Partida Rol por web

La joven asintió a las órdenes con ojos vidriosos pero sin replicar en ningún momento. La ataste bien y la amordazaste y tras eso salisteis al exterior. Había mucha gente fuera pero te llamó la atención aquella máscara de neon roja enfundada en una minifalda blanca ensangrentada y con dos machetes a la espalda.

Parecia mirarte fijamente pero estaba a unos cuantos metros de ti y ella había detenido sus pasos.. eso no evitó que un escalofrío recorriera tu espina dorsal. Nadie más parecia fijarse en ti... de momento.

Me quede cerca del hombre de pelo rojo mientras examinaba al capullo que me jodió el trato. -¿Juntos? No. -Dije tímidamente al ver que había mas gente a mi alrededor. -¿Cazador? Supongo que esta noche si. -Respondiendo a la segunda pregunta, sin saber muy bien que responderle. Aquel sitio era todo lo que pudiera esperar y mas, era un lugar peligroso si eras ganado y peligroso igualmente si te pasabas de listo, por lo que preferí mantener un perfil bajo y terminar cuanto antes lo que venia ha hacer para continuar con la noche.

Sin duda no era el único que necesitaba pasta aquella noche, ni con la mascara mas rara.

Levanto las cejas y sonrio al escuchar a John. Uhhh, Cazador. Así que has venido más veces aquí, eh? Le dedico una sonrisa confidente y luego me giro a la mujer que le roba toda mi atención con semejante entrada. Suponiendo que es a quien estábamos esperando, asiento con la cabeza a John y me encargo de agarrar con fuerza al tipo que tenia preparado. 

- No te vayas a pensar que por estar con una mujer va a ser mas fácil que escapes. - le digo sonriente al hombre atado - Supongo que valdrás menos si te parto las piernas pero sera mejor eso que nada. 

Apenas le hago caso al encapuchado que se va con su premio. ¿Y yo cuanto valdría si me subastaran? Bastante, no? Que sigo siendo joven! Después miro al de la máscara roja y le sonrío, al ver lo tímido que es. Si es que lo sabía, seguro que debajo de esa máscara es adorable. 

- Yo no soy Cazadora... También es mi primera vez aquí, sabes? - le digo de forma dulce, tanto al asiático guapo como al de la máscara, pero le doy un fuerte tiron a mi prisionero, no se va a pensar que estoy intentando ser buena con él también.

— Bueno... pues parece que sólo uno ha sido lo suficientemente inteligente como para irse de aquí... —comenta el profesor con cinismo, como si realmente hubiera planeado que se escapara. Sin dejar de apuntar a los dos chicos, se dirige hacia la puerta para cerrarla. — Pero se os complica "el examen" a vosotros, ¿no es así?

— Ya he matado a dos de vosotros y tengo a vuestro "líder" atado de pies y manos. Como veis, también me he cargado a su padre, quien por cierto, era un asqueroso violador, así que he hecho un favor al mundo. Vosotros dos queréis vivir, ¿no es así?

— ¿Qué tal si a partir de ahora empezáis a usar vuestro cerebro? Os propongo una cosa: os dejaré ir sin ninguna herida física si os quitáis esas máscaras tan desagradables y hacéis exactamente lo que yo os diga a partir de ahoa. No os preocupéis, podréis hacer uso de vuestra exagerada rabia contenida.

— O podéis negaros y os pego un tiro a cada uno. ¿Qué me decís? —pregunta, alternando entre apuntar a uno y a otro.

El asiático levanta una ceja al escuchar a Jo-Ming y sacude la cabeza con una ligera sonrisa, apuntando algo en su tableta.

- Si queréis ser Cazadores oficiales, tenéis que traer algo mejor que esto. - dice con paciencia - Con que consigáis más de 600$ en una sola noche en presas debería bastar. Y si es tu primera noche, éste... - se acerca al tipo gordo que ha traído Jo-Ming y el pelirrojo niega con la cabeza. El asiático mira a Jo-Ming con una ligera sonrisa - No vale una mierda. Trae chicas. Negros, chinos, indios... Gente guapa en general. - se encoge de hombros y sacude la cabeza, apuntando cosas en su tableta - ¿Tienes al menos alguna historia para éste? A lo mejor consigues puntos extra por el drama.

