-Así se hará- me giro hacia los reos -mañana, alguien llegará a la prisión. Deberéis tenerlo todo dispuesto para su llegada.-
-Aún sigo siendo la reina.- No sin dificultad se levanta -Me respetarán y moriré como has dicho, Lanced. En el templo abrazando a mi difunta hija. Pues así termina ese ritual. Mi muerte será su vida. Mi muerte abrazándola nos trasladará a la prisión.- Miré a los presos -Si ella vive, no me importará ser enterrada en los más profundo de Arkham-
La misión terminó. Su éxito parecía evidente aunque eso sólo podrá evaluarse con criterio según los acontecimientos venideros. Ahora toca volver y, seguramente informar. Así lo haces, asegurándote que tus lobos y el recién adquirido aliado realizan el mismo camino.
Al activar el colgante una luz cegadora os envuelve y todos sois trasladados.
Continuamos en Bastión Rojo.
Finalmente el kobold se pronuncia, demostrando el ser capaz de tener un mayor éxito para explicar la realidad del que obtuve yo. Veo las miradas que se lanzan entre ellos nuestros "anfitriones" y Lanzed empieza a aceptar que nuestra salida es la única posible. De pronto, Hazir entra en la sala y su aspecto no augura nada esperanzador.
Cuando comparte con nosotros lo ocurrido, las noticias caen como un jarro de agua fría sobre lo que queda de la familia real de Azur, están solos y han sido heridos en el punto más doloroso posible. Sin embargo la reina parece hacer muestra de una entereza que casi logra conmoverme, decidida a hacer uso de alguna clase de ritual que la permita llevar el cuerpo de su hija a la prisión y revivirla a cambio sacrificar su propia vida. Qué padre no estaría dispuesto a eso, que no habría dado Socar por haber tenido una oportunidad como aquella. Sin embargo, quizás ignore un detalle, pues el precio por algo así podría antojarse demasiado elevado si no tiene cuidado. Vuelvo la mirada hacia mi comandante, contrariar el deseo de aquella mujer era arriesgado, pero merecía saber toda la verdad, lo que sucedería si moría en Arkham.
-Su alteza, comprendo vuestro dolor y os aseguro que respeto absolutamente vuestra situación, pues en el pasado el hombre que fui habría dado cualquier cosa por poder haber podido tener a su disposición un recurso tan valioso como ese.- No me gustaba interrumpir pero mantuve un tono firme y ausente de duda. -Con esto quiero deciros que no soy quien se opondrá a vuestro deseo pero hay algo para lo que deberéis prepararos si realizáis un acto de esa naturaleza en Arokham, pues las ánimas de quienes perecen en la prisión llevando la marca no tienen permitido regresar al otro mundo, en su lugar son retenidas en la Necropolis donde son juzgadas por el Rey Muerto.-
Después de iniciar los primeros discursos, Lythrai permaneció de brazos cruzados y en silencio, atenta a las intervenciones de sus compañeros. Hubo ligeros momentos de tensión, como cuando Ishrad se pensó que le estaba tomando el pelo. Comprensible falta de confianza, teniendo en cuenta la pésima suerte que tuvo al juntarse con Pain. Pero ella y Socar no eran de esa calaña. Su compañero forjado pronto reexplicó aquellos puntos que Lythrai quizás no hubiera dejado claros del todo, mencionando también el fallo más grave del plan de Lythrai, y era que el cabrón de Crom Daral podría pretender EJECUTAR a los presos chivo expiatorio. Joder con el capullo. Joooder.
Visto así su plan se caía a pedazos. Lythrai le daba vueltas y vueltas a la cabeza sobre cómo cambiar el plan, pues la pieza clave, la más importante, la marca, ya la tenían, y lo demás era cuestión de ejecución. También era importante, la ejecución no podía tener errores, o todo el plan se caería, como acababa de pasar, en pedazos. Una suerte darse cuenta antes de cometer tantos errores. Planear estas cosas no era fácil, y Lythrai sabía bien que era neófita en los asuntos de intriga.
Y así, la gran sorpresa llegó con la intervención del Kobold. Clara, educada, al grano y aparentemente inmaculada. Grook no había dicho mucho desde hacía tiempo, y cuando abrió la boca, vaya con la lagartija, que su discurso resultó bastante razonable y convincente. El asesinato de la Reina sería indirectamente a manos de un preso, de manera que estos pudieran cubrirse sus espaldas, y al mismo tiempo cobrar la recompensa. Todo parecía perfecto, a pedir de boca, mas...
