Partida Rol por web

Desde el puente sonó una voz familiar, la del Doctor Fallter.

¿Hay alguien ahí? Por favor... ayuda...

Desde el pasillo no había ángulo para ver otra cosa que el panel de control del motor FTL, en el centro de la sala.

  Al escuchar la voz, le hice un gesto a la enfermera para que esperase, por si era una trampa, y le indiqué que mirase por las pantallas del sistema de seguridad, mientras yo montaba guardia...

Al ver salir a Stan como un toro se apartó para que el guarda no la aplastara. Una pequeña distracción. Pensó con satisfacción, si había alguien más reaccionaria al ruido del guardia corriendo y chocando contra las paredes.

Luego escucho la voz del doctor. Stan había agitado el avispero y la gente comenzaba a reaccionar. Vale. Contesto de forma seca a la indicación de su compañero y comenzó a juguetear con los controles de las cámaras para encontrar la cámara de la sala de control y sus pasillos colindantes.

Me lanzo a por Robin y le arreo mi gancho, ese que me valió la expulsión del instituto.

Mierda, su cabeza suena raro, bueno, raro no, es el sonido de los huesos al cascar. Creo que ya lo reconozco. Los humanos nos rompemos demasiado fácilmente. Estoy empezando a odiar pelear con humanos. Espero no haberlo matado pero, joder, si alguien en el mundo es tan capullo como para merecérselo, ese es este.

Su último disparo, su última bala y su última esperanza se habían esfumado y tan solo le quedaba un rifle humeante que sin munición sería totalmente inservible. Sonó un disparo y Jisoo abrió los ojos sorprendida.

¡Aún está viva!

Oyuyua había vuelto a disparar, a la desesperada en un último intento de proteger a Laffie, y aunque había fallado el cylon no había conseguido golpearla y podría seguir luchando, una pequeña esperanza donde antes no había nada. Analizó la situación, estaba desarmada, pues si bien podía utilizar el rifle a modo de objeto para golpear al robot sabía que su fuerza era insuficiente, y además se había quedado al otro lado aislada, sus amigas no podrían huir.

-¡Aguantad! ¡Iré a por ayuda!

Tenía que darse prisa pues la situación era desesperada, tanto que no sabía en que porcentaje estaba huyendo y tratando de salvarse ella misma mientras se alejaba corriendo. Había puesto su ahora inservible rifle amarrado en la espalda con la correa para tener las manos libres y mientras gritaba y miraba a su alrededor en busca de otro arma o ayuda fue sacando de su bolso el teléfono móvil que había cogido del suelo de la habitación.

-¡Socorro! ¡Que alguien nos ayude, nos ataca un cylon!

Con el teléfono en la mano y mientras seguía corriendo en dirección al ascensor rogaba a todos los dioses que el terminal no estuviera bloqueado por algún pin, patrón o cualquier otra medida de seguridad, en ese caso parecía que la fortuna la acompañaba. Cuando vio el fondo de pantalla con un conejito rosa no tuvo tiempo de pensar que era muy cuqui, rápidamente comenzó a llamar a sus amigos.

-¡Socorro, soy Jisoo! ¡La doctora Goodfrey activó al cylon que traían en la nave, nos está atacando, Laffie y Oyuyua necesitan ayuda! ¡No tengo munición ni encuentro más armas, me dirijo hacia el ascensor pero tampoco puedo utilizarlo!

Dido noqueó a Robin y recuperó su otra pistola. Aún así, no tenía modo de abandonar el hangar. Estaba completamente atrapada. Pero entonces un ruido hidráulico dirigió su mirada hacia popa: era el portón que separaba el hangar del área de embarque. En el otro lado del umbral se agolpaban las cabezas de una muchedumbre confusa.

¿Hola?

Roddy Stern. De nuevo Roddy Stern. El gordinflón fue la única persona que entró en la bodega del hangar. Miró a Dido armada, miró a Robin en el suelo y después a Dido otra vez. Al cabo de un rato levantó los brazos en señal de rendición.

Yo no quiero saber nada... Solo vine a por mi colección de cromos de la liga de pirámide.

Independientemente de su imbecilidad, la llegada de Roddy servía para que Dido pudiese ir hasta la zona turista atravesando el área de embarque.

Hola, Jisoo.

La pantalla del móvil cambió el conejito por Número 6. A espaldas de Jisoo se escuchó el grito de Laffie y el ruido hidráulico de las piernas del centurión entrando en el módulo de pasajeros. Después sonó un disparo.

