Partida Rol por web

-¡Hijo de mil putas! -Cuando los barrotes cayeron supe que la suerte que me había estado acompañando toda la noche había casi terminado y digo piso porque a ratón acorralado siempre hay luces. Por lo que deje en un segundo plano conseguir lo que tuviera esa caja fuerte, del bastardo que se merecía estar muerto, ahora lo sabia con creces, y buscar una salida de aquel sitio antes de que todo se torciera a peor.

-¿Esto tenia una puerta de garaje? Esas son bastantes endebles igual si uso algo de palanca o me la cargo... si tuviera coche...-elucubraba durante un eterno segundo, antes de salir del despacho y dar una rápida mirada a la casa en busca de una salida. -¡Busca Jousi! Alguna manera de salir de aquí tiene que a ver.

- ¿¡Cómo te atreves a hacerme esto?! ¡Despues de todo lo que hemos pasado juntos!!! - le grito a John, forcejeando con las bridas pero sujetándolas bien como me ha dicho - ​​​​​​¿Que es este sitio eh? ¡Que queréis hacerme! 

No me hace falta tampoco mucho teatro para conseguir que el guardia nos deje pasar. Yo que pensaba pelear mas... Menudas dotes de teatro tan poco aprovechadas... Aunque si en algún momento en el ascensor me miran para comprobar si estoy bien  les dirigiré un guiño de confianza pero nada más. Tengo que estar seria... Jijiji. Al ver el abrazo levanto una ceja. No esperaba que ese fuera su contacto pero tampoco voy a quejarme. Aún con gesto molesto y sin querer llamar aún la atención miro el lugar. No, mi amorcito no estaria aquí por nada del mundo... Quiero decir, para qué querría ver a otras mujeres. Ya me tenía a mí y... Y se marchó pero... Con más ganas que antes, voy buscando entre los hombres para ver si está por ahí ese cerdo asqueroso que me comería igual que me he comido el de la señora china.

La manera más rápida de salir, parece la puerta principal que ya tiene las llaves al lado de ella, pero al otro lado te parece escuchar más pasos y gritos. Al echar un vistazo rápido por la casa, ves al final del pasillo una pequeña puerta a media altura, parecida a la de un montacargas o una de las que hay en los hoteles para tirar la ropa sucia. También te fijas en que en el baño hay un conducto de ventilación suficientemente grande para que quepa una persona.

Candy iba cerrando la marcha de aquel extraño grupo. John justo delante, dando pequeños empujoncitos a Wendy. Había muchos hombres trajeados bebiendo sus copas y hablando en tono quedo. Otros estaban parados delante de alguna de las chicas que estaban esposadas en aquellas macabras vitrinas. Las chicas parecían estar despiertas pero aletargadas, como si fueran a caer dormidas en cualquier momento. Todas iban vestidas con trajes muy ajustados de falda muy corta y calzadas con altos tacones de aguja a juego con sus vestidos.

- Ahí está el señor Marshall - dijo vuestra guía girando el rostro un segundo para miraros y señalar un poco más adelante.

El hombre exudaba elegancia y buen gusto. Su diestra estaba enfundada en el bolsillo de su pantalón hecho a medida (dato que solo sabe Wendy). Sujetaba una copa de Martini en la zurda mientras conversaba cerca de una de las chicas. Parecia ignorarla, como si solo le importara el hombre que tenia delante

El color rojizo de la iluminación no permitia ver con claridad todo, pero justo cuando llegaron a la altura del caballero, Wendy divisió en el otro lado de la estancia una espalda que le resultó familiar. Los dedos de aquel joven acariciaban el muslo de una mujer pelirroja, perdiendose por unos instantes bajo la minifalda...

Cada vez más confundida miro alrededor, sin entender qué es este sitio. Es un museo o algo así? La verdad es que no me importaria que me tratasen como s una obra de arte pero... Al ver al señor Marshall, giro un momentito hacia atrás, hacia John.

