Te concentras en el lazo mental que te une a tu Adepto. Y entonces… algo ocurre, cuando Ort Seam te transmite un primer fogonazo de imágenes sueltas, aparentemente inconexas, que llegan a través de vuestro vínculo, superponiéndose con lo que realmente te transmiten tus hipersensibles sentidos acerca del lugar en que os encontráis, en esta acogedora habitación individual de la posada...
Imaginas que Ort Seam debe haber perdido completamente la percepción de cuanto os rodea, embarcado en las visiones que le transmite el sacerdote pagano. Ahora tienes claro que para eso te quería a ti aquí. Porque todo te llega atenuado, parcialmente, de forma diferida tras pasar por su mente… así que puedes verlo a medias, pero sigues controlando el entorno real, lo que pasa en esta habitación.
Te das cuenta de que ambos están ausentes, indefensos. O bueno, puede que el sospechoso sacerdote pagano lo controle y tu maestro no, así que no hay que fiarse…
Pero bueno, de momento estáis los tres solos y no parece haber ninguna amenaza externa.
Así que te limitas a observar.
La primera imagen llega con completa claridad. Están encantando el brazalete. Primero las inscripciones, luego el largo y meticuloso ritual de ceremonia, uno como es debido, destinado a asegurar el éxito del siempre delicado proceso de encantamiento… y finalmente el proceso de implantar la esencia vital en el objeto mágico.
Limpio y eficiente. Todo muy profesional.
Entonces te das cuenta de quién lo está haciendo. Efectivamente, es él. El aprendiz Ollit Sil. Aunque ya no es tan joven ni desde luego parece inexperto. Su aspecto ha cambiado, su seguridad en sus propias capacidades también.
No solo sigue vivo, sino que disfruta de una posición de privilegio y respeto entre quienes le rodean, casi de veneración, pues para vuestra sorpresa se trata de bárbaros theyalanos. No es de extrañar que el brazalete proceda del Vesmonstran pues allí es precisamente donde se encontraba Ollit Sil en el momento de encantarlo.
Y hay alguien con él. Otro hechicero, sin duda alguna. Uno poderoso, muy distinto de los paganos que les rodean.
Le recuerdas. Le reconoces. Era uno de los magos con los que intentasteis aquella negociación frustrada en Kustria, hace media vida. Uno de los que el anciano Ros Ecetna rechazó, acusándoles de ser en realidad miembros del Registro Secreto de los boristas. Sucios “sepias”. Y ahora está junto a Ollit Sil…
Ambos han estado fabricando estas chucherías mágicas que luego entregan a los caudillos orlanthis locales para ganarse su favor. Regalos caros dotados de un indiscutible poder… pero espera, hay algo más, veis que hacen un juego muy peculiar, uno muy viejo, tanto como la humanidad… se trata del ancestral sistema del palo y la zanahoria. Claro, el regalo y la amenaza. Si estás conmigo, tendrás recompensas tan magníficas como la ofrenda que hoy os traigo… pero si osáis oponeros a mí, os espera un destino tan terrible como el que ahora os muestro.
Todo está preparado. Amañado, Ambos son hechiceros poderosos y ambos actúan con astucia y malevolencia. Mientras uno trataba con el círculo del consejo tribal, el otro entre bambalinas preparaba su hechizo. Pero lo hacía con ayuda de un gran artefacto. Algo que no está al alcance de cualquiera…
Y entonces todo se confirma. Ahí está, en manos de Ollit Sil. Como una confesión tácita. Una prueba inculpatoria ineludible que le condena eternamente ante vuestros ojos, ante los tuyos y los de tu maestro. Por mucho que se resistiese a creerlo. Fue él, el culpable de todo. Ahora no queda duda alguna.
Ollit Sil tiene en sus manos el Cetro de la Ascensión.
