiado buena, pero no tenía nada más. Al día siguiente, debía mostrar mi mejor cara para intentar conseguir un trabajo por el que ya podía dar gracias. Marta era un sol. Yo debía corresponder de la misma manera.

Pero mi vida, la que había dejado atrás, continuaba acechándome, llenando mi mente de nostalgia, frustración y rabia. Ya nunca volvería a tener chicos a mi alrededor o a ir de compras a las tiendas más lujosas. Ahora era una marginada, una especie que yo misma había criticado infinidad de veces.

Sin hogar, sin vida... no veía un futuro muy halagüeño para mí. Júpiter había encontrado su casa. ¿Y la mía? Con estas preguntas, el sueño me llegó casi sin darme cuenta, en una noche que parecía haberse vuelto eterna.

Peter no respondió a tus palabras. De un gesto hizo que tu hermano saliese a la calle y te guiñó un ojo antes de marcharse y perderse entre las sombras de la noche.

Tus pasos te guiaron a la que sería tu cama y poco antes de meterte en ella, escuchaste con claridad a dos lobos aullando en el exterior. Eso te hizo sonreír levemente, pensando que ambos licántropoas te estaban dando las buenas noches de aquella curiosa manera.

Tardases lo que tardases, al final caíste en los brazos de Morfeo y dormiste del tirón hasta que los rayos del sol de despertaron incidiendo en tus ojos ya avanzada la mañana. Consultaste la hora, eran cerca de las once. Tenías una hora para prepararte e ir al Simone's a hacer aquella prueba.

Pero había más, no sabías nada de tu hermano. Suponías que ya habría vuelto, incluso que te despertaría a su llegada. Pero la verdad era que, tendida en la cama, te dabas cuenta de una cosa: desde que tu hermano fue mordido, aquella era la primera vez que dormías de un tirón y descansabas en condiciones. No serías capaz de perdonar a Peter, pero él parecía estar ayudando a tu hermano, pero sanándote a tí también.

No llegaste a ver el mensaje de tu hermano diciéndote que esa era vuestra nueva casa, que Peter había conseguido que os quedaseis allí unos días.

Estabas tan cansada y molesta por lo ocurrido durante el día de hoy que pensaste que lo mejor era desconectar de todo y de todos, al menos hasta que tu cuerpo y tu mente hubiesen descanado algo.

Antes de que te marchases, Brad te alcanzó en la calle y te dió una bolsa con sobras de la comida que se hizo de más en el local. Sabías que no les gustaba tirarla y, bueno... si no se la comían las ratas y las cucarachas antes, quizás podrías cenar algo de eso. Si es que se te abría el estómago.

Y llegaste a la ruinosa y cochambrosa casa. Al menos la planta superior seguía estando mejor que la baja y ese era tu consuelo.

Con suerte, te quedaría algún valium de esos que le quitaste a tu madre antes de huir de su lado y podrías descansar algo.

La casa seguía dando auténtico asco, pero en aquellos instantes era lo que menos me importaba. Llevaba en mis manos restos que Brad me había dando antes de desaparecer, lo cual le agradecí enormemente.

Quizás el pueblo fuese una pena de sitio, pero al menos había conocido a dos personas que merecían la pena. 

A pesar de todo, estaba demasiado cansada para comer. Guardé las cosas y me lancé directamente sobre el colchón, como si me estuviese tirando a una piscina, pero intentando sumergirme en un sueño que temía que tardaría en llegar. Me alegraba que Júpiter hubiese conseguido mejorar, pero todo lo de Martha, me había creado demasiado malestar. Su hija desaparecida, ella sufriendo como nadie, y todos en el pueblo locos por lo sucedido.

De verdad, lo que era bueno para unos era horrible para el resto.

En aquel momento me sentí a millas de distancia de Júpiter, y no solo porque estuviésemos descansando en lugares diferentes, sino porque parecía que había surgido un abismo entre los dos. Lo que era bueno para él, podía ser malo para los demás y yo, formaba parte de los demás.

Afortunadamente, en cuanto cerré los ojos, parece que el agotamiento interior hizo el resto. Estaba intranquila; por Martha, por Diana, por mí.... y no podía sentirme feliz por mi propio hermano porque contradecía a todo lo demás. ¿Qué me estaba sucediendo? A lo mejor había llegado al final de mi viaje a su lado y debía soltarlo, para que pudiese buscar su propio camino, el cual parecía haber hallado en aquel lugar.

Todo a mi alrededor parecía estar del revés.

