Partida Rol por web

- ¡Heimdall, sal, tenemos que hablar contigo! ¡Ha ocurrido algo que necesitas saber

grita Gabriel a diez metros de la cabaña sin atreverse a cruzar la línea imaginaria donde la última vez desaparecieron y luego reaparecieron de nuevo. Nada ocurre hasta que a la tercera llamada escuchan su voz:

- ¿Qué salga? ¡Entrad vosotros si queréis algo! ¡No soy vuestro maldito siervo! 

Adrien e Ethan se miran. Sería difícil saber qué están pensando o si entre ellos siquiera coinciden
Evolet acaba de recoger todos los vendajes ensangrentados. Sigue pensando que Adrien necesita un hospital y que todo eso de la curación mágica es surrealista. 
Verdaderamente poco más puede hacer por el estado de Adrien. 

Aunque es verdad que ahora Ethan, ante ese nuevo estado podría intentarlo de nuevo. Hay más posibilidades de que le deje como antes de la caída, pero también podría llegar a revertir su estado al previo, donde estaba aún más malherido. 

 - Heimdall, por favor, no te lo pediríamos si no fuera importante... - A continuación le largo toda la putada que le tiene montada el consejo. - ... Por eso no nos atrevemos a entrar, podríamos volver al páramo helado, con otro gigante, y dejaríamos a esos descarriados de la sombra sin vigilancia...

- Saldré pero a mí también puede arrastrarme la corriente así que lo haremos juntos. Y no me hagas arrepentirme de salir.

Al menos esta vez ya se ha quitado el casco. Aunque conserva el hacha. Se abriga y en aquella mortecina claridad avanza hasta la mitad exigiendoos que hagáis lo mismo

 - Está bien, solo esperemos que no saltemos, a la de 1... a la de 2... y a la de 3... - Y nos movimos todos de una vez, rezando porque no volvamos a viajar.

Nada ocurre esta vez y todos permanecéis en el mismo sitio. 

- Bien, ¿qué queríais? No me vengáis con que han escapado misteriosamente en esta hora porque no me lo creeré... 

 - No, no es eso... - Le cuento todo lo referente a nuestro amigo, la flecha y lo que nos atraído aquí, junto a como los demás se unieron a nosotros durante el trayecto. También las razones que tenía el difunto para no fiarse del consejo y como parece confirmarse con el hecho de que le tengan aquí ocupado. - ... Yo tuve mis razones para irme, pero me parece curioso que ellos quiera mantenerte al margen de sus asuntos, con todo este montaje, sobre todo cuando pasa todo esto de la flecha, ¿puedes decirnos algo respecto a ella?.

No quiero perder de vista al grupo que se dirige a la cabaña, si fuesen teleportados los 3, sería gracioso esperar pensando que están hablando con Heimdall, que no sea así...y que éste se presente con ganas de ejecutarnos directamente...

Tampoco hay muchas más cosas que hacer, al menos, de momento...

Terminé de recoger todo, metiéndolo en una bolsa. Lo último que necesitábamos en ese momento era atraer a un montón de animales sedientos de sangre. Mientras estaba en movimiento no había notado el frío, pero en el instante que me quedé parada para observar cómo se alejaban mis "Hijastros" y Gabriel, sentí un escalofrío por mi columna que me hizo temblar. Solté un suspiro, mientras me giraba hacia el "resto", que bueno, en realidad solo eran dos. Los mismos que estaban "sentenciados".- Adrien ¿Cómo te sientes-Pregunté por pura cortesía, puesto que yo había hecho todo lo posible por él y no podía hacer más.- Si lo crees necesario, tengo analgésicos y calmantes... Podrían ayudarte, pero te aseguro que te harán relajarte hasta el punto de sentir la necesidad de echar una cabezadita.-Advertí mientras le mostraba los dos botes de cristal que había mantenido "ocultos" conmigo todo este tiempo. Que bueno, tampoco había sido así, en realidad si alguno se había fijado instantes atrás, sabrían de donde había salido.