Cuando Hazir abrió la puerta y trajo esas malas noticias que comunicó personalmente a la Reina, Lythrai compartió con Grook la frustración de que el asunto se rizase aun más, porque casi tenían al alcance de la mano un acuerdo. Especialmente desagradables fueron las noticias de que los nobles, esos mismos a los que ella y el quisashi tenían que rescatar, eran todos una panda de ingratos traidores, cegados por la sed de poder y riquezas. Joder, hasta el capullo del Crinwell ese era al final un traidor. Lythrai sonrió para sus adentros, en amarga ironía, pues había querido apartarle del grupo de la Reina para que no diera problemas. Y al final, igualmente acabó dándolos, pero era mejor allí que aquí.
Lythrai observó con atención los gestos de Hazir, y confraternizó con su dolor. Sabía que el quisashi tenía sangre noble, y que había tenido que huir de Quisan, un tanto como ella huyó de los Fonn'Aster, aunque por supuesto ella no era noble ni nada de eso. Confraternizaba con su dolor no solo por las pequeñas semejanzas, también por la alta estima que le tenía. Él también parecía tener una historia similar a la de la Reina, una traición nobiliaria, una que le obligó a abandonar su tierra. Lythrai le había prometido algún día acompañarle a recuperarla, con un ejército Fonn'Aster, para retomar lo que fuera suyo. La mercenaria tenía muy presente aquella promesa, y reconoció en las últimas palabras de Hazir y en el brillo de sus ojos que él estaba pensando en lo mismo, en el día en que pudiera regresar.
El Kobold se acercó a sanar a Hazir, lo cual Lythrai agradecía en silencio. Una vez más, le habían herido casi de muerte, y una vez más había sobrevivido. Gracias a Shar que le había lanzado el conjuro de siempre. Casi empezaba a convertirse en la manera usual en la que se reencontraban ¿verdad? Jadeante, cubierto de sangre y el sudor de la batalla, y sin por un momento perder el carisma ni ese brillo fiero en sus ojos que...
Lythrai sacudió la cabeza rápidamente y se centró de vuelta en el trabajo. De nuevo, las palabras del Kobold sonaban prometedoras y razonables. Sin embargo, todo tenía sentido siempre y cuando el objetivo fuera salvar a la Reina. Pero Su Majestad pronto demostraría tener otras ideas, otro plan en mente. Antes de eso Lythrai con desconcierto el profuso dolor de Lanzed Fonn'Aster, que no contuvo sus lágrimas al oir que la Princesa había fallecido. A Lythrai le importaba poco la Familia Real de Azur, no conocía a la princesa, pero al parecer Lanzed Fonn'Aster así sí lo hacía. El Rakshasa parecía sentir un profundo dolor, ese tipo de dolor cuyas lágrimas no se pueden contener. El dolor de una pérdida de un ser querido. "Tío Lanz..." murmuró, acercandose, posando su mano con delicadeza sobre el brazo del Fonn'Aster. Lythrai había vivido sentido ese dolor ya tres veces en su vida, le entendía perfectamente, y además después de todo sentía un profundo amor fraternal por el Raksasha. Cualquier desavenencia sobre los planes quedó atrás ahora, para los dos. Lythrai podía ver en él el brillo de la inspiración de Shar, de la Dama de la Pérdida. Esa misma que la empujaba a ella a vengar a Esderian. Lythrai se recordó a sí misma con determinación las palabras de Hazir cuando ella supo que Esderian había fallecido.
-No tengas miedo de llorar, Layldara. Las lágrimas son la ofrenda más sincera que podemos ofrecerle a los muertos, pues es su brillo lo que les guía hasta los planos en la oscuridad del multiverso. Son su faro y su luz. Siente ese dolor, Layldara, pero no dejes que te consuma. Conviértelo en combustible, en ira. Imagina tus entrañas como un horno, un horno que abrasará a tus enemigos. Porque le vengaremos, Layldara, ya lo creo, y luego recorreremos la distancia que haga falta y nos enfrentaremos a quien haga falta para traerle de vuelta. Casi nada es irreversible, Layldara, y la muerte no es la excepción.
