En el capítulo anterior...
Savant, Tunad y Sleut habían llegado al castillo de Nibana. En la sala del trono se habían enfrentado a un enorme gato-zombi. Durante el combate Sleut había acabado malherido. Y tras haber derrotado al zombi, por algún motivo extraño el techo del castillo cedió arrastrando a los marines al abismo. Y entonces se encontraron con Sir Igul.
Y ahora...
El caballero zombi y Tunad se miraban cara a cara. El sargento Savant y el cabo Louckford se miraban cara a cara. La tensión se palpaba en el ambiente. No era un zombie loco pero... ¡podía ser algo peor! ¡Podía ser esta su trampa mortal! ¡Podía estar intentando escapar de la isla!
—Sabes mi nombre—dijo con una voz ronca y gutural.
¡Un zombie que habla! Eso era bueno, ¿no? Sin embargo parecía que el caballero muerto desconfiaba del sargento.
—¿Quién eres y quién te envía?
Al oírle hablar, Tunad se destensó - Oh, menos mal, hablas - Bajó su bate y dió un suspiro al aire, se llevó la mano a la cabeza y con una amplia sonrisa dijo - Soy el sargento Tunad de la Armada--Señaló a los dos que estaban en el suelo- Y esos son mis compañeros, el sargento Savant y el cabo Louckfourd - Agachó la cabeza - Es un placer conocerle - Levantó de nuevo la cabeza --Hemos venido porque recibimos su mensaje de auxilio, venimos a rescatarle.
El sargento recuperó la consciencia peor que antes. Golpes, caídas y hordas de zombis no era exactamente lo que su médico le había recetado. También es verdad que el médico de Savant no tenía licencia, aquellos que la tenían cobraban bastante más, - engreídos matasanos - y no olvidemos que como sargento de la Gloriosa tenía seguro médico - y dental. Lo mismo tendría que aprovechar los privilegios del cargo a cuenta de las arcas imperiales.
Le saco de su ensimismamiento el sonido de una voz profunda y gutural. Savant alzó la mirada y se percató del ser antinatural que las había pronunciado - ¡Sirigul! - Savant alzó las piernas y de un salto volvió a una posición bípeda.
En efecto - continuó Savant donde Tunad había terminado con un tono al que podía escucharse en las chanzas e historias de caballeros - Como mandan nuestros votos de Justicia y Valor, hemos viajado muchas millas y atravesado grandes peligros para venir en su auxilio, estimado caballero. El sargento Savant a su servicio - e hizo una reverencia - Decidnos oh noble paladín ¿Qué temor inunda vuestro noble corazón? Y para ser más concreto ¿Qué coño ha pasado para que se nos caiga el suelo?
—Por fin—suspiró el zombi.
En ese momento los marines se dieron cuenta de que el suelo temblaba ocasionalmente. Y eso hacia que rítmicamente también lo hiciera la esfera luminosa que llevaba el caballero caído. ¿Más derrumbes provocados por el colapso?
—Desconozco que ha pasado. Supongo que la estructura ha cedido después del tiempo... ¿Cuánto...? ¿Cuánto tiempo ha pasado?
Tunad cambió su expresión al momento al escuchar esa pregunta, miró seriamente a Sir Igul - Siento decirle que han pasado 5 años - Le miraba fijamente - También hay que decir que aún así ha sido poco, controlar un elixir como ese es bastante difícil - Dió un suspiro, luego miró a su compañero peli-verde - Chico, ¿estás en condiciones de levantarte? --Se acercó a él para ver si estaba bien, ya no sentía un peligro por parte de Sir Igul, antes tenía que ayudar a su compañero, sin él no iban a salir de aquí.
Sleut se movió al escuchar la voz de Tunad. Primero se giró sobre si mismo y después se levantó pesadamente. Tuvo que hacer una parada para escupir y echar un esputo sanguinolento. Estaba en un estado deplorable. Entre los dos golpes recibidos por el felino y la caída, era meritorio que siguiera en pie.
—Estoy bien sargento—se le veía animado al ver que no se había convertido en un muerto viviente
Entonces reparó en la presencia de Sir Igul y dio un respingo y un par de pasos hacia atrás hasta tropezar con una roca. Por suerte cayó sentado sobre ella.
Sir Igul se quedó un rato reflexionando tras la revelación de Tunad. El suelo seguía temblando. ¿Era un terremoto lo que había derribado el castillo? Si era así, quizás quedaban las replicas. O a lo mejor sólo era que el edificio seguía desmoronándose. El
—Cinco años...
El caballero negó con la cabeza con gran pesar. Pero sin embargo no tardó en recomponerse. Incluso con su aspecto ajado y de zombi había cierto porte regio en él. Incluso presencia. No por nada había sido el mejor de los caballeros de Nibana.
