Partida Rol por web

Trascendencia (y más allá)

Los Giovanni - Una Familia de palabra

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12/11/2011, 19:47
Dominic

 - Ti ho detto di calmarsi. - Le había dicho que se calmara, pero Leonardo era un asino irrequieto, un verdadero culo inquieto.

- Saldrá pronto. Sólo quiere arreglarse. ¿sabes? - Le explicaba con voz varonil, segura de sí misma, mantenía mientras la puerta del coche abierta, y se apoyaba elegantemente sobre ella.

 Leonardo estaba sobre el capó, apoyado tan solo, pero tratando de encenderse un puro.

 - Uh, uh, quieto. Sei un idiota? - Si que lo era, pero debía preguntarlo si no quería ofenderle. En verdad, eso daba un poco igual. Tenía que obedecerle. - apaga eso ahora mismo.

 No tardará.

 Y tranquilizate, joder. Vas a conseguir que yo también me ponga nervioso. - Habló más rápido, pero aún sereno, con un matiz de enfado que se pronunciaba a medida que hablaba.

 Leonardo lo apagó con cuidado, era un puro y aunque pudiese comprar más, era un ahorrador nato. No se diría de él por su aspecto, parecía un derrochador. Dominic ya lo había hablado con él, aquellas pintas no le ayudarían. Traje blanco a rayas, negras y con sombrero a juego. Se le veía venir a leguas, o era el jodido capo de la mafia o un pobre tonto. Lamentablemente todos tomaban por cierta la segunda opción.

 Dominic se llevó la diestra a la cara para limpiarse el sudor de la frente, aunque nisiquiera estaba sudando, era una forma de despejarse. Leonardo le consumía toda la paciencia. Mamma mia.

- Ahí está. Ves. No ha tardado tanto. - Inquirió, Dominic siempre llevaba razón.

 Leonardo se puso más nervioso entonces. Sara debía de estar saliendo ya por la puerta de la casa de la Familia, un lugar apartado de Ancona, lujoso y bien protegido aunque aislado. Le volvían loco sus curvas, su naturaleza, y le estaba prohibido mirarla más de tres segundos seguidos. Era un suplicio. Sólo esperaba que ella no se hubiese dado cuenta.

 Lo suyo era imposible.

 El soldado de la familia demostró su estado de ánimo apartandose del coche, sacudiendose frenéticamente el traje para plancharlo, la seda es muy dificil de mantener limpia y sin arrugas, era fácil determinar, que no llevaba un traje de seda, quizás no tuviese dinero para tanto. El traje se arregló con un par de palmadas, guardó el puro como se guarda el corazón de una amante y sacudió la cabeza preparandose al lado de la puerta trasera.

 - Non giocare muto. - Algo poco problable. Que no la cagase. ¿Era tanto pedir? Dominic sacó la mejor de sus sonrisas de algún lugar de su semblante, un tipo serio como él...sólo alguien como Sara podía hacerle sonreir. Leonardo se hubiese reído, pero ahora estaba más pendiente en seguir las caderas de Sara acercandose mientras recapacitaba sobre lo que no tenía que hacer. "Non guardare direttamente." No. ¡No lo hagas! ¡No la mires directamente! Se decía mientras lo hacía.

 

 - Vaya, signorina Sara. La palabra "explendida" cobra sentido cada noche con su presencia.

 Dijo riendose con dificultad, el era un viejo, tenía permitido tratar así a la joven, con respeto pero con sinceridad. Había hablado con Leonardo sobre eso, y parece que no había caído en saco roto aquella conversación, se limitó a abrirle la puerta y a asentir como un perrito asustado.

 Povero diavolo.

 - Me han comentado que tenemos algo de prisa, querida. - dijo con sensibilidad mientras abría la puerta del conductor.

 - Nos esperan en la ciudad.

 Podremos ponernos al día mientras acudimos a la reunión. Si le parece bien. - Explicó cordial a Sara mientras sonreía. No subiría al coche hasta que ella lo hiciera.

 Leonardo cerraría por ella la puerta y se subiría en el asiento del copiloto. Leonardo estaba nervioso, miraba a todas partes. Pero no había nada que temer en aquel garaje, en aquel patio de aquella casa. Era el lugar más seguro del mundo.

 Si Sara accedía a ponerse al día en el interior del vehículo, arrancarían. Dominic tenía, como pasaba normalmente, toda la información necesaria para las tareas de aquella noche. Sara podía elegir sorprenderse e improvisar o informarse ahora, Dominic siempre tenía sabios consejos para quien sabía escuhar.