-Ahora vamos, Layldara. Entierra tu dolor. Quémalo. Conviértelo en la espada que destruye a tus enemigos. Y nada podrá pararnos. Necesitaremos tu poder, tu magia. Vuélales en mil pedazos.
Lythrai las tenía muy presentes, Hubiera querido decirle algo así a su tío, pero quizás no fuera necesario, quizás bastase con estar ahi a su lado, y con el plan de venganza, la salida que les habían propuesto. Después de todo, los ojos de su tío ya brillaban con la determinación de actuar. Puso en marcha los engranajes del plan, informando a Su Alteza. Él tendría que huir a Quisan, a reunirse con aliados. Con familia: con otros Fonn'Aster. "Lleva con orgullo la insignia, tío Lanz." asintió ella, recordándole aquella de Oficial Fonn'Aster que Socar le había dado en nombre de ella. Con ella, los Fonn'Aster le reconocerían como un oficial de la orden mercenaria. "Te ayudará."
El plan estaba listo. Los aliados de Lanzed dispararían a la Reina en el templo y...
"No."
Decretó entonces la reina, alzando su voz solo como los nobles sabían hacer, en un tono tajante y determinado. No sería ella la que sobreviviera. Sería su hija. Tal y como el ángel había estado más que dispuesto a sacrificarse por su hija, así también lo estaba la semicelestial. Lythrai se llevó una mano a la boca para ocultar la mueca que en su rostro estaba segura de que iba a formarse. No sabía si era de tristeza, de desagrado, confusión, envidia, odio, asco... Quizás, y como siempre, una mezcla de todo. No entendía por qué la Reina estaba dispuesta a palmarla para resucitar a su hija. O quizás si que la entendía, y aquello se sentía aún más duro. ¿No era acaso algo parecido lo que Lythrai pretendía para traer de vuelta a Esderian? No tanto un sacrificio pero sí una misión que sonaba bastante suicida, eso era cierto, tenía que admitirlo. Y sí, la máxima más importante de los Fonn'Aster era tratarse los unos a los otros como familia, lo que significaba una lealtad mutua, el tipo de lealtad que te hacía sacrificarte por el otro. Lo entendía, y lo respetaba. Pero aún así... aún así... aunque simpatizaba con la causa de la Reina... Aunque la entendía... y lo respetaba... Le molestaba. Le molestaba mucho, muchísimo. Le hacía sentir envidia, odio, asco... Celos. Sí, quizá todo eran celos. Porque desde luego que sus padres en la puta vida harían eso por ella. Habían, de hecho, intentado lo contrario, matarla. Quizás era porque ella no era hija única, sino una entre muchos, así que su muerte daba un poco igual. La princesa era hija única.
Esto encauzaba ahora los celos y el odio hacia la hija de la Reina... ...Pero ni ella ni la Reina le habían hecho nada a Lythrai realmente, y la Fonn'Aster lo sabía. Sabía que tenía que mantener estos sentimientos a raya, esta frustración e ira que en realidad ni siquiera iban hacia realmente hacia la Reina o la Princesa, sino hacia los progenitores que intentaron matarla, obligándola a huir. Lythrai pensó que si había una manera en los escritos de la Historia divina de Faerûn de comparar esto, quizás sería el despecho y odio que Shar sentía para con el trato que recibía Selûne y ella no. El pensar que su diosa entendía estos sentimientos mixtos de respeto, odio y asco permitieron a la Fonn'Aster relajarse, y en varios suspiros recuperar la profesionalidad.
Una vez más, Socar señaló un detalle importante que a Lythrai se le había pasado por alto. Lythrai se alegró de haber mantenido la mano para tapar su boca, pues una fugaz sonrisita asomó su rostro cuando Socar mencionó que si la Reina moría en Arokham, el Rey Muerto reclamaría su alma. Ese destino aciago y terrible que la Fonn'Aster no le desearía a nadie... excepto quizás a Pain. Y a sus padres. Y a la Reina de Azur. Bueno, no debería a la Reina de Azur, esa mujer no le había hecho nada, pero... ¡No sabía explicarlo! Quizás fuera cruel... pero joder, ¿no sonaba deliciosamente poético? Sencillamente, es que era divertido.
