Charles Houssay - Ladrón
En una sociedad donde los secretos apenas tienen cabida, tu necesidad imperiosa de saber cualquier tipo de anécdota o acontecimiento que le haya ocurrido a algún compañero siempre ha sido satisfecha. Con tu hábil capacidad para sonsacar información y tu sutil agasajamiento al interlocutor han podido hacerte conocedor de sus más íntimos misterios. Es entonces cuando esa persona queda para ti totalmente vacía.
Pero tu necesidad no era el conocimiento: más bien la apariencia. Tu vida, monótona y aburrida, sumida en la monotonía que poco a poco te exhaspera cada día más, debía de tener un buen argumento. Al menos, de cara a los demás. Así que las historias que les sonsacabas a unos, luego ibas a otros y te dedicabas a contárselas con sumo agrado, presumiendo de ser tuyas.
Tal es tu obsesión con el asunto, que harías cualquier cosa para que a tu ficticia biografía no le faltaran momentos memorables. Piensas que, probablemente, se hayan equivocado contigo al enviarte la invitación para la reunión en la que estás presente. Sabes que, en el momento en el que alguien te pregunte por tu vida o tu trabajo no sabrás qué responderle. Y dudas que cualquiera de los que asisten a esta "selecta" quedada saquen a airear sus vivencias.
La solución que se te presenta es única; si no es por las buenas, ha de ser por las malas.
La clave está en pillar a la víctima en el momento en el que es más frágil: mientras duerme.
Don
Una vez por partida podrás asesinar a un personaje, y adoptar así su rol para el resto del juego.
En el caso de que tanto tú como él seáis revividos, ambos perderéis vuestro don al volver a la vida, jugando entonces sin ningún rol especial.
Tu elección se resolverá al día siguiente.
Podrás escribir en esta escena tanto en el turno de día como de noche.
Tras mucho meditarlo, decidiste eliminar a Jim, para poder así descubrir todos sus secretos y adoptarlos, de alguna manera, a tu propia vida.
No te sorprende verlo salir de una habitación que no era la suya a altas horas de la madrugada. Tampoco tienes que preguntarte mucho acerca de lo que estaría haciendo en la misma.
Sin embargo, y en contra de tus expectativas, los pasos de Jim lo conducen hasta un aseo. ¿Un baño reconfortante tras un exitoso asesinato? Tal vez.
Escuchas correr el agua de la ducha: es tu momento.
Con paso sigiloso, pero decidido, te introduces en el aseo. Jim está de espalda, por lo que no puede siquiera defenderse ante la primera de las muchas cuchilladas que le asestas en su torso desnudo.
Tus fuertes brazos ayudan a inmovilizar al escuálido banquero, y agradeces que su muerte, aunque lenta, sea silenciosa.
Cuando constatas que está muerto, decides revisar su vestuario. En él ha de haber algún indicio, alguna prueba, algo que te permita reunirte con el resto de infiltrados.
Tras una breve búsqueda, encuentras una nota, bastante ajada, en la que se te cita cada anochecer en una habitación determinada a partir de una hora exacta.
Sabes que ya no habrá nadie allí, así que lo más prudente es volver de nuevo hacia tu dormitorio y esperar a la noche siguiente, para poder reunirte entonces con los, hasta hace unos minutos, compañeros de Jim.
Jim era un infiltrado. Al anochecer del siguiente día podrás acceder a la escena de los infiltrados, la cual está cerrada durante el turno de día.