Partida Rol por web

Erik a pesar de haber llegado de los primero al piso, se encontraba alejado de la escena principal donde cada uno se estaba presentando. Apoyado en una pared pasando desapercibido por los demás, tal como a el le gustaba, no pretendía llamar la atención de nadie. Poco a poco se fueron presentando y Erik se mantenía alejado, escuchando y prácticamente sin hacer acto de presencia, hasta que comenzaron a mirarles como esperando alguna reacción.

En fin, supongo que si me estáis mirando es para que me presente también ¿verdad?... (suspiro con desgana)

Bueno, mi nombre es Erik y al igual que todos vosotros soy basura de basura, esperando ver que ocurre a partir de ahora, vivo el día a día y no me interesa para nada vuestras vidas. Si alguno de vosotros sabe la razón por la que estoy aquí estaré encantado de escucharle.

Las presentaciones se sucedían y Arthur confirmó que no todos allí estaban tan nerviosos como una primera mirada al grupo podía dar a entender. Claro que para comprender su situación hacía falta cierto criterio del que en teoría la mayoría de ellos, si no todos, debería carecer. Y buen ejemplo del comportamiento ejemplar y condicionado de un ciudadano modelo el de aquel actor al que Arthur, claro, pudo reconocer: para qué preocuparse por el futuro si se podía coquetear con una muchacha? Y la respuesta de ella también demostraba un trabajo bien hecho en el proceso de Condicionamiento.

Arthur sonrió, silencioso: en aquellos dos no iban a hallar las respuestas a la pregunta planteada en la tarjeta que a todos los había llevado allí, eso era seguro. Se levantó despacio, se acercó a las mesas donde estaban dispuestas las bebidas y llenó un vaso casi al azar, se lo llevó a los labios, girose hacia los presentes y quedó frente a la señorita Bourke, que ya había conseguido contener sus expresiones de sorpresa y desapego hacia el resto de invitados.

Una mujer con carácter, sin dudarlo. Y con criterio para mantener ese caracter a raya, por el momento. Personalidad, particularidades individuales. Rasgos que eran su reto profesional: eliminarlos y conseguir colectivos homogéneos e impersonales. Y características particulares empezaban a despuntar en aquella reunión, de todas las clases. Basura de basura había dicho aquel joven? Todos ellos? Comentario algo deprimente, pero merecedor de un viaje a las islas por sí solo. Arthur se sintió reconfortado, como si el soma se extendiera lentamente en su interior.

Luego estaban aquellos que, como él mismo había empezado a hacer, habían debido abandonar los procesos de rejuvenecimiento. Sus incipientes canas apenas llamaban la atención ante Stefan y Vincent. Otro detalle prometedor sin duda, aquel Delta envejecido entre el grupo de Alfas desorientados.

Terminado su breve repaso al grupo y volviendo a su sitio donde se sentó de nuevo, regresó al principio mirando a Charles Houssay y asintiendo.

- Hay asuntos, desde luego. Parece que todos tenemos nuestra invitación pero...¿eran todas iguales? ¿Una pregunta y un lugar de encuentro, y nada más? ¿Nadie conoce a la señorita Garden? ¿Cómo ella nos ha convocado, y porqué?- lanzó las preguntas con tono tranquilo y una voz algo grave, susurrante. Casi hablaba para sí mismo, aunque al mismo tiempo recorrió los rostros despacio, ligeramente inclinado hacia adelante, con las manos sosteniendo el vaso, girando el líquido en su interior hasta casi derramarlo, con cuidado, hasta llegar a Sasha. Una fría furia prendió en su interior. Había errores, pero aquello...qué era aquel bicho que llevaba en brazos, por Ford? 

Sonrió a la joven, los ojos brillantes y fríos. Sus dedos tamborilearon contra el cristal del vaso, y un par de notas agudas resonaron en la sala. Aquello empezaba a gustarle. 

Mientras el resto de invitados se presentaba, Rebecca miraba hacia el recibidor, esperando encontrar alguna señal de que Joyce estaba ya allí.