"Así es." Lythrai recuperó la seriedad en su rostro, y desde donde estaba, todavía al lado de Lanzed, habló. "Su Alteza, respeto vuestra decisión, y si esa es vuestra voluntad así se hará. En nombre de Lanzed Fonn'Aster, y en el mío propio, el de Lythrai Fonn'Aster, haré todo cuanto esté en mi mano para proteger a vuestra hija, y ayudarla a escapar de Arokham. Pero habéis de saber el destino que os espera es mucho peor que la muerte. Si estáis de verdad dispuesta a hacerlo por vuestra hija, tenéis todo mi respeto, e incluso los celos de una hija despechada." se señaló con la mano. Después se acercó unos pasitos, cruzando los brazos de nuevo. "Insisto, se hará así si es vuestra voluntad. Pero hay un detalle muy importante y desagradable que os tengo que recordar. Escuchad atentamente: Arokham es una prisión. Una jaula de criminales, monstruos y asesinos de todo tipo. Un nido de hienas buscando carroña. Un lugar donde los favores han de pagarse, o te clavan un cuchillo en la espalda, y a nadie le importa que te desangres en plena calle. No tengo ni idea de si habéis pagado o no a Lanz por sus servicios, o de si los hacía por amistad. A mi el dinero me importa poco en este asunto, mi motivación es similar a la vuestra y la de Lanz: la pérdida de un familiar, el honor familiar y la venganza de un familiar." el tono con que dijo esto último fue similar al de Lanz hacía unos segundos. Después de todo, los Scahrossar le habían arrebatado un hermano Fonn'Aster a Lythrai. "Pero no todos los reos de Arokham son Fonn'Aster. De hecho, que yo sepa Socar y yo somos los únicos." Se encogió de hombros. "Así que os pido por favor, muy seriamente, y por el bien de vuestra hija... que el día en que hagáis ese ritual que no nos incumbe, os aseguréis de llevar con vos un saquito con monedas, joyas, cualquier cosa de valor que podáis ocultar. Os informo que no soy la única a la que los Scahrrosar han jodido: Comadreja ha perdido hoy mucho poder. Y va a necesitar un incentivo. Y dado que no vamos a poder cobrar la recompensa de Crom Daral..." señaló con la cabeza a los demás presos. "...Ellos también agradecerían un incentivo por las molestias. Seguro entenderéis que la vida y seguridad de vuestra hija vale más que cualquier tesoro. Soy mercenaria, y somos presos. No os pido esto por codicia, os lo pido por necesidad."
Y hablando de dineros y tesoros, Trasgo. El bastón aquel que estaba en los aposentos de la Reina, que el Ilícido usó para atacarnos, que podría servirle a Grook, Yzlin o yo misma, ¿lo cogimos? Recuerdo que cuando Ishrad y Hazir entraron, echamos lo de conocimiento de conjuros y saber arcano para identificar si podiamos llevarnos el bastón o no. (Le vendría bien sobretodo a Grook o a Yz, más que a mí).
-Hay que avanzar-
-Ahí vamos con el momento pedante del día-
-Para cualquier ser inteligente, no hay emoción más importante que la esperanza. Individual o colectiva, debemos tener esperanza en que el futuro será mejor que el pasado, que nuestros descendientes, y los suyos después de ellos, estarán un poco más cerca de una sociedad ideal, sea cual sea el concepto que de ello tenemos.- Miré a mis compañeros y a los que acabo de conocer -La esperanza es la clave. El futuro será mejor que el pasado o que el presente. Sin este convencimiento, sólo hay satisfacción de los proios deseos, el esfuerzo vacío de la lucha por el presente, como ocurre en la alta sociedad de nobles sin seso, o el mero desaliento, el transcurso de una vida perdida a la espera de la muerte
La gente que tiene coraje no renuncia a la esperanza.- Esas fueron mis palabras mientras aún me sostenía la cabeza, sintiendo el calor que mi mano transmitía al golpe de la flecha.
-Tenéis mi respeto y apoyo ante vuestra decisión. Haré todo lo que esté en mi mano para proteger a vuestra hija en la prisión. Igual que os puse la marca, se la podré quitar. Os garantizo que la libertad está más cerca para ella que para nosotros. Siempre y cuanto vuestra intención se cumpla.-
Miré a mis compañeros. No más suposiciones, no más revelaciones sobre Arkhania que la hagan cambiar de parecer. Su decisión ya está tomada, morirá con la marca y se someterá al juicio del Rey Muerto.
