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Tercera Génesis: Los extraviados

La habitación roja de Evolet Nicholson

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11/04/2013, 16:10
Director

No fue por su don por lo que Salomé fue elegida para infiltrarse entre el rebaño. 

Su poder de alterar la composición de pequeños volúmenes líquidos no significaba mucho al lado de destructores nucleares humanos o señores de las bestias. 

Tampoco su agilidad increíble, su fuerza y resistencia sobrehumana, su puntería y sigilo y sus capacidades de combate portentosas eran un valor único entre los mythos. 

No. Salomé fue elegida por su capacidad para optimizar incansablemente todo lo anterior. Por su astucia, creatividad y espíritu de ir siempre superándose, de combinar todo aquello para crear una mezcla poderosa y sorprendente que la convertían en la asesina y la espía perfecta. 

Así, conocía la composición exacta del suero de la verdad y con un gesto suyo un café adquiría ese efecto. O el del más potente de los venenos. O el del más lento y sutil. Salomé vertía agua en las cerraduras a la vez que la convertía en ácido y lograba entrar a todas partes. Un cuchillo impregnado en aceite pasaba a ser un cuchillo envenenado. Y si además podía lanzarlo con la precisión de una máquina contra un objetivo, mientras dando una voltereta era capaz de esquivar a dos hombres armados para luego romperles el cuello de dos gráciles movimientos, antes de desaparecer en las sombras a la vista de todo el mundo, todos entendían por qué Salomé era alguien a quien temer. 

No era sólo su cabeza. Era su carácter ambicioso y despiadado lo que la habían llevado a ascender hasta la Corte Negra cuando apenas hacía cuarenta años que su poder se había manifestado. Que pocos la conocieran facilitaría la coartada. Su innata hambre de mantis religiosa haría el resto. 

Penitencia la había ordenado sentarse en aquella habitación roja hacía casi un día y ella no había desfallecido pese a no alimentarse, ni bajado la guardia un minuto. Si era una prueba, demostraría que era la más adecuada para el cargo. Pero había otra finalidad. 

- Lo que vamos a hacerle a tu mente es mucho más que crear una doble personalidad. Necesitamos crear un espacio que exista tanto en tu mente como en el plano físico. Y es esta habitación roja. Aquí regresarás cada noche en tus sueños. Aquí Evolet Nicholson podrá reposar mientras Salomé coge control de su cuerpo brevemente para ir siguiendo instrucciones, para dejarle pequeñas pistas que hagan que la enfermera maternal y correcta sirva a la Sombra sin saberlo. Poco a poco irás cogiendo más control de su cuerpo, emergiendo sin ser vista ni detectada. Será un placer delicioso aguardar aquí mientras vas pervirtiendo ese alma inocente. 

- Dos almas inocentes, maese Penitencia, por lo que me han dicho

- Cierto- dijo el humanoide encapuchado haciendo una mueca parecida a una sonrisa- Porque todo lo que Evolet hará al final será seducir al Cuco y asesinarle una vez que descubra dónde ha escondido la Aguja de Cristal.

El Cuco era otro de los mythos. Un espíritu libre que había trabajado para El Rebaño (O El Consejo como preferían llamarse en su ignorancia) pero que hacía tiempo que no se sabía de él. Su carácter indómito y bohemio le habían granjeado demasiados enemigos en todo el mundo. Estaba sólo y era particularmente esquivo. Pero tenía una debilidad. Su necesidad a lo largo de los siglos de enamorarse de mujeres con las que poder crear una familia. 

Evolet Nicholson era un constructo ideal, una mujer madura pero deseosa de tener niños, cuidadora, bella, exuberante y a la vez, la perfecta ama de casa americana. 

La Aguja de Cristal era parte de un artefacto poderoso, una Brújula Cúbica, que registraba las presencias de los mythos como la Caja Negra de un avión tras un siniestro. Sólo cuando llegaba un nuevo advenimiento, la aguja se desprendía de la Brújula y otra nueva aparecía para registrar las nuevas presencias.  La desechada, por tanto, conservaba los datos del advenimiento anterior: Cada dato, localización y energía de todos los que habían sido creados en ese periodo. En este caso, casi diez siglos de humanos con poderes dispersos en el planeta. 

