Partida Rol por web

-Sig, ¿sabemos de una vez de dónde es la moneda? Mime debe ser la enésima persona a la que se lo preguntamos ya...

Markus se había levantado con buen pie hoy. El día era bueno, o algo así, estaba de viaje, se encontraba sano...

Comió con los demás líderes mientras charlaban de temas banales, preparándose mentalmente para otra cabalgada más.

Ahora se la iba a mostrar.Primero le pensaba dar un poco de hospitalidad por el trayecto que ha realizado.

Mime, que opinais de esta moneda?.

Dice Sigfried mostrandosela.

 Knut se une mas al grupo, la conversación le interesa, más si deriva a lo que a él le interesa, matar a alguien y vengarse...

No deja de afilar el hacha, pero lo hace con menos esmero y mas calma, para que el ruido no enturbie ni moleste en la conversación.

- En cuanto sepamos quién es nuestro enemigo, sabremos que temer.

Realmente Knut no teme a nadie, pero siempre tiene respeto por aquellos que se enfrentan a él, cualquiera puede sesgar la vida de otro.

 Se acercó a ellos. Comió algo, y luego abordaron aquella cuestión.

Una moneda. Símbolo de la riqueza, por supuesto...

- Soy el mas indicado para hablar de monedas: Soy el mayordomo de la casa, joven Sig, recuérdelo.

Tras una sonrisa, miró la moneda: Efectivamente, poseía la misma moneda que había llegado a sus manos un día antes.

Miró al grupo, en especial al heredero.

-Se trata de un Áureo Ortiano. Es complicado encontrarlas tan al norte, mi señor.. normalmente, son posesión de mercaderes con excesiva riqueza.

Mas que devolverle la moneda, cerró la mano en torno a ella, mientras la bajaba y observaba a Sieg, con una media sonrisa.

-Espero que la información os haya servido de utilidad, heredero.

      Con la información sobre la procedencia de la moneda, que traía negros pensamientos a la mente de todos, reemprendieron camino. El resto del viaje el tiempo fue agradable, por lo que la comitiva no se retrasó demasiado con respecto a la previsión inicial, a pesar de que el cruce del río fue toda una odisea en la que hubo que lamentar la muerte de uno de los guardias de la escolta, que resbaló en las húmedas rocas y, tras golpearse en la cabeza, fue arrastrado por la corriente a toda velocidad antes de que nadie tuviera tiempo de sujetarle.

      Cuando los muros de Lokhar, la pequeña ciudad que se emplazaba sobre una elevación del terreno, separada de los árboles que la rodeaban en toda su extensión por apenas unos metros, aparecieron a la vista, el día estaba llegando ya a su fin. Una vez salieron de la linde del bosque fueron recibidos por el sonido del cuerno, y vieron una pequeña comitiva a caballo que se acercaba a darles la bienvenida... sin duda, esperaban su llegada.

 Knut se separa del grupo para pasear por los alrededores de la ciudad antes de que el sol caiga del todo. Le gusta ver que accesos y murallas poseen, así como la orografía que protege la ciudad donde piensa dormir la noche.

También es una excusa para librarse de la comitiva, no le apetece en absoluto una conversación banal y entre nobles.

Markus fijó la vista en la comitiva que se acercaba. Suponía que eran el comité de bienvenida, pero uno nunca debía dar nada por supuesto. Sólo así se sobrevive.

Dama, dame fuerzas para proteger tu nombre y ensalzarlo.