Partida Rol por web

EL BAR

-Número máximo de ocupantes: 14

-Número actual de Ocupantes: 9 / 14

-Seguridad: 6

-Recursos A: 6

-Recursos B: 6

DÍA 0

Hacía ya un mes, mas o menos, desde que se desatara el infierno. No demasiado tiempo pero si lo suficiente para que todo el mundo supiese ya lo que era un zombie. Muchos habían muerto y lo que era aún peor: muerto y vuelto a la vida como zombies...

Lo sabías, un simple arañazo o mordisco era suficiente para infectarse, conocíais los síntomas. En menos de 24 horas te convertías en uno de esos monstruos. La única forma de matar a un zombie definitivamente es destruyendo su cerebro, ya sea con un tiro en la cabeza o aplastando su cráneo, nada demasiado agradable.

Por esta o aquella razón, ahora mismo os encontráis en Umbria City, una ciudad infestada de zombies. La buena noticia es que en ocho días los militares vendrán a rescataros, la mala es que hay que aguantar ocho días.

No os conocéis de nada pero tendréis que colaborar para sobrevivir. Eso si, tened cuidado, no todo el mundo puede ser lo que parece...

El Sargento Kimball entró en el bar sin creerselo del todo. El sitio estaba vacío, fuera de peligro y lo mas importante, repleto de alcohol.

No es que Jhoseph fuese un gran bebedor, pero después de toda la mierda que había visto en las ultimas semanas, necesitaba un buen trago.

Saltando sobre la barra se agenció un vaso medianamente limpio y vertió un buen chorro de Glenrothes. El mundo se podía haber ido al carajo, pero un buen whisky escoces nunca sabía mal y siempre levantaba el animo.

Desde luego hoy es mi día de suerte... Y levantando su copa, brindó al aire. Greyhawk, Cunningham, va por vosotros, hermanos. Y acto seguido, se la bebió de un trago.

Joder, pensaba que nunca llegaría a un sitio como este, despues de tantos días deambulando por bosques y demas...Aquí por lo menos podré dormir tranquilamente una noche! Dios mio, pènsaba que me volvería loco, durmiendo dia sí y día también como un animal, en cualquier agujero que encontraba...

Un momento! ¿Qué es eso? ¿Hay alguien hay? (Penetra un poco más en el bar para observar mejor a su alrededor) 

Por fin!! Por fin encontré a otro superviviente! Y nada menos que un agente de policia! Hola, soy Tim Travis. Encantado de conocerle, ya empezaba a pensar que no había más supervivientes...

Estoy en el bar por segundo día consecutivo, escondido detrás de la barra en un pequeño hueco que tenían habilitado para el gas del surtidor de cerveza que previamente había apartado con bastante esfuerzo y que ahora oculta mi diminuto cuerpo al estar delante de mi, encogido agarrándome las piernas para ocupar el mínimo espacio posible (y, por lo tanto, que se me vea lo menos posible).

Espero algún tipo de milagro, como la aparición de personas vivas y armadas, aunque me conformo con que no aparezcan esos monstruos. Sucio, con la ropa manchada de barro, mugre y sangre de otras personas, guardo silencio y trato de no hacer ruido alguno al oír la puerta abrirse. Cierro los ojos con fuerza, como si así el zombie no fuese a acercarse. Escucho las pisadas del zombie, pero no puedo verle sin arriesgarme a ser encontrado en mi escondite, así que me mantengo completamente quieto y con una mano en la boca para evitar que escuche mi respiración.

"Que se vaya. Que se vaya." pienso con fuerza. Entonces le oigo saltar la barra, el sonido de un líquido cayendo en un vaso y la voz de un hombre adulto. No es un zombie. ¡Es una persona viva! Estoy dispuesto a salir del escondite cuando oigo la puerta abrirse otra vez. Espero, no fuese a ser el caso de que un zombie hubiese perseguido al superviviente y por salir del escondite me cazase a mi también. Con suerte, quien sea que esté ahí bebiendo lo derribará sin problemas.

Y entonces le oigo hablar. Otro superviviente. Suspiro aliviado y comienzo a salir de mi escondite, empujando el barril de delante mío y gateando para salir del escondite. Me levanto y miro a los dos presentes, visualizando a un policía... negro. Arrugo el ceño y salto la barra para poner distancia entre el negro y yo. ¡A saber si no me querrá morder!

Nervioso y con la respiración ligeramente acelerada por el miedo de estar en un lugar cerrado con dos desconocidos y uno de ellos negro, tartamudeo:

- Ho-hola -Trago saliva y los miro.