Se hizo un silencio incómodo durante un momento; para aliviar tensiones, Rebecca iba a volver a hablar, cuando la luz de la entrada se encendió, acompañada de un suave portazo.

- ¡Ah! Ahí viene.

Tras un breve momento de expectación, un hombre menudo, para sorpresa de algunos, hace su aparición por la puerta principal del salón.

Intentaba dar un aspecto tranquilo y calmado, pero la verdad es que sus ojos recorrían desde un extremo hacia el otro el grupo de invitados que se había formado en aquella estancia, todos esperando a que él se pronunciara. No confiaba en que la aceptación de tan escueta citación fuese muy alta, pero al ver a la veintena de personas que escrutaban su rostro, dio por satisfecha una parte de su misión.

La otra aún estaba por ver.

Con paso decidido, aunque un poco tenso, Joyce se aproxima al conjunto. Sirviéndose una copa, fomentando aún más si cabe la expectación, se recrea en la mirada atenta que se forma en torno a su persona.

"Están ávidos de respuestas... ", piensa orgullosamente Joyce. Decide que ya han esperado lo suficiente, y se gira al resto para presentarse.

- Bienvenidos seais todos - dice teatralmente, mientras con la mano que tiene libre hace un gesto de ostentosidad.- Me complace ver que mis notificaciones os llegaron de forma correcta, y que aceptasteis de buen grado la invitación a reuniros aquí, con todos. Yo soy Garden.

Empieza a pasearse, pisando notablemente el suelo con los tacones de sus zapatos.

- La verdad es que no esperaba que tantos, si no todos, hubierais asistido a mi llamada. Es mucho el riesgo que corremos al reunirnos aquí, en secreto, bajo una falsa excusa, para tratar asuntos que conciernen de manera directa e inminente a nuestra vida.

Joyce no puede presumir de ser excesivamente alto, ni excesivamente corpulento. Ni excesivamente atractivo. Sin embargo, sus palabras son dichas con tal convicción, que cualquier defecto que lo hiciera desmerecedor de pertenecer a la clase alfa queda totalmente relegado a un segundo plano.

- Porque, sí, amigos - hace una pausa y se vuelve a su público- es nuestra vida la que está en juego ahora mismo. Hemos pasado todo este tiempo a merced de las voluntades de un grupo reducido de personas, como tú - señala a uno de los asistentes-, o como tú; como todos los que estamos aquí. Una minoría que se permite el lujo de controlar la vida de millones.

A pesar de tener tan solo 30 años, y de haber estado toda su vida condicionado para aceptar como "normal" o "correcto" cualquier cosa que se le dijera, Joyce parece tener bien claro lo que quiere y lo que no.

- Nos han privado de lujos; no los que poseemos ahora. Bien podemos decir que no tenemos ningún tipo de carencias. ¿Quién ha tenido que esperar más de una semana para conseguir lo que quería? No, no me refiero a ese tipo de lujo material: estoy hablando de uno más esencial. Uno que, tristemente, y por las condiciones actuales, tenemos que otorgarle tal calificativo.

Se permite hacer una pausa melodramática, mirando por un espacio que se ha hecho entre los pliegues de las cortinas que tapan todas las ventanas. Se apresura a acercarse, cerrando el hueco que dejaba entrever la oscura noche que se había formado afuera.

- Han eliminado de nuestro ser cualquier tipo de sentimiento. Nos han prohibido la elección. No os engañéis: si por algún momento pensábais que eráis libre para según qué cosas, os equivocais de lleno. Todo lo que elegís, decidís... - hace una pausa para coger el contenido de uno de sus bolsillos, mientras un sudor perlado empieza a hacer presencia en su rostro- queréis... todo está dentro de un plan ya establecido.

Se vuelve entonces, con sus facciones endurecidas tanto por la concentración como por la convicción de sus palabras, hacia la cortina que acababa de correr.

- No nos han dejado ser libres. Esclavos desde que nacemos, hasta que morimos. Ciegos en la creencia de que somos poseedores de nuestro tiempo, cuando en realidad no es así. Una vida que dejó de pertenecernos desde el instante cero.

