Recuerda perfectamente setenta años después aquel carromato con el que se cruzaron en el polvoriento camino que bajaba al valle. Tres niños iban sobre él y se le quedaron mirando. Debían ser de su edad, aunque de eso no está seguro. Recuerda también el verde de los parajes. Es un color que impregnó para siempre el corazón de Vadik pues no lo volvería a ver nunca en todo su esplendor. En su memoria ese verde se difundía en el rostro de aquellos que le miraban con extrañeza. De aquellos niños que tendrían una vida que jamás él tendría. No está seguro de si iban a un destino mejor que el suyo, porque en 1943 muchos eran los deportados a los campos de trabajo en la provincia de Kazajistán y sólo él, a lomos de esa mula junto a su madre y su prima pequeña iban en la otra dirección, de la que todos huían. Por eso los niños que él quería imaginar verdes, le miraban.
Era por eso el verde el símbolo de lo que él nunca tendría: El color misterioso de la ausencia y lo prohibido.
Una vez leyó en un libro de psicología que los recuerdos enmascaraban otros.
¿Acaso aquella visión pretendía tapar lo que había vivido en los días anteriores cuando un terremoto desplomó el hospital donde estaba ingresado por unas fiebres? Él había sobrevivido entre los cascotes pero su madre decidió que no podían seguir en el pueblo.
¿Acaso aquella visión pretendía tapar lo que vio en los días posteriores cuando llegó al Volcán Hundido en el Valle donde pasaría el resto de su vida, donde vio por primera vez a los Chkrysa a sus diez años? No recuerda qué debió sentir cuando vio aquellas caras peludas y afiladas que serían sus cuidadores y captores hasta el día de hoy.
No he acabado aún pero como estás tan expectante, según lo vaya teniendo te lo voy publicando ;)
Inquieto, despierto de mi sueño al escuchar ruido cerca en la oscuridad.
Había vuelto de nuevo a mi infancia. Esa parte de mi memoría, lejana y a veces confusa después de tantos años.
El ruido no era nada importante, seguramente pequeños roedores que corretean cerca buscando algo que comer. Cierro mis ojos y decido continuar con mi descanso. Tal vez pueda volver a ese lugar mejor. Ver las caras de mi madre y mi prima una vez mas.
La parte del Volcan hundido que Vadik habitaba era poco más que unas habitaciones subterráneas, y un enorme espacio, abierto en la cúspide, gracias a Dios, por donde podía ver la luz del sol. Y experimentar la lluvia. Y ver las estrellas por la noche. De entre todas las estancias donde había pasado sus setenta años aquella era sin duda la única que le hacía sentir vivo. Porque pronto fue evidente que el estaba cautivo. Y durante mucho tiempo creyó saber por qué.
Los primeros años vivió con su madre y su prima, cautivas al igual que él aunque con mucha más libertad de movimiento. Ellas podían moverse por todo el Volcán Hundido donde, decían, existía una ciudad subterránea. Una ciudad habitada por hombres salvaje y por hombres rata, como llamaron durante mucho tiempo a los Chkrysa, y con pocos rusos como ellos, salvo unos cuantos aldeanos con oficio y militares que enlazaban la ciudad con el valle en la superficie. Una ciudad gobernada por Betina, la niña madre. La reina de un mundo que le estaba vetado a Vadik. Por eso, durante todos aquellos años donde se le instruía en libros, se le encomiaba a hacer ejercicio y a mantenerse siempre sano en mente y cuerpo, aprendió a maldecir en secreto a aquella niña que parecía mandar sobre cada acto de cada criatura del Volcán Hundido.
Cuando su madre murió, envejecida y enferma por las duras condiciones que suponían aquel lugar para aquellos que no eran hombres-rata o humanos salvajes, ni siquiera le permitieron abandonar la zona del cráter. Su rabia y su pena se tornaron en un discurso airado acerca del por qué de su cautiverio. Con su progenitora muerta el sentido de su propia existencia se volvía oscuro. ¿Por qué había nacido en libertad y condenado después a vivir ahí en esa ciudad bajo el poder de una desconocida con criaturas que de niño se le hubieran antojado monstruos y que cada año normalizaba más?