Pero cuando me giré en la cama y me ajusté la sábana, nada de eso importó más, porque caí rápidamente en un sueño profundo que me hizo, por fin, olvidarme de todo, incluso de la inquietud que sentía por no saber que me encontraría al despertar.

Despertaste de aquel reconfortante descanso, sintiendo que habías dormido una eternidad y que despertabas cargada de energía y pletórica. Aún entraba algo de luz por la ventana, pero sabías que el día estaba llegando a su fin. Eso te hizo pensar en Júpiter. En breve volvería a convertirse en aquella criatura y tu no habías estado ni dos minutos con el a lo lardo del día.

Quizás tuvieses un mensaje suyo en el móvil o de Martha diciéndote que apareció su hija y extendiste la mano para cogerlo. Pero no estaba en la mesilla de noche donde lo habías dejado.

Al moverte en la cama, notaste que había alguien sentado en ella. Fijó su mirada en ti.

- Hola. - Te dijo al ver que le mirabas por fin. - No sabía si despertarte o no. Ya resolviste mi problema.

»¿Nos conocemos? - Preguntó entonces. - Porque estás tumbada en mi cama y yo no te he invitado a usarla ni a colarte en mi casa.

Te sentaste el la cama, alertada por su presencia y te diste cuenta de que tu móvil estaba en sus manos.

- Supongo que no te importa. - Dijo moviendo el móvil en su mano y mostrándotelo por si no lo habías reconocido.-  Si tu te coges estas confianzas... es que yo puedo también meterme en tu intimidad sin preguntar.

» La pregunta es... ¿hasta dónde me vas a dejar entrar en tu intimidad? - Te miró nuevamente, dejando ver la lujuria y el deseo en su mirada y te sonrió.

Si aquella era su casa, dejaba mucho que desear. Abandonada, olvidada, no era lo que cualquiera esperaría de un lugar en el que vive. Más bien, se preocuparía y le importaría muy y mucho lo que fuese de ella.

-No. No nos conocemos. Pero si dices que es tu casa, tendré que responderte que la próxima vez, cuides más de ella y que la cierres con llave. Llegué ayer, con mi hermano, y como necesitábamos un lugar en el que dormir y este fue el primer sitio que encontramos, pues entramos -le explique, mirando de reojo mi móvil, pero sin hacer movimientos extraños -. Desde luego, Peter Hale, que se pasó por aquí, no nos dijo nada cuando vino aquí, porque de lo contrario, no habría vuelto a ella

Me estiré ligeramente, haciendo como que no me había importado lo que había dicho. Me importaba, y mucho, pero no quería perder la calma. Ya había pasado demasiado la noche anterior.

-Estoy esperando un mensaje de Martha o Brad por si saben algo de su hija. ¿Hay algún mensaje o alguna llamada? -le pregunté, cruzando las piernas para sentarme en la cama, ocupando el menor espacio posible, y adoptando casi una postura de yoga -. Ah, y por cierto, no compares intimidades. Cuando tenga mi propia casa podrás entrar en ella. Lo demás, búscalo en otra parte. Será lo mejor.

Parecía bastante increíble que pudiese controlarme de aquella manera. En otros tiempos, habría salido corriendo agitando los brazos, pero después de descubrir que tenía a un licántropo como hermano, y que había más como él, mi cuerpo no parecía demasiado dispuesto a secretar adrenalina.

- No, no, no... zorra. Esto no va así. Yo te digo que es mi casa y tu pides perdón por entrar y te largas. No necesito escuchar tus mierdas ni tus excusas.

»Si la puerta cierra mal, es problema mío y del estúpido de Francis que le dije que pusiera una cerradura nueva cuando Kyle reventó la puerta y nos colamos. - Dijo en voz alta, pero no te lo estaba contando, simplemente lo comentaba, recordándolo. - Cuando Kyle se entere le cortará las pelotas a Francis... - Sonrió divertido.

- ¿Y quién coño es ese Peter Hale? ¿Tu chulo? Mira, me importa una mierda quien seas, pero ya estás largándote de aquí antes de que vuelvan mis colegas y nos montemos una fiesta contigo entre todos.

Tu gesto en la cama y tu forma de hablarle le hicieron gracia. - Tienes huevos. Te cuelas en mi casa y tratas de chulearme. Tienes suerte de que no te haya pillado Kyle. - En ese momento te lanzó el  móvil a las manos. - Compruébalo tu misma. No he logrado desbloquear ese puto chisme.

