Partida Rol por web

Avanzando entre los matorrales, los 3 ágiles legionarios avanzaron entre las sombras que les proporcionaban sus alrededores. Magányos quien iba al frente y se movía con gran destreza, se detuvo súbitamente cuando estaban ya a menos de diez metros de su objetivo para señalarles que continuasen. Al parecer el hábil hombre de los pantanos prefería mantener vigilado los alrededores y no ser emboscado.

La visión del campamento agitaba su corazón, ansiaba tanto embestir como heraldo de muerte, ofreciendo justicia y descanso para los inocentes. Cada delicado paso le ofrecía una oportunidad para procesar las distintas situaciones que podía enfrentar, remarcando su objetivo con claridad, no delatarse.
Señaló a Sondra las manos del bandido y posteriormente realizó el gesto de amordazarlas, necesitaba que se encargara de ellas una vez consiguiera acallar su voz. Cada vez estaba más cerca y su espada se agitaba con más tensión, por suerte sus firmes piernas mantenían la marcha con cuidado.
Una vez llegó a la altura del bandido, se agazapó incluso más. Se preparó durante un instante mientras analizaba en su cabeza los movimientos, aprovechando para abastecerse del aire que tendría que contener. En un instante clavó su espada atrapando la manga de la mano diestra del bandido con el suelo y se abalanzó sobre el pecho con sus piernas, posando el peso de sus muslos sobre los hombros, quedando entonces en una comprometida postura con su víctima. Mientras sus manos dirigían el pañuelo a la boca del malhechor, introduciéndose hasta la comisura de los labios, para anudar sus extremos con fuerza sobre la nuca.
En cuanto el durmiente recuperó la consciencia, susurró con venenosa dulzura. Chsss, cuidado chico guapo, si intentas jugármela… se acabará el juego. Para entonces el filo de su otra espada acariciaba su cuello esbozando una sonrisa maliciosa, su otra mano le indicaba a su compañera que había llegado el momento de retener sus manos.

¿Será esta la calma antes de la tormenta? - La elfa se mantiene alerta y en guardia, esperando el desencadenador para sus siguientes acciones, se encuentra llena de dudas, no sabe si tendrá que atacar o defenderse, esperar la señal de Gareth o cualquier otra cosa, no sabe bien qué tendrá que hacer, sólo espera que cuándo llegue el momento su resolución pueda aportar al éxito de la misión. Intercambio algunas miradas con mis compañeros en silencio, manifestando un poco de ansías ante la incertidumbre.

Las voces que provenían del campamento me sobresaltaron, no las esperaba. Si resultaba ser una trampa, los bandidos se habrían tomado demasiadas molestias. Por como reían y discutían no parecían esperar visita. Esperaba estar en lo cierto.

Por un momento deje de oír a mi lado la respiración de Cassandra y cuando me gire para echarle un vistazo ella inicio un acrobático movimiento hacia el vigía. El momento había llegado, tenia claro lo que debía de hacer tanto si ella lograba reducirlo, como si no.

Avance unos pasos junto a Cassandra y el bandido, pero hasta que lo tuviera "controlado" decidí no estorbarla y limitarme a cubrirla. Puse toda mi atención en vigilar los alrededores, si alguien se acercaba lo sabría.

Observé con nerviosismo como mis compañeros se encontraba ya casi encima del bandido, preocupado, sin poder hacer nada más que observarles y vigilar. A lo lejos se podía ver parte del campamento enemigo, con unas cuantas cabañas y un corral con caballos en el que no me había fijado antes, pero por lo demás, no había nada sospechoso que el viese, aunque eso no era necesariamente bueno.

Sera mejor que recuerde su posición, puede sernos útil más tarde- pensé al ver el corral... pero pese a todo, ahora eso lo importante, por lo que lo aparte de mi mente.

Todos atentos- les susurre a mis compañeros, para que estuviesen listos pasase lo que pasase, mientras agarraba con fuerza las riendas de mi caballo y del de Sondra.

Consciente de que Cassandra no mentía aquel hombre permaneció en completo silencio dejando se hacer. Sondra tras ella avanzaba seguida por Magányos en dirección al reciente rehén. A lo lejos, el resto de los legionarios observaban la situación con suma curiosidad y nerviosismo.
Al parecer ya tenían parte del objetivo conseguido, solo tenían que amagar al bandido y traerlo sin que este diera alarma alguna. Parecía sencillo pero también era sencillo que todo saliera súbitamente mal, y ante ello seria difícil reaccionar de forma acertada.

El bandido se comportaba por ahora dócilmente y nos dejaba hacer. Cassandra parecía tenerlo dominado, había usado su pañuelo para mantener su boca cerrada y ahora la elfa me miraba mientras lo sujetaba para que atara sus manos.

Entregue la ballesta a Mayangos y le indique con un gesto que vigilara los alrededores. No llevaba ninguna cuerda ni nada que me pareciera lo bastante resistente, así que eche mano a mi cintura y solté el cinto que reposaba en mis caderas. Era de cuero, ancho y lo bastante resistente para atar las manos de aquel hombre, o eso esperaba.

Llevé sus manos hasta su espalda y empecé a realizar una serie de nudos, pero por su aspecto no parecían que fueran a mostrar demasiada resistencia. Lo desbarate todo y volví a comenzar de nuevo apretando ahora mas fuerte. Al terminar el ultimo nudo y observar las ataduras quede satisfecha.

Ahí habíamos terminado así que recogí la ballesta de las manos de Maganyos y indique a mis compañeros que era hora de salir de allí. Hice un gesto a Maganyos para que ayudara a Cassandra a llevar al bandido, ellos irían delante  y yo avanzaría en ultimo lugar cubriendo la retaguardia.