Pero aquel día también descubrió algo cuando dos guardianes le impidieron acudir al entierro de su madre. Vadik tensó su cuerpo y unos tendones duros como alambres se marcaron en su fisionomía hasta que con una sacudida uno de los guardias salió despedido contra la pared. El otro tuvo menos suerte porque tratando de impedir que Vadik siguiera haciendo lo que estuviera haciendo, recibió un potente golpe con el puño del chico que le atravesó el cuerpo como si fuera masa de pan. Trató entonces de escapar pero algo se lo impidió. Hubiera jurado que eran las efigies talladas en la piedra de las paredes ascendentes del cráter las que le miraban y se reían, pero aquel poder se vio neutralizado.
Cuando su prima, que ya tenía casi treinta años regresó del funeral le reprochó sus actos.
- Oh, Vadik, pensamos que este lugar acallaría tu mal. Cuando derribaste aquel hospital y mataste a toda esa gente no tuvieron otra opción que traerte aquí. Pero si La Niña Madre se entera que tu poder ha vuelto, incluso con los Silenciadores, ni siquiera se contentará con tenerte cautivo y pedirá tu cabeza. Has de ser extremadamente cuidadoso y que nadie note que tu brujería sigue viva.
Las siguientes décadas Vadik, además de crecer e instruirse en los libros y en el ejercicio de su cuerpo, también practicaba a solas con su maldición. ¿Era esta pues el motivo de su condena? ¿Era demasiado peligroso como para permanecer libre? Aún así no podía evitar responder a su llamada. Sentía que sí quería las cosas podían no tocarle. Otras podía atraer lo que quisiera hacia él. El concepto de peso tampoco tenía sentido. Era tan capaz de levantar enormes rocas como de levitar o hacer posturas inimaginables: La gravedad. Eso hacía su poder. Alterar la gravedad.
Aún así no podía nunca escapar de allí, ni siquiera volando a través del cráter. En verdad aquella prisión inhibía su poder y por más que su cuerpo pareciera ser atravesado por flujos de acero y se concentrara al máximo, no podía con aquellas tallas en la piedra.
Aprendió a entenderse con los Chkrysa y a llevar su cautiverio lo mejor que pudo. A veces le traían mujeres salvajes, dotadas de menos inteligencia que los hombres-rata pero de indudable mejor aspecto y copulaba. Otras le hacían algún obsequio especial: Un baño caliente o un nuevo libro.
No parecía envejecer al mismo ritmo que otros hombres normales que veía. Su prima ya era una anciana cuando descubrió la verdadera razón por la que estaba cautivo en el Volcán Hundido...
(falta la última parte)
¡Conseguí poner mi primera foto!
Me encanta la historía de momento. El poder me flipa aun mas.
Ese fue el día en que Vadik conoció a Betina, la reina, su captora, la Niña Madre.
La noche anterior había vuelto a soñar con ese color que jamás había vuelto a ver. Ese verde que cubría las montañas de tonos imposibles. El azul del cielo se proyectaba en la bóveda, el rojo en la sangre, el amarillo y el dorado en las corazas de los Chkrysa, el granate en los libros que le prestaban, el blanco, el arena, el marrón en el que se iban transformando las vestimentas y el mobiliario de madera en aquel reino subterráneo. Pero nunca vio de nuevo aquel verde que ya era más una sensación que un color. El verde del exterior, de su infancia, de la libertad...
Las grandes puertas de piedra se abrieron y Vadik supo que no era su visita diaria rutinaria. Una cohorte de Ckrysa se aglutinaron en la entrada y dieron paso al General Grim, el Chkrya de más alto rango y, según decían, un hombre-rata despiadado y muy astuto. Junto a él puso rostro por fin a Mumma, el más fuerte y grande de los Hombres Salvajes. La presencia de ambos, fieles guardianes de Betina, sólo podían pronosticar su presencia. Y así fue. Enfundada en un vestido púrpura una muchacha, no mayor de dieciséis años se abrió paso hasta él. Su cabello era negro y largo y su mirada tan fría y oscura como siempre se imaginó.
