Partida Rol por web

-Ya eres libre, libre de ser mi amigo o mi enemigo.- Contesta el dragón con divertimento -Si eres amigo, ambos lograremos hacer cosas increíbles y nos ayudaremos mutuamente, que para eso están los amigos, y te regalaré herramientas como ésta y más armas. Sin embargo, si eres enemigo, te encerraré en el pozo más oscuro y jamás volverás a ser libre.- Ahora mi cuerpo empieza a cambiar para dar más peso a mis palabras...

...la piel da paso a las escapas. Se agranda. Los miembros se alargan, emerge la cola y los cuernos y la voz gutural vuelve a resonar en la estancia -...soy el señor de estas tierras y se me está agotando la paciencia. ¡Habla ahora! Sé mi compañero y ayúdame a llegar a lugares a los que me es imposible acceder.-

El humano había mostrado sus cartas y su verdadera cara, o le servía o lo metería en un agujero. Tizoc se estaba preparando disimuladamente para rajarle el cuello cuando el aspecto del humano empezó a cambiar.
Su tamaño aumento hasta ser varias veces el tamaño del trasgo, su cuello se alargo y de su espalda salieron unas alas que llenaron la estancia proyectando una enorme sombra sobre Tizoc.
Ante sus ojos, el verdadero rostro de Dhaekanis quedó patente. Un dragon, enorme, con dientes del tamaño del trasgo y que podría acabar con su vida en menos de un segundo. Cuando la fritura habló, pudo sentir como el estruendo atravesaba su cuerpo y la realidad de su situación le golpeó como una maza.

Tizoc no pudo evitar encogerse de miedo como un cachorro asustado. No tenía nada que hacer si no doblegarse a la voluntad de semejante ser si quería seguir vivo. Someterse a él mientras buscaba otra forma de huir de allí para siempre.

Temblando de miedo y sin poder pronunciar palabra, el trasgo asintió temeroso a las palabras del dragón.

Usando su imponente presencia, el dragón negro ejerció la influencia que deseaba sobre ti. Tu actitud le convenció. Regresó a su apariencia humana con la superioridad pintada en el rostro.

-¡Encárgate tú!- gritó al tiempo que se giraba y se perdía en la negrura de la estancia. A tu espalda, había alguien que avanzaba con paso lento, cauto -alguien coercionado como tú-. 

No me puse mis mejores galas para saludar al recién llegado. No importa. Tiré del chaleco para estirar un poco las arrugas y pasé una mano por la melena rubia antes de fijar el pañuelo rojo. -Ja- sonrío mostrando unos dientes bien alineados y exhalando el aliento a ron. -¡Siempre quise tener un trasgo de compañero!- comenté y aunque mi actitud era jocosa, mis ojos se deslizaron por la criatura, analizando su rostro, sus músculos, sus ropas. Sus antebrazos anchos delataron unas manos fuertes que, combinadas con su bajo peso, lo hacían un escalador nato -excelente-.

-¡Vamos! Salgamos a algún lugar un poco más... seco- añadí para romper el hielo. Arriba haremos las presentaciones.

Acompañé al trasgo hasta la escalera de piedra. Arriba, en la planta baja de la Mansión Gliargae, dragones revolotean en lo alto. Todos cromáticos y de tamaños que van desde una simple higuana a un mastín. Los ojos reptilianos quedaron fijos en los intrusos -no te pares, no los mires- comenté y seguimos adelante entre gruñidos y nubes de humo que salían de fosas nasales enojadas.

Fuera, en la explanada delantera, el suelo estaba formado por cantos rodados pero la atmósfera era limpia y despejada. La atmósfera de Arkhania. Llegamos hasta la barandilla y el lago se extendía como un espejo ondulante que reflejaba la Universidad sobrevolando sobre él.

-¡Soy Hans Edduard Estertich! Por aquí todos me llaman Hans, o Estertich, o escoria, pirata, mierda, garrapata, infeliz, asqueroso, despojo... ya sabes por dónde voy. ¿Cómo debo llamarte?-

Aún aterrado, el trasgo vio como otra figura aparentemente humana se acercaba a él. Apestaba a alcohol y le miraba evaluandole pero le ofreció salir de aquel lugar y quitarse de delate del dragón así que Tizoc no se lo pensó y siguió a aquel humano sin dejar de mirar sus espaldas por si el dragón cambia a de idea y decidía matarlo.

