Partida Rol por web

Jisoo escuchó sorprendida, aunque algo incrédula, las palabras de la doctora, no terminaba de creerse que contara los verdaderos planes de los cylons así tan de buenas a primeras, aunque los planes parecían tener cierto sentido. Seguía pareciéndole muy fuerte que algunos humanos les estuvieran facilitando tanto las cosas aun enemigo que solo buscaba su destrucción pero estaba claro que sin esa ayuda los cylons no habrían conseguido hacer tanto daño y por tanto para Jisoo aquella gente era tan culpable o más que las máquinas. Cuando Shelley terminó diciendo que no podía acompañarlas comprendió que había caído en su trampa, que solo pretendía ganar tiempo y que en el siguiente salto la Olimpic Carrier y todos sus pasajeros estarían irremediablemente en manos de los Cylon. Sentía mucha rabia y ganas de llorar mientras escuchaba como aquella copia aún más atractiva de la doctora anunciaba el destino que correrían, pero Jisoo se negaba a entregarse sin luchar, sin hacer nada, dejando que las muertes de todos sus amigos que se habían sacrificado hubieran sido en vano. Quizás la prepotencia y un exceso de seguridad de aquellos clones les daban aún la oportunidad de revertir la situación. Subió su rifle y apuntó a la doctora mirando a Oyuyua para que hiciera lo mismo. 

-Si hace cualquier cosa dispara, nos la llevaremos por delante si hace falta. 

Quizás era solo una pequeña victoria, privar a Shelley de disfrutar de como la Olimpic caía en manos de los Cylons, pero podía ser que mereciera la pena, sobre todo si aún podían hacer algo. Con su mano libre cogió su comunicador personal e intentó hacerlo funcionar, tenía que avisar a sus amigos como fuera, había que intentar llegar al puente como fuera para detener aquello y ella ahora no podía moverse entre plantas pues ya no tenía ninguna tarjeta de acceso. 

-¡Dido! ¡Karen! ¡Gaheris! ¡Tenéis que detener a la persona que introduce las coordenadas de salto de la Olimpic, es un colaborador cylon! ¡Nos va a mandar a otras coordenadas y nos harán prisioneros! 

Esperaba que la advertencia fuera suficiente y llegara a tiempo, si no estarían perdidos. Con rabia siguió apuntando a la doctora. 

-¡Más te vale que consigan detenerlo, por tu vida! 

La pequeña Jisoo estaba muy enfadada, tanto que estaba dispuesta a apretar el gatillo y llevarse por delante a la doctora en caso de que la nave no consiguiera seguir al resto de la flota. 

 - Mierda, nos han capturado. - Maldije, tras escuchar el mensaje. Después del ataque a las colonias, sería una locura tragarse ese mensaje. Nuestra única esperanza era tratar de escondernos y encontrar une oportunidad para escapar. - Debemos de escondernos y elaborar un plan de huida o seguramente nos freirán si nos encuentran.

A sólas con Robin se me suelta la lengua. Cuando me sincero tiendo a filosofar. Eso ha espantado a muchos potenciales ligues.

-Tío, existes. Existimos ¿No te parece un puto milagro? Pixie no está, ni mis padres, ni mi Jonas... Sé que te importamos una mierda, no lo digo por intentar hacerte empatizar, sino para que te fijes en que... A pesar del dolor, seguimos... Estamos... vivos... ¿No sientes el fuego, la alegría, el gozo de ser? Deja de mentirte. Quieres vivir. Cada segundo es un tesoro...

De pronto se me ocurre una idea un poco funesta, pero práctica:

-... Cada bocanada de aire, cada latido de tu corazón... Y llegados a este punto, con lo que nos has hecho, eso para tí tiene un precio.

Agarro fuerte una palanca de metal*, la muevo como si fuera un bate de béisbol.

-O me cuentas todo lo que sabes o te rompo el cráneo. Ya he roto unos cuantos y no me vas a dar pena, rata.

