Partida Rol por web

No tardaron en entregarte el táser junto con todo lo demás y abandonase la tienda sin mucho más que comprar allí. Quizás las bridas en la ferretería y alguna cosa más que vieses de utilidad en aquel lugar.

Luego regresaste al Simone's y te quedaste en la barra, mientras que el local se comenzaba a llenar. No es que se animase demasiado, pero algo de ambiente había. Brad estaba atendiendo la barra, Martha andaba algo distraída en la cocina y una chica, que por la forma de moverse parecía nueva, se encargaba de las mesas.

Brad la dirigía con soltura mientras que lograba sacar todo adelante desde su ahora mismo "privilegiado puesto". Más que nada porque era desde el que controlaba todo el local, las comandas y pedidos a llevar.

- Hola. ¿Te pongo algo? - Te preguntó el chico al verte entrar sin parar de moverse en la barra.

Por el momento, no viste entrar a ningún periodista en el lugar. Ni tan siquiera a uno despistado.

El joven se sentó en la barra confiando en enterarse en cualquier cosa, quizá tenía que dar conversación a Brad, que era a quien tenía a mano.

- Hola de nuevo, quiero un batido de fruta, el de piña por ejemplo.

Le indicó pensando ya que si quería hacer tiempo iba a tener que pedir luego otro además de alargarlos más de la cuenta.

- Qué tal va todo por aquí, ¿algo que comentar? he pasado antes por el hospital y me ha fastidiado la escena, ver lo que ha pasado allí ha sido terrible.

Quería darle conversación, allí escuchaban de todo un poco y él quería estar informado. Estos acontecimientos le tenían que servir un poco para probarse, lo pensó así, que podría sentir la vida de un periodista lo que le ayudaría a tener más claro su futuro. Entre las opciones que tenía, que eran tres, estaban las de dedicarse al periodismo, a la policía o volver a la idea de sus padres, que no le agradaba en absoluto.

En cuanto pudo le escribió un mensaje a su madre.

"¿Cómo vais?"

Pues no le había respondido al anterior y quería volver a probar suerte.

- Hola, John, ¿verdad? - Te respondió enseguida Brad a tus palabras, sin casi detenerse. - Enseguida.

El joven no tardó en ponerte la bebida. - No he estado por allí y por fortuna, no tengo a nadie a quien visitar en el hospital. - Te respondió algo pesadumbrado, pero sin borrar su amable sonrisa del rostro. Mientras hablaba contigo, estaba pendiente de la joven que se encargaba de las mesas. - Pero esta mañana escuché que un chico con cáncer terminal, se ha recuperado de manera casi milagrosa en horas en ese hospital. - Te susurró fascinado por la noticia.

En ese momento sonó tu móvil. Era un mensaje de tu madre.

"Lo siento hijo, andamos muy liados ahora mismo. Estamos reunidos con el alcalde por los últimos acontecimientos en Hill Valley. Cuando pueda te llamo. TQ."

Mientras lo leías, dos mujeres pasaron cerca tuyo, caminando sin prisa alguna y de camino a la salida iba hablando de "sus cosas". Brad te había dejado solo, para ir a darle indicaciones a la chica nueva sobre las mesas y pedidos.

- Pues les escuché decir que habían detenido a una adolescente borracha que se dedicaba a llamar a la policía dando falsas alertas... como si el sheriff tuviese tiempo para estúpidas como esa, que no les hacen más que perder el tiempo. Ojalá que la dejen encerrada durante días y le pongan una multa y castigo ejemplar. Ni yo de joven hice nunca algo como eso... - Le decía una a la otra, escuchando la amiga con verdadero interés.

- Al menos el cabrón que abrió fuego contra la multitud se lo cargaron. Dicen que era el padre de uno de los chicos muertos en la fiesta del bosque, que quiso vengarse de que su hijo muriese esa noche... - Las mujeres salieron a la calle y dejaste de escucharlas hablar al tiempo que se cerraba la puerta.

Le alegró saber que madre estaba bien y además que los políticos estuvieran esforzándose en todo aquél asunto. John había pedido otro sandwich, el primero de la mañana se lo había tenido que comer demasiado rápido y ahora lo que quería era disfrutar del sabor del queso fundido.