- Este lugar no parece tan malo... Pero uno de los camareros tiene un buen paquete, si sabes a lo que me refiero. Y al señor M diría que le van esas cosas, ya tiene puesta la protección y todo... - termino por guiñarle el ojo a John,divertida por hablar en este tipo de clave.

Sigo sonriente hasta que veo a alguien al fondo... Misma complexión, peinado parecido, manos firmes pero suaves... Y tocando a otra mujer. Nononono. Mi cariñito Tony no haría eso. Además no lleva el anillo de casado que le regalé. Seguro, seguro que no es... No es... A pesar de los empujoncitos de John me quedo un momento en el sitio, empezando a hiperventilar un poco.

- Necesito... Necesito acercarme. Pero no es él, ¿Verdad? ¿Verdad que no es él? - murmuro cada vez más nerviosa, sin poder apartar la vista de quien sea ese chico que tanto se parece a mi querido Tony.

El tiempo estaba jugando en mi contra y pese a que seguramente salir de la casa por la puerta no seira dificil, el no saber quienes estaban al otro lado estaba jugando con mi mente. Volvi con rapidez a mirar la casa y vi dos soluciones, ambos igualmente mas loca que la anterior, ir en el montacargas de las peliculas de terror de todo hotel o por los conductos de las de estudiantes perseguidos por monstruos.

-Joder, joder, joder, joder... -Cogí una moneda, marca ambas opciones y lance la lance al aire. -Cara... mierda toca el montacargas. -La volví a guardar al bolsillo y fui directo a lo que mi suerte dicto.

El ambiente pretendía desprender clase o elegancia, pero John sabía que aquél sitio no era más que otro antro de pervertidos, aunque fueran vestidos con ropas caras. 

Lógicamente, el segurata les "guardaba" sus armas, así que lo primero que hizo fue comenzar a fijarse en qué podría hacer servir como tal... El poste de las mesas, botellas, seguramente habría algún tipo de catering, los cubiertos podrían servir...

Lo siguiente era fijarse en la seguridad, localizaciones, salidas, etc...

Wendy parecía haber visto algo, pero por el momento no convenía llamar la atención hasta que tuvieran la situación controlada. Además, si el tal Tony le había puesto la orden de alejamiento, si la veía seguramente hubieran problemas... Según se giraba para hablarle, para disimular, cogió a Wendy de cuello y se la acercó para susurrarle - ten paciencia, primero hay que asegurarse - 

No quería que empezasen a saltar las alarmas antes de tiempo. 

Otra cosa que le preocupaba era Candy. No le hacía gracia que su identidad estuviera al descubierto sin su máscara, y aquellos degenerados pudieran tomar represalias...

El sitio estaba muy concurrido, lo ideal sería poder apartar a Tony a un lugar más discreto y encargarse de él sin llamar la atención, pero por lo que había visto de Wendy, mucho se temía que montase una escenita, sobretodo al ver lo que estaba haciendo con aquella chica.

Echó una mirada fugaz a Candy y, con un gesto de la cabeza le indicó la dirección donde se encontraba el supuesto objetivo.

Quizá lo primero sería ver cómo funcionaba todo aquello, integrarse y ver qué sucedía después.

El señor Marshall parecía ser el anfitrión, así que lo más educado en primer lugar sería ir a presentarse y mostrar la mercancía.

Guió a Wendy en su dirección, quedándose a poca distancia, esperando a que acabara su conversación.

Te metes en el "montacargas", esperando ser lo suficientemente rápido para que los que sea que haya en la puerta no te pillen. Lo primero de lo que te das cuenta es que el susodicho no tiene un suelo como tal, sino que da a un conducto ligeramente inclinado que lleva hacia abajo. Ni siquiera te da tiempo a pensarte si quedarte agarrado antes de caer: La puerta de la entrada a la vivienda, al final del pasillo, se abre con un violento golpe y empiezan a sonar disparos. 