Te hemos estado vigilando. Lo que has hecho hasta ahora es impresionante, demuestras muchísimo potencial. Pero no es suficiente, Jisoo. No hay salida posible. No hay esperanza. La Edad del Homo Sapiens ha llegado a su fin. Ha llegado la Era del Homo Machina.

Los móviles dispersos a izquierda y derecha del pasillo mostraban también a Número 6 a medida que Jisoo avanzaba, dando a la voz de Número 6 una sensación de eco estereoscópico. Las imágenes cambiaban de una pantalla a otra: a veces se acercaba a la cámara y la cara del clon se veía más cerca; a veces se ponía a bailar, despacio; a veces estiraba su brazo hacia Jisoo y le hacía un gesto con el dedo para que se acercara.

Lo que hiciste con la Cython no ha pasado desapercibido. Fue un gran trabajo de programación. En el Nuevo Mundo que está naciendo hay sitio para alguien como tú. Puedes llevar la conciencia de los cylon a un nuevo nivel. Por favor, Jisoo... Únete a nosotros y dirígete hacia el área de embarque para abandonar la Olympic Carrier con el resto del pasaje.

Jisoo llegó al área de descanso de la zona turista. No había nadie. Ni ayuda, ni armas. Solo alcohol, excesos y confeti. Y como le había dado su pase de seguridad a Gaheris y Karen, ni siquiera podía coger el ascensor. Desde el área de descanso salía un nuevo pasillo hacia popa. Si lo seguía, como quería Número 6, llegaría a las escaleras mecánicas para unirse con el resto de personas que se habían rendido. Por otro lado, Dido, Jonas y el escritor Martin habían en una ocasión logrado meterse en los conductos de ventilación de la nave desde uno de los baños que había en aquella sala.

Karen no encontró ninguna cámara de seguridad que mostrase la imagen de las dependencias de la tripulación: ni del pasillo, ni de la sala de control en la que ya estaba, ni mucho menos del puente. Lo que sí vió era el resultado de los dos combates de sus compañeras: Dido dió un puñetazo que noqueó a Robin; Jisoo echó a correr, huyendo del centurión de su corredor. La mayor parte de la gente se empezaba a agolpar en la puerta de atraque, en la panza de popa de la Olympic Carrier.

Gaheris vió a Stan alejarse por el pasillo que llevaba hacia la enfermería, en dirección contraria al puente. En cuanto a Jerry Fallter, el doctor, al ver que no le respondían, dejó de hablar. Todo volvió a quedar en silencio.

Puedo cubrir el pasillo con mi laser mientras tu saltas a la primera habitación, a las duchas o al comedor de los pilotos. Desde ahí, compruebas esas dos habitaciones y avanzamos. Dijo la enfermera que en ese momento hablaba como un miembro del equipo de asalto especial intergaláctico, pero la realidad era mucho más triste, era el dialogo sacado de alguna película.

Jisoo se asustó al ver la imagen de la doctora Woodfrey en su pantalla, no podía creer que estuviera allí frente a ella.

¡Pero si está muerta!

Tardó unos segundos en procesar que aquella que salía en la pantalla no era si no otra copia o clon de la misma persona, pero aún así resultaba inquietante.

¿Cuantas copias habrá?

Laffie gritó y escuchó moverse al centurión, después escuchó un disparo y cerró los ojos deseando que esta vez Oyuyua hubiera acertado. En cualquier caso ya no podía volver atrás, si el centurión estaba muerto sus amigas estarían a salvo y si no lo estaba debía darse prisa para conseguir ayuda. Por desgracia no podía contactar con sus amigos, parecía que los cylons tenían intervenidas las comunicaciones en aquellos momentos.

¡Mecachis!

Resignada miró la pantalla con la esperanza que la doctora desapareciera, pero allí seguía dando su discurso. Le daban igual los halagos o todas las mentiras que aquella mujer quisiera decirle, no pensaba unirse a los cylons, al enemigo que había matado a toda su familia, muchos amigos y le había privado de su vida de universitaria y un futuro normal. Por otro lado no podía cambiar de planta pues no tenía el pase del ascensor. Se quedó parada mirando hacia uno y otro lado sin saber que hacer.

Piensa... Piensa...

Entonces la chica recordó lo que le habían contado Dido y Jonas y como se habían colado junto al señor Martin por los conductos de ventilación cuando empezaron los problemas en la Olimpic Carrier.

¡Gracias chicos!

