- No he puesto en duda vuestra palabra... - sonrie y te devuelve el vaso
Tomo el vaso y lo miro un segundo, antes de sonreír a Alesia.
Debería matar al vaso por atreverse a hacer lo que ha mi me da tanto miedo hacer...
- No deberiais matar tan a la ligera Victor... sed más benevolente.
Y vos?...os sentís benevolente conmigo esta noche?. La miro mientras dejo el vaso y doy un paso ,acercándome mas ha su cuerpo.
Rodeo su cintura con mi brazo mientras la atraigo con suavidad hacia mi, apartando con la mano libre uno de sus tirabuzones.
Sois la mas benevolente con mi indigna persona...aun asi, temo que no lo suficiente.
- ¿Y cuanta benevolencia seria suficiente para vos?
Se me seca la boca ante su pregunta. Lo cierto es que tendría que ser muy benevolente...enormemente benévola mas bien.
Me gustaría descubrir...hasta donde llega vuestra bondad hacia mi, mi dama...Y me inclino sobre ella para saborear yo esta vez sus labios en vez del maldito vaso.
- Averiguadlo pues... - consigue decir antes de que le beses
Al oír esas palabras, que suenan en mi mente como si abrieran las compuertas de un dique, la beso de forma mas abierta que el día anterior, y poco a poco lo hago mas pasional, probando a buscar su lengua con la mía.
Me inclino mas sobre ella, añadiendo algo de fuerza al beso y al abrazo. Con esto hago que nos inclinemos poco a poco hasta que su espalda toca la cama y entonces me aparto, mirándola loco de deseo.
Tentativamente, deslizo mi mano desde sus cabellos hasta su vientre, y lo acaricio por encima de la ropa de cama que lleva.
Se limita a devolverte la mirada, con una media sonrisa de satisfaccion
Deslizo mis dedos entre los botones de la camisa de dormir y toco por primera vez la piel de su estomago, conteniendo el aliento mientras la miro fijamente, memorizando cada detalle de su rostro.
Suspiro antes de comenzar a desabrochar los botones, uno a uno, para poder contemplar los pechos de Alesia...algo que jamas pensé que podría.
Posa su mano sobre la tuya obligandote a tocarla.
Dejo que su mano guié la mía, y toco con respeto reverente uno de su pechos, antes de jugar suavemente con el delicado pezón, inclinándome a continuación para poder lamerlo.
Suelta tu mano, llevando la suya a tu nunca para acariciarla.
Siento como mi piel se estremece ante sus dedos jugueteando en mi nuca. Entonces, sin dejar de jugar con mis labios y lengua en sus pechos, deslizo la mano que estaba en ellos hace un segundo, rozando la piel expuesta de su vientre y siguiendo el dibujo de su músculos hasta los muslos, y una vez allí me dejo llevar hasta el punto donde se unen, acariciándolo con un toque sutil, rozándolo apenas.