Partida Rol por web

Genuinamente aterrorizado, el criminal se esfuerza por hablar:

- ¡Sólo cumplíamos un encargo! – trata de excusarse – Nunca ha sido nada personal, nos pagaron generosamente por abatir al mago y traer el cetro mágico… ¡Por el Dios Invisible, eso fue todo!

Toda esa información ya es conocida, carece de valor para vosotros y por tanto el amuleto Naid constriñe más su garganta hasta que hilillos de sangre resbalan por su cuello y el rostro queda amoratado… pero en ese momento el Adepto Seam le ordena que afloje un poco mientras hace la pregunta clave:

- ¿Quién os encomendó esa tarea? ¿Quién pagaba por nuestras muertes?

El delincuente lloriquea de forma lastimera mientras se afana en contestar con docilidad, en un desesperado esfuerzo para salvar su miserable vida:

- No hace ni una jornada que el hombre que nos contrató estuvo aquí mismo, ante esta mesa, para recoger ese bastón mágico que tanto ansiaba – se apresura a contar – La primera vez vino acompañado de otros dos encapuchados que lo avalaron ante nosotros… usaron el código de la Logia Borista… h-hemos trabajado muchas veces para ellos… son b-buenos clientes… – se debate por respirar mientras proporciona atropelladamente toda la información posible, en la vana esperanza de salvar así el pellejo – En esta segunda ocasión ya vino solo… y nos pagó pulcramente todo lo estipulado… y según había prometido… d-dijo que podíamos quedarnos con todo el resto del botín, la corona de oro - sin duda se refiere a la tiara del Mago Ecetna - y el r-resto de las joyas – señala con un rígido ademán, lo único que le permite el ceñido cepo, hacia un bulto al pié del pequeño altar – En aquel c-cofrecillo está el pago al completo, son casi m-mil ducados… y el o-oro… estaba esperando el regreso de Onises y el resto del grupo… p-para celebrarlo…
 
Guarda silencio al hacerse plenamente consciente de que sus compañeros sin duda ya han muerto…

No hay ni una sombra de piedad en el rostro de Ort Seam cuando insiste en el interrogatorio:

- Dime lo que sepas sobre el hombre que recogió el Cetro de las Ascensión - inquiere con gran interés - ¿Cómo era? ¿Viste si podía acceder al poder del artefacto?

Con voz cada vez más entrecortada el asesino contesta tan detalladamente como puede:

- Jamás dicen su nombre… cof, cof… y a-además llevaba capucha… cof… nunca m-mostró… cof, cof… su rostro… – la presión de la madera se acrecienta más – P-pero e-era un hombre joven… cof… c-creo que era un hechicero… s-si s-seguro… cof, cof… t-tomó el bastón y p-parecía m-muy… cof… c-complacido…

Percibes una nueva oleada de salvajismo desde el amuleto Naid, la inminencia de la muerte de su presa parece complacerle mucho, está pletórico… y si a ti te llega con esta intensidad, para Ort Seam debe ser mucho mayor aún…

- Han sido los malditos “sepias” – exclama – Tienen que ser aquellos tres magos con los que discutió el Mago Ecetna en el edificio de La Cofradía… vayamos ahora a por ellos… hasta el último de ellos…

Ort Seam frunce el ceño y agita la cabeza, como si intentase sacarse una idea difícilmente aceptable de la mente… sientes cómo hace acopio de energía, de fuerza de voluntad… y contesta a su alterado Familiar:

- Me temo que no, Naid, no podemos hacer eso – su voz es serena pero está cargada de amargura, tal vez por ser consciente del precio de sus palabras – Para empezar no disponemos de pruebas concluyentes que los impliquen, considera que podrían haber sido otros boristas, suponiendo que aquellos realmente lo fueran… pero es que además lo que pretendes es un sinsentido – concluye – No podemos declarar unilateralmente la guerra a todos los boristas del Safelster. Es simplemente una causa perdida. Y con toda probabilidad un suicidio.

Detectas una incontenible oleada de furia:

- ¡Me prometiste que tendría mi venganza!

Ort Seam cierra los ojos para no ver la expresión de pavor en los del prisionero y se da la vuelta para caminar hacia la calle donde Laer Ohub le aguarda:

- Y la tienes ante ti en este momento… tendrás que contentarte con eso… es todo tuyo…

En esta ocasión no se oyen gritos. El amuleto Naid ha aprendido a ser más discreto haciendo que los zarcillos de madera desciendan por la laringe sin llegar a ahogar del todo a su víctima… y a arrancar sus cuerdas vocales.

Cuando todo ha acabado Ort Seam demuestra el pragmatismo suficiente como para recoger el generoso botín en metálico, el tesoro colectivo de la hermandad de adoradores del Acechador… y el rinconcito personal de Onises, enterrado en uno de sus refugios seguros. Todo junto supone una suma más que respetable. Suficiente para vivir como un auténtico rey una corta temporada… o tal vez toda una vida, si uno sabe administrárselo adecuadamente.

Realizáis en solitario el viaje de regreso hasta el condado de Uron y la Universidad Galvosti, aunque llegáis tarde para los funerales del Mago Ecetna. Como mínimo Ort Seam puede presentar sus respetos ante su sepulcro y devolver a la universidad todas sus joyas e insignias, que más allá de su valor material acreditaban su posición y su prestigio.

Allí están todos sus compañeros académicos, los demás catedráticos y los adeptos que fueron los aprendices más veteranos de Ecetna, así como los muchos neófitos seguidores de estos nuevos maestros, desde los ya avanzados a aquellos que apenas inician su formación. Del único que no habéis vuelto a saber nada es de Ollit Sil. Y mejor así.

Sin embargo apenas ha transcurrido una estación cuando el Adepto Ort Seam anuncia su intención de retirarse para llevar una existencia solitaria, instalándose en algún lugar apartado. No soporta la voraz lucha de poder que se ha desatado para ocupar la Cátedra de Magia Aplicada que ha dejado vacante su llorado maestro… ni los rumores acerca de la misteriosa desaparición del poderoso Cetro de la Ascensión, uno de los tesoros mágicos de la Universidad.

Nadie ha hecho ninguna acusación oficial, por supuesto, pero a veces no hace falta llegar a esos extremos para que empieces a sentir la necesidad de buscar tu hogar en otra parte. En un lugar más sencillo, más honesto. Más aislado.