El bello de Suscinda se erizó al contacto con la piel fría. Exhaló el aire que tenía en los pulmones y volvió a inspirar. -Soy espía- dijo revelando una información que hizo que Vannegar inclinara la cabeza no muy interesado. -¿A caso espera que eso la salve?-. Podías distinguir en sus microgestos (ahora claros y legibles para ti como si se tratara de un libro abierto) que aquello le divertía. -Soy el eslabón que une a los drows de la oscuridad, los demonios de la superficie y la orden de caballeros de Arkhania. Si desaparezco, si me ocurriera algo, me bucarán. ¿Cuánto creéis que tardarán en deducir quién o qué me ha matado o me ha sacado de la prisión?- su calor calienta tu cuerpo. Es un calor muy agradable, lleno de vida y fogosidad.
Vannegar endereza el rostro. -Eso explica que estuvieras aquí y, si eres una espía, también tienes muchos enemigos.- Comenta serio, evaluándola. -Cuidado. Dada su herencia seguro que tiene un as bajo la manga. Se comporta de manera muy dócil-
Los Tanarruks destrozan la zona superior. Uno de ellos comienza a descender las escaleras. Vannegar posa su mano en tu hombro y los tres os convertís en niebla. Es una sensación sorprendentemente liberadora. No tienes un cuerpo que encierre tu esencia, eres consciente del mundo que te rodea a una intensidad incrementada y, al mismo tiempo, diluida.
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