Metiéndose las manos en los bolsillos de su americana, se gira hacia los invitados de nuevo.

- Y por eso tenemos que estar aquí, recluidos, mientras aparentamos estar en una orgía - sonríe educadamente.

- La noche acaba de empezar, amigos. Entiendo que tanta información y emociones encontradas hayan aturdido un poco nuestra mente. Así que, si os parece, dejaremos esta noche como preludio de lo que será un suceso que, hasta ahora, dudo que nadie más se haya atrevido a realizar.

El sudor ha desparecido del rostro de Joyce, y con una naturalidad hasta entonces no vista en el hombre, alza su copa, dirigéndola al resto.

- Por nosotros.

Me rasco la nuca, pensativa. Era una costumbre precondicionamiento que hacía siempre que intentaba asimilar algo complicado.

-¿A qué clase de suceso se refiere? ¿Y cómo puede eso poner en peligro nuestras vidas?

Desde su asiento reflexiona sobre las palabras pronunciadas por Joyce. Nunca antes había escuchado nada parecido ni a nadie capaz de tratar estos temas con tanta naturalidad. Sentía que Joyce podría darles las respuestas que necesitaban, o al menos eso esperaba. 

- Intuyo que hace referencia a esta reunión en sí. Según tengo entendido, aunque nunca he pensado demasiado en ello, los individuos inadaptados eran enviados a las Islas para ser castigados... - Se queda pensativa durante un instante y continua hablando - Sin embargo eran casos puntuales, nada como lo que esta pasando aquí. Somos un grupo demasiado numeroso, el gobierno podría ver un peligro real si la gente, de repente, se dedica a llevar a cabo este tipo de reuniones...

La tranquilidad que empezó a sentir con la llegada de Joyce se vio empañada en un instante, pensar que podría ser enviada a las Islas o a un sitio peor la dejó tremendamente preocupada. Ojala esto fuera simplemente una orgía... ahora mismo estaría disfrutando en vez de temer por mi vida...

Lola, así es como la habían llamado siempre sus amigas de la infancia, había estado esperando hasta que llegó Joyce para presentarse. Lola era una persona muy eficiente como para saber las pérdidas que tenían tener que presentarse dos veces, una para el grupo y otra para Joyce.

Dí un paso adelante y pronuncié con una voz suave y clara.-Buenas tardes, mi nombre es Dolores, pero mis amigas siempre me han llamado Lola, Lola Mentson. Soy ingeniera aeroespacial para el ministerio aunque trabajo como diseñadora jefe. Tal vez conozcáis mi último diseño que salió a la luz el pasado Noviembre, el A250, de la gama Arribus, satélite de coordinación de la población. Resulta muy útil para el gobierno en cuanto posicionamiento global de los altos mandos de las instituciones.- Estos temas absorbían como de costumbre la mente de Lola cuya capacidad matemática estaba por encima de la media de los Alpha.

Fue entonces cuando me dí cuenta. -¿Cómo pretenden dormir esta noche durante la orgía? Si mis cálculos no me fallan aquí estamos 22 personas y solo hay cama para 20.- Entonces miré a los guapos y apuestos hombres que allí había presentes.-La verdad es que a mí no me importaría compartir cama con Conall, Charles Houssay o Erik.-

Sus miradas me sonrojaron y me senté para calmarme. Parecía que había entra en temas poco dados a la situación en la que nos encontrabamos. 

Por último decidí mantener en secreto aquel libro viejo que encontré hace tiempo hasta que supiera si eran gente de fiar.