Usa su poder para imponerse ante los bárbaros. Ellos adoran al poder del viento y la tormenta. El hechicero domina los poderes de la levitación, la telequinesis, la capacidad de hacer flotar a su voluntad a medio poblado…
El brazalete pasa a manos de uno de los caudillos que se inclinan ante el poder de los hechiceros, los que escuchan sus palabras y aceptan seguir la senda que ellos trazan para su pueblo. Es un gran hombre para su gente, respetado y temido, honorable, valiente… aunque se trata de un reformista. Alguien que no acata la tradición. Alguien que trae cambios para el clan entero, defendiendo que la Tormenta es cambio y que algunos son para mejor…
Acaba cayendo en combate por una disputa armada con otro clan. Pero pronto le vengará su hermano.
El drama y la justa venganza llevan el brazalete a un nuevo propietario. Un gran guerrero, valiente y audaz. Implacable. Aunque no alcanza la grandeza de su llorado hermano. Le sobra valor, le falta sensatez.
No suele conservar lo que obtiene. Siempre acaba perdiéndolo por no saber calcular las consecuencias de sus actos. Nunca supo de tácticas y la temeridad desatada, la ferocidad primigenia, funcionan a veces… pero a veces no bastan.
Cuando lidera una incursión sobre tierras vecinas, en el nuevo territorio sureño en el que acaba de asentarse su clan, comete el error de ponderar mal las fuerzas del enemigo. Terriblemente mal. Especialmente cuando toca intentar huir a pié de la caballería enemiga.
Esos malditos occidentales son capaces de pelear bien sin apearse de la montura…
Para su siguiente propietario el brazalete no es más que un botín de guerra. Es un objeto mágico útil y por eso lo selecciona como su parte en los beneficios, pero no se trata precisamente de un hombre de vida ordenada.
No tarda en perderlo en una apuesta de juego…
El siguiente en la ya larga lista de portadores del brazalete es un mercader. Lleva muchos años en el oficio, sabe muy bien lo que es la vida de buhonero. Y sabe hacer trampas a las cartas sin que le pillen.
Esta historia no es muy larga, se limita a guardarlo en uno de los arcones de su carromato hasta llegar a las ciudades del Safelster, donde pone la mercancía en el aparador. Son bienes selectos, así que busca clientes apropiados. Precisamente ahí se acerca un hechicero galvosti bastante conocido en la ciudad, tal vez le interese…
Inicialmente no está interesado en comprar nada, pero desde hace años siempre curiosea en este tipo de comercios porque nunca sabes lo que puedes encontrar. La vida te da sorpresas. Y para distinguir el grano de la paja, nada como un hechizo de Visión Mística de potencia suficiente como para desvelar toda la magia real que contengan esas supuestas maravillas mágicas que los mercaderes oportunistas ponen en circulación…
Súbitamente las visiones se desvanecen cuando el maestro Seam retira con suavidad las manos que el Sabio Gris había estado manteniendo en sus sienes. Su voz se deja sentir algo acongojada por la emoción, pero mantiene la compostura y una exquisita cortesía:
- Bien, coincidiréis conmigo en que ya no es necesario proseguir más con esto… – se excusa ante el sacerdote pagano – Pero os estoy inmensamente agradecido, maese Srigo, y no me importa reconocer ante vos que vuestra magia es impresionante… extraña, carente de orden… pero sin duda efectiva…
El pagano frunce el ceño, retrae las manos para masajear sus propias sienes… pero aparte eso no varía su hierático gesto ni siquiera ante unos halagos como no volverá a oír ni en cien vidas… al menos en boca de un galvosti.