El Cuco y su linaje tenían una cualidad especial. No podían ser localizados por medios mentales ni mecánicos. Sólo aquella Aguja guardaba sus datos por lo que tiene sentido fuera el más receloso de no permitir que cayera en manos ajenas. Cuando logró robarla fue herido en combate. La Sombra sabía en qué hospital estaría, pero un ataque físico no arrebataría la información, y uno mental era inútil. Se imponía un plan maestro. Y Salomé era la orgullosa elegida para desempeñar tal misión. 

Cuando el proceso acabó Salomé no notó nada. Penitencia se fue de allí y se quedó esperando. Tardó en entender que ya se había completado la fisión hasta que vio a una mujer caminar asustada entre aquellas cortinas rojas y aquel parqué ondulado. Era Evolet y Salomé la dejó sentarse mientras ella seguía sus pasos hacia afuera. Los pensamientos, los recuerdos de aquel día que Evolet había vivido volvían a ella y al despertarse se encontró durmiendo al lado del Cuco. Ya lo había conseguido. En un día había logrado enamorarle. Fascinante. 

- Cedric- dijo sabiendo cómo Evolet le llamaba- ¿Estás bien? Todo esto ha sido tan... tan inesperado que hasta me siento mal por si se te han abierto los puntos

El atractivo rubio se giró y la cogió de la mano. Hablaron durante un par de horas y luego Salomé volvió a su sitio. Sentía como cuando Evolet abandonaba la habitación roja, eran sus propias ideas las que penetraban en la mente de la mojigata "quédate con él", "se su pareja"... 

Dos meses después vivían juntos. Pero algo salía mal en el plan. Cedric se sabía cazado por alguien y cada vez era más paranoico y cuidadoso, con lo que era difícil tratar de sacarle investigación acerca de la aguja. El último día que le vio, Cedric hizo algo que salvó el plan del desastre. Decidió nombrarla heredera de su apartamento en Nueva York por si a él le pasaba algo, en un arrebato romántico de no dejar sola a Evolet, cuando ella, sugestionada por Salomé, le engañó diciendo que a lo mejor esperaba un hijo suyo. 

Cedric murió asesinado y en la habitación roja no estaban solo ellas dos. Penitencia había vuelto. Parecía inquieto pero su aspecto no lo delataba. 

- Los Correctores le han matado. Estoy seguro de ello. Y no has logrado encontrar antes de eso La Aguja. Pero Cédric sabía que iba a morir. Y ha hecho un testamento. Será leído en su funeral y  esperamos que vaya algún miembro del Consejo.  Pero lo que es más importante, Salomé... Tú eres también su heredera. Juega bien tus cartas, reúne información, sigue como una viuda su memoria... y su secreto. Y recupera el artefacto. Esto acaba de empezar

- Entonces ¿Evolet seguirá viva?- decía apuntando a la aterrorizada muchacha- No sé cuánto tiempo voy a poder mantenerla aquí. Cada vez se resiste más. ¿No se podría rastrear...?

- ¡Silencio, Salomé! Tú no eres la que propones el rumbo. Ya hay un equipo que se encargará de rastrear su muerte. Pero El Consejo probablemente sabrá algo. Si vamos a ganar esta partida tenemos que jugar desde los dos lados. Y ahora tranquila mujer- dijo cogiendo gentilmente a Evolet- Ya sabes que esto son sólo pesadillas. Despierta. Vístete de luto. Llora tu pena y atiende a ese testamento. 

A Salomé le pareció que Evolet la miraba con pena al alejarse. Como si supiera que su libertad era la condena de la otra. 

De nuevo todo se quedó en silencio en la habitación roja. 

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11/04/2013, 16:58
Penitencia
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