Sin tener muy claro si te han visto o no, caes por el conducto como si fuera tobogán casi vertical. Pasan varios segundos hasta que empiezas a ver la luz al final... y lo que parece una bolsa de basura, llena de jeringuillas rotas, vendas y botes de medicamentos entre otro material médico.

-¡JOOOoooder! -Es lo único que conseguí a decir mientras caía por ese tobogán feliz hacia el infierno... o a la bolsa llena de mierda medica. Por suerte para mi, pude aferrarme a las paredes de los tubos para frenar mi descenso justo al final del mismo. Una vez mas la suerte de ese día o tal vez mi instinto de supervivencia quiso que evitara la caída y poder saltar a un lado una vez detenido en la misma boca del maldito tobogán.

Una vez en el piso, los disparos y gritos que entraron en la casa, sonaban lejanos pero ni por asomo estaba a salvo, así que aun tenia que salir de allí y rápido. -Venga, venga, donde esta la salida.

Sentí la presencia de mi secretaria pero no me volví hasta ella hasta que no terminé la banal conversación que mantenia con Nick. Estaba bien enseñada, así que esperó con paciencia sin interrumpirme, con las manos entrelazadas delante de su minifalda y la cabeza ligeramente inclinada.

- ¿Qué sucede? - mi tono era amable y educado pero se notaba cierto grado de disconformidad con aquello. Ella se apresuró a presentarme a la tal Candy. Un preciosa muñequita a la que le dí un disimulado repaso a aquel cuerpo creado para una sola cosa y nada más

John.. aquel tipo no era de los mios, pero había traido otra belleza a mi casa. Una salvaje además. Me gustaba, era más divertido domarlas y hacerles ver quien mandaba. Enseñarles como era el mundo de verdad. Le estreché la mano a él y besé la de Candy como un gentelman. Luego me coloqué delante de Wendy y acaricié su mentón con el dorso de mis dedos para luego bajar por su cuello y alcanzar así el borde de su escote.

- Exquisita - sonreí antes de volver hacia mi secertaria - Hay que cambiarla de ropa - volví a mirar a la chica vestida de novia - ¿Vas a colaborar o a ponernos las cosas dificiles? Vosotros dos podeis disfrutar de la fiesta si quereis - lo primero era para Wendy, lo último para John y Candy

Viste copas en las manos de la gente y en algunas mesas. viste palillos en los martinis terminados, alguno ensartando una aceituna todavia. No había a la vista botellas ni cubiertos. Todo lo servían camareros con bandejas. Había gruesas cortinas cubriendo las ventanas (o eso imaginabas) y solo veías dos puertas ahora mismo. Por donde habias entrado y otra más que llevaria al resto del apartamento de una sola planta

Notaste la tensión mal disimulada de Candy y su esfuerzo por no saltar sobre aquel tipo al ver como sobaba a Wendy

Consigues parar a tiempo y saltar a un lado de la bolsa de basura, marcada con un pequeño mensaje de peligro. Lo único que hay en ese pequeño cuarto de basuras al que llegas a parar es una puerta que parece de emergencia y que lleva directamente al parking del edificio. 

La mayoría de coches que hay aquí aparcados tienen pinta de ser bastante caros y nuevos y seguramente no tengas la suerte de encontrar uno abierto. En esta zona no parece que haya vigilancia, pero sí ves que las puertas del aparcamiento están cerradas por una puerta metálica de aspecto grueso. A través de las tuberías se pueden oír los ecos de los disparos, pero por el momento no parece que nadie te haya seguido por el tobogán de las jeringuillas...

-Joder... otro callejón sin salida, cagüen mi vida. Empezaba a desesperarme, sabia que seria raro que la gente de arriba me encontrara aquí y mas estando esto cerrado. Así que lo primero que se me ocurrió fue buscar la garita del vigilante, con suerte estaba allí el control de las puertas o quien sabe alguna llave de repuesto de alguno de los coches, la gente forrada tiene mas de una llave.

