Voto a Wilburg, a ver si te mueres, LEÑEEEEEEEEEEE.
HAY, MIERDA, QUE NO PUEDO VOTAR POR LA MOVIDA ESA. Pues nada, que me lo maten los otros
Voto a Berthold
M'alegro, pero ni tu ni Horst ni Berthold votáis este turno XD
Es verdad, se me había olvidado xDDD
Incapaz de poder articular palabra Berthold ni siquiera se acercó a Förner, simplemente se mantuvo asustado, esperando a que su lengua volviera a funcionar de la misma forma que recordaba para poder hablar.
Es decir, que aunque puedan hablar y participar en la discusión, Berthold (8), Horst (9) y Wilburg (10) no emiten ningún voto durante la fase de votaciones.
No puedo emitir voto así que supongo que nulo. Eso sí, dejo el post de intento, por si acaso xD
Voto contra 10: Wilburg
Mi voto va para Wilburg
7: Harby
El parlamento entre los alguaciles, los escribas y Förner es breve y termina al poco de haberse iniciado. Förner se levanta, y como si hubiera saltado el resorte de una trampa, tres alguaciles se lanzan sobre Wilburg y se lo llevan al suelo, mientras un cuarto le coloca la punta de lanza de su alabarda en la nuca.
Parece que algunos de entre ustedes tienen ciertas... dificultades para formular pensamientos coherentes o expresar una acusación. Creo que por fin han entendido por qué sucede esto. Y en este caso, las cosas no cambiarían.
Maese molinero, el pueblo de Bamberg le ha pronunicado culpable. Afirma que ha compartido todo lo que sabe con nosotros. Espero que sea así, pero si aún guarda algo en el pecho, espero que tome esta ocasión de quitarse las cargas que tenga en el corazón ahora. No habrá otra. Se ejecutará la sentencia a medianoche.
Förner sale de la estancia. Sus adláteres se quedan unos segundos, como preguntándose si deberían seguirle, antes de desaparecer en silencio. Esta vez, la guardia no tiene que empezar a pegar empujones. En silencio, la gente empieza a salir de la sala.
Medianoche
En esta ocasión, el número de estacas casi se ha duplicado. Aunque las mujeres siguen siendo mayoría, se empiezan a ver hombres. Uno de ellos, para vuestra sorpresa, es Renhold, uno de los barones locales, que grita congestionado.
No sabes lo que está haciendo, Förner. Has cometido un error enemistándote con nosotros. Esto ya se ha pasado de la raya. Los otros se callarán, pero yo te lo digo, total, no puedes matarme más de una vez. Te veré en el infierno, sacerdote, cuando el Emperador te ponga a tí en una de estas. Te estaré esperando con el resto de gente a la que has quemado para que te pases la eternidad mamando pollas en el lago de fuego, y me reiré mientras lo veo. Estás acabado, sacerdote. Acabado.
El resto de condenados guarda silencio. Algunos parecen intimidados por el brillo febril en los ojos del noble. Otros parecen no tener lugar en la mente para nada más que el horror que aguarda en los siguientes minutos. Otros, a juzgar por la cantidad de sangre seca en sus ropas y sus cabezas caídas y fijas en el suelo, no sabéis decir si ni siquiera perciben lo que ocurre. Wilburg mueve espasmodicamente la cabeza y proclama a viva voz que es un error, y que están matando al unico defensor real que el pueblo ha tenido.
Förner asiente, y el fuego de nuevo cumple con su implacable labor, ajeno por igual al silencio de unos o a los aullidos y blasfemias de otros. El humo, negro y acre, se eleva sobre las piras, y el pueblo de Bambeg lo observa, buscando una señal que les diga qué era realmente el hombre al que han sentenciado.
Cuando la ceremonia termina, eso es solo que tienen. Humo, silencio y nada más.
Wilburg ha muerto.