Miro con una sonrisa a picara de Dolores -Que quieras que te diga Lola? creo que tal vez tendremos que montar una orgía, aunque solo sea para que el gobierno no sospeche de nosotros! Jaja!- le guiño un ojo -Aunque claro que si ninguno de estos caballeros quiere pasar un rato con unas chicas tan neumaticas como ustedes, yo tendre que hacerme cargo de todas, todo sea por el equipo, eh?-

Escucho atentamente las palabras de Garden. No puedo estar más de acuerdo con lo que explica... hasta que dice que hay que esperar al día siguiente. ¿Por qué? ¿Qué acontecimiento es ese que no puede tener lugar ahora? Para colmo, hay que, ¿aparentar una orgía? Ya estoy cansado de esa mierda de todos somos de todos... Ya lo he experimentado y sólo me generaba una asquerosa sensación de vacío que tenía que combatir con soma y más soma. Querría preguntar a Garden, pero no parece querer decir nada más. No lo entiendo: se supone que vamos a liberarnos y lo único que hacemos es esperar mientras realizamos una práctica alienante.

Saludé afablemente al bueno de Houssay; nuestra común actividad cinematográfica nos había juntado en varias ocasiones y siempre había habido una buena comunión entre mis guiones y sus forma de interpretarlos. Era sin duda un gran actor.

Agradecí apropiadamente el cumplido de Zarina Wilson sobre la famosa película de la alfombra, aclarando sin falsa modestia que el verdadero mérito lo habían tenido los técnicos encargados en diseñar los estímulos sensibles. Lo de poder notar cada pelo del oso había sido del todo innovador.

Toda aquella conversación ayudó a que nos relajáramos un poco y empezásemos a perder algo de nuestra inicial desconfianza.

Y entonces llegó Joyce, poniendo voz a lo que, creía intuir, todos nosotros pensábamos de forma más o menos parecida. Su discurso me resultó enormemente atrayente, pero no aclaraba cuál era el propósito de la reunión. ¿Debatir? ¿Tomar conciencia de que nuestras convicciones son ciertas? ¿Saber que no estamos solos?

- Bueno, sr. Joyce -creí innecesario presentarme ante quien nos había citado y que a buen seguro sabría más de nosotros de lo que pudiéramos imaginarnos.- Unas palabras muy interesantes las suyas. Alguien que no hubiese sido cuidadosamente escogido para estar aquí, incluso podría pensar que son peligrosas y antisociales. Es arriesgado juntar a tanta gente y decir todas esas cosas en voz alta, si no hay un motivo por el que valga la pena.

¿Cuál es el propósito de que nos haya reunido aquí?

Todo resultaba interesante e inquietante a la vez y teníamos que tener claro a qué atenernos.

Aunque en un principio ninguna de las preguntas que Arthur planteó fueron respondidas, la simple llegada de Joyce (un muchacho, quién lo hubiera pensado) alivió el ambiente e hizo la atmosfera de la sala más respirable.

A Arthur le gustó su discurso, elocuente, provocador y estimulante. Observó a Garden con la complicidad de quien escucha, transformadas en frases con sentido, las ideas que uno mismo ha cargado durante largo tiempo en su interior sin tener la oportunidad de tomarse la pausa necesaria para ordenarlas y darles forma. Allí estaba, desde luego, el núcleo de sensaciones y esperanzas que le habían hecho acudir a aquella cita.

Escuchó con una sonrisa ladeada en su rostro, paseando la vista por la estancia y sus nuevos compañeros, pero la alegría se fue difuminando lentamente de su semblante. Los compañeros de reunión que tomaron la palabra parecían ausentes, confusos algunos y totalmente ajenos a lo dicho por Joyce, otros. Todos ajenos al motivo de la reunión salvo la muchacha rubia, que intentó dar una respuesta coherente, y al fin Stefan, que planteó buena parte de las dudas que a él mismo le rondaban por la cabeza. Y Arthur se lo agradeció con sendas sonrisas amistosas, antes de tomar la palabra.

- Es un placer conocerle al fin, señor Garden – se acomodó en su asiento sin desviar la mirada de su anfitrión. - Me gustaría añadir algo: pienso que todos hemos hecho una elección consciente, es posible que por vez primera en nuestras vidas. Y es la que nos ha traído aquí, en lugar de olvidar las invitaciones como si solo fueran parte de un mal chiste que no entendimos. Curiosidad, esa es la clave.