El pelirrojo le deja al tipo gordo a otros dos guardias que vuelven del interior y lo arrastran hacia las jaulas. Después se acerca al tipo que tiene sujeto Wendy, haciéndole un gesto para que se lo deje.

Ninguno de los chicos se mueve mientras hablas y finalmente asienten rápidamente en cuanto les das la opción de vivir. El que ha sido empujado está medio arrodillado en el suelo, pero no tiene las fuerzas ni ganas de acabar como su compañero. Así que lentamente se quita la máscara que lleva. El otro "lento" espera a ver qué hace su amigo y finalmente también se la quita. 

Cómo no, ambos repetidores de tu clase y amigos de Kenny. El pálido y casi tembloroso que está a tus pies es Mason McCorville, mientras que el alto que sigue sin hacer ningún movimiento es Abed Quinn. 

- ¿Q-q-qué tenemos que hacer? - tartamudea Mason, empezando a levantarse poco a poco - K-k-ke-kenny n-nos da igual... S-solo le seguimos p-porque nos paga... - le conoces lo suficiente como para saber que está mintiendo e incluso te parece ver un gesto de asco de Abed.

- ¿Qué tenemos que hacer? ¿Y qué va a hacer después con nosotros? - pregunta éste último, con las manos medio levantadas. Se le nota nervioso pero no tanto como a Mason. 

Se escuchó un quedo suspiro tras la máscara que llevaba y su cuerpo se relajó visiblemente cuando John llegó hasta ella. - Claro Doe. Como usted mande - el tono de broma denotaba que había cierta confianza y que la chica no estaba tan mal como podría parecer.

- Tengo más regalitos en el coche - Añadió mientras cogía los productos que el hombre le tendía con una mano mientras con la otra le entregaba su presa, un tio bastante grande con una mascara de payaso. Le miró alejarse antes de aplicarse el betadine en la herida y luego se deshizo de sus coletas para usar los lazos como ataduras para sostener las gasas contra su costado.

Llevaba a la espalda dos machetes que se vieron perfectamente cuando se dió la vuelta para irse al coche. Su rostro se giró lentamente hacia el encapuchado (William) que llevaba a la cria atada a empujones a unos metros de ella. Detuvo sus pasos y se quedó mirándolos....

William siguió caminando llevando a su cebo apenas un metro por delante suyo y guardándose tanto como podía de ser seguido o acechado por algún otro purgador. Sabía por experiencia que los descuidos se pagan muy caros durante la noche e la Purga.

Los pasos del agente de policía, si bien lo hacían dando un rodeo estratégico, se dirigían hacia el Lower East Side. Poner tierrra de por medio entre él y la absurda feria de los horrores era su principal prioridad ahora.

Pese a la aparente docilidad de la muchacha, el hombre se cuidaba constantemente de dejarle clara su situación con algún que otro empujón más encaminado a dirigir los pasos de la chica que a hacerla trastabillar o caer al suelo.

Echó un vistazo al coche de Candy. - Yo me encargo de los paquetes...- e hizo un gesto con la cabeza señalando hacia Wendy -... tengo un encargo pendiente esta noche. Estamos buscando a alguien. A ver si nos puedes echar una mano...-

Se encogió de hombros. - No he traído gran cosa, pero sabes que pago mis deudas. -

Le tendió la escopeta para tener las manos libres y se dirigió al coche a buscar los regalitos.

La mujer se quedó mirando a William mientras se alejaba con la muchacha. Se podia sentir su crispación por la forma en que apretó sus puños a ambos lados de su cuerpo. Giró su enmascarado rostro cuando John volvió a su lado de nuevo y tomó la escopeta de entre sus manos.

- Vamos. Voy contigo - No había atisbo de discusión. Ni siquiera se dignó mirar donde le señalaba su amigo. Simplemente echó a andar llevándose la mano contraria contra el costado herido, ahora cubierto por las gasas. - te conozco John - aunque no pudiera verse, sonreia

- Vaya puto cerdo. Esa chica es demasiado joven.. - Su voz se hizo un susurro, un murmullo furioso contendio, mientras os dirigiais al maletero de "su coche". Te costaba mirarla de frente pues el neón de su careta brillaba bastante pero podias imaginarte que pasaba por su cabeza. Rabia, culpa, impotencia. Después de todo, ella hacia lo mismo, sacar beneficio de un día tan horrible como era el dia de la Purga

Inspiró con fuerza, suponías que intentando calmarse - ¿A quien buscais? - preguntó mientras abría el enorme maletero, mostrando una mujer en camisón blanco bastante transparente, otro hombre en pijama blanco tambien. Ambos heridos y con manchas de sangre. El tercero era un joven con sudadera, vaqueros caidos y la cara pintada.