-Otro más! Hola muchacho! Sinceranmente, no sabía si había más gente ya, llevo mucho tiempo huyendo de esos monstruos...

Hay alguien más con vosotros aquí?

Llevo días caminando por lugares inhóspitos y sin encontrar nada de utilidad, ni siquiera me he tropezado con nadie que aún se mantenga con vida, pero no hay que bajar la guardia, nunca se sabe que te puede asaltar en la próxima esquina.

Quizá en este pueblo pueda encontrar algo que me pueda ser útil contra esos malditos bichos...

Veo el bar y me encamino hacia la puerta, parece que no hay peligro alrededor. Me paro en la entrada, observo por un segundo y abro la puerta con cierta cautela y siempre preparado para lo que pueda surgir del interior.

Vaya! hacía días que no veía nadie con vida y ahora me encuentro con 3 individuos dentro de un bar!! ¿Estáis montando una fiesta?

A lo lejos veo una silueta humana que se adentra en lo que parece ser un bar, y a pesar de lo que en un principio me esperaba, da la impresión de que no lleva los típicos pasos destartalados de los nuevos "habitantes" de Umbria City.

Sí... no cabe duda... creo. De todas formas no me queda otro remedio que arriesgarme si quiero sobrevivir hasta que llegue el ejército.

Recojo todas las pertenencias que todavía me quedan y me dirijo al bar en donde se introdujo la persona que vi hace unos momentos. Voy andando rápidamente y justo siguiendo los mismos pasos que hizo esa persona hasta llegar al local, pienso que si él no ha tenido ningún peligro al hacerlo, yo tampoco debería.

Una vez llego a la puerta del bar, la abro cuidadosamente y entro, para acabar viendo con gran sorpresa a un grupo de supervivientes.

Manteniendo la calma y sin decir todavía nada, cierro lentamente la puerta si hacer ningún ruido, hasta asegurarme de que no se abrirá, al menos, por el viento.

- Ehem... Hola a todos, yo también soy un superviviente; ¿estáis todos bien? - Intento decir con voz calmada.

- Me llamo Eduardo, ¿puedo saber vuestro nombre? - Les extiendo la mano para estrecharla.

El corazón me da un vuelco al escuchar repentinamente la voz de un nuevo superviviente. No sé por qué me asusto, sería peor que apareciese alguien que no habla y que no se distinga si es zombie o no. Suspiro aliviado y miro al hombre que había entrado antes, uno con un parche en el ojo.

"Anda, ¿de qué será?". Siento una enorme curiosidad y tengo muchas ganas de preguntarle, por lo que comienzo a acercarme a él en silencio y le tiro de la camiseta.

- Hola. Hola -Llamo su atención-. Hola, me llamo Carlos. ¿Qué te ha pasado en el ojo? ¿Te duele? ¿Ves mitad negro?

Tras comprobar que el lugar es seguro y parece que no hay ningún peligro dentro, observo las caras de los dos tíos que están dentro del bar. Parecen del tipo que saben defenderse solos, probablemente lleven armas consigo. No me extrañaría, ya que uno lleva uniforme de policía.

Mientras los observo siento como algo tira de mi pantalón, miro hacia abajo y veo a un pequeñajo que me acribilla a preguntas. Así que, ¿te llamas Carlos? ¿no te han dicho nunca que has de tener cuidado con los desconocidos? ¿vienes con alguno de ellos?

Acto seguido oigo el ruido de la puerta que se cierra tras de mi, me giro y observo como entra un tipo gordinflón y temeroso. La fiesta se va animando, ¿se apunta alguien más?

Mas supervivientes habían llegado al bar, sin contar al crío, que según parecía ya estaba allí. 

Soy el sargento Kimball. Me alegra ver que mas gente lo ha conseguido... ¡Ya empezaba a pensar que me había quedado solo en el infierno! Dijo Kimball mientras rebuscaba algo detrás de la barra.

Ahhh, aquí están. Dijo sacando cuatro cervezas y una cola sin cafeína.Están calientes, pero servirán. ¿No creen?

Decepcionado con su no-respuesta, niego con la cabeza.

- Me preocupan más los zombis que los desconocidos. Al menos tú no me morderás -Vuelvo a negar con la cabeza-. No, no conozco a nadie. Pero oye, dime, ¿cómo te has hecho lo del ojo?