Sus primeras palabras también fueron gélidas
- ¿Por qué tiene ese aspecto? ¿Acaso no se cuida y se asea como ordené?
- Sí, señora, siempre lo ha hecho, pero tiende a preocuparse más en otros asuntos que en su propio cuidado...- respondió el General, con un tono articulado perfecto.
- Tampoco es tan joven. Está ajado. Y gastado.
- Para tener casi ochenta años...
- Yo tengo seiscientos y no me conservo así
- Pero su mytho se halla bloqueado, Majestad, es el coste de tener su don en remisión
La Niña Madre entonces le tocó la barbilla y me miró a los ojos. Vadik tuvo por un instante el deseo de asesinarla. De acabar con ella en ese momento. Pero entonces sabe que jamás tendría las respuestas a las preguntas que se había hecho durante toda su vida.
- Bañadle y vestidle. Fuera de aquí. Decidle a la humana que va con él... ¿cómo se llama?
- Aiday, señora, se conocen desde que eran niños
- Decidle que se despida. No volveremos a necesitarla
Al oír aquello Vadik se rebeló
- ¿Por qué? ¿Por qué me arrebatáis también a ella? ¿Disfrutáis acaso de torturarme todo este tiempo?
Betina, sin mirarle a los ojos aún, se dirigió a él por vez primera
- Porque tu cautiverio ha terminado. Alguien va a conocerte por fin y quiero que estés listo para impresionarle. Tu padre ha regresado. Y ahora todo será distinto.
Vadik fue conducido casi por primera vez por los pasillos subterráneos de la ciudad. Vio tanta gente en aquella ciudad escondida en el volcán que sintió ansiedad al no saber que era una multitud. Tampoco tuvo deseos de escapar. Por fin su destino iba a ser revelado. ¡Su padre! Jamás le conoció. Nadie le habló nunca de él tampoco. Ni sus profesores ni su madre ni Aiday.
Le dieron un baño y peinaron su cabello. Le perfumaron y por vez primera le dieron a elegir qué traje querría llevar. Todos parecían de una elegancia increíble y a él le vistieron de negro y oro.
Vadik no entendía qué pasaba pero todos parecían ahora tratarle con respeto además de con miedo o extrañeza como era habitual. Incluso cuando uno de los guardias empujó a su anciana prima para que se despidiera de él y Vadik le increpó, pareció disculparse. Aiday lloraba
- Le rogué a la Reina que no hiciera esto, pero no me dejaron... oh, Vadik, lo siento tanto, lo siento tanto...
- ¿Qué sientes Aiday? ¡Voy a conocer a mi padre, voy a ser libre!
- Tu vida ya te ha sido arrebatada Vadik. Y ahora van a quitarte lo único que te quedaba. La mentira que te protegió toda tu vida. La mentira por la que todos vinimos aquí y fuimos compañeros de tu cautiverio.
- ¿Qué mentira, Aiday? ¿Qué dices?
- No creo que viva mucho después de esto. Betina me transformará en una de las salvajes o me ejecutará cuando te hayas marchado, pero no temo a la muerte más que al infierno. Y en el infierno arderás si conoces la verdad, querido primo.
Dos guardias se la llevaron pero Vadik no les dejó. Saltó sobre ellos cuando ya estaban a varios metros de distancia y con su puño abrió el suelo derribando a los que venían a apresarle. Su prima lloraba y le imploraba que parara pero la rabia contenida empezó a fluir. De nuevo sus tendones se volvieron grises y como de acero... pero esta vez no parecía tener freno. Sintió que con solo señalar algo podía moverlo. Sintió fuerzas de atracción y repulsión que podían hacer que todo el volcán se destruyera. Entonces la anciana Aiday, la única en el interior del campo de fuerza que había creado, le golpeó con una roca en la cabeza y le dejó inconsciente. Todo paró.
- Lo siento, Vadik, lo siento... pero no puedes matar a todo el mundo. No podía dejarte hacerlo...