-¿Cuáles eran nuestros objetivos para con esta empresa?-
-Por la alianza con el rey de Arkhania, salvar la ciudad, los nobles y a su reina.-
-¿Y en secreto qué nos ordenó Crom Daral a unos pocos?
-Que la ciudad se salvara pero la reina muera en la batalla-
-¡Ambos!-
-Hemos cumplido ambos... ¿a caso era posible?
-Sí. Salvamos a la reina, salvamos la ciudad-
-Pero los nobles... matan a la reina-
-Sí-
-Y su alma queda atrapada en Necrópolis-
-Como prueba inconfundible de nuestra mano tras los hechos-
-Y con nuestro As oculto. Somos jodidamente buenos-
La mezcla de emociones a punto me provoca una carcajada. Mis ojos brillan de ilusión pero me mantengo en el papel. Señalo a Lanced, luego al ángel que ya no lo es y por último a la reina -Por esa esperanza futura, cumplid vuestra parte-
Me deleito ante esta situación. Hemos salido ganando de todas todas y no sólo eso. ¡Lyth les pide un pago! -Creo que te quiero, mercenaria-.
Poco más podemos hacer aquí. Me acerco a la reina y estrecho sus manos con las mías -Lamentamos el fatal desenlace. Poco más podemos hacer aquí salvo dar nuestra palabra de que protegeremos a la princesa en la prisión, o a vos si el ritual llegara a fallar (los dioses no lo quieran), la protegeremos y buscaremos su libertad tanto como la propia. Podéis confiar en nosotros...
-...pocas cosas hay mejor que la reina de Azur deba un favor a un grupo de exconvictos-
Hice pruebas para ver qué era pero creo que a Trasgo se le pasó
¡El bastón! Me olvidé del jodido bastón cuando un ser de llamas atravesó el techo y echamos a correr. Fallo.
Trasgo por cierto se me fusionó la negrita en este parrafo (y me comí unos ")
el tono con que dijo esto último fue similar al de Lanz hacía unos segundos. Después de todo, los Scahrossar le habían arrebatado un hermano Fonn'Aster a Lythrai. Pero no todos los reos de Arokham son Fonn'Aster. De hecho, que yo sepa Socar y yo somos los únicos."
en realidad debería ser así:
el tono con que dijo esto último fue similar al de Lanz hacía unos segundos. Después de todo, los Scahrossar le habían arrebatado un hermano Fonn'Aster a Lythrai. "Pero no todos los reos de Arokham son Fonn'Aster. De hecho, que yo sepa Socar y yo somos los únicos."
Editamelo cuando puedas :)
Edit trasgo: Hecho ;)
Finalmente... habían aceptado. Sin embargo, la certeza de los nobles sobre dónde yacían las lealtades de Lanced daba al traste con el plan, por lo que el propio rakshasa propuso ciertas variaciones. Y también la reina. Variaciones que recogió con escepticismo, al menos hasta que evaluó la situación desde todos los ángulos.
Por un lado, la alianza con la heredera al trono o con la propia reina destronada tenía el mismo valor: casi nulo. Si la reina/princesa escapase de Arkham, si le quedasen suficientes aliados como para organizar una guerra civil y si la ganaban... entonces por supuesto que sería una buena inversión a largo plazo. ¿Precio a pagar? Si la reina/princesa fuera descubierta en Arkham, la ejecución definitiva y su propia alma en manos al Rey Muerto.
De ninguna manera correría el riesgo de semejante destino, por un premio tan suculento como hipotético. No, lo que de verdad le interesaba de aquello... era acercar su oído a Crom Dorval y a la Guardia Roja; y esa opción aún estaba sobre la mesa si le hacían saber que ellos habían organizado el asesinato. Que por otro lado no era ni mentira, lo que suponía un gran punto a favor del nuevo plan. Ocultar verdades siempre era más sencillo que tergiversarlas.
También había que considerar cómo iban a ser las cosas en Arkham dependiendo de cuál de ellas fuera la "huésped". A priori, una niña debía ser menos discreta que una mujer, lo que en principio aumentaba el riesgo a ser descubierta; pero por otro lado la reina siempre sería más susceptible a ser reconocida. Difícil saber qué sería mejor, o mejor dicho, menos malo. Punto muerto, mejor sería pasar a la siguiente cuestión.