Pero mientras la buscaba, estaba atento a cualquier otra solución, sabia que había alguna formas de asalir de allí, solo tenia que verla un instante y con suerte la encontraría pronto.

Asiento disimuladamente a lo que dice John, pero sin estar muy segura ni dejar de mirar al posible Tony en la fiesta. Me doy cuenta de que vamos a hablar con el pez gordo, nada más y nada menos, así que me pongo en una pose más regia bajando los hombros y estirando el cuello. Aparto la mirada molesta cuando veo al mandamás comiéndome con la mirada. Normalmente no me importaría, pero no estoy aquí por él. ¡Estoy aquí por el amor de mi vida, por favor señor, contrólese! Que soy una mujer casi casada...! ¿Espera, ha dicho exquisita? 

- Hmph. Pues está claro... - bufo, dirigiéndole una mirada de esas que le echas a alguien a quien le vas a arrancar los dedos de un mordisco. Pero después relajo el gesto y miro mis ataduras y a John y Candy - Lo estaría pero creo que ahora no podría hacer mucho aunque quisiera... - casi estoy esperando alguna señal por parte de mi caballero andante John, pero si su plan es esperar un poquito más, tendré que esperar. 

John cogió a Wendy de un hombro, alejándola ligeramente de las manos de Marshall. - No quisiera parecer grosero, pero negocios son negocios, obviamente, podemos ofrecer una muestra de prueba, pero...- Debía parecer que estaban allí por conseguir un trato para poder mezclarse mejor con el ambiente. No acabó la frase, dejando que el propio Marshall sacara sus conclusiones.

A John le asqueaban todos aquellos pijos petulantes y estirados y seguramente ellos les viesen como chusma. Pero cuando todo el mundo habla el idioma universal del dinero, la cosa cambia. 

Aunque no para él, no estaba alli por dinero.

De un rápido vistazo sólo vio factible como arma las bandejas de los camareros, quizás si rompía una copa... Habían dejado muy pocas cosas "peligrosas"... Pero tenía suficientes recursos como para improvisar algo si hacía falta.

La única que podía identificar a Tony directamente era Wendy. Y por el momento no interesaba que Tony, si es que era él, la reconociese.

Era cierto que tenía las fotos del móvil, pero ponerse a contrastarlas allí podría resultar sospechoso. Para no llamar la atención, debería de revisarlas en un lugar apartado. Quizá el lavabo, pero por el momento no quería dejar a Wendy sola. 

Hizo un gesto con la cabeza a Candy para que se acercara a Wendy - ...prefiero que mi socia la prepare, tienen más... "confianza" - A pesar de su voz ronca y grave, intentó dar un tono más amable y burlesco a sus palabras. -...y se asegurará de que no de problemas... -

​​​Cogió a Wendy de la barbilla, haciendo que girase su mirada hacia sus ojos. - y no los dará ¿Verdad? - Tras la máscara y el ángulo en que estaba, sólo ella podría ver cómo le guiñaba un ojo. 

La idea era escabullirse al lavabo para comprobar la foto, enviarsela a Candy para que ella tambien pudiera identificarlo y luego acercarse para comprobar si el sujeto era él o no...

Se maldijo por no haber pensado antes en eso, pero en eso se basaba la improvisación. ¡Joder!¡Cómo odiaba eso!

La caseta del vigilante estaba al lado de las puertas del garaje, acristalada y con una puerta cerrada. Desde la ventana se podían ver varios mandos y aunque ninguno parecía una llave de coche, seguramente alguno sirviera para abrir la puerta del garaje. Eso sí, para la caseta parecía que hubiese ninguna llave para abrirla debajo del felpudo o similar, así que solo quedaba la opción de entrar a la fuerza.

Los disparos habían dejado de resonar por las plantas superiores y Jo-Ming no pudo distinguir ningún otro sonido cercano...