"Delicioso, esto es un manjar."

Iba pensando cuando Brad le decía que alguien se recuperó del cáncer inesperadamente, era una noticia muy llamativa que no encajaba con las del día. Quizá alguna persona quiso contrarrestar la ronda de calamidades con algo positivo, claro que había sido una persona muy ingenua si pensaba que tal cosa de la curación milagrosa la iba a creer alguien.

Lo otro que escuchó de que el asesino era el padre de uno de los asesinos tampoco era de esperar. Empezaba a creer que algo se había colado en el agua afectando a toda la gente del pueblo, que estuvieran haciendo chaladuras porque se intoxicaron con algo.

"Y la que ha liado la chica."

En definitiva había alta concentración de locura en el aire. John pasó de todo y dio otro mordisco, mientras él no se contagiara no pasaría nada.

"Por esa regla de tres los periodistas estarían más cuerdos, razón de más para seguirles la pista o para tratar de anticiparme a ellos, un poco para hacer currículum porque a ver, ¿qué futuro tengo en el pueblo en esa profesión? Básicamente ninguno, aunque sea un sitio que me guste. Pero si descubro algo y salgo en alguna noticia, eso sería un punto a mi favor."

Hasta ahora había pensado estar en un segundo plano, pero ahora querría descubrir algo de interés sobre el asesino del hospital y tenía que ser fácil, porque la policía habría ido a revisar su vivienda. Quizás se podría colar en ella para mirar por su cuenta, aunque para eso tendría que localizarla.

"Voy a visitar las casas de los asesinados, a pasear".

Como era de esperar, te perdiste varias veces antes de plantarte con el coche y buscar el Simone's en internet. Con el navegador acabó siendo todo más rápido y llegaste al local enseguida.

Brad estaba allí terminando de cobrar a unos clientes con un pedido para llevar cuando entraste.

- Hola. - Te saludó en seguida con su perenne sonrisa. - ¿Cómo está Martha? ¿Más tranquila? Iba a llamarla ahora para preguntarla por su hija y si cerrábamos hoy. Diana no ha pasado por aquí. - Te dijo antes de que preguntases nada.

- ¿Estás bien? - Te preguntó mirándote fíjamente a los ojos. - Parece como si te hubieras enfrentado a un cumpleaños con diez niños gritando y pidiendo más bebida sin parar tu sola. - Bromeó, quizás tratando de relajarte un poco.

Encontrar el maldito coche fue casi tan difícil como conseguir ser atendida en el hospital. Bueno, en realidad, esto había más sencillo. Con hacer un rato la gilipollas había bastado. Rápidamente, la seguridad del edificio había concentrado tooooda su atención en mí y me habían invitado con amabilidad a abandonar el lugar y no regresar.

Lógicamente, cuando hallé el coche de Martha, llevaba un humor de perros.

Además, algún estúpido me había aparcado demasiado cerca, así que tuve que hacer veintiocho mil maniobras antes de salir de allí, además de contener las ganas que tenía de aplastarle el retrovisor.

Lo que había empezado como un buen día, estaba terminando como el peor de los escenarios posibles.

Arranqué y salí echando leches en cuanto logré abandonar el aparcamiento, acordándome de la santa madre del que había aparcado casi encima de mí y cuando me di cuenta de que no iba a encontrar simone's, detuve el coche, aún enfadada, o más que antes, y lo busqué en el navegador.

-Está bien. Vamos a ver por dónde estás, me dije, mientras me ponía a buscar el local. 

No tardé demasiado en encontrarlo. Después de todo, tampoco es que aquel pueblo fuese como Nueva York; más bien lo contrario, pero de alguna manera, yo había sido incapaz de hacerlo sola. Claro que mi sentido de la orientación era peor que el de un explorador en plena tormenta de nieve en el polo norte y sin brújula.

Vamos, una auténtica porquería.

Mientras circulaba, me noté que estaba incómoda, y no era únicamente por lo que había sucedido en el hospital. Estaba circulando en un coche que no era mío, por un pueblo extraño y después de haber dejado en el hospital a una casi completa desconocida. Nada en aquel lugar parecía normal.