No la había vuelto a ver en el mes que esperó y esperó a que su padre regresara. Le habían vuelto a instalar en su prisión aunque la habían adecentado bastante. Vadik había roto cada objeto preciado con que habían adornado su cárcel. Cuando su padre viniera quería que viera en qué se había convertido su vida durante su ausencia. No quería que enmascararan su realidad aunque las palabras de su prima habían calado en él. Toda su vida quiso encontrar la verdad. Ahora le decían que jamás debía conocerla.
La espera se hizo eterna aquellos meses. No sólo a él. La inquietud y el nerviosismo se apoderó del Volcán Hundido. Podía sentir más peleas y ejecuciones de lo habitual. También se secuestraba más gente de arriba, de la superficie. Se les interrogaba y preguntaba buscando noticias. ¿Noticias del hombre al que todos esperaban? El viento frío del otoño se colaba por las grietas pero Vadik llegó a pensar que era el lamento de la Niña Madre.
El último regalo que trajeron no lo rompió. Era un lienzo donde se veía a un hombre rubio apuesto. De ojos azules y sonrisa pícara, Vadik acarició aquella imagen creyendo reconocer en él sus propios rasgos. Pero ni siquiera el retrato de aquel hombre que debía ser su padre atrajeron su atención.
Detrás estaba Betina. Sonreía y cogía su mano de manera afectuosa. Por eso le costó tanto reconocerla. Llevaba un vestido. Un vestido verde, más claro del que recuerda. Más brillante que aquellos niños y aquel prado y aquel recuerdo de infancia. Estaba embarazada y los pliegos de su tripa se dibujaban en aquel verde.
Una sensación de vértigo sacudió a Vadik.
¡La foto es perfecta!
La idea es que Vadik controla la gravedad a un nivel muy físico. Es decir, no es un Magneto. O no lo es de momento. Con su poder, tal y como te pongo en la ficha puede hacer que nada o nadie le toque, repeliendo o generando un campo de fuerza personal. Levitar y hacer levitar a otros (no volar en el sentido estricto) Levantar pesos imposibles, atraer hacía sí lo que quiera y lanzar un golpe de ultradensidad desde su puño capaz de destrozar cualquier cosa
- Cada vez que obtengo respuestas se crean nuevas preguntas. ¿Es Betina mi verdadera madre? No, no quiero creer eso. ¡Por dios que no! Seré la semilla de aquel al que quiso, Un bastardo a sus ojos. Eso explicaría porque me han tenido encerrado. Explicaría que no quisiera verme en todos estos años. Soy el recordatorio viviente de algo que le gustaria enterrar en su retorcida memoria. Ahora que regresa me ha sacado brillo para usarme. Ganar el favor de alguien que seguro la abandonó.
Hablo en voz alta como si fuese un lúnatico intentando convencerme de que no es mi verdadera madre. Doy vueltas y descargo mi rabia golpeando aquello que tengo cerca. Y en mitad de mi estancia el cuadro. Parece que las dos figuras me miran burlonas. Solo el verde que las acompaña consigue tranquilizarme.
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La historia engancha, Ya tengo ganas de más. El poder luce fabuloso. A ver si puedo empezar pronto la partida :)
Muy logradas las fotos. Hasta en el vestido verde de ella .
Me tienen intrigado muchas cosas.Sobre el padre y su regreso. Betina y su verdadero ínteres de tenerle encerrado tantos años. En fin, muchas cosas xd.
Los jugadores ya han llegado al valle donde está el Volcán. Calculo que en un par de semana os encontraréis y tu aventura comenzará.
Comienza la cuenta atrás. Ojala sean unos dias menos de espera xd.
¿ Como van mis compis? Mañana llevaran 2 semanas en el valle donde esta el volcán.
Jajaja, sí, pero entre que postean una vez cada dos días... no te creas que aún siquiera están cerca de encontrarte. Aún así algo voy a ir moviendo.
Gracias por tu santa paciencia.
No me des esos ánimos. Dales un empujoncito xd.
No te preocupes, es normal, todo depende de lo que avancen los jugadores.