Las cosas se habían ido de madre, eso no había quien lo negara. Un segundo estaban comiendo y haciendo planes en una sala segura, y al otro intentando no caer al vacío hacia un precipicio mortal mientras trataban de salvar a un adivinador y veían a dos demonios pelear en el piso de abajo. Un día cualquiera en Arkham, parecía.
Ahora sin la preocupación de que la mercenaria o el rompeumbrales se despeñaran, Hazir pudo ver con más calma lo que había allí abajo. Por desgracia, lo que vio no le ayudó con sus múltiples preguntas, pero por lo menos no fue algo desagradable de ver: la maldita súcubo que tantos problemas les había causado, que le había robado el arma y cuyos tannarukks casi les matan a todos, yacía destrozada, con el vientre grotescamente abierto y los brazos convertidos en muñones. Y, sin embargo, el condenado ajeno aún vivía, y no tenía duda de que sus aliados tannarukks la ayudarían. Sí, existía la posibilidad de que en aquel momento toda su vida de dejar amantes insatisfechos le pasase factura, pero, a pesar de que Hazir era siempre optimista, tenía que reconocer que era poco probable.
Era una oportunidad de oro de ir y rematarla, asegurándose de que no se volviese a levantar, o lo habría sido si no estuvieran allí reunidos todos los tannarukks del multiverso. ¿De dónde salían tantos? Bajar (o caerse) allí, era una sentencia de muerte.
Y hablando de muerte, pensó Hazir al ver aparecer al drow. Desde que había conocido a aquella raza le habían empezado a caer extremadamente mal, pero aquel parecía haber venido a ayudar... más o menos. Entre todos organizaron una tirolina bastante precaria y peligrosa, pero serviría. Tampoco es que hubiera tiempo ni recursos para otra cosa.
Hazir no entendía nada de lo que pasaba. ¿Por qué no coger al forjado y subir a uno de los pisos superiores de la mansión? ¿Por que internarse en los pasillos inferiores en los que podía haber quién sabía qué? ¿Qué demonios importaba aquel adivinador? Por desgracia, no era momento de preguntar, y mucho menos de discutir. Era probable que aquellos hombres supieran algo que él no sabía, por lo que decidió hacerles caso.
Enganchó un trozo curvo de metal que encontró en una estantería y se lanzó sin dudar por la improvisada tirolina. Saltó con agilidad, elevándose a pulso, los dos remaches de la cadena que podían derribarle, y saltó al otro lado aterrizando con una voltereta. Al mirar hacia abajo no pudo evitar soltar una maldición, los condenados tanarukks no iban a dejarles en paz y ya subían hacia ellos.
-Daebius, date prisa con ese forjado, vamos. -apremió al gnomo, mirando con preocupación hacia abajo. Podían aguantar razonablemente en aquella zona, sería fácil defender la posición más elevada y cortar manos y cuellos mientras subían, pero prefería no llegar a eso. Había demasiados.
Me había mantenido en silencio, escuchando cada frase del resto de presos. Tenía una meta clara, y pensaba cumplirla sí o sí, no me importaba como, pero ahora tenía algo más de lo que preocuparme, deb´´ia asegurarme de que mi señora se mantendría con vida, ya que era a ella, y solo a ella a quien le profesaba lealtad absoluta.
Entonces debemos hacer que la rebelión de los demonios funcione, debemos unirnos a la lucha y decantar la batalla. Pero si no recuerdo mal, necesitamos a Roriarkas de nuestro lado, aunque realmente no se para que. Yzlin, Roriarkas y yo mismo eramos los tres que necesitaba la predicción.
Sobre la reina Azur... Yzlin sabe lo mismo que yo, que debe estar aquí, escondida en algún sitio con la ayuda de los Fonn'Aster.
Hazir y Socar son los siguientes en cruzar al otro lado, donde aguardaban Lythrai y un atónito Ascario jadeante. Aún en la sala inclinada, Roriarkas y Daebius se afanan en salvar su creación mientras todo a su alrededor comienza a derrumbarse. El pilar cruje mientras las grietas lo recorren. Arriba, la mansión cede y una nube de polvo cegador emerge del acceso engullendo todo. Dejáis de verlos hasta que sentís la tensión en la improvisada tirolina. Poco después, Roriarkas, Daebius y el nuevo forjado, chocan contra Hazir y Socar deteniendo el impulso. -¡Vamos!- Grita Daebius con la mirada enrojecida por el polvo. Todos atravesáis la grieta por la que marchó Neyderrado sólo para descubrir un círculo de teleportación al otro lado. -Al Grosero- Sentencia.
Motivo: Todo se derrumba cuanto más alto es el número, menos posibilidad hay de que lo consigan
Tirada: 1d100
Resultado: 24
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Pain: ¿Qué es ese laboratorio?
Suscinda: El secreto de la inmortalidad y el poder para dominar los reinos.
Herst: Una muerte segura para todo lo que conoces. Es un agujero en Necrópolis lleno de laberintos y trampas. Además, se necesita una llave para entrar en el panteón.
Grook: Así que las predicciones son el fracaso de la rebelión, el decreto del fin de los demonios y la muerte del rey a manos de Ishrad. ¿Pero qué motivos tenía Nek para atacar a Leixle al saber lo de la recompensa, cuando todavía no se ha hecho la oferta?
Herst: Ascario, el adivinador que en pocas ocasiones se equivoca, vaticinó que el rey vetará a los demonios. Pondrá precio a sus cabezas y el precio de la cabeza de Leixle es la libertad. Nek quería adelantarse a todos, matar a Leixle y, dado el momento, anunciar que lo había hecho para cobrar la recompensa.
Nickar: Leixle no morirá, lo sé pese a no poder explicar por qué lo sé, aun y así, les dije a los demonios que no podía unirme ni a ellos ni a los demás, no es el futuro que busco acabar con los unos o con los otros. Bueno, no se lo dije, pero tampoco lo negué...
Comadreja: Interesante, viniendo de una Tiflin.
Nickar: ¿Alguien me sabría decir como contactar con Loki? Si están por destruir el bastión rojo no me importaría provocar un poco a nuestro amigo volcánico, seguro que algunos temblores extra entretienen a todos...
Comadreja: ¿Qué?
Ishrad: Entonces debemos hacer que la rebelión de los demonios funcione, debemos unirnos a la lucha y decantar la batalla. Pero si no recuerdo mal, necesitamos a Roriarkas de nuestro lado, aunque realmente no sé para qué. Yzlin, Roriarkas y yo mismo éramos los tres que necesitaba la predicción.
Sobre la reina Azur... Yzlin sabe lo mismo que yo, que debe estar aquí, escondida en algún sitio con la ayuda de los Fonn'Aster.
Comadreja: ¡¿Cómo?! ¡¡¡Que la reina Azur está aquí en esta prisión!!!
Un fuerte brillo se filtra por las tablas que separan la habitación superior, atrayendo vuestra atención.
Herst: Ya está aquí.
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