Jisoo sonrió, era como si sus amigos la estuvieran ayudando aunque no estaban allí con ella, tenía que lograr escaparse, rendirse a los cylons asesinos era un error. Miró a la pantalla con una mueca de desprecio antes de hablar.

-Lo siento Goodfrey, o como te llames, tengo que colgar, estoy ocupada.

Pulsó el botón para desconectar la comunicación y se dirigió a toda prisa al primer baño que divisó, esperaba poder hacer lo mismo que sus amigos y así tendría acceso a otras plantas o al menos un escondite temporal mientras las cosas cambiaban.

 Asentí, ya que no se me ocurría una mejor estrategia. Tratando de no hacer ruido y con mi mano en alto, nos preparamos y, mientras ella me cubría, me dispuse a hacer lo que ella me había dicho que hiciera...

¿Dido?

Al ver que Dido no reaccionaba, Roddy se acercó y agitó la mano ante los ojos de la chica para ver si las pupilas seguían el movimiento o estaba en algún tipo de estado de shock. En seguida pasó de ella. El tipo se acercó a uno de los contenedores de equipaje, lo abrió y empezó a buscar su maleta y su colección de cromos.

Si Dido no iba a hablar con Roddy, podía pasar a la sala de al lado con el resto de pasajeros, o seguir su camino por las escaleras mecánicas hasta la zona turista.

Al entrar en el baño de las chicas, tras una de las puertas de los retretes, Jisoo escuchó una tonadilla nupcial.

Ta, ta, taráááá... Ta, ta, taráááá...
Ta, ta, taráááá, ta, tatá, ta, tatáááá...

La chica de la despedida de soltera seguía ajena a todo lo que estaba pasando, pero no había tiempo qué dedicarle.

Al conducto de ventilación se podía acceder subiéndose al lavabo. Era de esperar un auténtico laberinto, lo importante era quedarse con la orientación original de la entrada en comparación a los pasillos de sentido proa a popa. Así podría avanzar por las tuberías sabiendo siempre dónde quedaba el "norte", o más bien la proa. También tenía una pastilla de jabón para marcar con flechas su camino. Si trazaba un buen plan, seguro que no se perdía.

Gaheris avanzó y pasó por encima de la puerta blindada. Desde su posición vió al fondo, a través de los cristales del puente, lo que les esperaba en el espacio exterior.

Aquella nave no se parecía a nada que hubiese visto Gaheris antes. Avanzaba hacia ellos, y por su colosal tamaño, la Olympic Carrier terminaría entrando en aquella monumental catedral espacial.

Mientras, Gaheris entró en el comedor de los pilotos: despejado. Después entró en los baños. Se sorprendió por el sonido de su pie chapoteando: una toalla había atascado el lavabo hasta hacerlo desbordar. El grifo ya estaba cerrado, pero todo el baño estaba encharcado. Tras ese movimiento, le sería mucho más difícil avanzar en silencio.

Al entrar en el baño se sorprendió al escuchar una canción que pronto identificó como el tatareo de la marcha nupcial. Miró hacia uno de los retretes que tenía la puerta cerrada y seguía en su mundo. Jisoo se paró durante un momento y se acercó dispuesta a golpear la puerta y advertir a la muchacha que tenía que huir, pero recordaba las anteriores veces que habían intentado advertirla y sabía que no tenía tiempo.

Al menos aquí metida quizás los cylons tarden en encontrarla.

Y esperaba que justo ese tiempo fuera suficiente para que ella pudiera reunirse con sus amigos y rescatar la nave. Se subió a uno de los lavabos y se acercó a la rejilla que taponaba el conducto, pero antes de ponerse a ello pensó en lo complicado que sería orientarse. Debía tener siempre presente la dirección por donde se había metido y hacia donde cambiaba de dirección si al menos quería mantener un rumbo aceptable. Además tenía una pastilla de jabón que la ayudaría a marcar las intersecciones y le haría la vida más sencilla en la oscuridad, o semi oscuridad pues tenía el teléfono que podía usar de linterna. Se concentró en ello y se concienció de lo que tenía que hacer.

Al ver la gran nave un escalofrió recorrió la espalda de la enfermera. No era una nave human, ergo tenía que ser una nave de las tostadoras. Hay que darse prisa. Vamos a tener que ir vas rápido. Volvamos a realizar la misma operación en las siguientes habitaciones. Quería llegar cuanto antes a los controles, pero si se apresuraban demasiado morirán antes de llegar a los controles.