Cuando llegué, suspiré aliviada. Entré y vi a Brad que estaba terminando de atender a unos clientes. Al verme sonrió y bromeó, pero eso no mejoró mi humor.

-Hola. Deja, deja. Fuimos a su casa y como no había ni rastro de Diana, la llevé hasta el hospital. Entonces, mientras estabábamos allí, se desmayó, seguramente a causa de la ansiedad, porque estaba muy nerviosa, así que la han ingresado. Yo intenté descubrir si Diana estaba allí, pero me temo que fui muy agresiva y... bueno, como que me echaron a patadas. Un poco más y me mandan a prisión y tiran la llave. Vamos, que estará bien, pero seguirá nerviosa, sin saber qué ha sido de Diana.

Miré a Brad agotada y frustrada, porque aquel chico conocía mejor a Martha que yo y sin embargo, por algún motivo, había confiado en mí. La verdad es que cuando miraba al chaval, fijo que era buen chico, pero parecía tonto de remate. Aunque en el fondo tenía claro que hablaba para animarme y que no tenía malicia alguna.

-Mira, yo aquí soy una recién llegada, pero creo que lo que deberíamos hacer es dar el día por terminado. Y si no tienes mucho que hacer, ¿te importaría pasarte tú por el hospital a preguntar si saben algo de Diana y a tranquilizar a Martha?  A mí no me van a dejar. Mañana podemos abrir o no, lo que ella quiera. A mí me da lo mismo acercarme a primera hora.

Ahora mismo, lo que necesitaba era descansar y olvidarme de todo. Y ver cómo estaba Júpiter, claro. El trabajo de madraza no se acababa nunca.

Brad te hizo sentarte cuando te vio hablar así. Podías pensar que era tonto, pero se daba cuenta de las cosas. Suspiró algo inquieto y te preparó una tila. Mientras se hacía, le dio la vuelta al cartel de la puerta y hechó la llave del local.

No te perdió de vista ni un momento, pero no te dijo nada, no hasta que te puso la tila delante. - Tómatela. Te vendrá bien. - Luego se sentó a tu lado. - Ya tenía claro que iba a cerrar. - Te dijo con más paciencia que un santo, puesto que, como bien sabías, eras el último mono en llegar y para él aún no trabajabas allí. Por lo tanto tus ideas poco le importaban. Pero no te dijo nada. Te habías portado muy bien con Martha y él lo sabía.

Martha no le había comunicado nada definitivo sobre tu contratación o no y sabía que sin contrato no podías estar. Si ella no estaba, él tenía claro que no te iba a poner a trabajar y sin ayuda, no iba a tener abierto el local. Era sábado y podían llegar a ser una locura. Sabía que Martha se iba a mosquear, porque era el día y el turno que más caja hacían, pero mejor cerrar a dejarse la reputación que se habían ganado en todo el tiempo que llevaban abiertos en un estado lamentable, por una sola noche que cerrasen.

- Creo que has hecho mucho por ella. Me refiero a que eres una desconocida y te has volcado por ayudarla. Estoy seguro de que te lo compensará. Pero yo no soy ella. - Te dijo al fin. - Yo no puedo decir si puedes o no trabajar mañana. Eso solo le corresponde a ella decidirlo y yo no voy a reponsabilizarme de alguien que está sin contrato y sin seguro. Así que te tocará hablar con ella cuando... - Se encogió de hombros, porque ni él mismo sabía cuando se podría hablar con Martha.

Diana no habia aparecido, no había llamado al local, ni a su madre y la noticia de la chica muerta encontrada en el bosque aquella misma mañana estaba en boca de todos. - Sí. Si voy a cerrar, no pinto nada aquí solo. - Te dijo entonces. - E iré a verla, total, mis planes eran estar aquí metido hasta las dos de la mañana, como todos los sábados. - Te sonrió cansado.

Quizás era eso todo lo que le pasaba. Que estaba cansado.

Apenas me di cuenta que estaba preparándome una tila, así que cuando me la trajo, lo miré sorprendida, y usé lo que me quedaba de mi buen ánimo para sonreirle y agradecérselo sinceramente.