Veo cómo el negro rebusca en el bar (normal, están acostumbrados a rebuscar entre la basura) hasta que encuentra algo para beber. Obviamente, no le hago ni caso. ¿Una lata que me acerca un negro? ¡A saber la de cosas que puede haber dentro! Ni loco, que luego me infecto.

Así que no me queda otra que seguir saciando mi curiosidad con respecto al ojo del tipo del parche:

- ¿Te duele?

Miro hacia el muchacho y suelto una carcajada. Chico listo, pero no deberías fiarte por si las moscas. Así que te causa curiosidad mi ojo... digamos que lo perdí en un "accidente".

Dirijo la vista hacia el Sargento Kimball y su ofrecimiento. Gracias, pero hace tiempo que lo he dejado.

De nuevo este niño está haciendo preguntas... No hay nada ahí que pueda doler, mocoso!

Dirigiéndose nuevamente a Carlos. Ven aquí y cuéntame cómo es que has llegado tú solo hasta aquí

Ya que nadie me devuelve el apretón de manos, la retiro mientras levanto una ceja y doy un suspiro.

- Bueno, creo que sería interesante para todos que supiésemos a qué nos dedicábamos antes de que todo esto ocurriera, por organizarnos mejor, ¿no creéis?

Dejo ver cómo reaccionan los demás. A los pocos segundos vuelvo a decir:

- Empezaré yo. Por desgracia ejercía una profesión que en estas circunstancias no creo que nos sea de mucha utilidad, pero haré lo que pueda; me dedicaba a la abogacía.

Me acerco al sargento Kimball y agarro una de las cervezas para empezar a darle un trago.

- Supongo que tú serías policía, ¿verdad?

Mientras los demás se deciden por contestar, me pongo a explorar el lugar con detenimiento, pero manteniéndome cerca del grupo de supervivientes. Busco especialmente alimentos y objetos que nos puedan servir como armas/defensa, además de alguna otra puerta que, al ser consciente de que nos encontramos en un lugar que antaño debió ser un bar, debería ser una salida de emergencia, además de respiraderos que ventilen el lugar.

Mmmm gracias, hace mucho que no tomo algo que no sea agua sucia. Me vendra bien esa cerveza aunque este caliente

Tras coger la cerveza y darle un buen sorbo, se siente inmediatamente refrescado, por lo que dirige una amplia sonrisa al agente.

Espera, Eduardo no? Te ayudo a explorar el lugar. Tim Travis, encantado. Mientras habla con el, se pone a su altura y le extiende la mano

- Gracias, igualmente.

Le devuelvo a Tim el apretón de manos mientras mantengo una sonrisa de cordialidad. Acto seguido vuelvo a darle un trago a la cerveza y sigo buscando por el local.

- Estoy buscando la salida de emergencia que debería tener este lugar, y de paso también cualquier otro objeto que nos pueda ser de utilidad ya sea como defensa o alimento. - Digo a Tim, pero con la intención de que los demás también me oigan.

No iba a ser menos. Como aquel policía de color, Simons se agenció con un vaso y vertió algo de alcohol en él. De unos pocos tragos trato de liquidarlo mientras descansaba su cuerpo sobre un taburete. Estaba cansado, su cuerpo le pesaba y había dormido poco. Nadie podía dormir con esas bestias carnívoras ahí fuera y ese bar parecía seguro, al menos de momento. 

Poco a poco el lugar se fue llenando de supervivientes. Se comprobaban si tenían heridas para evitar futuros problemas, si tenían suministros y cosas similares. 

Hola... me llamo Simons, John Simons. ¿Crees que hay más gente en algún otro lugar de esta maldita ciudad?

Sudoroso, posiblemente por llevar corriendo un largo rato, me detengo unos segundos a tomar aliento mirando a mi alrededor - Un lugar seguro, vamos Tom, sólo necesitas encontrar un lugar seguro y esperar, y comida, ¡maldita sea! - avanzo unos cuantas calles, vigilando cada esquina y evitando aquellas en las que veo movimiento hasta que mis ojos se clavan en un establecimiento. Los movimientos de la gente son rápìdos, no torpes y parece que están hablando entre ellos - Espero que las criaturas estas no estén empezando a hablar entre ellos o estaré bien jodido - De una última carrera, asegurando que nada me siga, no es necesario meter en problemas a nadie más, llego hasta la puerta y entro, con las manos arriba, aunque en ese momento me doy cuenta de lo rídiculo que parece - Buenos dias, por favor, por favor, no soy una de esas criaturas, me llamo Tom, sois los primeros no infectados que veo en horas - permanezco en la puerta por si mi primera impresión era erronea y no eran humanos.