- Ahora que habéis obtenido lo que tanto deseabais, maese Seam – dirige el tema al campo de su interés – Si tenéis a bien hacer honor a nuestro acuerdo…
El maestro se muestra casi aliviado de que su invitado tenga tantas ganas como él mismo de completar el intercambio y dar por concluido el encuentro. Así que se dirige a su mochila de viaje, extrae un par de rollos de pergamino de uno de los compartimentos y los tiende al sacerdote pagano:
- Podéis comprobar su contenido, se trata de una copia de mis notas acerca de la variante de los hechizos de Resistencia que yo mismo desarrollé hace ya un buen puñado de años – dice con cierto toque de antiguo orgullo – junto a una copia del tradicional Círculo de Protección que combinado en multiconjuro le confiere todo un completo abanico de nuevas posibilidades… no me cabe duda de que sabréis sacarle provecho.
El hereje henoteísta desenrolla ambos pergaminos para examinarlos con atención, asiente satisfecho y se despide con una sucinta inclinación de cabeza:
- Ha sido un inesperado placer trabajar junto a vos, maese Seam – afirma muy solemne – Nunca hubiera dicho que colaboraría con un integrista galvosti, pero veo que algunos de los vuestros son capaces de mostrar una gratificante apertura de mente…
Tras esto se dirige a la puerta sin más despedidas, descorre el cerrojo que habíais asegurado para evitar inoportunas interrupciones y abandona la estancia. Enseguida le oís descender los escalones…
Entonces, por fin a solas, el maestro te mira y envía un pensamiento por vuestro enlace telepático:
- Pues bien, llevo un cuarto de siglo negándome a aceptarlo, pero ahora ya no queda otro remedio – reconoce con resignación – Mi antiguo compañero de estudios, mi amigo de juventud, fue el culpable de todo aquello… sabemos que robó el Cetro de la Ascensión, luego sin duda él estaba detrás de la emboscada…
Te fijas en que el labio inferior le tiembla ligeramente evidenciando la dificultad para contener sus emociones…
- Supongo que suena ridículo a estas alturas – comenta con ironía – Pero ahora me siento traicionado… y también herido – guarda un momento de silencio y añade – Aunque a fin de cuentas tampoco va a servirme de nada, pues no hay forma de saber dónde está esa maldita serpiente a estas alturas, la pista se pierde hace más de una década…
Al ver tan alterado al Maestro no se atrevía a abrir el pico, pero al final pensó que quería saber lo que tenía en mente su Maestro.
Ort... dijo mentalmente. Por primera vez en su vida lo llamó de tal manera, pues intentaba decirle algo más de amigo a amigo que de familiar a Maestro.
Has sufrido en silencio mucho estos años, siguió hablando en segunda persona, algo inaudito, desde luego. Acabas de descubrir una traición... rastrera, sucia, cobarde... dijo intentando encontrar palabras a los sentimientos que tenía en ese momento, Pero... ¿No habrá pasado ya suficiente tiempo para que lo dejes estar?
Desde luego su antiguo amigo era alguien muy poderoso ahora y además poseía el Cetro.
Ahora que sabes la verdad ¿No es hora de pasar página? acabó, aunque un pálpito le indicaba que este era sólo el principio de otra historia, una más peligrosa que la plácida vida vivida hasta ahora...
Tras atender tus bienintencionados argumentos con gesto serio, el viejo Ort Seam guarda silencio un rato.
No contesta, en lugar de eso extiende una mano y acaricia tu plumaje lentamente, con un gesto cariñoso…
Pero tienes la sensación de que tus consejos no han calado en un espíritu que quedó excesivamente condicionado por aquella terrible vivencia, en el fondo de aquel barranco del bosquecillo de las afueras de Kustria, hace tantos años. Sucedieron muchas cosas horribles en aquella jornada. Y os marcaron a todos para siempre.
Tal vez si no se hubiera vinculado mentalmente al fantasma de Naid Raug, que martillea su odio a diario a través de una conexión mental permanente, muy similar a la que mantiene contigo…
Moviendo la cabeza como comprendiendo alguna cosa, sólo acabó de decir mentalmente...
Maestro... allá donde vos estéis, estaré yo.
FIN DE LA ESCENA