¿El destino de la reina? En principio irrelevante... pero en realidad no era así. No para él. Desde Azacel hasta Lanced, pasando por la propia reina... todo lo que habían hecho era buscar continuamente excusas para sacrificarse por alguien, los tres. Pocas cosas lo sacaban más de sus casillas, ¿qué demonios pretendían demostrar? La inmutable verdad que ninguno de ellos reconocería jamás, es que cualquier acto aparentemente desinteresado, en realidad nunca lo era. ¿Hacer algo por los demás? El propio concepto era una ilusión, ya que todos y cada uno de los seres eran esclavos de su propia conciencia. Al final, hacer algo por los demás siempre tenía el objetivo oculto de sentirse bien con uno mismo. Lo que se conocía como alguien generoso, en realidad no era más que alguien con una gran capacidad de congratularse a sí mismo por lo jodidamente maravilloso que era.
Si la reina se arrojaba a sí misma a un destino peor que la muerte... es porque tenía la certeza de que su existencia sería aún peor si permitía que su hija siguiera muerta. Ni que fuera la única mujer en el mundo que hubiera perdido a su hija... y quizá alguien debería darle la sorprendente noticia de que se sobrevivía. Muchas madres lo habían hecho. Bueno... ex-madres. El tiempo sería su aliado y acabaría por llevarse el dolor de la pérdida, mientras que en la necrópolis sería todo lo contrario: cada día un tormento, durante... ¿quién sabía cuánto tiempo? Nada era eterno, ¿pero cuánto duraría el reinado del Rey Muerto? Con certeza, el lapso de tiempo de centenares de vidas humanas, un tiempo más que suficiente para sufrir arrepintiéndose de su error. Almas tan necias... eran dignas merecedoras del futuro que le aguardaba a la reina. De acuerdo, debía admitir que aquello no suponía ninguna ventaja táctica... pero le reportaba satisfacción personal. ¿Y por qué no considerarlo un punto a favor? Esas pequeñas satisfacciones también tenían su importancia.
Sí, aparentemente todo aquello sonaba... bien. Sorprendentemente bien. Hasta que en un momento dado, el detalle que tuvo Lythrai con el asunto del pago, le sacó de golpe de su ensimismamiento y tuvo que reprimir una sincera y sonora carcajada. Ya había ocurrido más de un par de veces, que justo cuando la general empezaba a parecer una chica quizá demasiado afable, tenía esas salidas. Era... impredeciblemente divertida. No sería él quien objetaría a esa idea, por supuesto, pero tampoco convenía incidir sobre ella o parecerían desesperados.
Nada que objetar y nada que añadir... ¿para qué remar cuando el barco ya se dirigía al destino deseado por su cuenta? Simplemente... continuó observando.
Hazir agradeció sinceramente la curación del kobold cuando notó el suave golpe del frasco contra su piel. La magia de energía positiva fluyó por sus venas y cerró algunas de sus heridas más graves. No le sanó ni de lejos del todo, pero por lo menos hizo que dejara de sangrar por fin y que el dolor remitiera hasta ser una mera molestia. Uno de los terribles tajos de espadón que le cruzaban el pecho, que dejaba el hueso de las costillas a la vista, se cerró por completo, lo que ayudó bastante a reparar su imagen de medio muerto con la que había entrado en la sala.
Dejando el charco de sangre tras de sí, avanzó unos pasos, y escuchó a los que hablaban. Para no interrumpir a nadie, agradeció al kobold su gesto silenciosamente con una mirada. Parecía que había llegado cuando los planes estaban ya en proceso, pero ahora liberado en gran medida del dolor de las heridas, podía recomponer lo que se había perdido con facilidad.
Parecía que el plan había tenido desde el principio el fallo de no saber que el propio Crom pensaba ejecutar a los presos, como una víctima colateral de la batalla. Ese fallo casi les costó la cabeza de Yzlin, pero finalmente habían logrado salir indemnes. Ahora solo tenían que llevarse a la reina y todo seguiría como estaba previsto.
El hecho de que Lanzed quisiera empezar por su tierra sorprendió a Hazir, y asintió ante su decisión de empezar por ahí, ya que era un buen lugar, repleto de oportunidades para alguien como él. De alriyah tahibu ealaa zahrak, pensó Hazir, pero decidió decírselo en común, ya que suponía que el rakhsasa no conocería el antiguo quishashi.