Otra tostadora, la doctora era una tostadora. ¿Hasta que punto se habían infiltrado en la sociedad humana? La enfermera prefirió no pensarlo, podían haber llegado  estar en plantas de agua y contaminarla, o mucho peor, estar en las salas de control de las centrales nucleares. 

Rápido, hay que moverse. Kara, si no puedes seguirnos esconderte en un armario y espera. Nosotros tenemos que llegar a la sala de control, desde ahí podremos organizar una defensa o una huida. 

Los móviles de Dido y Gaheris empezaron a sonar en distintos puntos de la nave.

tirurí, tirurí, tirurí...
tirurí, tirurí, tirurí...

 ¡Dido! ¡Karen! ¡Gaheris! ¡Tenéis que detener a la persona que introduce las coordenadas de salto de la Olimpic, es un colaborador cylon! ¡Nos va a mandar a otras coordenadas y nos harán prisioneros!-dijo una voz parecida a la de Jisoo en cuanto Gaheris y Dido descolgaron.

 Ya es demasiado tarde, tierna Jisoo. El Olympic Carrier ya ha realizado el salto. La única escapatoria posible para el penitente es que se arrodille...-dijo una voz parecida a la de la Doctora Godfrey.

 ¡Que te den! ¡Que os den a todos! ¡¿Ha oído eso, doctora?! ¡También va por usted! Pixie está muerta, así que... ¡Que le den a usted también! ¡Todo me da igual!-dijo una voz parecida a la de Robin, sin la más mínima pizca de temblor en su tono que pudiera hacer pensar que estuviese intimidado por la situación.

 ¡Doctora Godfrey, no de un solo paso más! Si se sigue acercando dispararé. ¡Lo juro! ¡La mataré!-dijo una voz parecida a la de Oyuyua.

 Oh, Oyuyua... Todos vamos a morir. La diferencia es lo que habrá luego. Para ti quedará la putrefacción, mientras que yo iré a una catedral en la que renaceré y volveré a ser bautizada...

 ¿Por qué todos decís esas cosas tan horribles? Yo no quiero morir. Solo soy una niña. Ni siquiera me ha besado aún ningún chico-dijo una voz parecida a la de Kara.

¡¡¡BANG!!!

Después del disparo escucharon los gritos de una multitud y después la comunicación se cortó. Toda la llamada fue muy caótica, pero lo más angustioso fue el modo dramático en la que terminó. Lo último que sabían los unos de los otros es que Dido estaba atrapada en la bodega con Robin sin poder subir por no disponer de un billete vip o un pase de seguridad que pasar por el lector que activase el ascensor.

Por fortuna esa bala no había sonado en la bodega. Dido miró la pantalla de su móvil, comprobando que era el móvil de Jisoo el que había cortado la llamada.

He visto el peor rostro del ser humano: bajos fondos, mercado negro... Somos ratas devorándonos entre nosotros...

¡CLONK!

El sonido metálico que interrumpió a Robin sonó lejos, en algún lugar lejano de la enorme bodega.

¡CLONK! ¡CLONK!

A lo lejos le llamó la atención uno de los gigantescos contenedores de la carga.

¡CLONK! ¡CLONK! ¡CLONK!

La puerta del contenedor se aboyó de dentro a afuera, como si algo muy grande o fuerte estuviese golpeándolo desde dentro. La estructura del contenedor no lo mantendría a raya por mucho tiempo.

Qué irónico. Al final el encargo de la Doctora Godfrey será lo que acabe con mi inútil vida-dijo Robin, como si supiese de qué iba aquello.

Por fortuna esa bala no había sonado en el área de descanso. Gaheris miró la pantalla de su móvil, comprobando que era el móvil de Jisoo el que había cortado la llamada. Kara se puso a llorar.

Papá... Mamá... Snif, snif... ¿Dónde estáis?

Kara volvió a entrar en el baño. Se escuchó un portazo: seguramente Kara se había encerrado en alguna de las cabinas de los retretes. Entonces captaron la atención de Gaheris y Karen los vasos de licores, refrescos e incluso agua.