Teniendo en cuenta que el tiempo había mejorado, aprovechó su capa para envolver el rostro del bandido y así quitarle las ganas de intentar alguna tontería. Envainó ambas espadas y le agarró con firmeza de los hombros, dejándose llevar por la fuerza de Maganyos hasta encontrarse con el resto del grupo tras la densa maleza.

Acampemos rápido, antes de que noten su ausencia. Comentó de inmediato tras enfrentar la mirada con Gareth. Después, se dispuso a colocar al bandido sobre su caballo cual saco de paja, sin quitarle un ojo de encima.

La misión había sido todo un éxito o al menos eso parecía inicialmente. Sondra había logrado hacerse con el bandido y escoltada por Cassandra y Magányos había logrado regresar hasta donde los demás se encontraban expectantes.
Ahora todos reunidos de nuevo, podrían dar marcha a los siguientes pasos de su plan, y con la posible información que pudieran extraerle a aquel hombre, mayor serian aun sus posibilidades de triunfar, o al menos eso les dictaba su lógica.
Sin embargo, para su mala suerte no todo había salido como ellos deseaban y Magányos quien aun estaba vigilante fue el primero en notarlo. Dos bandidos se acercaban lentamente hasta la posición del vigilante que habían capturado y parecían estarle llamando. Probablemente, debido a que Sondra había tenido que moverse con aquel bandido a rastras, había de algún modo llamado la atención de los demás bandidos a lo lejos mientras avanzaban sigilosamente de regreso.
Lo anterior podía poner por el suelo todos sus planes e incluso apresuraba sus decisiones de sobremanera pues con los bandidos encima, no habría tiempo pararse a plantear y debatir su accionar.

No pude evitar soltar un suspiro de alivio cuando vi a mis compañeros volver cargando al bandido con ellos, por lo que ya más tranquilo, le ofrecí a Sondra las riendas de su caballo.

Ahora solo tenemos que irnos sin que nos descubran- pensé, alegrándome de que lo más difícil hubiese pasado… o eso creía, hasta que un movimiento vi la expresión de Magányos –Maldita sea, deben estar buscando a este- me dije, al mirar hacia donde estaba mirando y ver a dos bandidos. Me agache para coger una piedra y lanzarla, con tal de distraerlos, pero me di cuenta de difícilmente funcionaria. Había que hacer algo, y rápido.

Rápido, antes de que nos descubran- les dije a mis compañeros, mientras sacaba mi arco y colocaba una flecha en él -Sonddra y yo al de la derecha, Magányos  y Erackand al de la izquierda, Cassandra, tu asegura al bandido- les indique, señalando a cada bandido para dejar claro el objetivo. Luego me gire hacia Ciara Vargad y Amon -Vosotros, que uno se prepare para quemar el camino por si nos persiguen, los otros dos, elegid cada uno a un bandido- les dije -Solo un disparo, si dan la alarma, nos retiramos- añadí tras un suspiro.

Maldición, espero que podamos hacerlo antes de que den la alarma- me dije.

Erackand tenía una de sus hachas lanzables en la mano. El enano avezado hace su propia suerte y él había aprendido la lección en los túneles. Esperó a que sus compañeros atacasen y a que los enemigos estuviesen al alcance del hacha.

Si querían ser efectivos debían atacar todos a la vez. Apuntó a su enemigo y lanzó el hacha. La suerte estaba echada.

Cuando me reuní con el resto del grupo suspire aliviada y sonreí a Gareth cuando me entrego las riendas. Pensaba que todo había salido bien, pero esos malnacidos debieron de oír algo y ahora varios de ellos se acercaban buscando a su compañero raptado.

Las ordenes de Gareth fueron claras y precisas. Mi ballesta estaba cargada, así que solo debía esperar el momento en el que el resto de mis compañeros estuvieran listos y atacar de manera coordinada.

Apunto al bandido de la derecha lista para disparar cuando los demás lo hagan.

Frunció el ceño tras recibir una orden que la descartaba del combate, pero cierto era que debían ir preparando su huída si querían contarlo. Colocó las extremidades del bandido a cada costado del cuadrúpedo y posteriormente las unió atándolas entre sí por debajo del estómago del animal. Una vez fijado por delante de la montura, se montó sobre el pobre caballo que debía soportar ahora el peso de dos personas, comenzando su lento avance mientras disponía su arco. Vayámonos, es demasiado tarde. Comentaba acompañada del castañeo de las pezuñas contra el suelo.

Observo con disgusto como, aunque nuestra incursión ha sido un éxito en cuando a capturar al bandido, puede tornarse rápidamente en un fracaso.

Mis compañeros se arman con rapidez ante la presencia de los dos bandidos que, al menos todavía, no se han percatado de lo ocurrido. Me preparo para lanzar mi magia pero, sabiendo que esta puede revelar nuestra posición más que una flecha precisa, decido esperar, acumulando magia en mi vara.

La hacha de Erackand fue la primera en salir volando por los aires en dirección a los dos bandidos que se aproximaban; sin embargo, todos lo vieron caer a  unos 3 metros antes de llegar a estos. Los bandidos ya alertas y sorprendidos por el súbito ataque, fueron de inmediato recibidos por una saeta proveniente de la ballesta de Sondra  que impacto a uno de los bandidos en el pecho causándole un dolorosa y fea herida que aunque no lo derribo, si lo dejo aturdido y temporalmente inhabilitado para tomar reacción alguna.
Lamentable el ataque de Magányos aunque impacto en el otro bandido con una flecha, no fue tan efectivo y este mismo dándose la vuelta clamó a gritos a sus compañeros dando así la alarma a todo el campamento.

El combate se había desatado, Sondra había debilitado a uno de los dos bandidos que se aproximaban, así que Ciara decide atacar al otro.