Subieron a una enorme casa, ostentosa y llena de criaturas reptilianas, dragones de todos los tamaños. El humano le aviso de que no los mirase y sintiendo sus penetrantes miradas, Tizoc avanzo torpemente por el suelo. Salieron de aquel lugar a un patio exterior y Tizoc se quedó mirando un enorme edificio que flotaba sobre el lago. Aquello no debería suceder, era imposible, los edificios no flotaban. El humano se apoyo en la barandilla y le hablo distrayendo así la atención de Tizoc de aquella maravilla flotante. - Ti... Tizoc. - dijo titubeante. 

-Ti tizoc- pongo cara pensativo -¿Ese es tu nombre o me estás diciendo que no hablas mi idioma?- sonrío quitando hierro al asunto y le hago un gesto. Guardo silencio, me aúpo y veo a Darkhanis salir por el otro lado de la mansión en su forma híbrida de "humano con alas negras". Vuela bajo para no delatar su presencia. Ahora empujo a Ti tizoc para que se asome y vea El Despeñapresos atracado abajo, en el muelle, sobre las aguas del lago. -La ciudad se va a ir al carajo un día de estos, esa será la señal. Un retumbar que partirá de un susurro, como una ola diminuta en la realidad, ya, ya lo sentirás y sabrás que hablo en serio. Pero no será hoy. Cuando ocurra, me montaré en ese barco volador y robaré lo más grande que alguien como tú y como yo puede robar ahora mismo.- ¡Ajá! Parece que voy hablando su idioma -Robaré mi libertad-

Tizoc evaluó de nuevo a aquel hombre. No sabía si se reía de él o le había subestimado por ser un goblin pero no parecía peligroso. - Hablo tú idioma. Me llamo Tizoc. - dijo intentando que su voz no sonase tan aguda como siempre. - ¿Irse al carajo? ¿Como va a irse a carajo toda la ciudad? - preguntó con curiosidad Tizoc.

Eres un necio si crees que puedes robarle algo a él. Lo sabrá antes incluso de que te decidas y te matará sin dudarlo. - dijo señalando con la cabeza la forma híbrida. - Será mejor hacerse a la idea rápidamente. - dijo el goblin. - Así que dime, hablame de esta ciudad que se ha convertido en mi prisión.  

-Un cazador sabe cuando su presa presiente su final. Llevo muchos años sirviendo a Darkhanis. Desde hace dos o tres días está muy nervioso, errático. Sus aliados también son sus enemigos. Los juegos de poder de aquí son iguales que en cualquier lugar del mundo. Si tus semejantes o tus inferiores te ven débil, pasarán sobre tu cadáver sin ninguna consideración- susurro aclarando un poco la situación -la atmósfera de la ciudad ha cambiado. Se oyen susurros de guerra- sonrío -Eres un trasgo que ha llegado hasta aquí, al servicio de un dragón negro. Tú eres como yo. Un superviviente.-

-¡Estertich!- un soldado de la guardia de Darkhanis se os acerca -Vuestra primera misión ya está en marcha. Preparad el Despeñapresos. Virming llegará en unas horas y partiréis con las órdenes- anuncia.

-Comienza el trabajo, Titizoc- comienzo a andar hacia una cancela al borde de la balconada. Descendemos los escalones excavados en la piedra hasta el muelle. La madera cruje bajo nuestros pies rodeados del sonido de las olas. Subimos la pasarela y nos detenemos en la cubierta -El navío funciona con magia. Extrae esta magia del lago- me inclino y susurro -no es un lago normal- seguimos andando -Bajaremos a la bodega e iniciaremos la carga. Las reservas arcanas del navío tardan en cargarse por lo que no podemos perder tiempo. Después de eso llamaremos a los marineros, ellos prepararán el velamen y tú les ayudarás. Tienes brazos fuertes para trepar a lo alto del mayor. Yo me encargaré de la magia aquí abajo.- Lo miro con orgullo -Sólo Virming y yo nos encargamos de la magia aquí abajo y, ¿sabes qué? soy su segundo de abordo. Cuando él esté presente, tu rango será el de marinero. Según como te portes en este viaje te ascenderán a cabo en el próximo y así podrás ir escalando posiciones.-