Los ricachones con sus ínfulas y privilegios habían escuchado el mismo mensaje en los televisores de cada uno de sus camarotes de lujo. A la desesperada, se estaban metiendo en sus cápsulas de salvamento privadas para huir de la Olympic Carrier siendo expulsados a un sector en el que ya no había ninguna otra nave colonial que les pudiese rescatar. Cada vez que temblaban los vasos, un idiota se lanzaba directo a una muerte segura en una lata gigante para que los riders cylons jugasen a disparar al blanco.

Solo disponían de la tarjeta de Jisoo. Podrían usarla para abrir los camarotes y tratar de convencer a alguna de las personas que no usasen sus cápsulas de salvamento... O podrían usarla con los ascensores para volver con Dido (en la planta baja) o Jisoo (en la intermedia)... O podrían ir directamente al puente de mando... O solo podrían usarla para tratar de esconderse...

¡AAAAAAAAAAH!

Sí, la bala la había disparado Oyuyua cuando la Doctora Godfrey se aproximó peligrosa, amenazantemente y de modo casi suicida. El cadáver de la doctora descansaba en el suelo, con un bonito agujero de bala decorando su hermosa frente. Por un segundo, Oyuyua se llevó la mano a la boca, tratando de asimilar lo que había hecho. Después se desató el caos. Amanda Wu y otros de los miembros de la fiesta echaron a correr, empujando a Oyuyua, Laffie y Jisoo. A Jisoo se le escapó el móvil de entre las manos, cayendo sobre la moqueta y siendo pisoteado por una estampida de gente asustada. Cuando todo pasó, Jisoo descubrió que su móvil estaba roto, con la pantalla quebrada y apagada. No pasaba nada, porque había otros móviles en el suelo que coger si se necesitaba hacer una llamada urgente. Incluso Oyuyua y Laffie tendrían sus propios móviles a mano.

Bip.

Los sonidos electrónicos solían reconfortar a Jisoo. No esa vez. No era el último aliento de vida de su móvil moribundo, sino el primero del centurión cylon que empezó a moverse en aquella habitación ahora vacía.

Bip... bip...

La llamada resultó algo caótica pero al menos consiguió contactar con sus compañeros, o al menos así pareció. Le resultó extraño que Robin hubiera hablado ya que ella no tenía su número y aunque él estaba con Dido…

¿Habrá descolgado en manos libres se habrá puesto a gritar como un loco?

La otra posibilidad era que Robin se hubiera desatado y le hubiera cogido el teléfono a su amiga, esa opción la preocupaba y le hubiera gustado escuchar la voz de su amiga, pero todo había sucedido demasiado rápido. También había escuchado la dulce voz de Kara, preocupada por lo que estaba pasando, aunque no sabía cómo había aparecido en la conversación, quizás con las prisas había llamado a más gente de la que pretendía en un principio, lo cual era bueno pues cuanta más gente estuviera avisada mejor, salvo que parecía que ya era demasiado tarde, al menos si creían en las palabras de la doctora. Godfrey hizo caso omiso a las advertencias de Oyuyua y esta terminó disparando y desencadenando un caos en la habitación que hizo que la gente huyera en estampida y se llevaran por delante el teléfono de Jisoo.

¡Noooooo! ¡Mi Lagsung!

No podía hacer nada por el y tampoco había ya tiendas donde sustituirlo así que cogió uno de los que la gente había arrojado y se lo guardó rápido en el bolsillo por si necesitaba hacer alguna llamada. Cuando logró reponerse del susto del disparo y la estampida un pitido llamó su atención y sabía que no era ningún teléfono. Alzó la vista para confirmar sus temores.

-Oh Oh… - Sus temores se habían confirmado y el robot se estaba activando, un último regalo de la doctora y sus amigos cylons. Había que actuar rápido y debían impedir que el robot pudiera hacer daño a la gente. - ¡Cuidado Laffie, Oyuyua! ¡Hay que cubrirse, fuera!