Ethan se quedó sentado en el campamento. Sentía que estaba de manos atadas como nunca lo había estado, primero Gabriel, luego Evolet y finalmente Heimdall y los demás. Comenzaba a aceptar que no era dueño de sus propios actos y se quedó sentado, esperando, de brazos cruzados, que Adrien se recupere para poder pasar por el hacha lo mas sano posible. Por menos sentido que tuviera aquello parecía ser lo que estaban haciendo. Pues bien, nada podía hacer al respecto así que aceptó su destino y espero que llegara la hora.

El relato de Gabriel, que capta su atención acerca de Cédric y la búsqueda de la Aguja de Cristal (no la flecha) queda eclipsado totalmente cuando empieza a oír lo de los Gigantes contratados por el Consejo. No da crédito. 

Siendo 1 la desolación y un 10 la ira su estado se queda en... algo intermedio. Cierra los puños y grita. No deja que nadie le trate de calmar. Lágrimas empiezan a aparecer en sus ojos. 

Pero sea lo que sea, como si dentro de él siempre hubiera sabido la verdad, como si toda su existencia solitaria y en pos de un ideal hace décadas que ya le hubiera visto las costuras, Heimdall recibe aquel mazazo en aquella mañana sin luz, de boca de los hijos del último mytho en verle y de un hombre que perteneció al Consejo

Tras negar con la cabeza repetidas veces se deja caer en la nieve

- Mentirosos, bellacos, mentirosos... Jamás respetaron que no siguiera en Nuevo Olimpo. ¿Senado? ¡Falacia! Otro montaje para callar a los disidentes... Pero ninguna de sus mentiras fue tan burda como esta que engañó a este viejo... Mentirosos...

Tras unos minutos que no saben si dejarle llorar o alejarse por si la emprende a hachazos con los portadores de malas noticias, Gabriel vuelve a insistir:

- Heimdall, Cédric tampoco es del consejo y su custodia de la Aguja de Cristal puede salvar a muchos de los nuestros. Él no quería que el Consejo la tuviera de antemano. Nos dio la opción de elegir. Necesitamos la Aguja o la pista que nos lleve a ella. Por favor...

Heimdall sigue con la mirada ida. No parece que nada le importe ya. 

Entonces se levanta súbitamente y dice

- Registrad mi cabaña si queréis. Pero daros prisa. Puede que desaparezca cuando yo ya no camine en este mundo. He de encontrar mi fin. 

Y diciendo esto camina hacia las tiendas de cabaña. No sabéis que quiere pero ahora mismo sólo parece un abatido anciano y no aquel legendario guerrero. 

No sabéis las intenciones pero tenéis que aprovechar que la corriente no os ha arrastrado para hacer lo que vinísteis a buscar. 

Unos pasos potentes os sacan de vuestro ensimismamiento. ¿Habrán vuelto ya... ? Ethan trata saliva y le hace un gesto con la cabeza a Adrien cuando Evolet descorre la cremallera de la tienda de campaña y ve unas enormes botas de vikingo. 

Heimdall está allí

- Salid, salid siervos del mal. Habéis ganado. 

Su tono es grave, casi gutural. 

 Mientras nos disponíamos a registrar la cabaña, le dije al anciano, con tono de pesar:

 - Sé muy bien lo que es perder todo en lo que crees y querer terminar con todo, pero algo me dice que se acerca una guerra, puedo sentirlo, y te necesitaremos. Hay fuera ha miles de los nuestros, inocentes, y necesitarán a un campeón que luche por ellos... Te necesitarán a ti...

 No quería que el anciano pusiera fin a su vida en un sin sentido, quería que se diera cuenta que ahí fuera todavía podía haber un propósito para él. Me recordaba demasiado a mí mismo, con la fe perdida y abandonado por todos, incluido por mi mismo...