Todos maniatados de pies y manos. Todos incoscientes. Sabías que Candy era buena, pero tanto... era imposible que ella sola tuviera tantas presas a la vez

Te fuiste escurriendo, ocultandote... sigiloso, acechante, y con tu sumisa muñequita que apenas rechistaba salvo algún pequeño gemido de dolor que otro.

Finalmente cruzaste el East Village a salvo.

¿Historias? Uy, yo de esas tengo mil! Claro que prefiero esperarme a darle mi presa al pelirrojo fortachón y espero mientras John se queda hablando con su amiguita. Que monos, seguro que ellos tambien tienen alguna historia que contar. 

- Yo creo que esta noche paso, solo hay una presa que me interese, lo demás no me importa mucho. - digo dejandole el tipo al pelirrojo - Eso si, mi amigo aquí seguro que tiene una historia para este. - termino esperando a que venga.

Estaba un tanto molesto, no solo me había hecho perder el tiempo, sino que ademas no valía nada. -Hombre algo me daréis ¿No? -Me rasque la nuca, no era bueno inventando historias y ademas no es que tuviera tiempo para ello.

-¿Historia? Pues es un capullo que quiso adelantarse y acabo jodido, por su culpa me he cargado a dos o tres críos protegiendo a quien buscaba y encima la chica salto por la ventana y la perdí de vista cuando un grupo de monjas me preguntaron por ella y saliendo en su búsqueda... -Mire al gordo con ganas de darle otra patada. -Creo que servirá para torturarlo un rato, tiene mucha grasa, si se le pincha fijo que cuesta. matarlo. -Comente recordando lo que había visto en la feria. Ni siquiera sabia su nombre o de donde era, así que no me importaba lo que le pasara.

Poco después me quede mirando como al parecer entre ellos se conocían, por lo visto este era todo un mundillo, seguramente un trabajo muy lucrativo si sabias cazar. -¿Oye ¿Vosotros tenéis relación con la lista negra de las personas buscadas? -Pregunte en alto, al escuchar a la chica rubia.

Y ahí está, dos de los alumnos más problemáticos que ha tenido nunca el Profesor, preguntando humilde y obedientemente por indicaciones. ¡Y sólo ha hecho falta ser encañonados a punta de pistola! Y ver a dos de sus amigos morir, claro.

— ¿Hm? No me gustan los mentirosos, señor McCorville... —dice el Profesor con una voz tranquila, como cuando da las clases. — ¿Es que sus padres nunca le han enseñado acerca del octavo mandamiento? "No mentirás ni darás falsos testimonios". ¿O quizá diga usted la verdad? El señor Mendels se sentirá muy decepcionado cuando se entere...

Sin dejar de apuntar al joven McCorville, el Profesor mira al joven Quinn.

— Usted. —le señala con el cuchillo de cocina que aún lleva en su mano izquierda. Deja pasar unos segundos y le dice: — Pese a su indudable rebeldía, quiero creer que por su corta edad, siempre me ha parecido el más inteligente y... leal... de todo su grupito de maleantes juveniles. Como bien he dicho antes, si me hacen caso, no les haré ningún daño. Claro está, deberán hacer lo que les diga sin rechistar y sin fallos. ¿Entienden? Esto no es como el instituto, aquí no fallarán un examen que podrán repetir en unos meses. Su vida está en juego. O más exactamente, la de su amigo, ahí amordazado. —el Profesor señala al cuerpo maniatado del joven Mendels.