Abrió los ojos en un gesto que tenía algo de severo, aunque traslucía una chispa de vitalidad y convicción desbordante, apenas contenida.

- Todos nosotros la sentimos y aquí estamos. - Extendió los brazos, abarcando la amplia habitación y a sus ocupantes. - ¿No es magnífico? Todos hemos disfrutado de las orgías, y ni la mayor de ellas se le podría igualar a esta sensación de...libertad.

Sintió que la palabra producía un eco en su interior, un sabor dulce y cálido le llenó la boca y se extendió por su cuerpo, haciéndole sonreír una vez más. Alzó su copa respondiendo al brindis de Joyce Garden y se la llevó a los labios.

Javier Gonzales escuchaba las respuestas de todos los allí presentes y medito acerca de lo próximo que diría y dijo:

-Es un gusto poderlo conocer Señor Joyce,y brindo por su salud,espero que lo que este por venir nos rebele realmente lo que se nos prometió por escrito,y disculpe que sea tan directo,pero a diferencia de los demás desearía que nos informe mas acerca del salvaje y por que fue un peligro para todos nosotros,¿por que hay gente que cuestiona nuestro sistema?,¿que es lo que tiene de malo?,en la carta se me dijo que se nos informaría de todo ello,y yo prefiero que sean directo conmigo,¿por que nuestras vidas corren riesgos?,¿podría hablar mas directamente?

Phil escuchó las palabras de Stefan y no pudo estar más de acuerdo. Aquel hombre parecía ser de los más inteligentes que había por allí, o al menos era de los pocos que lo habían demostrado hasta ahora.

-Sus ideas me interesan, Joyce, pero creo que su plan tiene muchas lagunas. En primer lugar le agradezco que haya contado conmigo, pero... Suponiendo que no sea precisamente usted una de esas personas que coartan nuestra supuesta libertad, y que todo esto no sea sólo una pantomima para encarcelarnos o matarnos a todos por nuestros ideales "revolucionarios"... ¿Cómo sabe que ha elegido bien? ¿Qué le hace pensar que cualquiera de los presentes no irá corriendo a las autoridades a avisar de lo que aquí sucede?

Lola mira a Phil y contesta. -Claramente todos los aquí presentes tenemos cualidades y virtudes por encima de la media de los Alphas. Si bien nos ha convocado a estas horas, creo que es momento de descansar (o no) en las camas y mañana recibir toda la información que nos tiene preparada.- 

Me acerco a Charlotte y le doy una sutil cachetada en el trasero y seguido le agarro la mano para llevarla al cuarto mientras miro de reojo a Charles Houssay lanzandole una sonrisa morbosa que eclipsa la habitación.

Tengo ganas de que comience la orgía. Sobre todo si están Charles y Conall.

"Ese tal Joyce es el hombre que vio salir del apartamento"-. piensa Sasha, esconde  el peluche de lagartija y se acerca a la mesa de las bebidas tomar algo mientras el resto de los presentes planteaban sus pesquisas a Joyce. La tal citación  empezaba gustarle, la aparición de aquel hombre y sus palabras  le hizo intuir que ya empezaba a encajar algo entre los presentes. Pero las palabras de señor Garden le tranquilizaba y a la vez le hacia querer  saber mas... y hasta el día siguiente no habría mas información¿?

 Sacha  mira al frente y ve a un  John Connolly serio y pensativo. Se acerca a el  y mirando a su alrededor le comenta . - intuyo por tu semblante que al igual que a mi no te convence que hasta mañana no se nos desvele mayor información  cierto?. - acto seguido le da el ultimo sorbo al vaso.

Un exagerado bostezo sale de mi boca mientras estiro mis brazos -Bueno, bueno, parece que el señor Garden no piensa decirnos nada hasta mañana, eh? supongo que el muy bribon espera que nos quedemos la noche en vela comiendonos los sesos.-

Lentamente comienzo a caminar tras Dolores -Bueno estoy muy cansado, sera mejor que me vaya a dormir, no quiero terminar como en nuestra última pelicula- digo con una sonrisa mientras le guiño un ojo en complicidad con a Stefan

Mientras iban formulándose las preguntas, el rostro de Joyce adquiría un semblante... difícil de explicar. Podría encontrarse entre la sonrisa y la consternación. 