-Que el viento sople siempre a tu espalda. -tradujo para Lanzed, mientras pensaba en lo que extraño que era que un rakhsasa le cayese bien.
Por desgracia, no todo iba a ser tan fácil, puesto que la reina se opuso, diciendo que ella sería la que se sacrificara por su hija. Al fin y al cabo, pocas madres no harían eso, ya que el amor de una madre por una hija es sin duda el amor más fuerte que puede haber.
En un principio, le pareció una idea horrible, y un desastre para los planes de todos. Percibió que Lythrai se tensaba, y le puso una mano en el hombro, aunque no resultó demasiado reconfortante, ya que llevaba puesta la armadura. Aquello era una locura, dejar a la reina morir después de todo y salvar a la hija... ¿Qué iban a decirle? Se imaginó en Arkham, rodeados de suciedad y de presos que quieren matarles a todos, y la princesa apareciendo allí, mientras le decían: Mira, sí, tu madre ha muerto para salvarte, porque fuiste asesinada, así que ahora las dos estáis en una prisión planaria de la que es imposible escapar, bueno, ahí estás tú, tu madre está con el Rey Muerto sufriendo una eternidad de tormento, pero eh, ¡No te preocupes! ¡Estás viva! Ah, se me olvidaba, todos los nobles de tu patria se han rebelado contra vosotras dos y han tomado el poder, pero no hay problema, solo hay que desgarrar a tu pueblo en una guerra civil para recuperar el trono. Por cierto, un gigante de llamas ha entrado por el techo de tu casa, así que puede que haya que hacer reforma. ¡Que te lo pases bien!
Hazir sonrió ante su propio cinismo, y, como solía ocurrir, su inquebrantable optimismo acabó imponiéndose. Cuanto más lo pensaba, más se convencía de que solo era malo en apariencia. La princesa sería mucho más fácil de controlar que la reina, y el pueblo estaría mucho más dispuesto a acogerla como nueva gobernante, pues suponía la renovación del país, más que reestablecer a una reina que les había llevado a todo aquello. A efectos de imagen política, aquello sería mucho mejor, y la princesa sería una buena pieza en su juego. Sí, el plan era aún mejor que como lo habían concebido al principio.
Cuando Lythrai propuso lo de las gemas, Hazir reprimió una carcajada y las ganas de besarla. Era una verdadera mercenaria, y nunca se olvidaba del dinero. Era un detalle perfecto, y muy necesario, porque iban a necesitar todos sus recursos para mantener con vida a la princesa. Hazir se dobló en una elegante reverencia, hecha con la naturalidad de un noble, y habló con tono sosegado, aunque por dentro la excitación le hacía hervir la sangre. Les esperaba un futuro maravilloso en el que podían estar seguros de que no se iban a aburrir en absoluto.
-Muy bien, majestad. Se hará como decís, aunque hay varias cosas que debería advertiros primero, además de lo ya dicho por mi compañera.
Primera: Comadreja es un rufián, un deslenguado y un estafador. No le confiaría ni el cuidado de una planta, mucho menos el de una hija. Por lo tanto, trataremos de ser nosotros quienes cuiden de la princesa, y no él, en la medida de lo posible. Además, ha perdido mucho de su poder en la prisión. Las gemas mencionadas por mi compañera serán imprescindibles, lamentándolo mucho.
Segunda: Si os sacrificáis así, os exponéis a un tormento que puede durar centenares de años, una condena infernal peor que la de los presos de Cárceri. Pensé que debíais saberlo antes de exponeros a ello.
Tercera: aunque haremos todo lo posible por protegerla en la prisión, no podemos garantizaros ni que logremos sacarla de ahí ni que sea capaz de recuperar el trono. No es una prisión de la que sea fácil escapar.
Si todo eso os parece justo, entonces adelante. Podéis contar con que cumpliremos nuestra parte del trato.
El silencio fue la única respuesta de los presentes. Los presos habían cumplido su cometido y, cuando en sus mentes la idea de haber finalizado aquella empresa fue unánime, la prisión reclamó a sus huéspedes. Pero el traslado fue menos traumático. Sus conciencias se alzaron por encima de la estancia, atravesaron el techo y ascendieron por encima de la ciudad. Sintieron el orgullo de un trabajo bien hecho transmitido por aquel plano extraño. Fue ese el momento en que comprendieron que la prisión tiene conciencia propia, tiene voluntad. Una personalidad que en primera apariencia parece simpatizar con los gobernantes.
