Aquello ya empezaba a resultar frustrante
- Conrad, no se a donde quieres ir a parar, pero ¿me vas a ayudar o no? Eres un vínculo con mi pasado; necesito que me digas que ocurrió entre tu, Rose y yo.
Volvió a mirar al fuego. Su expresión no era amable.
- Ocurrió, lo que suele ocurrir cuando dos hombres aman a la misma mujer, Faliar.
Cerró los ojos un instante y dio un ligero suspiro
- Entiendo
Permaneció en silencio unos segundos
- No acabó bien, ¿verdad?
- Desapareciste de repente, y yo jamás volví a ver a Rose.
Faliar intentó mantener la compostura, pero por la mirada se le notaba que estaba intranquilo
- Eso... No me gusta como suena...
Apoyó el mentón sobre las manos cruzadas; el pulso le temblaba
- Lo siento
Conrad tampoco estaba tranquilo. Parecía estarse conteniendo, pero se podía intuir que en su interior, estaba furioso. Pero alzó una ceja ante la última frase de Faliar, y le miró de reojo, ¿se estaba disculpando? Negó levemente con la cabeza, y de nuevo desvió la mirada.
- Eso díselo a Rose. Fue a ella a la que abandonaste. Después averigüé que había muerto, dando a luz a una niña.
En cierta manera, Faliar ya sabía que aquello había ocurrido; ¿que, sino, justificaría la actitud de Xerine? Pero necesitaba confirmarlo.
- Otra vida más a mi lista... Parece que es mi sino: abandonar a todas las personas a las que quiero. Y todo, por lo que dejé atrás en Moth. ¿Ves? Por eso necesito conocer mi pasado; es la única manera de hacerle frente. De otra manera, solo puedo seguir huyendo y dejando vidas destrozadas a mi paso...
Dejó caer una lágrima, pero se la secó rápidamente con la mano. Luego miró a Conrad; tenía los ojos húmedos, y la sonrisa más triste que era capaz de esbozar
- Gracias por contármelo
- Mereces cargar con ello tanto como yo. Y la hija de Rose, merece saber que tiene un padre.
Faliar asintió. Se merecía esa carga; ignorarlo no servía para nada
- Creeme, lo sabe. Y no está muy contenta.
- No puedo decir que me sorprenda. Pero no se trata de estar contentos. Se trata de hacer justicia a la memoria de Rose. Yo creí que tú te quedarías junto a ella, pero desapareciste, y ahora te vuelvo a ver...con otra. Con toda una familia. No podía creer que la hubieras olvidado. Ahora, sabes que ya tenías una hija de la que ocuparte. Y yo también tengo a una. Niobe. Por ella, quiero llegar cuanto antes a Ark. Debo salvarla. Tengo miedo de llegar demasiado tarde, como con Rose.
- Te entiendo perfectamente, porque si fuese Nahia la que estuviese en el lugar de Niobe, yo haría lo mismo que tu. Y te prometo que te ayudaré a rescatarla; tengo mis propios motivos para ir a Ark, pero comparados con la vida de dos inocentes son una nimiedad
Fue a levantarse, pero tenía algo más que confesar antes de poder dormir aquella noche. Algo que en aquella ocasión sentía que solo podía compartir con aquel hombre que una vez había sido su amigo.
- Sobre Rose... Claro que la he olvidado, Conrad. He olvidado todo lo que ocurrió hasta hace por lo menos tres años. Ni siquiera me acordaba de Nahia y de su madre, Penélope, con las que pasé más tiempo que con Rose; por lo menos cinco años. Cuando conocí a Catherine y me enamoré de ella, aún no recordaba nada. No recordaba a Penélope, ni a Rose, ni a Nahia; no me siento culpable por haberme enamorado de ella. De hecho, de todo lo que he hecho los tres años que recuerdo a la perfección, creo que es lo mejor que he hecho nunca. Sin ella, creo que hace tiempo que me habría suicidado, porque no podría soportar todo el odio hacia mi mismo y el dolor que siento a diario.
Su mirada se intensificó, y esta vez no se molestó en limpiar las dos lágrimas que le resbalaban por la cara
- Imagina lo que es darte cuenta de repente de que tienes a una mujer y a una hija a las que abandonastes por motivos que desconoces; que tu mujer perdió las ganas de vivir, y que cuando por fin volvió a verte, se suicidó porque no soportaba que no la recordases. Bien, pues ahora imagina lo que es darte cuenta de que esa no fue la primera vez; de que antes de eso también abandonaste a otra mujer y a otra hija, y que en esa ocasión ni siquiera llegaste a ver a tu hija, que te marchaste antes de que naciera. Y que años después vuelves a encontrarte con ella, no os reconocéis, incluso en una ocasión la odias e intentas matarla... y tres años después descubres que la que creías que solo era una compañera de viaje es en realidad esa hija que no viste nacer, una asesina fría que se esconde detrás de máscaras para no reflejar todo el dolor acumulado tras más veinte años. Una hija que te odia tanto que te pone una daga en el cuello cuando intentas tocarla, pero que aunque se lo pidas no es capaz de matarte, pese a todo lo que ha sufrido por tu culpa. Imagínate eso, y podrás hacerte una ligera idea de como me siento... ¿Me lo merezco? Sin duda; no se abandona a quien quieres. Pero el saber que un castigo es merecido no hace que el dolor sea menor.
