Partida Rol por web

A los pocos meses de haber entrado a formar parte de la Escuela de Magia Cinetista del Adepto Ort Seam, empieza a hacerse evidente que éste trata de aproximarse a ti, de ganarse tu confianza. La verdad es que te ha dado la impresión de ser un hombre bastante decente, como mínimo no detectas en su mirada aquel brillo de libidinosa lujuria mal disimulada que creíste reconocer en el Prelado Lagis Tovel, de la capilla de Drom.

Aquel hombre te daba nauseas… aunque por otra parte, con alguien así tal vez te resultaría más fácil controlar la situación y llevar tú las riendas, incluso a un precio como ese… para garantizar un rápido éxito a la delicada misión que te ha sido encomendada. Porque todo parece indicar que aquí, tal como están las cosas, te va a llevar años extraer todos los conocimientos posibles de estos hechiceros malkionitas para llevarlos contigo de vuelta a la recientemente creada Universidad Imperial de Glamour, de regreso a tu amado Imperio Lunar.

Sin embargo, tal vez aun haya un rayo de esperanza, pues una tarde estival el viejo maestro se te acerca sonriente y afable, en uno más de sus lamentables intentos por granjearse una confianza que nunca tendrá… y hoy sus palabras contienen una propuesta sumamente interesante...

El viejo camina hacia ti con una expresión relajada y dos tazones de alguna bebida humeante, nada apetecible con este agobiante calor, las temperaturas del tórrido verano en Ralios son muy distintas de las de Peloria…

- ¿Cómo llevas tus estudios, Eli? – pregunta el viejo haciéndose el amable – Ten, te he traído una infusión muy especial que no creo que hayas probado nunca, consiste en el zumo de algunos cítricos locales que por lo que tengo entendido no conocéis en Carmania, los llamamos limones... – te tiende uno de los recipientes mientras se lleva el otro a los labios, tal vez para tratar de convencerte de que no contienen nada sospechoso… – Aunque lo que hace esta bebida tan especial es la temperatura a la que se sirve, pruébala y verás que está casi helada… todo gracias al oportuno uso de un hechizo de Resistencia al Calor manipulado con una prolongada duración y lanzado sobre algunos fragmentos de hielo que guardamos del último invierno ¿ingenioso, no crees?

Es cierto, en realidad no está humeando, sino desprendiendo vapor por el contraste de temperatura... y la taza está deliciosamente fría al tacto. Pronto descubres que una limonada helada resulta de lo más apetecible con este calor…

- Mira, jovencita, no he podido dejar de observar que estás teniendo algunas dificultades para integrarte plenamente en la convivencia de la escuela, aunque vas haciendo algunos progresos – te comenta, ahora más serio pero manteniendo siempre esa molesta expresión paternalista en el rostro – Parece que Arcadia y tú habéis hecho buenas migas, y el pequeño Alandrel me ha explicado lo que hiciste por él, para ayudarle con su deteriorado aspecto. Eso te honra…

Encuentras casi cómico que siga refiriéndose al aprendiz más prometedor de su propia escuela como si fuera todavía un niño, a veces tienes la impresión de que este hombre, con todo su innegable saber, no es capaz de ver lo que ocurre a su alrededor… claro que eso no es nada malo para tus intereses…

- De hecho, encuentro sumamente interesante ese hechizo que empleaste – de golpe da un brusco giro a la conversación – Supongo que pertenece a la escuela carmaniana de la que formabas parte, antes de los desagradables incidentes que supusieron tu exilio… perdona, no quería recordarte todo eso ahora – se disculpa incluso algo ruborizado y no parece estar fingiendo, este hombre es increíble – Sin embargo eso me ha hecho caer en la cuenta de que tal vez puedas aportar conocimientos exóticos y sin duda útiles a nuestra propia escuela – mira tú por dónde – Escucha mi propuesta, normalmente un maestro se atribuye el derecho a supervisar el Grimorio de cualquiera de sus aprendices como algo intrínseco a la relación jerárquica maestro-discípulo, pero esa actitud me parece una grosería imperdonable… además me he fijado en que tú no pareces poseer ningún registro por escrito de tus hechizos, claro que tal vez te vieras obligada a dejarlo todo atrás en tu precipitada huida… – convenientemente olvidado, claro, no ibas a delatarte así – Por ello primero te aconsejo como tu maestro que registres todos tus conocimientos pormenorizadamente, igual que hacen tus compañeros… pero además te voy a ofrecer un trato, un intercambio de conjuros tan respetuoso como el que mantendría con cualquier otro practicante del Arte: por cada nuevo hechizo que ofrezcas a nuestra escuela, recibirás la enseñanza inmediata de un conjuro adicional, de las listas abiertas a todos los estudiantes, más allá del ritmo de progresión habitual que indicaría tu aprendizaje. Eso te hará avanzar más deprisa que los demás, pero considero que es un pago adecuado a tu aportación a la escuela…

Esta sí que es buena. Aprender los hechizos más rápido podría hacer avanzar enormemente tu misión aquí, pero claro, la idea no era propiciar un intercambio equitativo de conocimientos… además, exponer algunos de tus secretos podría resultar peligroso para tu coartada. Tendrás que pensarte con mucho cuidado qué vas a hacer.