—Ya habrá tiempo para lamentarse, pero ahora tenemos que salir de aquí. No será fácil, me refugié huyendo de un grupo de no-muertos. ¿Necesitáis algo de descanso?
Algo en las palabras de Sir Igual dibujó una mueca de confusión en el rostro enmascarado de Savant.
¿Huir de un grupo de no-muertos? ¿Pero no sois vos, noble caballero, el dueño del poder que os permite controlarlos? Porque sino permitidme esta licencia, oh noble caballero, pero vaya elixir jo... digamos mejor maldito.
Tunad asentía con la mano en la barbilla y los ojos cerrados ante la pregunta de Savant - Sin duda es extraño, pero aún no sabemos del todo la proporción de este elixir - Miró a Sir Igul y luego a Sleut - Sinceramente, si, necesitamos un tiempo para poder lamernos las heridas, llegar hasta aquí no ha sido tarea fácil... Y menos con ese... Gato... - La cara del sargento era un templo, se notaba el trauma a lo lejos - Bueno - aprovechó que Sleut estaba sentado sobre esa roja para ponerse delante suya en cuclillas - Deberías subir Cabo, no deberías hacer esfuerzos innecesarios por ahora, permitame llevarle a mi espalda, no se preocupe, estoy acostumbrado a llevar peso encima GROGROGROGRO.
—Puedo andar sargento. No será necesario—respondió Sleut al ofrecimiento de Tunad.
Aunque cohibido, tímido y con poca confianza, al chico todavía le quedaba un poco de orgullo. Estaba hecho una piltrafa pero no iba a reconocerlo.
—Efectivamente es un poder maldito—respondió con pesar—. No me convirtió en amo y señor de uno de esos monstruos, sino que me convirtió en uno de ellos. Durante cinco años. Si el elixir tiene el poder para controlarlos, no se ha mostrado ante mí.
—Perdón Sir Igul, ¿qué es...? ¿Qué es ese objeto brillante que portáis?
—¿Esto?—dijo alzando la esfera luminosa que tenía en su mano izquierda cuyo luz tintineaba cada vez que el suelo temblaba—Creo que es la causa por la que volví a ser yo mismo. Es el tesoro nacional de Nibana: la Piedra Irota. Fue lo primero que recuerdo ver después de beber ese maldito elixir.
Tunad miró a Sleut con cara triste, creía que ya había establecido los vínculos necesarios para que el orgullo no rompiese un gesto altruista, sobre todo cuando era por su bien, resignado, se levantó y al escuchar la conversación que mantenía el peli-verde con Sir Igul miró la bola y asintiendo enérgicamente dijo - Vale, entonces hay que asegurarse de que esa bola esté siempre contigo, entendido... Ahora... ¿Donde íbamos a descansar? Porque este sitio no tiene mucha pinta de durar mucho tiempo más - Hacia alusión a esos molestos terremotos - Por cierto Cabo... Dónde está el resto de la tropa ¿Puedes detectarlos desde aquí?
Buscar a la tropa me parece buen plan Tunad.
Aunque oh noble caballero, esa piedra que sujetáis me genera la más sana de las curiosidades ¿Suprime parte de los efectos del zombie-elixir o todos? Más adelante y siempre que la idea sea de vuestro parecer me gustaría hacer la prueba. Lo mismo estáis sujetando en vuestras nobles manos la manera de salvar todo el reino, sería poético incluso algunos dirían que conveniente.
—No funcionará—le dijo el caballero al sargento Jester—. En otro caso no me habría tenido que refugiar aquí y yo habría dejado de ser un zombi.
Sir Igul volvió a mirar la brillante piedra.
—He tenido mucho tiempo para pensar en mi despertar. No creo que sea ningún poder de la piedra. Más bien, el impacto de encontrar un objeto como éste rescató mi conciencia.
Sleut señaló en una dirección, aunque era difícil saber si era el norte o el sur estando en ese profundo sótano.
—Siguen vivos sargento—afirmó con una cansada sonrisa—. Sir Igul, ¿no hay ninguna salida subterránea? Es algo habitual en las fortalezas y castillos.
—Sí, pero está bloqueada. Un problema para este momento, pero es lo que me ha mantenido con vida. En otro caso habría sido víctima de los zombis.
Una sonrisa recorrió la cara del piscido - Está bien saber que el resto de la tropa está a salvo... Bueno, al menos vivos... - Miró a Sir Igul después - Vale, ¿Pero cómo de bloqueada? ¿Lo suficiente como para no poder abrirlo de nuevo? Porque parece que escalar no va a ser opción, al menos no para mí - Diciendo esto último entre susurros estaba mirando el boquete que tenía encima suya, tremenda caída - Podemos seguir hablando mientras investigamos esta zona... O mientras nos la enseñas, más bien - Se colocó el bate a la cintura y llamó a Pugpo que se le puso cual mochila, era más liviano de lo que parecía - ¿Vamos?