Terminó su confesión y tomó aire para tranquilizarse un poco
- No pretendo darte pena ni compasión, Conrad. No me lo merezco. Te quité a la mujer que amaste, y murió por mi culpa; durante estos veinte años me habrás recordado como a un cobarde miserable al que ojalá nunca hubieses conocido... Pero necesitaba poder decir en voz alta todo esto, decírselo a alguien que se que no me va a compadecer.
Aparto la mirada de Conrad y se quedó mirando al suelo, en silencio, esperando cualquier respuesta, cualquier reacción. Incluso la ausencia total de estas.
Las palabras de Faliar fueron cayendo sobre Conrad como una lluvia de mazazos implacable. Primero, fue el golpe de enterarse de que había habido incluso otra mujer, después de Rose, y que también la había abandonado. Esto en principio comenzó a enfurecer al cartógrafo, pero Faliar siguió hablando, y sus nuevas confesiones, fueron para Conrad tan suaves, como una lapidación. Cada frase, una losa gigantesca que aplastaba el pecho del cartógrafo. Todo lo que había dicho sobre Xerine. Abandonar a su madre antes de dar a luz, haber olvidado a su hija durante veinte largos años, hasta que ésta se convirtió en un ser que se protegía constantemente tras su máscara fría e impasible. Una asesina. Una persona que había aprendido a refugiarse en su interior para evitar que la crueldad del mundo le hiciese daño. Pero todo eso, era culpa de Pierre. Realmente la responsabilidad era tal vez más suya que del guerrero. Y fue el propio Pierre quien aconsejó a Xerine esa forma de defenderse, esperando ayudarla a soportar la crudeza que le esperaba.
Faliar le estaba recordando, sin saberlo, todo de lo que el propio cartógrafo era también responsable. Por primera vez se replanteó la ejecución de su plan. Pero se lo pensó mejor. Las dudas tenían que surgirle antes o después, pero ahora no podía echarse atrás. No en este punto. Faliar tal vez no fuera realmente tan responsable como Pierre, pero seguía siendo culpable. Y Conrad tendría que apartarse y dejar que cargase con la culpa por los dos, mientras el propio Pierre sufriría en silencio sus remordimientos, y se tragaba todo el dolor y la culpa que le correspondían. Se lo debía a Rose. Su hija tendría un padre. Y él podría estar con Niobe, como sus sueños le habían indicado. Aquello era lo que debía hacerse. O eso creía Pierre.
Conrad estuvo unos minutos en silencio, después de la emotiva confesión de Faliar. Pero a la luz de la fogata, el guerrero pudo ver el brillo de una lágrima precipitándose hacia el suelo. Sí, al parecer había llegado hasta el cartógrafo. ¿Le había conmovido con su historia? ¿Ahora se entenderían mejor? ¿O aún había algo más, que el misterioso hombre se guardaba para sí, negándose a compartir su dolor? Nadie habría podido decirlo.
- Jamás he deseado no haberte conocido -dijo, levantándose y mirándole a los ojos. Sus ojos estaban húmedos, y su expresión ya no era de enfado en absoluto-. Ya sé que piensas que en el pasado eras un monstruo horrible, y que todo lo que esté vinculado a esa parte de tí ha de ser malo o debe odiarte, pero te equivocas. Una persona puede perder todos sus recuerdos, pero éstos no son lo único que le define. Hay algo más, algo que nos hace ser como somos. Si ahora eres así, es porque antes, a pesar de lo que sea que hicieras sirviendo a ese "rey negro", ya comenzabas a saber lo que era justo y lo que no.
Hace más de veinte años, eras mi amigo. Y no renuncio ni a un solo momento de los que pasamos juntos. Fuimos grandes compañeros. Sólo al final, resultó que éramos tan parecidos, que nos enamoramos de la misma mujer. y peleamos por ella, ya lo creo. Y a ella le costó decidirse, porque nos quería a ambos. Pero te amaba, Faliar, eso seguro. Y no importa tanto que fuese contigo con quien al final tuvo su hija, lo que importa es que ambos las abandonamos, cuando más nos necesitaban. Y estoy seguro de que, igual que yo, creíste que hacías bien en ese preciso momento. Tal vez cada uno de nosotros pensó que el otro cuidaría de ellas. No lo sé. Pero quiero que sepas que ambos cargamos con la culpa, porque los dos les fallamos.