Hizo un gesto con las manos a sus amigas para que abandonaran la habitación, allí eran vulnerables pero podrían parapetarse tras el marco de la puerta para disparar. Ella ocupó uno de los lados y dejó a Oyuyua el otro, después apuntó con su rifle y disparó.

Escucho la conversación telefónica con la mayor atención posible. La situación era grave, muy grave. La situación del Jisoo era muy complicada, pero no podían arriesgar la nave por tratar de salvarla, tenían que ir al puesto de mando. De nada serbia salvar a Jisoo si no salvaban también la nave. Hay que ir al puesto de mando y recalibrar las coordenadas. ¡Rápido! Después salvaremos a Jisoo

 Asentí, mostrando conforme a la idea de Karen, mientras revisaba una vez más mi revolver, para la fiesta que sin duda nos aguardaba, antes de ir a donde nos proponíamos.

Oyuyua y Jisoo disparaban pero sus balas no hacían ningún efecto.

Es como en las convenciones manga-intuyó Laffie-. Cuando se expone algo en una convención solo se pone una parte: un batchmóvil sin motor, una cabina telefónica que viaja en el tiempo pero con una puerta para entrar que solo es un dibujo, un robot gigante con una pegatina de botones en lugar de un teclado...

Estaban interactuando con atrezzo: el cylon estaba vaciado por dentro y solo tenía una pequeña instalación básica en medio de una carcasa enorme. Acertar dónde haga daño es cuestión de azar. Era un cylon de exposición, al que se le habían quitado un montón de piezas y funciones para poder ponerlo en un museo. La bala atravesaba la carcasa para, o bien encontrar aire, o bien encontrar un circuito activo que destrozar. Cada disparo era una moneda al aire.

Entonces el atrezzo se puso en movimiento, cruzando la sala para cargar contra las chicas que había en la puerta. El puñetazo que soltó se estrelló contra el marco de la puerta. Solo necesitaba dos funciones: caminar y machacar.

Ante la pasividad de Dido, el contenedor finalmente cedió y su pesada puerta metálica saltó por los aires. Del interior salió el cylon de museo que transportaban el Doctor Amarak y la Doctora Godfrey.

Bip, bip...

El centurión giró la cabeza hasta ver a Dido y al atado Robin sobre el ala del raptor estacionado. Afortunadamente no disponía de armas incorporadas y no podía disparar, pero avanzó hacia ellos amenazadoramente.

Al llegar al final del pasillo, los caminos se desviaban a izquierda y derecha. Por el ascensor de la izquierda pasaban por enfermería, mientras que por el de la derecha pasarían por la cocina. Los dos caminos eran igual de rápidos, y en una fracción de segundo se metieron por el corredor de la derecha. Las puertas del ascensor se cerraron, y no volvieron a abrirse hasta llegar a la zona de la tripulación. En la cocina estaba Todd Tarner, untando mermelada sobre el pan con el cuchillo de cortar carne en lugar del redondeado. ¿Pretendía dar apariencia de psicópata?

Todd ni siquiera les miró. Siguió con su tarea, pero empezó a hablar para darles a entender que ya sabía que estaban allí...

Bienvenidos. Os estaba esperando. Cuando los seres humanos desaparezcáis echaré de menos la mermelada...

El vendedor se giró alzando el cuchillo dispuesto a atacar, pero entonces vió el láser minero de Karen y la pistola de Gaheris apuntándoles.

Me parece que esto me va a doler más a mí que a vosotros, ¿no es cierto? YAAAAAAAAAAH...

Mientras corría por la cocina hacia ellos, el láser de Karen lanzó un haz que quemó parte de la cara del cylon. Era tan humano que hasta desprendía el olor a cuero quemado. Cuando Todd llegó hasta ellos, lanzó una cuchillada que se perdió en el aire.