» Y cuando tengas tu propia casa, no vendrás a darme la dirección para que te devuelva la visita... Y quizás deberías pagarme en carne el alquiler de la casa, ¿no crees? Si tu has salido ganando y por lo que veo tu hermano también, algo bueno tengo que sacar yo de todo esto... - Te miró fijamente a los ojos y luego se puso colorado como un tomate.

- Joder, esto solo le sale bien a Kyle. - Bufó disgustado. - Enserio, será mejor que te largues si no quieres tener problemas de verdad. - Dijo agachando la cabeza y dejando caer los brazos junto a su cuerpo. - Ya me inventaré algo para que Kyle no se pase demasiado conmigo...

Al menos, lo que había dicho, como lo había dicho, tuvo su efecto. El muchacho se ofendió y se puso a la defensiva, hablando de un tal Kyle a quien yo conocía tanto como él a Peter.

-Vaya, parece que estás rodeado de inútiles. Yo también he conocido unos cuantos. Buenas amigas, pero cuando se trataba de contar con ellas, siempre me daban más trabajo -le solté, recuperando algo de la soltura que me había caracterizado en mis tiempos felices, cuando me rodeaban los chicos más interesantes del instituto y yo tenía para escoger. Cogí el móvil en el aire mientras me ponía en pie y oía sus amenazas.

Claro que también vi algo más.

Que aquel tío era tan duro como aparentaba ser.

Eso me hizo sonreír y que la situación se relajara. Por un momento, me temí lo peor, pero por lo que estaba viendo, aún podía llegar a algo con aquel chico.

-Está bien. Será mejor que empecemos de nuevo. Me llamo Nora Fanning. Mi hermano y yo llegamos ayer y entramos en el primer lugar que encontramos, pensando que estaba abandonado, así que perdona. Mi hermano me ha dicho que ya ha encontrado donde quedarnos, pero como yo me he tirado todo el día trabajando en Simone's y después yendo con Martha, la dueña, de un sitio a otro en busca de su hija de la cual no sabe nada desde por la mañana, pues preferí regresar aquí para descansar. Espero que no te haya molestado porque lo cierto es que tener en donde dormir me ha salvado la vida. Muchas gracias, de veras.

Me restregué ligeramente los ojos para poder despejarme lo suficiente y me encaminé hacia la salida del cuarto. Ahora tendría que ir a la dirección que me había dado Júpiter sí o sí, pero antes de salir, me volví para dirigirme hacia aquel chico, una última vez.

-¿Sabes? Este es un pueblo muy extraño. Sé que mi hermano se sentirá bien aquí, pero yo todavía no estoy muy segura. Martha es estupenda y tú... creo que podrías llegar a caerme muy bien, la verdad. Ya hablaremos otro día.

Y con nada más que añadir, me di la vuelta para reunirme con mi hermano.

- Ellos piensan lo mismo de mí y seguramente tus amigas piensen lo mismo de ti. Es ley de vida, todos somos muy listos a nuestros ojos y los demás unos capullos e inútiles. - Te respondió serio para luego mirar hacia otro lado. - No me hagas caso. A veces soy más capullo e inútil de lo que me gustaría y prefiero ser el cabrón del grupo... pero ese puesto ya está pillado.

Tras tu presentación y tus palabras se quedó mirándote en silencio. Después de como te había tratado, esperaba que te largases de allí perdiendo el culo y que no volvieses. - Byron. Byron Richards y vivo aquí con mis colegas. De hecho este es mi cuarto.

Se recostó un poco en la cama mientras sopesaba sus siguientes palabras. - ¿Sabes que acabas de decirme donde trabajas? - Te preguntó dibujando una leve sonrisa en su rostro.

- Y bueno, creo que para variar, estará bien oler el perfume de una chica en mi cama. - Bromeó. - Quizás hasta me masturbe pensando en ti. - Nuevamente se puso colorado. - ¡Mierda! Cuando lo dice Kyle suena hasta mejor. ¿Ves? No soy más que un capullo. Y tranquila... siendo mi cuarto podré ocultar esto a los demás. - Dijo tratando de ocultar su preocupación bajo una tranquila sonrisa.

- Lo sé... por eso me gusta este sitio. Supongo que me atrae lo extraño. - Te miró nuevamente. - Sí, supongo que así será. - Te dijo a modo de despedida, sabiendo que no te vería más.

Era imposible que volvieses a su lado, no después de como te había tratado.

No dijo nada más y te dejó marchar en silencio.