La canción comenzó a sonar, dejándote ¿descolocado? ¿Realmente nadie había tocado tu coche? Lo cierto era que el resto parecía estar bien. Arrancaste y el motor ronroneó como un gatito. Seguramente quisieras un coche más grande para llevar a tus amigos en él, pero la verdad era que sentir ese motor, esos caballos bajo el control de tus pies y tus manos, también te gustaba.
Saliste con calma del aparcamiento de Twin Pines Mall, escuchando aquel sonido del motor tras quitar la canción de la radio y después de responder a aquel mensaje de Amber. Tenías un pequeño paseo hasta casa de Diana y querías darla algo de tiempo para que la diese a ducharse y, sobre todo, secarse la cabeza.
Al primer semáforo que viste en ámbar, te detuviste, para hacer algo más de tiempo más que nada. El semáforo cambió a rojo y en aquel momento, viste a tu ex-amigo Fred acompañado de su novia Mandy. Parecía que no te habían visto y que se cruzarían irremediablemente contigo, puesto que su trayectoria señalaba que su destino era el centro comercial.
¿Para qué me dejas elegir a mí canción? xDDD
Mis ojos se abrieron como platos al oír aquella canción. Aparté las manos de los mandos situados en el volante y me quedé petrificado, sin saber qué pensar. No hacía más que mirar a un lado y a otro, buscando cualquier indicio de que alguien se hubiera colado en el coche y manipulado las cosas, pero no había nada fuera de lo normal. Salvo esa canción, que no era mía, no estaba en ninguna de mis listas de reproducción, y de hecho jamás la había oído. Y si lo hubiera hecho, la habría borrado al instante.
Desconcertado, decidí dejarlo estar. Igual el archivo se había colado durante alguna descarga de recopilatorios de música y, sencillamente, no sabía que la tenía ahí. Ya la borraría en otro momento. Arranqué el motor, pasé la canción poniendo algo más normal y propio de mí, y comencé a conducir para ir a casa de Diana.
Por desgracia, en el semáforo tuve que pararme y, mientras esperaba, vi a Fred y Mandy caminando por la acera en dirección al centro comercial. Lo último que me faltaba en ese momento era tener que aguantar a esos dos, y lo peor era que su camino les llevaba directamente hacia mí. Resoplé, agaché la cabeza y me llevé una mano al pelo, cubriendo en parte mi cara con la esperanza de que no se fijasen en mí.
Dios santo, cómo tardaba ese semáforo en ponerse verde...
Elegiste ocultarte a pesar de estar a simple vista. Aquello hubiera funcionado si tu coche no fuese el único de ese modelo y color de todo Hill Valley. Algo que, evidentemente, tus antiguos amigos y casi cualquier habitante del que fue un tranquilo lugar, sabían. Fue Mandy quien reconoció tu coche y, a pesar de tu vago intento y deseo de volverte invisible, tanto ella como su pareja se dieron cuenta de que estabas al volante y que tratabas de evitarles.
Mientras tu deseabas que ese semáforo cambiase de una vez, Fred comenzó a caminar hacia tí, tirando a Mandy de la mano, quien pronto comenzó a seguir el ágil paso de su chico. Fred te miraba cargado de furia y rabia. Eso no era nada bueno para ti ni para tu integridad física. No si se ponía tan bruto como en los enfrentamientos en los partidos, donde siempre había algún pique con algún que otro jugador. Nunca llegaba a las manos, puesto que sabía que eso implicaría una falta disciplinaria y unos cuantos partidos fuera, por no decir una temporada completa. Pero si le habías visto en el vestuario, comportándose como un salvaje.
- ¡Tú! ¡Rata traidora! - Fue lo primero que te dijo según alcanzaba tu coche. - ¡Maldito cabrón!¡Deja de esconderte y sal
de ese puto coche para que te pueda partir la cara! - Eras consciente de que sucedería si lo hacías y esta vez Fred no tenía mucho que perder. Estabais en la calle, ya le habían expulsado una semana del instituto y del equipo hasta el final de la temporada. Golpeó con la palma se su mano el capó de tu coche, dirigiéndose hacia tu puerta, cuando otro vehículo se detuvo a tu lado, a la espera de que el semáforo cambiase.