Las balas no parecían afectar al robot y lejos de ser una máquina indestructible parecía que Laffie tenía toda la razón, alguien había retirado la mayoría de circuitos originales y tan solo habrían dejado unos pocos para las funciones más básicas.

-Tienes razón Laffie, por un momento me había asustado y todo. Es una hojalata vacía, la doctora solo quería asustarnos.

Por desgracia para Jisoo y sus compañeras el cylon solo necesitaba un par de funciones básicas para ponerlas en peligro. Cuando vio que las embestía comenzó a gritar y se quedó helada cuando el puño de la máquina se estrelló a unos centímetros de su cara.

-¡Dispara Oyuyua, dispara! ¡Laffie, huye, o busca algo para pararlo! ¡Un extintor, quizás la espuma lo cortocircuite!

Volvió a preparar su rifle para apuntar debían intentar acertar a alguno de los circuitos que aún funcionaban o estarían perdidas. Pero el ataque del robot la había sorprendido tanto que falló su disparo.

-Eso será si le dejo.

Digo mietras desato a Robin.

No sé si lo he hecho para evitar que la tostadora mate al pobre desgraciado o para que seamos dos contra uno. Sé que me arriesgo a que se una al zylon contra mí, pero tengo que arriesgarme.

Tras desatarlo intento moverme para no ser un blanco fácil. Quiero que me siga y que cometa algún error para que le pueda hacer algo. Busco algo contundente.

Karen dio rápidamente un paso hacia atrás, alejándose del cuchillo y de la tostadora con su pésima interpretación de American psycho. Instintivamente apretó el gatillo y el láser golpeó en el pecho a Todd. Este disparo pareció quar más carne que el anterior en la cabeza. ¿Cómo puede ser posible que huelan igual que nosotros? 

¡Noooo! No puedo dejar a Oyuyua-dijo Laffie, agarrándose a su novia por la cintura.

Oyuyua la empujó hacia atrás, haciendo que Laffie cayese de culo en el módulo de enfrente. El paso atrás de Jisoo la alejó por el pasillo, pero el de Oyuyua fue hacia el umbral de la puerta, donde se quedó bloqueando el paso para que el centurión no pudiera llegar hasta Laffie.

¡BANG!

El disparo de Oyuyua estaba más orientado a atraer la atención del cylon que a lastimarlo.

Ven a por mí, estúpida cafetera.

El centurión golpeó con su puño el estómago de Oyuyua cortando su respiración. Oyuyua no cedió ni un solo paso atrás, se mantuvo bajo el dintel para que el cylon no pudiera llegar hasta Laffie.

Ngggh... Ahora, Jisoo. Dispara.

Jisoo tenía un disparo franco, viendo al centurión de perfil, pero seguía siendo una piñata vacía por dentro a la que era difícil dañar. Sin embargo, contó sus balas... Solo le quedaban tres.

En cuanto desató a Robin, él se dedicó a seguirla por todo el hangar.

¡Eh! ¡Eh, por lo menos dame una de tus dos pistolas!

Que siguieran juntos hacía que el cylon no tuviera que decidir a quién seguir. En pocos segundos se les echaría encima. Por su parte, Dido fue incapaz de trazar un plan o encontrar en su entorno ningún tipo de ventaja táctica. Eso era más típico de Jisoo, y ahora su amiga ya no estaba para decirle qué hacer. Los contenedores eran difíciles de trepar, pero quizás si conseguía trepar estaría a salv...

De pronto el centurión empujó con una sola mano uno de los gigantescos contenedores de maletas que se interponía en su camino, demostrando que encima tampoco estarían seguros. Por lo demás allí estaba el raptor y la carretilla eléctrica. Las salidas del hangar estaban todas bloqueadas: los dos ascensores (que requerían un billete vip o un pase especial para funcionar), el portón que llevaba al área de embarque (que se abría desde el otro lado) y la compuerta del suelo que llevaba al espacio exterior (que se abría remotamente desde el puente para que ninguna nave se pudiera ir sin permiso del hangar).