No respondió a ninguna pregunta hasta que un hombre rubio dio por hecho que no iba a hacerlo.

- No, señor Houssay - cedió, con la mirada perdida entre el contenido de su copa.- Mi intención no es dejaros toda la noche rebanandoos los sesos, como dices. 

Acto seguido, se vuelve a todos en general, respondiendo a las preguntas que le han ido surgiendo.

- El suceso, Zarina, es este que estás viviendo - responde, abriendo los brazos y dirigiendo la mirada al techo.- ¿Dónde se ha visto una reunión que albergue a un grupo de personas tan auténticas como vosotros? ¿Como nosotros? ¿Hace cuánto que un conjunto de individuos, como tú y como yo, no se reúnen para debatir sobre nosotros, sobre lo que nos rodea y lo que nos concierne? Ah... - suspira, mientras con una mano se acaricia el mentón- recuerdo haber leído que hace muchísimo tiempo, mucho antes de los tiempos de Ford, personas de todas las edades se sentaban y discutían entre ellos los problemas que veían. Qué maravilloso, qué plenitud debían sentir...

El rostro ido de Joyce se dirige de nuevo a los presentes. 

- Es verdad... - dice con una extraña sonrisa, refiriéndose a la hermosa Dolores.- Es cierto... ¿cómo he sido tan estúpido?-. Con pomposidad, atraviesa el pintoresco grupo que espera sus respuestas, y se dirige a un tablón de madera que fácilmente podría, y de hecho así ha sido, pasar inadvertido. La mano ligeramente temblorosa de Joyce empuja el panel, dejando paso a una estancia similar al recibidor, con tres puertas a cada lado. - Disculpad; aquí hay habitaciones individuales.

Se pasa la mano por el cabello, el cual se alborota un poco.

- Este apartamento, y casi todos los de este edificio, están condicionados para el propósito que bien habéis argumentado en vuestro puesto de trabajo. No obstante, en citaciones que se alargan más de lo previsto, se disponen de habitaciones privadas, para conservar un poco la privacidad.

Velozmente recorre la estancia, abriendo hasta 3 paneles más repartidos por todo el salón. Justifica que hayan pasado tan inadvertidos por las "estrafalarias tendencias" que azotan la arquitectura según la temporada. 

- Tranquilo... - responde a Phil, parpadeando muy lentamente y con la mirada vibrante.- Si estáis todos aquí, es por un motivo, y es que todos tenemos esa inquietud y el deseo de saber más que nos ha llevado a aceptar la invitación. Confío en que todos estemos unidos en el mismo bando. De todas formas hay inhibidores de frecuencia repartidos por la sala, en cada habitación, ¡en todo el apartamento! - dice, abriendo de nuevo los brazos para intentar abarcar lo máximo posible.- Se colocan para que nadie moleste a los asistentes a terapias y/o orgías que se celebran aquí, aunque tienen una duración de 8 horas. No hará falta recurrir a eso, descuida.

En lo que parece un instante, su rostro cambia, adoptando una expresión más relajada. 

- Me repito en lo que dije anteriormente: creo que por hoy han sido emociones suficientes. Considero que deberíamos descansar, dejar reposar nuestro cuerpo y nuestra mente, y empezar mañana con ánimos y energías renovadas. 

Sin más, se dirige a una de las habitaciones, arrastrando las pisadas, pero con una leve sonrisa en la cara.

- Buenas noches...

- Bueno... - comienza un poco perpleja, tras la despedida y el discurso anterior de Joyce- creo que sí que será mejor que dejemos el debate para mañana. Es mejor descansar ahora - comenta, mientras sigue divertida el rastro a Charles y Dolores- y no alargar más la noche. 

Se despide con una sonrisa de los demás, mientras se dirige hacia otra de las habitaciones individuales, pero diferente del cubículo en el que se alojaba Joyce.