— Quiero que ambos vayan al sur, a Lower East Side, a escasos minutos de aquí. Allí hay un grupo "jugando" con unas muñecas de porcelana. Ya saben, las típicas muñecas terroríficas que hay en casas de sus abuelas. Quiero que vayan allí y se encarguen, como ustedes quieran, de esas personas y me lo reporten. El cómo lo hagan me resulta indiferente, pero quiero que me hagan una videollamada cada diez minutos para actualizar el estado del... encargo. Si se retrasan en sus llamadas, ni que sea unos segundos, su amigo recibirá un castigo que recaerá sobre su consciencia, si es que la palabra "amistad" significa algo para ustedes. Pueden llamar al móvil de su amigo, no se preocupen, aún está operativo. ¡Ah! Y si lo desean, el valiente amigo suyo que huyó puede ayudarles... si es que aún lo consideran amigo.

— ¿A qué están esperando? Ya van medio minuto tarde. Cierren al salir y suerte, mis apreciados alumnos.

El joven McCorville se pone aún más pálido de lo normal y ves claramente cómo mueve la boca, pero se ve que no es capaz de llegar a emitir ningún sonido. Por su parte, Abed sigue con la mirada fija en ti y da un ligero respingo al ver que le hablas directamente, pero se mantiene firme en el sitio. Por un momento frunce ligeramente el ceño pero asiente lentamente de todas formas, echando un vistazo a Kenny. 

- ¿E-e-entonces... s-si no vamos, n-no nos pasará nada a nosotros? - se atreve a hablar Mason. Abed le manda callar con un siseo agresivo y el chico se encoge un poco más - ¡V-vale, iremos...!

- Quiere que matemos a alguien para que no mate usted a Kenny... Entendido. - recapitula Abed. Está claro que el plan no le termina de convencer, pero no te parece que tenga tantas ganas de no cumplirlo como su "compañero" - Veremos si los encontramos pronto...

En cuanto les dejas marchar, Mason se levanta lentamente y va retrocediendo hasta que tiene más o menos cerca la puerta, momento en el que sale corriendo con todas sus fuerzas. Abed se lo toma con algo más de calma, recoge su máscara y sale de la habitación a paso rápido, sin perderte de vista y echando un breve vistazo a Kenny y a su otro compañero que ha caído... Por el momento, parece que te has librado de ellos.

El pelirrojo asiente a Jo-Ming conforme Wendy le deja que se lleve al chófer atado y haga su inspección. El asiático, por su parte, levanta la ceja al escuchar la historia que le cuenta éste y finalmente esboza media sonrisa y suelta una risa contenida. 

- Las historias de esta noche no tienen desperdicio, desde luego... Pero eso es algo tuyo, no suyo. - vuelve a mirar a la tableta y apunta un par de cosas - Imagino que algo podremos sacar con esto, de todas formas. Y tú sacarás... 70 pavos. - dice empezando a contar de un fajo que le pasa otro de los guardias.

En cierto modo, entendía la rabia de Candy. Con sus diferencias, ella tenía, al igual que John, un filtro para seleccionar sus presas. Aunque había que respetar la "norma" de que no había normas, no tenía por qué gustarte.

A pesar de mantener un contacto frecuente, se conocían de muchos años ya, y podía leer sus reacciones aún a pesar de la máscara. 

Tomó nota mental del aspecto del tipo, quizá pudiera hacer algo al respecto por Candy. A él tampoco le gustaba que se cazara a inocentes, aunque tampoco sabía la historia de la chica… Quizá sí se lo mereciera…

Se centró en los tres cuerpos del maletero. - Si que has estado ocupada... - por teléfono le había dado la impresión de que Candy iba acompañada y, a juzgar por sus heridas, algo se había torcido, por lo que la falta de su supuesto socio era una consecuencia lógica.

Era más fácil que fueran por su propio pie que tener que cargar con ellos, así que comenzó a zarandearlos para que despertaran. No contaba con amoniaco, y no quería desperdiciar el desinfectante de sus recursos.

Mientras, le explicó su objetivo. -Ahí, la novia despechada, quiere dar caza al novio que la puteó. Es un ejecutivo ricachón. - Cogió el machete y puso la hoja en contacto con la mejilla de la mujer, esperando que el contacto frío del metal la despertase. - Queríamos echar un vistazo dentro de la Feria para descartar que estuviera allí fentro, aunque no creo que esté ahí. Es posible que esté en una cacería de esas que montan los pijos. -

Echó una mirada hacia Wendy, viendo que había entregado al chófer, le hizo un gesto para que se acercara.