Con una marcada mueca de desagrado, contesta:
"Evidentemente los modales no son su fuerte, señor, creo que lo he saludado más que amablemente como para recibir tan parca respuesta en contrapartida...
Soy Tomás de Torquemada, Alto Inquisidor de la Santa Iglesia Vaticana. Se ha solicitado mi presencia y he acudido. Espero haga su trabajo y no siga importunándome con sus malos modos."
Perfecto, lo tendré en cuenta. ;)
Se acomoda en la cama mientras tira de ti ligeramente, para que te coloques más comodamente sobre ella... toda una invitación.
Me sostengo sobre ella durante unos segundos mientras me deshago de la ropa como buenamente puedo. Luego, sintiéndome casi preparado me inclino para besarla, mientras miro sus ojos para ver lo que siente, mientras penetro lentamente en ella.
Su expresión, sus labios entreabiertos tras tu presentación, te decian que sabia que debia recibirte y que sin duda se lamentaba de haber hecho que le respondieras así.
- Lo lamento, por favor, acompañeme... avisaré a su majestad de inmediato.
Te acompaño a una sala amplia con sillones de terciopelo negro, para que esperaras alli a quien te habia hecho llamar.
Ni una sola queja por su parte, sus manos siguen acariciando tu piel y su mirada te deja notar que quiere que continues. Ahora mismo, ella también te desea.
Cuando comienzo a deslizarme en su interior, con suavidad, me inclino para besarla, un poco avergonzado por la premura que me he dado en penetrarla, sin tomarme un tiempo en excitarla mas. No es propio de mi, y solo puedo pensar en que es como si fuera la primera vez para mi. Al menos, es la primera vez con alguien que me importa.
Te corresponde el beso con pasión y humedad, la carnosidad de sus labios se deja notar aún más que la ultima vez. La mano que acaricia tu cuello te invita a desatar tus instintos.
Sintiéndome aceptado, dejo de contenerme y comienzo a moverme con fuerza y ritmo, mientras bebo de sus labios en todo momento, dejándome llevar por la pasión que siento y que no había experimentado nunca. Ahora comprendo entre la diferencia del simple sexo, y el sexo con alguien que te importa.
Dos golpecitos en la puerta, no puede ser... ahora si que NO puede ser.
Me detengo como golpeado por un rayo, mientras miro a Alesia a los ojos con una mezcla de rabia infinita y absoluta sorpresa.
Te devuelve la mirada
- Por su bien, no se atreverá a entrar sin respuesta... - te susurra muy bajo, con marcado acento vodaccio, quizá fruto de la desconcentración
La mano que seguia en tu cuello pasa a tu nuca arrastrandote de nuevo hacia ella.
Miro una vez mas hacia la puerta, antes de mandar al diablo al gabacho y sumergirme de nuevo en los placeres infinitos de la boca de Alesia y de el suave acoplamiento de nuestros cuerpos. Sin duda eso es mucho mejor que estar pendiente de lo que el amanerado gabacho pueda pretender.
Vuelven a insistir, otros dos golpecitos
- ¿Mi señora?
Miro a los ojos de Alesia, y elijo no hacer caso del gabacho...aunque soy muy consciente de donde deje mi espada, a los pies de la cama por si acaso se atreve a abrir la puerta.
Parece que finalmente termina por retirarse tras la falta de respuesta.
Suspiro aliviado cuando por fin se marcha, y retorno a Alesia con toda mi atención, comenzando a acariciar sus pechos mientras la beso, disfrutando de su tacto, prohibido para mi hasta hace solo unos minutos.
Sigo también en su interior, con movimientos ahora algo mas lentos pero poderosos, mientras siento como me va llegando el orgasmo.
O_O... creo que me explota un webo...
No aguantas más que unos segundos, patético... y precoz.
Jadeo con fuerza cuando el orgasmo me llega de improviso y casi sin que me de cuenta de el, impidiéndome hacer nada por evitarlo.
Cierro los ojos un instante y respiro con fuerza, sintiendo la vergüenza por lo que ha pasado.Luego los abro y miro a Alesia, sin saber que decir ni como comportarme. No había tenido jamas este percance y no se como reaccionar.
Yo...