Desde lo alto podían ver los destrozos de la ciudad, las gentes retomando las calles. Los cadáveres amontonados en plazas o espacios que se transformarán en piras funerarias al anochecer. En el castillo, unos rostros gordos y engalanados sonríen ante el cambio de gobierno inminente. La eterna lucha del bien y el mal había librado una curiosa batalla en aquellas tierras cobrándose la vida de un aasimar y la decadencia de un ángel.
Lythrai
Vuestros cuerpos se deshacen en diminutas partículas iridiscentes a los ojos de los que dejáis atrás. Lanced dedica un saludo que va dirigido hacia ti.
Mientras alzas el vuelo por encima de los tejados, de regreso, puedes ver el decadente panorama que contrasta con el sentimiento de gloria y triunfo que Arkham infunde en tu corazón. Sin embargo... arriba escuchas una voz. -Regresa, debes regresar- una voz lejana y familiar. Tienes la extraña certeza de que esas palabras fueron pronunciadas hace tiempo, mientras aún os encontrabais en las alcantarillas pero es ahora cuando (como no, la prisión) permite el contacto (o no puede evitarlo por más tiempo).
La voz pertenece al avatar de Shar. Tu diosa. Tu mente te muestra con nitidez los tres planos de la prisión. El superior, mortales cotidianos, delincuentes que, si bien destacan, no representan una amenaza real para un reino. El medio, con seres encerrados como verdaderos problemas: magos poderosos que han desvelado oscuros secretos de poder, soldados temibles de sangre mestiza de razas poderosas, incluso criaturas desoladoras. El nivel inferior está reservado para las deidades: dioses presos de la guerra que fundió los planos y que ansían la libertad por encima de todo... y en lo más profundo... una criatura engendrada con magia. Un ser devorador capaz de tragarse todo lo que la rodea y que ansía ser liberada para seguir devorando mundos y dioses.
Grook
Vuestros cuerpos se deshacen en diminutas partículas iridiscentes a los ojos de los que dejáis atrás. Lanced dedica un saludo que va dirigido hacia la mercenaria. El ángel renegado os mira con desconfianza mientras que la reina mantiene en un silencio triste.
Mientras alzas el vuelo por encima de los tejados, de regreso, puedes ver el decadente panorama que contrasta con el sentimiento de gloria y triunfo que Arkham infunde en tu corazón.
Hazir
Vuestros cuerpos se deshacen en diminutas partículas iridiscentes a los ojos de los que dejáis atrás. Lanced dedica un saludo que va dirigido hacia la mercenaria. El ángel renegado os mira con desconfianza mientras que la reina mantiene en un silencio triste.
Mientras alzas el vuelo por encima de los tejados, de regreso, puedes ver el decadente panorama que contrasta con el sentimiento de gloria y triunfo que Arkham infunde en tu corazón.
Ishrad Corlav
Vuestros cuerpos se deshacen en diminutas partículas iridiscentes a los ojos de los que dejáis atrás. Lanced dedica un saludo que va dirigido hacia la mercenaria. El ángel renegado os mira con desconfianza mientras que la reina mantiene en un silencio triste.
Mientras alzas el vuelo por encima de los tejados, de regreso, puedes ver el decadente panorama que contrasta con el sentimiento de gloria y triunfo que Arkham infunde en tu corazón.
Socar
Vuestros cuerpos se deshacen en diminutas partículas iridiscentes a los ojos de los que dejáis atrás. Lanced dedica un saludo que va dirigido hacia la mercenaria. El ángel renegado os mira con desconfianza mientras que la reina mantiene en un silencio triste.
Mientras alzas el vuelo por encima de los tejados, de regreso, puedes ver el decadente panorama que contrasta con el sentimiento de gloria y triunfo que Arkham infunde en tu corazón.
Yzlin
Vuestros cuerpos se deshacen en diminutas partículas iridiscentes a los ojos de los que dejáis atrás. Lanced dedica un saludo que va dirigido hacia la mercenaria. El ángel renegado os mira con desconfianza mientras que la reina mantiene en un silencio triste.
Mientras alzas el vuelo por encima de los tejados, de regreso, puedes ver el decadente panorama que contrasta con el sentimiento de gloria y triunfo que Arkham infunde en tu corazón.