Fred entonces se detuvo y miró hacia el otro coche, luego a ti y se pasó en silencio el dedo pulgar por el cuello, con gesto amenazante, mientras que veías como Mandy tiraba de él hacia la acera. Poco antes de que pusieran sus pies sobre la misma, el semáforo cambió a verde.
- ¿Todo bien, hijo? - Te dijo el conductor del otro coche gritando un poco, tras bajar la ventanilla del copiloto. - Deberías salir ya, pues en cuanto cambie a rojo, te tirarás otro buen rato aquí parado. Que tengas un buen día. - Al mirar te diste cuenta de que era el sheriff Hawk, quien te hablaba. Tras aquellas palabras el hombre continuó con su camino.
Motivo: 1 Cara - 2 Cruz
Tirada: 1d2
Resultado: 1
Cuando quieras puedes ir a casa de Diana
Creer que tapándome la cara Fred no me vería era tan estúpido como el avestruz de los dibujos animados, escondiendo la cabeza bajo tierra para que no la vean. Me recordó a una vieja frase que había oído en alguna parte, algo sobre creer que un tigre no iba a devorarte por ser tú vegetariano.
Obviamente, Fred me vio. Y mis peores temores se confirmaron cuando fui consciente de que no pensaba simplemente pasar de largo y dejarlo estar, o insultarme sin más. No, tenía toda la intención de venir a por mí, y ya conocía cómo se ponía Fred cuando perdía los nervios.
Por un segundo llegué a plantearme acelerar y salir de allí aún con el semáforo en rojo. Pero ¿y si pasaba alguien en ese momento? ¿Era más peligroso Fred o un accidente de tráfico? Me quedé casi paralizado, viendo cómo se acercaba, y lo único que acerté a hacer fue pulsar el botón del cierre automático de puertas, para que no pudiera abrir él desde fuera.
Por suerte, finalmente se echó atrás tirado por Mandy, al aparecer otro coche en escena. Era el Sheriff Hawk, que sin saberlo me había salvado de una buena. Le miré aún con el miedo en el cuerpo y asentí cuando me preguntó si todo estaba bien, aunque de forma claramente nerviosa. No podía dejar de pensar en lo que podría haber pasado, y lo que pasaría la próxima vez que me cruzase con Fred. O la siguiente. Aquel era un pueblo muy pequeño para poder evitarle siempre.
Seguí el consejo del Sheriff y salí de allí lo antes posible, dirigiéndome a casa de Diana.
Minutos más tarde, llegaste a la zona comercial, donde sabías que había de todo, incluída la armería del pueblo. No te sorprendió ver que mucha más gente había optado por la misma idea que tu, de ir en busca de algún tipo de arma para defenserse de lo que estaba pasando en el pueblo aquellos días.
Los rifles de caza y armas largas no parecían tener mucha salida a pesar de ser un lugar donde la caza era un deporte. Pero aquel fin de semana, lo que se estaban vendiendo y adquiriendo, eran licencias de armas cortas, como revólveres pequeños y semi-automáticas y muchos cuchillos.
Los estantes estaban casi vacíos en cuanto a armas blancas se referían y tenías algo de gente delante esperando a ser atendida. Minutos más tarde, la voz de un hombre te llamó la atención. - Buenos días, ¿desea algo el joven? - Te preguntó cortés pero con cierta prisa. Había demasiada gente en la armería y se notaba que querían despejarla pronto.
Y es que era tan malo para el negocio tener a una multitud dentro como no tener a nadie.
Armería montada ;)
Esta armería tenía buena pinta y lo mismo pensaban un montón de varones del pueblo. Él no era de visitar lugares como éste o de querer armarse, pero habían dos asesinos sueltos, qué demonios, y sentía como el gusanillo de investigar, aunque fuera investigar a los periodistas, pero se podía meter en un lío y lo mejor era ser precavido.