-Gracias, Brad. Creo que... me vendrá bien -le dije, cogiéndola entre mis manos y tomando un sorbo. Estaba muy caliente y hasta ese momento, no me había dado cuenta de lo agotada que estaba. Al oírle decir que iba a cerrar, entendí que aún no trabajaba "oficialmente" allí, por lo que era algo más que evidente -. Yo... no quería decir eso. Creo que me quedaré, pero de todas maneras, lo decía por ayudar y... en fin. Que no estaba pensando en mí, la verdad.

Y era cierto. Me parecía que la Nora que vivía de tienda en tienda ya no regresaría jamás. Cada vez que la recordaba, sucedía algo que volvía a hacer que me olvidase de ella. Ahora era más responsable, mucho más madura... y asquerosamente seria. Porras, era como adulta o algo así.

-No tienes que decirme nada, Brad. De verdad. Yo no podía dejarla sola y no tiene nada que ver con trabajar o no. Mañana podría irme de este pueblo de locos, porque esto es lo que es, y a pesar de todo, no me arrepentiría de haber estado a su lado. Solo siento no haber tenido más paciencia para acompañarla más y el no poder haber encontrado a Diana.Así que mañana pro la mañana me acercaré para ver qué sabes sobre cómo está, y si hay noticias de su hija. Si trabajo... pues perfecto, me quedaré echándote una mano. Si no... pues me volveré a casa.

Brad parecía definitivamente un buen tipo. Era sencillo y honesto. Todo lo que cualquiera necesitaba para sentirse seguro. 

-Estoy segura de que se pondrá muy contenta cuando te vea. Si ha confiado en mí, imagínate cómo se sentirá cuando aparezcas tú -le dije, pensando realmente que Brad sería mucho mejor acompañante que yo. Después, acabé de beberme la tila y me puse en pie -. Bueno, me voy. Espero... que todo vaya bien. Mañana nos veremos.

Pensando en Martha, en Brad y en Júpiter, me dirigí hacia la salida del local. Necesitaba un descanso como si me fuese la vida en ello. Ahora sí que me sentía completamente exhausta, pero no solo físicamente, sino de pensar. Nunca le había dado tantas vueltas a algo, salvo aquel día que tuve que decidir qué vestido iba a llevar en mi fiesta de cumpleaños. Todo un drama para alguien que en aquellos momentos, ya no estaba por allí.

-Brad. Gracias por todo. Por favor, dile a Martha cuando la veas, que no se preocupe. Que seguro que todo está bien.

Pero yo no estaba segura. Quién en ese pueblo lo estaría, con chicas muertas y lobos paseándose por todas partes.

Brad no añadió nada más a tus palabras, salvo cansadas sonrisas. Se notaba que el chico estaba cansado y que necesitaban ayuda en aquel lugar, así que en el fondo, cerrar aquella noche, les vendría bien a todos... salvo al negocio.

Y tampoco había mucho más que pudieses hacer allí ya, así que tras acabarte aquella tila saliste a la calle e inspiraste con fuerza, para sacar tu móvil a continuación del bolsillo, pensando si en Júpiter se había acordado de ti o no en aquel rato. Para tu sopresa había un mensaje suyo con una foto.

Tienes que venir a ver esto! Este tío es genial!!!

En el siguiente mensaje se veía la dirección donde estaba tu hermano en aquel momento, así como las coordenadas de lugar.

Me alegraba que alguien estuviese pasándoselo bien, pero en mi caso, aquel día había sido agotador. Estaba claro que para algunos, aquel lugar era todo un paraíso, lo que necesitaban. Júpiter parecía haber hallado precisamente, no solo un mentor, sino un ambiente en el que podía moverse con naturalidad y expresarse tal y como era.

Yo quizás lo hiciese también... pero todavía no.

Pero estaba agotada, y para nada dispuesta a fingir que me contagiaba su alegría, así que le escribí rápidamente, y quizás de manera más seca de lo habitual.

-Estoy muy cansada. He tenido un día muy duro y me voy a la casa a descansar. Mañana me cuentas.

Después guardé el móvil y me dirigí hacia la casa, tal y como le había indicado. Cualquier colchón me vendría bien en aquel momento, y un buen valium también, para no empezar a pensar en todo lo que había sucedido, pero tendría que conformarme con que mi agotamiento fuese suficiente.

Esperaba que el amanecer fuese el comienzo de un día con menos problemas.