Sonrió dulcemente al anciano, ahora me da ternura verle así... Creo que lo entiendo... -¿Señor me permíteme acompañarlo un poco?- intentando hacer contacto físico con él. Si va hacia a las tiendas no quiero que aparezca sólo y a mis compañeros les de un yuyu. -Soy la Hija del Cuco, y quiero agradecerle todo lo que esta haciendo ahora por nosotros-miro hacia arriba, hacia su cara y le dejo que vea la sinceridad de los ojos. -Vosotros entrad rápido y buscad alguna pista o la dichosa aguja- digo más imperativa a los chicos.

- Tranquilos, chicos, estoy yo con él

Dice de repente la voz de Shell Khodan al otro lado de la tienda de campaña

señor, no entiendo nada de consejos y asuntos.de.esos sólo trató de cumplir la.voluntad de mi padre, ayudemos no deje que ellos pongan fin a su leyenda gracias a esta mentira

Sin más me dispongo a buscar algo que nos llueve a la aguja

Yo me preparo para pasar un rato a la espera, aunque en el fondo sé que voy a aguantar quieto dos minutos...

- Muchas gracias Evolet por lo hecho hasta ahora, sin embargo me vas a permitir que te rechace esa última ayuda, prefiero estar despierto para lo que pueda pasar, y te aseguro que el ir a que me corten la cabeza mansamente no es exactamente en lo primero que estoy pensando.. 

Los pasos de Heimdall me sacan de mi insimismamiento... ¿tan pronto?

 - Prepárate Ethan..

Le digo susurrando. Salgo, la presencia de Shell me tranquiliza, parece que sabe arreglárselas siempre para...bueno...para...para ir a su bola

En el interior de la cabaña con chimenea,  flota un olor a pipa y humedad pero la temperatura es agradable. Hay un trono de madera, salpicado de telas y cojines. Es una cabaña de una sola estancia, aunque el dormitorio está arriba, en un altillo. Encima del trono de madera hay unos anclajes de plata, donde debe ir el Hacha de Heimdall colgada. En una esquina una pequeña cocina y sobre ella estantes con recipientes, que antes estaban tirados y que parece que el viejo ha vuelto a recoger. Al fondo de la estancia un baúl que hace de cómoda, mal cerrado. No hay baño ni libros ni nada moderno. 

Gabriel recuerda que John estuvo buscándolo y debió ser pillado casi in fraganti ¿Qué había en el cuerpo de John que pudiera indicar dónde estuvo buscando? 

Al salir de la tienda está Heimdall con Shell, pero algo en su rostro indica que algo ha cambiado de manera drástica: Donde había furia hay desolación, donde había orgullo hay vergüenza. Una tristeza que vuelve a legendario vikingo como si fuera un anciano perdido...

- Habéis ganado. Mi lucha acaba aquí. He venido a que me ejecutéis vosotros a mí. Así debe hacerse.  

Recuerda las palabras de Gabriel, que le hicieron algo de mella pero aún así, su corazón sigue deseoso de morir y acabar con esta farsa

Shell les explica que Gabriel le ha contado todo. Por un momento pensaron que tal vez era obra del poder de Shell, pero no. Sólo la profunda verdad ha podido decapitar la esperanza del legendario mytho. 

-Entiendo que un personaje legendario como usted busque una muerte legendaria pero no creo que sean nuestras manos las que deban enfrentarse a esa tarea- digo a aquel impresionante personaje, a pesar de su desolación.

Ahora sí, toco su mano con la mía y le digo suavemente: -No le de más vueltas y disfrute de la vida, seguro que puede ayudar a que el mundo sea mejor. Descanse y busque una buena manera de pasar los años

-por cierto, ¿no tendrá idea de donde puede estar aquello que nos trajo aquí?- tras estas últimas palabras me aparto un poco, dejo su mano y le miró fijamente a los ojos esperando haber conseguido algo con mis "encantos".