Los trabajadores de este centro comercial eran lo mejor, tenían carisma para ser simples dependientes. Alguna vez charló un poco con ellos y eran tremendos: el chalado ese que le quiso vender una motosierra, el otro que sabía arreglar cualquier cosa incluso parecía que podría arreglar una central nuclear, más los del taller, que eran ex-militares y contaban cada batallita...
Pero al poco le hablaba uno de los "armeros" y aquí estaba el tema, que John no sabía hasta qué punto era legal que él llevara esas cosas.
- Quiero un cuchillo de montaña, un equipo de primeros auxilios y un táser, si tienen. Que no sean llamativos.
Le observó con frialdad, esperando que no le pusiera ninguna pega a aquella compra. Claro que lo del táser era su mayor duda. El joven aprovechó para dar un último vistazo pero no se veía llevando un arma de fuego.
"¿La debería de llevar?"
Si ya era un poco exagerado portar armas blancas, ¿iba a meterse también con las de fuego? No, mejor no.
- Y ya que estoy, una linterna y una navaja suiza.
A cada segundo se le estaban ocurriendo nuevas cosas.
"¿Dónde consigo bridas?"
No iba a pedir bridas aquí, miraría en la ferretería por ejemplo.
El tipo te miró extrañado. Si bien era cierto que el miedo había hecho que la gente se acercase a la armería y se vendiesen armas, sobre todo de fuego y esprays de pimienta, lo que pedías le pareció bastante inusual y sangriento. Pero no te dijo nada. El hombre te sacó cuatro tipos de cuchillos. El más pequeño media 15 cm y tenía una hoja de unos 7 cm, el más grande media 31 cm con una hoja de 18cm. - Veamos primero el tamaño que buscas. - Te dijo sin apartarse del mostrador. Estaba claro que no iba a dejarte a solas con aquello delante.
Una vez te decidiste, guardó los cuchillos y se fue a por uno del tipo que pedías. Botiquines, al igual que navajas suizas, tenías poco donde elegir. Con el táser, menos aún. - Y aquí está la pistola eléctrica. - Te dijo el hombre, mostrándote una del escaparate. - Es el modelo M26. Tiene 4,5 metros de alcance. - Te miró a los ojos.
- No es un juguete, chico.- Te advirtió. - Necesitaré tu documentación para hacerte los papeles del táser, que si bien no hace falta licencia alguna para portarlo y usarlo, yo si tengo que justificar a quien se lo vendo y asegurarme de que no es un menor de edad. Mientras puedes ir mirando las linternas, están todas allí expuestas. - Te señaló una pared con varios tipos de linterna, tamaño y funciones disponibles en las mismas.
Este tío esperaba que se llevara un rifle, sin duda un arma muy efectiva pero que no podía meterse en ninguna parte y él lo que quería era llevar consigo una riñonera y dentro esos objetos.
- Claro, tengo mi documentación. Toda para usted.
Había tenido tásers antes pues tenía bastante preparación en términos de autodefensa. Sus padres lo cuidaban como un tesoro, su tesoro, por no decir que lo querían convertir en alguien importante y él, bien, estaba pensando en enterarse de las cosas que sucedían en lugar de irse a casa y fingir una recaída.
"John, que te pierdes."
Agarró una linterna no demasiado grande, tenía que caberle todo en una riñonera que iba a tener que ser de buen tamaño sobre todo por la pistola táser.
"Eso sí, al bosque no voy ni loco, que eso parece el matadero."
Para nada, se iba a ir primero al Simone´s a ver qué podía escuchar de los periodistas que fueran a comer.
El joven sacó la pasta, listo ya para hacer el pago y en metálico, sólo faltaría que sus padres vieran que había comprado en este lugar.
Si no hay nada más que hacer me mueves a Simone's, please.