Y también que debemos seguir adelante con ello. Por Rose. Porque ella no querría que nos quedásemos atascados en el pasado, sino que siguiésemos adelante, y que el padre de su hija cuidase de ella, a pesar de todo el tiempo que pasó sin saber que existía. Si ella te puso una daga al cuello, y fue incapaz de matarte cuando se lo estabas suplicando, entonces también significas algo para ella. En su santuario, detrás de todas esas máscaras, estuvo esperando a su padre todo este tiempo. Ahora tienes la oportunidad de dárselo. Y no temas más porque ella o yo formemos parte de ese pasado al que tanto temes, en el tiempo que te conocí, no eras ningún monstruo. Eras mi mejor amigo. Y una persona capaz de despertar el amor de una mujer tan maravillosa como Rose. Ya entonces te dabas cuenta de lo que estaba bien y lo que no, y tratabas de alejarte de un pasado que temías que te persiguiera. Aunque no lo recuerdes, en aquellos años eras el mismo de ahora. No un monstruo. Porque perder la memoria no puede cambiarte totalmente. Siempre habrá algo más, dentro de ti, que te hace ser como eres. Tu alma.
Faliar se quedó mudo, mirando fijamente a Conrad. Se había levantado, y aunque su rostro no evidenciaba muchas muestras de emoción, las manos le temblaban y su mente era un hervidero. Desde que perdió la memoria había necesitado algo así, que le dijeran que no había sido un monstruo, que a pesar de toda la oscuridad que envolvía su pasado, siempre había habido una luz de esperanza para él. Por un momento había pensado que le había hecho algo horrible a Rose, pero ella le había escogido y le había amado; Conrad se lo había dicho. En aquel momento deseó recordar algo más de Rose que no fuesen las memorias de un borracho, pero de momento tenía suficiente. Suficiente para recuperar de nuevo el ánimo, y para alegrarse de que tenía a dos personas más en su vida. Quizás le costase ganarse el perdón de una de ellas, pero había recuperado la esperanza de que aquello seria posible. Quizás realmente encontrase la redención en aquel viaje, como había dicho Xerine. Una redención para ambos, y entonces podrían mirarse a los ojos sin odio ni culpa.
Sin poder reprimir más las emociones, Faliar se lanzó hacia Conrad y lo abrazó
- Gracias Conrad. Muchas gracias, de verdad. Yo... no sé como voy a compensarte por todo esto, por lo que ocurrió y por lo que acabas de hacer por mi, pero te garantizo que rescataremos a tu hija y que le ajustaremos las cuentas a esa condesa del demonio.
Se separó y le palmeó el hombro en señal de amistad
- Un día de estos tenemos que tomarnos algo, por Rose y por los viejos tiempos.
Ains pero que bonito xDDD
Por mi si; a ver si nemo quiere añadir algo más
Ya estaba hecho. Por ambos frentes. Ahora Pierre sólo tenía que apartarse y dejar que Faliar y Xerine se reconciliaran. La parte del cartógrafo, a su parecer, había terminado, y ya sólo sería un espectador. Ni siquiera había tenido que decírselo directamente: el guerrero ya había hablado con Xerine, de modo que Conrad sólo tuvo que confirmárselo y hablarle de Rose. Al parecer sus palabras habían animado a Faliar. Sólo le había explicado lo que pensaba, pero era bueno que se animase, lo necesitaría para seguir adelante. Ahora ya podrían dedicarse a salvar a Niobe de una vez por todas.
El cartógrafo le puso una mano en el hombro, a su vez. Su rostro esbozó una media sonrisa.
- Gracias, amigo mío. Debías saber la verdad. Y ahora podremos seguir adelante, y honrar a quienes dejamos atrás -se separó de nuevo, y volvió a sentarse junto al fuego-. Deberías aprovechar el rato que te queda, aún falta un buen rato para que me sustituyas en la guardia.
Cuando el guerrero ya se retiraba, dando por finalizada la conversación, el cartógrafo llamó su atención una vez más.
- Faliar -le llamó, en un tono aún lo bastante bajo para no despertar a los demás, pero lo suficiente para que éste se volviera- ...puedes llamarme Pierre, si quieres. Antes lo hacías. Quiero decir, si, tal vez dentro de poco, sientes que de nuevo puedes confiar en mí, y seguimos siendo camaradas.
Faliar se giró, sonriendo
- ¿Y por que no iba a confiar en ti, Pierre?
Dicho esto, se volvió a donde Nahia y Cath dormían; no tenía mucho tiempo para dormir antes de que empezase su guardia
Pues ale, terminado